El camino a Pentecostés: Encuentro en el jardín - Parte 1

Usted está aquí

El camino a Pentecostés

Encuentro en el jardín - Parte 1

Ingresar o crear una cuenta

Con una cuenta del sitio podrá guardar elementos para su posterior estudio

Ingresar | Registrarse

×
Descargar
MP3 Audio (15.48 MB)

Descargar

El camino a Pentecostés: Encuentro en el jardín - Parte 1

MP3 Audio (15.48 MB)
×

Ésta es la Primera Parte de una nueva serie. Comienza con el relato inspirador y fascinante de la resurrección de Jesucristo desde la perspectiva de los discípulos.

Transcript

BT Extra: El camino a Pentecostés:  Encuentro en el jardín - Parte 1

Darris McNeely:

Comenzamos esta nueva serie, "El camino a Pentecostés", para mostrarte cómo Jesucristo resucitado, quien comenzó a trabajar con sus discípulos posterior a su resurrección, un momento crítico en la vida de quienes lo siguieron por más de tres años. 

Lo que hizo con este grupo tiene grandes lecciones para nosotros hoy. 

Entonces, comencemos con el primer encuentro. 

Es la mañana después de su resurrección. Jerusalén está en silencio. Todavía está oscuro mientras algunas siluetas se abren paso por las calles rumbo al jardín donde está la tumba en que Jesús fue sepultado. 

Estas mujeres llevan especias que compraron dos días antes. 

La sepultura fue apresurada. 

Ellas querían preparar adecuadamente el cuerpo para la sepultura. 

A pesar de las enseñanzas de su Señor de que él se levantaría de la tumba, ellas esperaban encontrar la tumba sellada y el cuerpo aún allí. 

Habían tenido tres días para pensar. Sus vidas habían sido completamente sacudidas.    

Jesús fue arrestado por los guardias del sumo sacerdote mientras estaban en el jardín de Getsemaní, los discípulos se habían dispersado y estaban asustados.

A través de la larga noche, su confusión y miedo se mezclaron. 

Jesús fue llevado a Pilato, a Herodes y al sumo sacerdote. Lo vieron mientras cruzaba las calles hacia Gólgota, donde fue crucificado. 

El horror del peor castigo romano los había conmocionado. 

El dramático oscurecimiento del sol, el terremoto y las noticas del gran velo en el Templo partido en dos partes habían creado miedo e incertidumbre. 

Su propio pueblo, los judíos, los habían atacado brutalmente. 

El pequeño grupo de compañeros había chocado con el poder del hierro de Roma. 

Su espíritu fue aplastado, y se preguntaron, ¿serían cazados ahora como ratas? 

Entonces, fueron aquellas discípulas las que se aventuraron a salir esa mañana para proporcionar su último acto de servicio para el cuerpo de su Señor y Maestro. 

Cuando entraron al jardín, miraron y vieron que la gran piedra había sido rodada. 

Cuando se agacharon y entraron en la tumba, se alarmaron al ver a un ángel aparecer como un hombre joven, sentado en el lado derecho. Al ver su sorpresa, rápidamente anunció:

Marcos 16:6-8

“Ha resucitado, no está aquí; decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea…

Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, …, porque les había tomado temblor y espanto”.

Regresaron corriendo a la habitación donde se alojaban todos. Con voces mezcladas de sorpresa y asombro, contaron lo que habían visto. 

Para Pedro y Juan, parecía una historia imposible, lo habían visto morir y vieron cómo el cuerpo fue puesto en una tumba y sellado con una piedra rodante. 

Pedro decidió que tenía que ver por sí mismo y salió corriendo de la habitación, seguido de cerca por Juan. A través de las calles, se apresuraron. 

Juan fue el primero en llegar a la tumba y miró adentro para ver que la ropa que había estado alrededor del cuerpo estaba allí. 

Después llegó Pedro. Juntos, los hombres miraron la tumba vacía y la ropa a un lado. 

Vieron que el cuerpo había desaparecido y que la tumba estaba vacía, pero aún no entendían bien el significado de la enseñanza que debía resucitar de entre los muertos. 

Salieron de la tumba, regresaron a su hogar aun tratando de entender lo que había sucedido.

Estos hombres, Pedro, Juan, los otros discípulos habían visto a Lázaro salir de su tumba. 

Se habían maravillado de los milagros realizados por Jesús durante su ministerio. 

Pero ahora, confrontados con esta escena, no podían encajar la enseñanza con la realidad frente a ellos. 

