Lecciones sobre la abundancia

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La historia de José y Faraón nos ilustra tres grandes pilares de la vida crisitana. Reflexionemos ¿Qué haremos con la abundancia de la Palabra de Dios que gozamos ahora? ¿y qué haremos cuando ésta cese? Mensaje entregado el 23 de octubre de 2022

Transcripción

Hace poco más de dos años inicié un mensaje hablando sobre una parte de la historia de José en Egipto, en la que Faraón tenía un sueño sobre siete vacas gordas y siete vacas flacas. Y quisiera volver a tomar esta escritura, hermanos, para comenzar también este mensaje.

Acompáñenme por favor a Génesis 41, versículos 1-8 para comenzar.

Hay algo inmensamente valioso en las escrituras y es que cada porción de ellas guarda una multitud de enseñanzas que pueden sernos útiles en cualquier momento de la vida.

Génesis 41: Versículos 1-8

Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón un sueño. Le parecía que estaba junto al río;

2 y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado.

3 Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río;

4 y que las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón.

5 Se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña,

6 y que después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano;

7 y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño.

8 Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quien los pudiese interpretar a Faraón.

Después de esto, José es recomendado a Faraón por uno de los coperos, y pongamos mucha atención a lo ocurrido:

14 Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón.

15 Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos.

16 Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón.

Entonces Faraón contó sus sueños y ocurre lo siguiente. Pasemos al versículo 25-36

Entonces respondió José a Faraón: El sueño de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer.

26 Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo.

27 También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre.

28 Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón.

29 He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto.

30 Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra.

31 Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente la cual será gravísima.

32 Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla.

33 Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.

34 Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia.

35 Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo.

36 Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.

37 El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos,…

Y conocemos el resto de la historia. José se convierte en gobernador de Egipto, recauda grano durante siete años y enriquece al país durante los tiempos de necesidad, sustentándolo también con aquello que se había guardado.

Es una historia fascinante, ¿cierto? Pues no es solamente una historia, sino un llamado de atención para todos y cada uno de nosotros.

Por eso, hoy quisiera que habláramos acerca de 3 pilares de la vida cristiana que se abordan en esta historia, y cómo a partir de estos pilares podemos construir una fuerte, sana y fructífera relación con Dios el Padre y con Jesucristo, así como volvernos verdaderas lumbreras en las tinieblas que se ciernen sobre este mundo cada vez más dolorido, apesarado y lleno de enfermedades de todo tipo.

El título de este medio sermón, por si desean anotarlo es

LECCIONES SOBRE LA ABUNDANCIA.

Primer Pilar: La importancia de reconocer a Dios

La primer intervención directa de José en esta historia fue sumamente sencilla: En el versículo 16 leemos que habla diciendo “No está en mí, Dios será el que de respuesta propicia a Faraón”.

José estaba claro en que su sabiduría personal y humana no sería capaz de interpretar certeramente aquello que venía de Dios.

Como nos menciona el apóstol Pablo en 1 Corintios 2:11

Nadie conoce las cosas de Dios sino el Espíritu de Dios.

José reconoció este papel de Dios como el que inspira tanto el sueño del gobernante como la interpretación de José al mismo tiempo. Y eso fue una forma de honrar a Dios, su sabiduría, su bondad y su potestad sobre todos, fueran quienes fueran. Fueran esclavos o hombres de gran poder.

José reconoció a Dios como el omnipotente Dios que es. Pero había algo más que estaba por ocurrir una vez que comenzara a interpretarse el sueño y que no tenía tanto que ver con el carácter humilde y sencillo de José.

Como leímos, Dios habría de enviar siete años de prueba sobre la tierra. Pero antes de eso, ANTES de eso, Dios habría de enviar 7 años de gran prosperidad para Egipto, acompañados del conocimiento de lo que habría de venir.

Dios mismo estaba haciendo énfasis en que habría 7 años de gran abundancia, es decir, estaba resaltando el hecho de que las bendiciones que precederían a la prueba, vendrían directamente de él.

¿Y qué nos dice esto? Que Dios desea que sepamos que es él quien sustenta la Tierra. 

Muy posiblemente si El Eterno no hubiera hecho este contraste entre las vacas gordas y las flacas, la gran abundancia de las cosechas habría pasado desapercibida para todos.

Los pobladores o los gobernantes podrían haber pensado que era obra de algún dios pagano, o de su duro trabajo y esfuerzo, o de una simple casualidad. Pero Dios envió un mensaje en un sueño resaltando esto en particular.

