La explicación de un misterio bíblico: El Juicio del Gran Trono Blanco

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La explicación de un misterio bíblico

El Juicio del Gran Trono Blanco

Un hombre sabio dijo muchas veces: “La Biblia es como un rompecabezas”. Uno tiene que unir las piezas de la Palabra de Dios de forma apropiada. Cada pasaje cumple una función especial, permitiéndonos entender así correctamente la doctrina bíblica. El apóstol Pablo describió acertadamente nuestra parte en este proceso cuando dijo “usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). Algunas versiones más modernas por lo general traducen esta frase como “maneja correctamente”.

Otra forma de entender este importante principio se refleja en el dicho bíblico “un poquito aquí, un poquito allá” (Isaías 28:10, 13). Claramente, un pasaje bíblico por sí solo no transmite por completo toda la verdad acerca de una enseñanza bíblica específica. Por lo general, éste debe compararse cuidadosamente con otros pasajes que tratan el mismo tema.

Descuidado, malentendido y mal interpretado

Pocos pasajes en toda la Biblia han sido tan descuidados, malentendidos y mal interpretados como lo ha sido el de Apocalipsis 20:11-15, que se refiere a lo que comúnmente se conoce como el “Juicio del Gran Trono Blanco”. Aquí la mala interpretación se ha dado fundamentalmente porque los teólogos han pasado por alto un principio esencial (mencionado más arriba) en el estudio de la Biblia, cuyo entendimiento ha sido empañado por creencias doctrinales erróneas.

La línea cronológica de Apocalipsis 20 resume una serie de acontecimientos importantísimos que sucederán al final del plan que Dios tiene para salvar a la humanidad. Podemos obtener detalles claves de otras escrituras para complementar esta idea. Pero primero, veamos Apocalipsis 20:11-15 en su totalidad:

“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró ya para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos [plural], y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida [node la muerte]; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades [los sepulcros] entregaron los muertos que había en ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras.

“Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.

Una suposición doctrinal errónea

El cristianismo tradicional erróneamente asume que el Juicio del Gran Trono Blanco, que aquí se describe, consiste en condenar a miles de millones, que nunca se convirtieron al cristianismo durante su vida, a arder eternamente en el infierno. Sin embargo, una gran cantidad de aquellos que murieron en épocas pasadas nunca escucharon acerca de Jesucristo. Ellos no tuvieron una oportunidad verdadera de experimentar la conversión cristiana ni de ser salvos.

La condenación de miles y miles de millones se opone completamente a la naturaleza de Dios. El apóstol Pablo afirma en 1 Timoteo 2:3-4: “Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad” (Nueva Traducción Viviente).

Debemos reconocer también que la mayoría de los que murieron en el pasado, incluso aquellos que sí escucharon de Jesucristo, nunca supieron o entendieron realmente las verdades bíblicas, ni tuvieron una oportunidad real para hacerlo. Y si ellos nunca tuvieron esta oportunidad de salvación en el pasado, ¿no les daría un Dios justo la posibilidad de ser salvos en el futuro?

Aunque Apocalipsis 20:14-15 claramente demuestra que hay un lago de fuego para castigar a los pecadores incorregibles, este pasaje no dice nada acerca de quemarse en un fuego eterno. El apóstol Pablo simplemente nos dice que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), nouna eterna existencia de sufrimiento interminable en un fuego ardiente.

Contradiciendo a aquellos que enseñan que la muerte es simplemente la separación de Dios, Eclesiastés 9:5 y 10 nos dice que la muerte es una cesación completa de consciencia (Para una explicación más profunda y completa, solicite o descargue nuestro folleto “El cielo y el infierno: ¿Qué nos enseña realmente la Biblia?” Revisemos a continuación lo que nuestro Salvador realmente nos enseñó en Apocalipsis 20:11-15.

¿Qué nos enseña el mismo Cristo?

¿Quién es el verdadero responsable de la gran resurrección que acontece justo antes del Juicio del Gran Trono Blanco? Juan nos explica en su evangelio que Jesús dijo: “No os asombréis de esto, porque llegará la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz [la de Jesucristo]” (Juan 5:28).

Muchas escrituras muestran que Dios el Padre ha encargado el juicio de los hombres a su Hijo (vv. 22, 30). Por lo tanto, Jesucristo es el único que juzgará durante el tiempo descrito en Apocalipsis 20:11-13. El Padre permanece en el cielo hasta que llegue el momento de dar inicio a una existencia infinita, gloriosa y llena de gozo, que se menciona en los dos últimos capítulos de la Biblia.

Pocos se dan cuenta que hay importantes pasajes —que claramente explican eventos que sucederán durante el Juicio del Gran Trono Blanco—que se encuentran en el relato del evangelio de Mateo. Revisemos cuidadosamente lo que Cristo realmente enseñó: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! [ciudades de esa época], porque si en Tiro y en Sidón [ciudades más antiguas] se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras” (Mateo 11: 21-22).

Medite en esta notable afirmación por un momento. Jesús nos habla acerca de un juicio futuro en el que las personas de su tiempo y época serán juzgadas junto a aquellos de las ciudades de Tiro y Sidón, destruidas muchos siglos antes.

¿Y cómo serán juzgadas? Apocalipsis 20 claramente afirma que aquellos resucitados serán juzgados “de acuerdo a sus obras”, es decir, por las cosas que realmente hicieron además de la oportunidad que tuvieron de conocer y entender la verdad de Dios. Pero, ¿condenará Dios a estas antiguas naciones que nunca tuvieron la oportunidad de saber o responder a la verdad de Dios?