El miedo y la duda todavía los coartaban. Esta nueva escena de una tumba vacía se superpuso a los acontecimientos de los últimos cuatro días. 

¿Qué significaba? 

Una discípula permaneció en la tumba en vigilia. 

Fue María Magdalena.

María había sido la primera en descubrir la tumba vacía. 

Ahora, estaba parada afuera de la tumba llorando, tal vez pensó qué si volvía a mirar, vería algo que ayudara a entender lo que paso. 

Se agachó y miró dentro. Para su sorpresa, ahora vio a dos seres angelicales sentados en el banco donde había estado el cuerpo de Jesús. 

Le preguntaron: 

Juan 20:13 “Mujer, ¿por qué lloras? 

Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto”.

María, sin decir ninguna palabra más, sintió otra presencia en el pequeño espacio de la tumba. Ella se volvió y vio a Jesús sin saber que era él. Jesús hizo la misma pregunta: 

Juan 20:15  “¿por qué lloras? ¿A quién buscas? 

pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré”.

Luego inclinó el rostro, las lágrimas la abrumaron.

Entonces Jesús la llamó con una voz, con un tono que le trajo algunos recuerdos de todos los años. “María”.

Era la voz de su maestro, la voz que la había alcanzado en un momento en que ella necesitaba que alguien entendiera su vida y necesidades.

Fue la única voz que alguna vez trajo comprensión y con ella, un bálsamo curativo. 

Esa voz, que escuchó y siguió, ahora decía su nombre. Jesús conocía a María, él conocía sus esperanzas, conocía sus sueños, conocía sus decepciones y dolores. Sus palabras y enseñanzas le habían dado sentido a su vida. 

Esa voz, como la voz de un pastor que escuchó y decidió seguir alrededor de Galilea y Jerusalén. 

Jesús fue su maestro. Cuando ella se acercó para abrazarlo y él dijo: 

Juan 20:17  “: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. 

María había sido la primera en ver la tumba vacía y fue quien les informó a los discípulos. Ahora fue la primera en reconocer a Jesús en su cuerpo resucitado, y ella debe informar que él está ascendiendo a su Padre. 

Ella hizo lo que le dijeron, informando las palabras que él dijo. 

Estas palabras se han convertido en una parte poco entendida del mensaje de la vida de Cristo. 

El sufrimiento y muerte fueron aspectos profundos del propósito desarrollado por Dios desde antes de la fundación del mundo. 

“Dios completará su plan y reunirá todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, y al frente de ellas pondrá como jefe a Cristo”. (TLA)

Jesús ascendió al Padre, y su sacrificio fue aceptado. Entró detrás del velo en el lugar Santísimo, la presencia del Padre con la hueste angelical alabando su venida. 

A través de su sangre y el Espíritu eterno, Cristo ofreció su vida y 

es mediador de un nuevo pacto, para que…los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. 

Con esto logrado, Jesús comenzó un importante período de 40 días de entrenamiento con los discípulos. 

La misión de la iglesia era llevar el evangelio a todo el mundo y hacer discípulos, pero había que hacer varias cosas. 

Primero, el miedo tuvo que ser eliminado, la duda sobre Jesús y su futuro papel como apóstoles tuvo que ser confrontada. 

Jesús necesitaría llevarlos a través de las Escrituras, que predijeron y explicaron su papel como el Mesías. 

Ahora, pasaría mucho tiempo desenvolviendo las capas más profundas de las Escrituras que luego predicarían con poder y convicción. 

Jesús pasaría tiempo restaurando las relaciones entre los discípulos. 

Necesitarían el más alto nivel de unidad para resistir la oposición a su misión. 

A medida que leemos los relatos del Evangelio de este período, vemos cómo lo abordó todo mientras preparaba un grupo vital y lleno de energía para salir al mundo. 

La iglesia que Jesús fundó entró en un ambiente hostil del Imperio Romano y predicó la esperanza del Reino de Dios. 

Jesús, la cabeza de la iglesia, sabía exactamente lo que se necesitaba. 

Jesús resucitó de los muertos, fue aceptado como el sacrificio de la Pascua, el Cordero de Dios. 

Ahora se dispuso para preparar la iglesia. 

Así comienza el camino a Pentecostés, la fiesta donde el Espíritu Santo fue entregado

Esto es BT-Extra, hasta la próxima vez, cuando veamos a dos discípulos que experimentaron un encuentro único con el Señor resucitado