Tanto lo malo como lo bueno, ambas cosas provenían de él. Job entendía esto, como leemos en Job 2:10, cuando su esposa le recrimina y le recomienda morir apenas al iniciar con su dura prueba. Job responde ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?

Todo lo bueno que tenemos, todo proviene de Dios, y es indispensable que lo reconozcamos, porque él lo merece y le agrada que le demos crédito y nuestra gratitud por sustentarnos.

Reconocer a Dios como nuestro proveedor es un pilar de la Vida Cristiana porque si no reconocemos que es Dios quien nos da todo sustento, físico y espiritual, entonces quiere decir que no creemos en que su llamamiento tiene un fin superior, ni que tiene un plan que está cumpliendo con su obra en nuestra vida.

Decir que las cosas nos ocurren por casualidad, por buena o mala suerte, o por nuestro puro esfuerzo; es otra forma de decir que no reconocemos la intervención de Dios en nuestras vidas, y por consiguiente, que no estamos aceptando el trabajo de Dios en nuestro carácter. 

Dios nos llama a cambiar de perspectiva y dejar de ver con ojos terrenales, como leemos en 1 Pedro 1:24-25, acompáñenme por favor:

24 Porque:

    Toda carne es como hierba,

    Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.

    La hierba se seca, y la flor se cae;

25 

Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.

Nuestro llamamiento no es para esta vida, y lo que logremos con nuestro esfuerzo humano no basta para llegar a la gran meta.

Reconocer la intervención y la potestad de Dios por sobre todo es un pilar de nuestra fe. Y debe ser un pilar también de nuestra vida cristiana.

Segundo Pilar: La vida tiene pruebas… a veces

Volviendo a la historia de José, leímos que el periodo de prueba duraría solamente 7 años. No toda la eternidad.

Es importante hermanos que nunca perdamos de vista este hecho tan simple. Porque justo parece que estamos terminando un periodo sombrío de la historia humana, que es el confinamiento y la pandemia que nos tocó vivir. Y esto es un recordatorio de que nada es permanente en esta vida. Ni la prosperidad, ni las pruebas. Ni las temporadas de vacas gordas, ni las temporadas de vacas flacas.

Al final, el hecho de que Dios permita que ocurran cosas que no son para nada agradables, son parte de un ciclo mediante el que Dios nos perfecciona, nos forja y da forma a nuestro carácter.

Vayamos por favor a Santiago 1:2-4:

2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,

3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.

4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

Santiago nos dice aquí que soportar las pruebas ejercita nuestra paciencia, pero no solamente la paciencia pasiva, sino la paciencia completa, la que da pie al carácter justo de Dios.

La paciencia o el soportar las pruebas no implica solamente salir vivo de ellas, sino haber perfeccionado algo de nosotros mediante ellas.

A veces las pruebas son para perfeccionar nuestro carácter (es decir, nuestra forma de afrontar las situaciones difíciles sin apartarnos de la justicia y el amor de Dios). 

Otras veces se perfecciona nuestra fe, abriendo nuestras mentes y corazones para aceptar y confiar en que Dios actuará según su voluntad y no la nuestra.

Algunas ocasiones más, se perfecciona nuestro amor por Dios y el prójimo, dándonos la oportunidad de demostrar nuestra devoción por él y nuestra voluntad de servir al prójimo.

Pero también a veces se perfecciona nuestro entendimiento del plan de Dios, y las pruebas nos muestran que no tenemos tanto control de la vida como lo pensábamos.

Las pruebas no son para siempre, son periodos concretos que ENVÍA Dios.

Así como debemos reconocer que Dios nos colma de bendiciones, debemos reconocer que a veces estamos pasando por pruebas y no resistirnos a ellas. Es un ejercicio de humildad porque nos permite aceptar que no somos perfectos y necesitamos ir puliendo aquello de nosotros que no es acorde al Espíritu de Dios. Si no aceptamos que somos imperfectos… ¿qué clase de discípulos somos? ¿qué crecimiento podríamos tener?

Reconocer, aceptar y pedir a Dios que nos pruebe no es algo sencillo, pero es menos difícil si tenemos claro que las pruebas de Dios son temporales. Así como nuestra vida es temporal. Y sobre todo, teniendo claro que es un pilar de nuestra formación como hijos suyos. Sin pruebas, no hay crecimiento. Sin crecimiento, no hay galardón.

