El primer amor y la justicia

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Puede parecer que el amor y la justicia que Dios nos pide son contradictorios. Sin embargo, entendidos a la manera de Dios, son una forma de vida excepcional. Mensaje entregado el 11 de septiembre de 2021.

Transcripción

El amor es un tema al que tenemos que volver una y otra vez en este esfuerzo de ser dignos discípulos de Cristo y también aspirantes a hijos de Dios. 

Y es que el amor es un tema que puede estudiarse desde muy diversas perspectivas y con niveles de profundidad también muy diversos, porque es complejo al ser parte de la naturaleza de Dios.

En el prólogo de este libro, se encuentra esta frase que siempre me ha gustado mucho: y que me gustaría leerles, porque creo que revela muy bien cuál es el punto central del tema del amor bíblico. 

“Hablar del amor es demasiado fácil o bien demasiado difícil. ¿Cómo no desbordarse ya sea en la exaltación, ya sea en las vacuidades emocionales? Una manera de abrirse camino entre estos dos extremos es tomar como guía un pensamiento que medita la dialéctica entre amor y justicia. [Dialéctica quiere decir una conversación entre los dos términos, amor y justicia, cómo se relacionan, cómo van de la mano].”

Y es que cuando hablamos del amor muchas denominaciones asumen que se trata de una emoción semejante a la del enamoramiento entre un hombre y una mujer, sin detenerse a escudriñar lo que nos dicen en realidad las escrituras.

Hoy entonces quisiera hablar del amor de Dios como lo habla la Biblia, y sobre todo de un concepto que se habla frecuentemente pero del que no se ahonda mucho: El Primer Amor.

El título si desean anotarlo es: 

El primer amor y la justicia

Para comenzar, por favor acompáñenme a Apocalipsis 2:1, en donde se usa esta expresión del Primer Amor:

Apocalipsis 2:1-7

Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. (Son palabras de gran ánimo de parte de  Dios. Les está diciendo que nota su esfuerzo y que reconoce que no hayan desmayado y que están vigilantes ante los impostores y falsificadores de la Palabra ¡Es un gran elogio!)

4. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. (? ¿De qué primeras obras nos habla? ¿Por qué es tan importante que podría costarles (costarnos) la primogenitura?)

6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

Lo que leemos es que hay una amonestación por haber olvidado algo en particular. Vemos que la Iglesia en Éfeso se había esforzado y que seguía conservando la verdad y guardándose del mal. También vemos que Dios los impulsa a corregir un poco su camino para comer del árbol de la vida.

De algún modo podemos decir que era una iglesia esforzada en la justicia, en preservar las leyes y en respetar a Dios

Sin embargo, había algo de sus inicios como Iglesia que necesitaban recordar, y que desde luego tiene que ver con el amor.

Vayamos a los inicios de la Iglesia de Éfeso para poder ver qué es eso que habían perdido.

En Hechos 18 inicia la historia de la Iglesia de Dios en Éfeso, con una visita rápida de Pablo que trató de enseñar en la sinagoga y que tuvo un buen inicio al conversar con los judíos. Y dejó ahí a Priscila y Aquila para que continuaran ese trabajo.

Sin embargo, poco después llega Apolos, un hombre con mucho conocimiento sobre la Palabra de Dios. Él predicaba según su conocimiento, que aunque era limitado (pues solamente conocía el bautismo de Juan), 

Entonces Aquila y Priscila expanden su conocimiento y él se marcha hacia Acaya, donde continúa predicando ahora con conocimiento más completo y con mucho ánimo.

En Hechos 19, y quisiera que fueran conmigo allá, encontramos cómo es establecida la Iglesia con el pleno conocimiento del Evangelio por Pablo.

Hechos 19:1-7

Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos (tengamos en cuenta que eran sólo unos cuantos. No era una gran multitud),

2 les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo.

3 Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan.

4 Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. (De Apolos habían escuchado sobre el bautismo de Juan, y de la necesidad de arrepentirse de sus pecados. Esto quiere decir que habían comprendido que era necesaria la Ley de Dios, porque a través de la Ley es que podemos saber qué es pecado y qué no lo es.)

5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.

6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.

7 Eran por todos unos doce hombres.

Más adelante vemos que como en muchos casos, el inicio fue difícil, pues Pablo encontró gran resistencia en la Sinagoga donde quiso predicar. De hecho, terminó trabajando con algunos pocos que apartó para continuar preparandolos.