Durante este futuro juicio, ellos tendrán el tiempo suficiente para arrepentirse sinceramente de las obras pasadas, ser bautizados y recibir el Espíritu Santo de Dios. Y, finalmente, aquellos que prueben ser obedientes a su Creador, heredarán la vida eterna en su reino. En cambio, aquellos que continúen rechazando la verdad de Dios y no quieran arrepentirse serán sentenciados a sufrir “la segunda muerte” (vv. 14-15), pero esta es una muerte, no la condena a una existencia eterna en llamas.

El alentador destino de Sodoma

Continuemos leyendo el relato de Mateo: “Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades (el sepulcro) serás abatida, porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habrías permanecido hasta el día de hoy” (Mateo 11:23).

¿Podemos dimensionar lo que Cristo está diciendo realmente en este pasaje? En primer lugar, él recuerda las impías obras de estos antiguos pueblos: “Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra el Eterno en gran manera”(Génesis 13:13). Sin embargo, durante su vida como ser humano, Jesucristo dijo que cierta prominente ciudad en Galilea ¡incluso era mucho peor que la antigua Sodoma!

Jesús continuó: “Por tanto os digo que en el día del juicio será más tolerableel castigo para la tierra de Sodoma que para ti” (Mateo 11:24). Nuevamente, Jesucristo habló de un juicio futuro, comparando a este antiguo pueblo de Sodoma con los ciudadanos de Capernaum durante su generación.

La única conclusión que podemos sacar es que a los hombres y mujeres resucitados de Sodoma, quienes habían muerto casi 2.000 años antes, se les dará una oportunidad de salvación durante el tiempo del futurojuicio.

Dios es misericordioso con todos aquellos que están dispuestos a arrepentirse sinceramente. Cristo dijo que los hombres de la antigua Sodoma se habrían arrepentido durante su vida anterior si él hubiera realizado en ella los milagros que hizo en Capernaum mucho después. Entonces, ¿por qué no realizó él estos milagros para los de Sodoma? Porque no era el tiempo para que se les ofreciera la salvación.

Una resurrección de personas de diferentes periodos de la historia

La próxima afirmación de Jesucristo es incluso más clara y más específica. Observe: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán;porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar” (Mateo 12:41). Los ciudadanos de Nínive y Jonás habían vivido y muerto hacía más de ocho siglos. Sin embargo, Jesús afirmó simplemente que ellos se levantarían en el futuro con aquellos de su generación.

Jesús entonces cambia el enfoque de su comparación a un personaje muy bien conocido en la antigüedad. “La reina del Sur [la reina de Saba] se levantará en el juicio con esta generación y la condenará [comparándola con la generación de ella], porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar” (Mateo 12:42). La reina de Saba y Salomón vivieron casi unos mil años antes. Pero nuevamente, Jesús dice que ella se levantará con aquellos que vivieron en los días de Jesús y escucharon su palabra.

Claramente Jesús está describiendo una resurrección en la que las personas que vivieron y murieron en diferentes siglos, resucitarán juntas de la muerte, aprenderán la verdad de Dios por primera vez y tendrán la oportunidad final para arrepentirse y recibir de Dios el regalo de la salvación. ¡Qué verdad más maravillosa!

En estos pasajes Cristo se refirió principalmente a las antiguas naciones gentiles (que no eran israelitas). Pero, ¿qué pasa con el pueblo de Israel del pasado, del presente y del futuro? ¿Pueden ellos ser salvos?

El apóstol Pablo responde: “Luego todo Israel será salvo” (Romanos 11:26). Pero, de nuevo, ¿cómo puede suceder eso cuando muchos de ellos nunca siquiera han tenido la oportunidad de escuchar la verdad de Dios?

El profeta Ezequiel explica lo que sucederá. “Toda la casa de Israel” será parte de una gran resurrección en el futuro, que acontecerá justo después del milenio de Cristo. Lea acerca de esta resurrección de cuerpos físicos traídos a la vida, de los que habla Ezequiel en su visión registrada en el capítulo 37 del libro que lleva su nombre. A los participantes se les dará entonces una oportunidad de salvación durante el Juicio del Gran Trono Blanco.

La sorprendente verdad acerca de las resurrecciones

Pero mil años antes, en la segunda venida de Jesucristo, los verdaderos cristianos serán resucitados a vida espiritual eterna como los primeros frutos de la salvación de Dios. Después ayudarán a Jesucristo a gobernar a las naciones durante los mil años que siguen y durante el Juicio del Gran Trono Blanco (1 Tesalonicenses 4:16; 1 Corintios 15:51-52; Apocalipsis 5:10; 20:4-6; Romanos 8:18-19, 23).

Aunque Apocalipsis 20 ayuda a dimensionar todo el plan que Dios tiene para la humanidad, este crucial capítulo no puede entenderse bien sin otros pasajes de la Biblia que lo complementan y apoyan.

La gran misericordia de Dios desafía los límites de nuestra imaginación. Pablo escribió: “. . . ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador [Jesucristo], que apartará de Jacob [Israel] la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados” (Romanos 11:25-27).

Hebreos 13:8 nos dice que “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Hoy él está profundamente preocupado por la salvación de todas las naciones. Él es el capitán de su salvación, autor y consumador de su fe (Hebreos 2:10; 12:2). Y como hemos visto, él personalmente llevará a cabo una fase importante en la última parte del plan de Dios para la salvación de la humanidad, durante el Juicio del Gran Trono Blanco.