Tercer Pilar: La fe y las obras

Tanto el primer como el segundo pilares están enlazados con este tercer pilar. La fe.

¿Qué es la fe?

Vayamos por favor a Hebreos 11:1-3 y 6

1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.

3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

Es necesario que el que se acerca a Dios crea en Dios y lo reconozca como tal, y que premia a quienes le buscan y lo encuentran. 

Sin fe, es imposible agradar a Dios, sin reconocer a Dios es imposible agradarle. Sin aceptar las pruebas, y el galardón que viene tras soportarlas, es imposible agradarle.

Pensemos de nuevo en el ejemplo con el que iniciamos este mensaje.

José era un hombre de fe. Tenía alrededor de 30 años cuando fue llamado para interpretar el sueño de las vacas y las espigas.

Y era relativamente joven, pero para ese momento ya había mostrado que era un hombre temeroso de Dios, es decir, era alguien cuya fe se expresaba en actos de obediencia hacia Dios.

Y esto, que la fe se expresara fue algo tremendamente poderoso a lo largo de su vida.

La fe y las obras que provienen de ella son el tercer y gran pilar de la Vida Cristiana, porque sin ellas todo lo demás que hagamos no tiene ningún sentido.  

Vayamos por favor a Santiago 2:14-17:

14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?

15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,

16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?

17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.

Ambas, la fe y las obras que provienen de la fe, son un mismo pilar de la vida cristiana, y desde luego un pilar de esta historia de José.

José tenía fe en Dios, y por esa fe actuaba rectamente.

  • Actuó rectamente al negarse a relacionarse con la esposa de Potifar,
  • Actuó rectamente al darle su lugar a Dios como quien inspira y da sabiduría.
  • Actuó rectamente al hablar sin tapujos al Faraón.
  • Actuó rectamente al preparar a Egipto de la escasez de alimentos.

José estaba claro en que no bastaba con creer en Dios, en su palabra, en sus promesas y en sus leyes, sino que debía OBRAR por esa fe.

También tengamos en cuenta que en cierto nivel, el faraón tuvo fe en lo que Dios le hizo llegar por medio de José, y actuó en consecuencia, nombrándolo gobernador de Egipto.

Así que la fe fue el punto central de esta historia, la fe y las obras movidas por ella.

--------------------- Esos fueron los tres pilares

Pero ¿por qué hablar de este ejemplo ahora?

Hay algo que quizá estamos pasando desapercibido en estos tiempos, hermanos, y es que estamos siendo enormemente bendecidos con una clase de abundancia que no tiene precedentes en la historia.

Así que de algún modo estamos en esos tiempos de vacas gordas.

Y es que tenemos más a la mano que nunca la Palabra de Dios e instrucción con Sana Doctrina en verdadera abundancia.

Estamos llenos de oportunidades para aprender sobre la palabra de Dios y también de oportunidades para poner por obra lo aprendido.

No sufrimos persecución, podemos congregarnos aun a miles de kilómetros de distancia con la familia espiritual a lo largo y ancho del mundo. Basta con mover un poco nuestros dedos para acceder a decenas de traducciones de la Biblia.

Podemos cantar himnos sin miedo a que eso nos cause problemas con las autoridades humanas. Y podemos hablar con libertad sobre nuestra vida espiritual con quienes tengamos esa afinidad.

Podemos ver sermones de cualquier parte del mundo, en prácticamente cualquier lengua y compartir mensajes instantáneos con quien deseemos, en donde quiera que estemos.

¿Y sabe que más? Que así como Faraón estaba advertido sobre una temporada de vacas flacas, nosotros también lo estamos.

Vayamos por favor a Amos 8, versículos 11 y12

11 He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.

12 E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.

Gracias a Dios ese tiempo no ha llegado, pero estemos conscientes de que va a llegar. 

Y pensemos en lo más inmediato, hermanos. En lo que a penas estamos comenzando a pasar, que es la pandemia de covid 19.

Hace dos años no había manera de saber cómo habría de cambiar nuestras vidas. Algunos hemos perdido familiares, o amigos o conocidos. Otros sus empleos, la continuidad de sus estudios, o de sus proyectos de vida

Si con esto que hemos vivido ahora en ocasiones nos hemos visto sobrepasados por la preocupación o el temor, aun contando con la palabra de Dios a libre demanda… ¿Qué va a ser de nosotros cuando no podamos acceder a ella para consolarnos y recargarnos de esperanza y de paz?