Se llevaron a cabo sanaciones y otros milagros como expulsiones de espíritus inmundos, y más personas comenzaron a creer no en Pablo, sino en el poder y autoridad divina de Jesucristo. Quizá algo de lo que más llame la atención es que no solamente judíos sino también gentiles, comenzaban a creer en Cristo.

Ahí mismo en Hechos 19:18-20

18 Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos.

19 Asimismo muchos de los que habían practicado la magia (Es decir, personas gentiles, no judíos) trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata.

20 Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.

Y es aquí donde tenemos un muy buen indicio de qué es eso que podrían haber perdido los de éfeso cuando recibieron el mensaje del ángel a las Iglesias. 

Personas cuya forma de vida había sido de una forma bien vista por la sociedad en la que vivían, de pronto tomaron una DECISIÓN ENORME para no solamente abandonar, sino DESTRUIR lo relacionado con un estilo de vida que NO es aprobado por Dios.

Y quisiera hacer mucho énfasis en esto, porque es claro que no fue una decisión tomada a la ligera, ni solo por las emociones del momento, sino que había una reflexión de lo que estaba en juego al destruir los libros y cambiar de estilo de vida.

No quemaron solamente el valor de los libros, sino también el potencial de enriquecerse con ellos. No podrían hacer más magia. No podrían vender los libros. No iban a sacar ningún beneficio de eso que era claramente despreciado por Dios.

Esas primeras obras de la Iglesia en Éfeso estaban marcadas por una ferviente determinación de rechazar todo lo malo. Pero también estaban fundadas en una confianza ferviente de que Dios proveería lo necesario. Pero hay un ingrediente más en ese rechazo a la magia.

Había una fuerte sensación de urgencia. De apremio por dejar de hacer lo malo. De celo.

Se amó tanto la verdad, que la acción por defenderla era algo natural e inmediato.

Éfeso no fue amonestada por alejarse de la verdad, sino posiblemente por no defenderla con la misma urgencia que al principio. 

Y esa es una parte de lo que Dios le reprocha a éfeso, que habían perdido la Urgencia de Actuar.

Mientras se encontraba preso en Roma, Pablo escribió a los Efesios, y contrario a lo que ocurre, por ejemplo con los Corintios, era una carta instructiva y no correctiva.

Pablo no estaba regañando a los Efesios por una falta o por una debilidad en cuanto a nada en particular.

Lo que leemos es que Pablo quería reforzar la doctrina en esa Iglesia. Quería asentar el enorme trabajo que ejerció durante los tres años les enseñó activamente en su tierra.

Y aparentemente ese esfuerzo tuvo sus frutos, porque a que aun mucho tiempo después, ellos seguían conservando la sana doctrina.

Y esto nos dice algo muy importante acerca de nosotros. Es un mensaje importante para nosotros.

Estamos recibiendo la verdad AHORA. Así como la recibieron los efesios de Pablo, la estamos recibiendo AHORA. ¿La conservaremos con el mismo celo en 10, 15 o 20 años?

¿Qué vamos a hacer con la verdad? 

Cuando estemos pasando una tribulación… ¿La vamos a defender con la misma pasión que ahora, igual que los efesios?

Y son preguntas que debemos hacernos en lo personal.

Pero entonces, volviendo al tema del primer amor… A lo que hemos llegado es que conservar la verdad y defenderla no es suficiente para hablar del primer amor. Desde luego que es importante para Dios. Por algo elogió a los efesios… 

Pero hay algo más que debemos estudiar para comprender lo que Dios espera de nosotros, y es justamente el concepto del amor para Dios.

¿Qué es el amor para Dios?

 En 1 Juan 4 leemos que Dios es amor, y en los versículos 8-10 nos explica:

8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.

9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 

10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

La Biblia no tiene una definición de tipo diccionario acerca de lo que es el amor. Sin embargo, está repleta de referencias como la anterior, de relatos y ejemplos de la forma en la que Dios comprende y practica el amor para la humanidad.

Dios nos revela su amor mediante obras concretas.

El amor de Dios no es solamente una emoción. Es una decisión. Y es una decisión por dos razones

  1. Decisión, porque elige hacer cosas por nosotros, es decir, decide hacer algo por nosotros.
  2. Decisión, porque lo que hace, lo hace con determinación. 

En Números 23:19 leemos

Dios no es hombre, para que mienta,

Ni hijo de hombre para que se arrepienta.

