Tres niveles del entendimiento

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El estancamiento espiritual es un peligro constante en la vida del cristiano. Una forma de superarlo, es profundizar en nuestro entendimiento del Plan de Salvación de Dios y lo que él desea de nosotros. Mensaje entregado el 20 de febrero de 2021.

Transcripción

Buenas tardes. Saludos a todos.

Una de las cosas que más cambió con el confinamiento fue el ritmo de nuestra vida que se alteró por completo de un día a otro.

Para no ir más lejos, muchos perdieron su trabajo mientras otros muchos tuvimos la fortuna de cambiar nuestro espacio de trabajo a nuestros hogares, incluyendo a los niños y jóvenes que ahora deben tomar sus clases en casa.

Y algo que está ocurriendo, y es algo que he escuchado mucho últimamente, es que la sensación de que todos estamos atrapados en nuestra casa ha ido en aumento. Incluso si decidimos salir a hacer las compras o esparcirnos al aire libre, nos encontramos con cierta inquietud o temor de contagiarnos y de contagiar a nuestros seres queridos.

De algún modo estamos estancados. No podemos salir de casa. 

Y ese es el tema que quisiera tratar con todos ustedes esta tarde. El estancamiento. Pero no solamente el estancamiento físico y mental del que estamos siendo parte, de algún modo en contra de nuestra voluntad; sino también quisiera que habláramos del estancamiento espiritual del que podemos estar siendo parte al no poder congregarnos y sobre todo no poder convivir con otras personas.

Hoy me gustaría que tratáramos de responder dos preguntas principales. La primera de ellas es ¿Cómo saber que estamos estancándonos o que ya estamos estancados?. La segunda es ¿Cómo podemos salir de ese estancamiento?.

El título para este mensaje por si desean anotarlo es. 

Tres niveles del entendimiento

Para comenzar a responder estas preguntas necesitamos tener clara una cuestión, y es que nuestra vida no es solamente una sucesión repetitiva y monótona de eventos. No es nada más la rutina que seguimos todos los días. No es solamente levantarnos, bañarnos, cepillar nuestros dientes, desayunar, trabajar, comer, trabajar, cenar, dormir. 

Dios nos equipó con un componente especial que nos permite pensar, sentir y aprender. Es lo que conocemos como espíritu humano. Ese espíritu del que Eliú habló a Job cuando comenzó su discurso llamándole la atención en Job 32:8. Y quisiera que lo leyeramos para ir comenzando:

Job 32:8

Ciertamente espíritu hay en el hombre,

Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda.

Hay razonamiento en nosotros, y ese razonamiento nos permite algo muy particular. Nos da propósito. 

Si no pudiéramos elaborar pensamientos, ni hablar, ni leer, ni ser conscientes de nosotros mismos, no seríamos sino animales. Y no digo esto por menospreciar a los animales, sino porque somos claramente distintos de ellos, pese a quien diga lo contrario. 

Esa distinción entre el humano y el animal, no es algo fortuito. 

Quisiera que me acompañaran a nuestra segunda escritura a Génesis 1:26-27:

26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Dios nos creó según su imagen y semejanza. Es decir, que así como él pensó y planeó y entendió que estaba creandonos, así también a nosotros se nos permitió tener consciencia de nuestros pensamientos, se nos concedió la capacidad de planear y también de crear. 

El hecho de que Dios nos dotara con capacidades semejantes a las suyas, aunque a muchísima menor escala, nos deja algo en claro. Que somos especiales para él. 

¿Pero qué tiene todo esto que ver con el tema del estancamiento? Bueno, que para hablar de estancamiento, tenemos que comprender que tenemos un gran potencial que podemos no estar aprovechando por estar quietos en un mismo lugar. El estancamiento está definido por nuestro gran potencial. Si no tuvieramos gran potencial, gran capacidad de hacer cosas, no podríamos aspirar a más. 

Pero si no aspiramos a más, aun teniendo ese gran potencial, entonces, estamos estancados.

Ese es el inicio de la primera respuesta: ¿Cómo sabemos que estamos estancados? 

R1= Cuando podemos hacer más, pero no lo hacemos o no lo estamos haciendo.

Y bien. Quizá sabemos que tenemos muchas capacidades y talentos. Pero ¿Qué hacer con ellos? ¿Para que nos dotó Dios con esa capacidad de pensar y razonar, y a los animales no les brindó ese obsequio? ¿qué nos hace tan especiales? 

Muchos pensadores a lo largo de la historia se han preguntado eso mismo. Incluso el Rey Salomón, con su gran sabiduría pensó que todo era vanidad de vanidades, como escuchamos la semana pasada.