Debemos preguntarnos con sinceridad

¿Cómo reaccionamos con esto que ha pasado? ¿Acaso nos desmoronamos? ¿Renunciamos por un tiempo a la fe solo porque no podíamos reunirnos de forma presencial? 

Sé que no son preguntas agradables de escuchar. Pero me temo que son necesarias por lo siguiente:

¿Cómo vamos a estar parados la siguiente ocasión que algo semejante vuelva a impactar al mundo entero? ¿Qué estamos haciendo AHORA en este periodo de Vacas Gordas que estamos gozando? ¿Cómo nos estamos preparando?

Como les mencionaba al inicio, fortalecer los tres pilares de los que hemos hablado, es el punto crucial en el que debemos enfocarnos AHORA. Y dejar de ver las diferencias entre nosotros, o las imperfecciones que existen, porque al final hermanos no estamos siendo llamados para criticar una obra, sino para perfeccionarnos en dicha obra.

Vayamos por favor a Efesios 4:1-6, donde Pablo nos dice: 

Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,

2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,

3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;

4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;

5 un Señor, una fe, un bautismo,

6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.

y continuemos del verso 12-15

12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,

13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,

15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,

Y vemos de nuevo los 3 pilares de la vida cristiana aquí:

La fe y las obras que provienen de ella, el reconocer a Dios como la cabeza y guía de nuestra obra en el mundo, y desde luego, que pese a las pruebas que enfrentemos, no seamos arrastrados a terrenos peligrosos.

Es importante que estemos conscientes de que estamos en un periodo de Vacas Gordas para prepararnos y fortalecer esos tres pilares. Nuestra fe y nuestro obrar, nuestro reconocimiento a Dios y nuestra capacidad de resistir a las pruebas.

CONCLUSIÓN

Para ir concluyendo, hermanos, quisiera invitarnos con mucho afecto a que no permitamos que las dificultades de la vida cotidiana muevan nuestro enfoque hacia un lugar distinto que a fortalecer nuestra relación con Dios a través de estos tres pilares.

No permitamos que el egoísmo o la vanidad nos hagan perder el piso y que pensemos que somos más de lo que realmente somos, humanos frágiles, pecadores e imperfectos. 

Más bien fortalezcamos nuestras raíces en esta fe, aceptando que el entendimiento no proviene de nosotros sino de Dios, que nos permite comprender su Palabra. Reconozcamos que en este momento de la historia Dios nos da la dicha de poder aprender y compartir su Palabra prácticamente sin restricciones. Y reconozcamos que si sentimos paz, esperanza y gozo en la vida, es porque de todo ello nos provee Dios.

Con todo y que tenemos su Palabra en abundancia, estemos conscientes de que siempre habrá pruebas en nuestras vidas, y eso no puede faltar en la vida cristiana, porque es la forma en que Dios y Cristo perfeccionan nuestro carácter. Recordemos que ninguna prueba es para siempre, y más aún, que ninguna prueba viene de la nada y sin la provisión de Dios para soportarla. Si viene una prueba, Dios nos habrá dado recursos para sobrellevarla. Y pensemos que si no estamos en una prueba ahora… entonces debemos estar en preparación constante para cuando alguna llegue.

También fortalezcamos nuestra fe en Dios acercándonos a su palabra y sus promesas, comprobando desde nuestra experiencia cuán misericordioso es nuestro Padre que nos provee. Y obremos desde ese gran amor que Dios nos comparte sirviendo al prójimo, sirviendo a Dios, y perfeccionando nuestro espíritu del modo que se nos señala en Efesios 4, que ya leímos

hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

Nuestra meta hermanos no es huir de la temporada de vacas flacas, no.

Nuestra meta es llegar a esa estatura altísima de Cristo, que soportó todas las pruebas posibles, que sufrió todo el dolor posible, que vivió en completa rectitud para darle Honra y Gloria a Dios, para darnos vida Eterna.

Hermanos, tenemos un llamado bien especial. A prepararnos para la escasez, sí, pero sobre todo, a prepararnos para la gran abundancia de vida que Dios nos ha prometido. Nuestra lucha no es para sobrevivir, sino para vivir plenamente en el futuro.

Que nuestro objetivo sea ese más allá de todo sufrimiento o dolor. Al lado del Creador por los siglos de los siglos. Que así sea.