Muchas vertientes del cristianismo piensan que el propósito del cristiano es salvar muchas almas o llevar muchas almas al arrepentimiento.

Algunas otras personas que no tienen una creencia religiosa o convicciones religiosas firmes, piensan que el propósito de la vida es disfrutarla y ser felices con lo que tenemos.

Otras muchas personas están convencidas de que el propósito de la vida es el placer, la diversión, y la acumulación de bienes para vivir con toda comodidad.

Algunos otros piensan que el propósito de la vida es ayudar a los demás.

Sin embargo, ninguno de estos propósitos está completo. No es que sean propósitos incorrectos en su totalidad, pero les falta un componente clave íntimamente relacionado con la creación del hombre. Con cómo fue concebido el hombre.

Y tiene que ver con esas capacidades con las que nos dotó Dios. Y con una gran promesa de la que nos hizo partícipes al crearnos así.

Por favor acompáñenme a Apocalipsis 21:3, y 7:

3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

7 El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

Dios nos ofrece la dicha de ser su pueblo y de heredar todas las cosas que ha creado. 

Ese en resumen, es el propósito de Dios para la humanidad. Vayamos ahora a Daniel 12:2-3, para ver más acerca de esto. [Aquí se nos está hablando de los tiempos del fin, cuando al retorno de Jesucristo, quienes aprobemos seamos resucitados]:

2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.

3 Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.

Fuimos creados con el propósito de alcanzar esa gloria. Ese es el objetivo al que debemos apuntar.

Sin ese propósito guiando nuestras vidas, podríamos seguir extraviados y temerosos por el futuro.

Sin embargo, Dios nos ha hecho un llamado, y por eso estamos escuchando y logramos entender este mensaje, más o menos, pero logramos entenderlo. 

¿Cómo alcanzar ese destino? No estáticos. no detenidos en el mismo lugar. no estancados.

Esa es la segunda parte de la primer respuesta.

¿Cómo saber que estamos estancados?

R= Cuando dejamos de ampliar nuestro entendimiento. Porque entonces dejamos de acercarnos a ese futuro maravilloso que Dios nos ofrece.

Si no somos entendidos, no podemos resplandecer como el firmamento.

En esta escritura de Daniel que acabamos de revisar, leemos que los entendidos resplandeceran. Y hay que comprender a qué se refiere con el entendimiento.

¿Qué es el entendimiento? ¿Por qué es importante el entendimiento?

Es claro que no se trata de una simple cuestión teórica. No vemos que se nos hable de esta forma:

“Los que hayan memorizado más versículos de la Palabra de Dios, resplandecerán como el resplandor del firmamento”.

“Los que hayan aprendido a pronunciar el nombre de Dios, resplandecerán como el resplandor del firmamento”

No.

Nos habla sobre el entendimiento y también sobre la justicia. Y aunque el conocimiento de la Palabra de Dios es indispensable para eso, no es todo lo que involucra. 

La palabra hebrea que se usó en este fragmento es SAKAL, que se puede interpretar como instrucción, entendimiento, prudencia o sabiduría. Tanto instrucción, como prudencia y sabiduría son palabras muy relacionadas con el saber hacer las cosas en el momento apropiado y de la forma adecuada.

En ese sentido, podríamos inferir que el entendimiento es algo semejante a la sabiduría, a la prudencia y a la instrucción. El entendimiento es un llamado a hacer algo de una forma en particular.

En el caso de Daniel y a lo largo de la Biblia, se nos explica detalladamente como hacer las cosas según el criterio perfecto de Dios. Así que el entendimiento del que se nos habla aquí, sería comprender las verdades de Dios y aplicarlas en el momento adecuado. El entendimiento del que se nos habla en Daniel, es entender las verdades de Dios y aplicarlas en el momento adecuado.

Algo maravilloso de esas verdades, es que solamente podemos comprenderlas y aplicarlas a plenitud, si nos encontramos en convivencia con otras personas.

Veamos un ejemplo: 

Una forma de conocer las verdades de Dios, es prestar atención a lo que nos dice a través de sus siervos los profetas y los escritores de la Biblia. Una de esas verdades de Dios es la que Moisés le recordó a Israel antes de que entrasen a la Tierra Prometida. Vayamos a Deuteronomio 6:1-2

1 Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que El Eterno vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla;

2 para que temas a El Eterno tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados.

Esos mandamientos que Dios nos da son una verdad absoluta. Y la instrucción acerca de ellos es guardarlos y ponerlos por obra en la Tierra. Más adelante se nos repite esto.

Vayamos al versículo 17-18 de ahí mismo: 

17 Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado.

18 Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres

Los dos verbos siguen ahí. Guárdalos, no los pierdas, atesoralos. Y ponlos por obra, haz según se te ha dicho. 

Los 10 mandamientos nos revelan que parte de la voluntad de Dios es que convivamos unos con otros. No vemos que se nos diga, ve y reclúyete en una montaña, no. Dios regula la vida en comunidad. Nos da leyes para comportarnos y vivir en armonía.

El entendimiento, entonces, no puede ser una sola cosa. Para decir que tenemos entendimiento necesitamos pasar por diferentes niveles de comprensión de las verdades de Dios. 

Un primer nivel del entendimiento, es aceptar que esa verdad de Dios es algo inmutable, algo que no cambia con el tiempo. Es una revelación que Dios nos da, nos abre los ojos y nos permite ver y sentir y comprender que lo que nos dice es verdad.

En Hebreos 4:12, si desean acompañarme, leemos:

12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

¿Qué hay semejante a ella?

Si no aceptamos este llamado y reconocemos que la Palabra de Dios es valiosa y que es una verdad absoluta, entonces no podemos avanzar más hacia ese nuestro gran futuro prometido. Sin este trampolín, no podemos ir más lejos.

Es decir, que si no permitimos que Dios siga abriéndonos el entendimiento después de este primer llamado, podemos estancarnos en una vida sin sentido, buscando solo el placer y nuestra propia satisfacción.

Un segundo nivel del entendimiento, que está muy relacionado con el tercero, es comprender esa verdad. No solo aceptarla, sino estudiarla y aprenderla para poder aplicarla. Grabarla en nuestra mente y corazón para tenerla presente en el momento en el que sea necesaria. Debemos guardarla dentro de nosotros.

Esto requiere de un gran esfuerzo, de dedicación y compromiso.

Si no estudiamos y aprendemos constantemente, podemos estancarnos en la ignorancia. 

Fue algo que ocurrió, por ejemplo, a Uza, cuando David transportaba el Arca hacia Jerusalén. Dios había dado instrucciones precisas de cómo transportar el Arca de un lugar a otro, y no era con bueyes, sino usando la fuerza de los Levitas. Incluso después, Dios le recuerda a David cómo debía trasladarse el Arca. Pero por ignorancia, Uza falleció, pese a su buena voluntad de que el Arca no se dañara.

Es semejante a lo que ocurre con las fórmulas matemáticas. Podría parecer que podemos vivir sin ellas, pero cuando tenemos que usar alguna, vamos a agradecer tenerla a la mano porque puede salvar nuestra vida. 

El estudio dedicado puede despertar en nosotros la curiosidad por un tema, que a su vez nos lleva a estudiar más dedicadamente. Si no estudiamos, si dejamos de aprender, entonces no podemos avanzar más. Nos estancamos.

La tercera parte del entendimiento es lograr aplicar esa ley según la voluntad de Dios, no la nuestra. Si la Ley es de Dios, tenemos que aplicarla como su autor la pensó y la diseñó.

Y hay un ejemplo muy triste de esto en el Nuevo Testamento. Esta parte del entendimiento es la más difícil, porque requiere de una práctica constante, y también de un constante fracaso que debe ser seguido por un nuevo intento. Lo más importante es nunca dejar de intentarlo.

Tristemente es aquí donde es más posible que nos estanquemos una vez que hemos entrado de lleno a la Iglesia. Y por eso vamos a ahondar un poco más aquí.

El ejemplo que tenemos es el de los judíos de tiempos de Jesucristo. El hijo de Dios en la carne, les habló en repetidas ocasiones acerca de su limitada comprensión de la ley de Dios y del propósito de sus mandamientos. Jesucristo notó qué los judíos de su tiempo estaban estancados en su comprensión y por consiguiente, también en la aplicación de la ley de Dios. 

Se habían vuelto tan testarudos en su visión del mundo, que dejaron de escuchar lo que Dios mismo (literalmente), trataba de decirles. Que estaban aplicando mal la ley, porque lo hacían sin amor. 

El problema de los judíos del tiempo de Jesucristo, que es de hecho muy semejante al problema que aquejó a Job durante su prueba, es que ambos pensaban que eran capaces de vivir con justicia absoluta. Que no había falla alguna en ellos. Que eran tan perfectos que no necesitaban hacer más esfuerzo. Que aplicaban la ley de forma tan perfecta, que podían juzgar a otros según su juicio. Incluso juzgar a Dios.

¿Cómo podemos notar esta clase de estancamiento en nosotros?

Tenemos que preguntarnos si lo que somos actualmente como personas, como cristianos, es diferente a lo que éramos en el momento de ser llamados, de recibir ese primer nivel del entendimiento. Puede ser que tengamos apenas unas semanas escuchando sobre la palabra de Dios, unos meses, algunos años o incluso décadas haciéndolo. Pero debe haber un cambio.

Del mismo modo que los judíos llevaban siglos aprendiendo y repitiendo los mismos conocimientos es posible que nosotros llevemos mucho tiempo escuchando y aprendiendo lo mismo pero sin ningún progreso.

¿Qué progreso deberíamos ver aquí? La humildad. La humildad de reconocer que nuestra forma de aplicar la Ley de Dios es imperfecta y que necesitamos mejorar constantemente y urgentemente. De esa humilidad nace el amor por el hermano, porque entendemos que todos somos imperfectos, que todos necesitamos que nos tengan compasión y paciencia.

Sin humildad, no hay amor.

Al final Job admitió que no era tan justo como Dios. Y muchos judíos se convirtieron al cristianismo, aceptando que su visión del mundo no había sido suficiente para comprender el Plan de Dios. De modo que es posible salir de ese estancamiento espiritual.

Dios les permitió una oportunidad para salir de ese estancamiento espiritual haciéndoles un llamado a aprender algo nuevo sobre sí mismos. A los judíos a través de Jesucristo; a Job a través de su prueba. Y en ambos casos hubo una hermosa respuesta.

¿Qué respuesta vamos a entregar nosotros?

Para resumir, estos serían los tres niveles del entendimiento:

La aceptación de la Palabra y las verdades de Dios como algo imperecedero y absoluto. 

El aprendizaje continuo y el perfeccionamiento de la comprensión de las verdades de Dios, son un proceso continuo. 

La correcta aplicación de la Ley de Dios, según su propio diseño.

Y ahora sí podemos responder completamente a nuestra pregunta

¿Cómo sabemos que estamos estancándonos o que ya estamos estancados?

1 R= Cuando detectamos que podemos hacer más de lo que estamos haciendo y ni siquiera lo intentamos.

2 R= Cuando se ha detenido nuestro entendimiento, es decir:

Cuando no aceptamos que todo lo que Dios nos dice es verdad y debemos escucharlo. Es decir, cuando dudamos de su palabra.

Cuando dejamos de estudiar, de aprender y de comprender cómo funciona la ley de Dios y para qué sirve.

Cuando no admitimos que nuestra aplicación de la Ley de Dios es imperfecta. Y por lo tanto, la aplicamos mal.

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Ahora sí, vamos a la segunda pregunta: ¿Cómo salir del estancamiento espiritual?

Vamos a revisar solamente 2 pasos para salir de dicho estancamiento

Primero formar y fortalecer una honesta y profunda relación con Dios.

Un primer paso para salir del estancamiento, es tener claro de qué pata cojeamos. Si no sabemos de qué lado andamos mal, no vamos a poder pedir la muleta adecuada.

¿Y cómo sabremos de qué pata cojeamos? Pues lo primero es preguntarle a Dios. 

Debemos tener en claro que esto no es una carrera que corremos solos. Es una carrera de la que Dios es parte también. Y por eso debemos sincerarnos con él.

La oración, el ayuno y la meditación son los pilares de este paso.

Una vez sincerados, una vez dicha la verdad de corazón; tenemos que solicitar a Dios su visión de las cosas. No conformarnos con la nuestra que es parcial e imperfecta, sino la suya que es justa y absoluta. 

Así incluso en los momentos más duros podremos humillarnos y pedir claridad.

Recordemos el amargo reproche de Job a Dios, que hizo una solicitud más que válida:

Job 13:23

23 ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo?

Hazme entender mi transgresión y mi pecado.

En su desesperación y enojo, Job reprochó a Dios… pero se dirigió a él admitiendo que no tenía entendimiento completo de su situación. 

Y vayamos ahora a Salmos 25:8-10, y veamos qué nos dijo David, el hombre conforme al Corazón de Dios.

8 Bueno y recto es Jehová;

Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.

9 Encaminará a los humildes por el juicio,

Y enseñará a los mansos su carrera.

10 Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad,

Para los que guardan su pacto y sus testimonios.

Sin la guía de Dios, no tenemos un camino que seguir. Pidamos que nos muestre el camino.

De esto se deriva nuestro segundo punto, que corresponde a nuestro trabajo personal. 

Una gran parte del problema del estancamiento, es que uno comienza a repetir patrones de comportamiento. Tenemos que examinar esos patrones de comportamiento y detenerlos, con la ayuda de Dios. Pero es un trabajo que requiere de nuestra fuerza humana, de nuestra voluntad y carácter.

¿Ha visto cómo comen los caballos, las cabras y las vacas? Cortan la hierba y la mastican una y otra vez. A veces nosotros tendemos a hacer lo mismo, no con la comida, sino con nuestros pensamientos, nuestras acciones y emociones, tanto las negativas como las positivas.

REPETIMOS la autocompasión, la lástima que sentimos por lo mal que nos ha ido en la vida.

REPETIMOS el sentimiento del rencor en contra de un familiar o una persona que nos haya hecho daño.

REPETIMOS la negatividad, y vemos solamente aquello que puede salir mal, que se hizo mal o que va a hacerse mal, pero nos detenemos ahí, no aportamos nada.

REPETIMOS el pesimismo y pensamos que todo va a salir mal, que nada de lo que hacemos tiene sentido, que todo esfuerzo es inutil.

Pero a veces también 

Nos regodeamos una y otra vez en el orgullo de nuestro trabajo, de nuestros logros, de nuestros bienes, de nuestra paz ¡o incluso de nuestro entendimiento! 

Nos buscamos cumplidos incansablemente, y nos complacemos en ellos.

NEGAMOS sistemáticamente que hay cosas que salen mal y sonreímos ante todo, como si nada pasara. 

O nos acostumbramos a nuestra comodidad, sea del tipo que sea. 

¿Y sabe qué? que todos caemos en alguna de ellas alguna vez en la vida. Porque nadie somos perfectos. 

Pero tenemos la responsabilidad de que una vez que la notamos, que detectamos ese patrón nocivo, pidamos a Dios fuerzas para vencerlo, y NOS PONGAMOS A TRABAJAR EN VENCERLO.

No puedo decirle exactamente cómo lidiar con cada problema, hay muchísimas formas de solucionar cada situación particular. Y además, ese es un trabajo personal con Dios. Y aunque podemos solicitar ayuda de nuestros hermanos en la fe, y del ministerio; hay una parte del trabajo, (la más grande) que nos corresponde a nosotros con Dios. 

Así que para concluir, hermanos, quisiera pasar a un último punto. 

Dios nos hizo con el propósito de heredarnos toda su creación. Ese es nuestro máximo potencial. De acuerdo.

Podemos estancarnos en el camino que nos lleva a esa Gloria prometida, porque para llegar, necesitamos entendimiento, que es la comprensión y la correcta aplicación de las verdades de Dios en la vida diaria. Muy bien.

¿Y luego?

Hay algo que está en el corazón del entendimiento, y que no es un nivel como los otros tres, sino la conclusión del mismo. El último entendimiento, si queremos llamarlo de alguna manera. 

Ese es el entendimiento del amor de Dios. Cómo funciona el amor de Dios. Cómo se ha manifestado en la humanidad. Cómo se ha manifestado en nuestras vidas. Cómo podemos tener y ejercitar ese mismo amor. 

Cada nivel del entendimiento está atravesado por el amor de Dios.

Por su amor nos llama.

Por su amor nos facilita la comprensión de su palabra.

Y al aplicar su palabra, nos permite ejercitar ese mismo amor con nuestro semejante. Nos permite cuidarlo, nos permite ayudarlo, nos permite hacerle un bien. 

Cuando Pablo nos habla sobre el Amor en 1 Corintios 13, nos habla de una forma de servicio a nuestro semejante. El amor no se trata de nuestro beneficio, sino de hacerle un bien a los demás. Por eso se dice que es una elección.

Uno elige, a través del entendimiento, hacerle un bien al otro. 

Vayamos por favor a 1 Corintios 13:8-13, y concluimos con eso.

8 El amor, ( o podríamos decir, la decisión de servir a los demás) nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.

9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;

10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.

12 Ahora vemos por espejo, oscuramente (vemos con ojos humanos); mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.

13 Y ahora permanecen la fe (la confianza en Dios), la esperanza (de que un día seremos parte de la familia de Dios) y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Desarrollemos nuestro entendimiento hermanos, salgamos del estancamiento no para nosotros, sino por amor. Por servicio. Por la Gracia de Dios.  

Dentro de un poco más de un mes tenemos la gran oportunidad de renovar nuestro Pacto con Dios y este es un llamado a que no nos encontremos como el año pasado, haya sido bueno o malo. Debemos avanzar hacia ese, nuestro futuro glorioso con Dios morando con nosotros.

Feliz sábado