El dijo, ¿y no hará?

Habló, ¿y no lo ejecutará?

La naturaleza de Dios no es cambiante ni voluble. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre.

Y todo cuanto hace respecto a la raza humana, lo hace con un propósito.

Nuestra existencia tiene un propósito, hermanos. Un propósito que él diseñó para crear una gran familia espiritual. Y ese gran propósito se expresa a lo largo y ancho de la Ley, de las Fiestas, de las normas de convivencia que diseñó para la humanidad.

Dios decidió darnos la oportunidad de ser parte de su familia. Esa es una expresión de su amor.

¿Y sabe que? Que Dios no nos pidió guardar las fiestas y los sábados con júbilo, una, dos o mil veces. El plan de Dios es constante, está en constante curso. 

El amor de Dios es constante.

Y ese era el problema del que estaba advirtiendo a los efesios: Que no estaban tomando determinaciones ni decisiones con la misma constancia de antes.

Señalarles la pérdida del primer amor significa que debería haber existido un segundo, tercer, cuarto amor.

¿Qué queremos expresar cuando decimos que perdimos nuestro primer diente? ¡Que vamos a perder más dientes!

¿Qué quiere decir Dios cuando les dice que han perdido su primer amor? ¡Que debería haber una renovación de ese amor!

Después del amor inicial, de ese celo del inicio, de ese fervor por quemar los libros de magia… algo cambió en ellos, quizá muy lentamente.

Hemos visto que el amor, para Dios, es la decisión de entregar algo de nosotros mismos para cumplir ese propósito de formar una familia.

Dios dio a su hijo por nosotros para pagar por nuestros pecados. Dios mostró su amor entregando a su hijo.

¿Qué acciones tomamos nosotros para mostrar nuestro amor por Dios y por quienes nos rodean? ¿Cómo espera Dios que mostremos amor por nuestro semejante?

Vayamos por favor a 1 Juan 3:10-24, y dejemos que la misma Biblia nos conteste:

10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

11 Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.

12 No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.

13 Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.

14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.

15 Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.

16 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.

17 Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?

18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

19 Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él;

20 pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.

21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;

22 y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

23 Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.

24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

La idea del primer amor no es solamente la emoción del conocimiento de la verdad.

De hecho, el problema con la idea del primer amor es que uno no puede estar siempre en ese primer amor. Uno debe renovarlo y perfeccionarlo conforme vamos creciendo en gracia y en conocimiento. 

Y esa es una responsabilidad personal con Dios. 

El amor proviene de Dios, emana de él. Si se agota nuestro amor por el prójimo y por Dios, quiere decir, directamente, que estamos lejos de él en lo espiritual.

Podemos tener un profundo conocimiento de la verdad, como los efesios, pero estar distanciados espiritualmente de Dios y de los hermanos en la fe.

Ese es el tema central del mensaje a efeso.

Cuando nos distanciamos espiritualmente de Dios, aunque tengamos la ley y obremos con justicia, corremos el gran riesgo de perder nuestro lugar en la familia espiritual con Jesucristo y el Padre.

La justicia, la ley no lo es todo. La cercanía espiritual con Dios es crucial para comprender el amor de Dios, y sobre todo, para poder ponerlo por obra.

El primer amor es en parte la emoción inicial por conocer de la Palabra de Dios. Sí. Pero también es en parte la determinación por obrar conforme a Dios nos ordena.

Y las ordenanzas de Dios no son solamente la obediencia a los 10 mandamientos, sino también el demostrar amor unos con otros.

Y para mostrar ese amor, necesitamos estar espiritualmente cerca de Dios.

¿Cómo vamos a cultivar eso?

Con oración, con ayuno, con meditación y estudio. 

Conclusión:

El primer amor no es exclusivo de aquellos llamados a mitad de la vida, como por ejemplo los apóstoles o quienes conocieron la Iglesia por medio de un programa de Radio o de una revista o un folleto. O los llamados en éfeso.

Cuando el llamamiento llega a mitad de nuestra vida, como en el caso de los efesios o de los apóstoles, el primer amor se expresa de esa forma a veces tan espectacular que encontramos en las escrituras. Y desde luego hay diferencias 

El primer amor es un conjunto de decisiones y acciones con las que expresamos de manera consciente y sincera que vamos a atender al propósito de Dios para nosotros. 

Nuestro primer amor podría ser, en quienes nacimos y crecimos en la Iglesia, ese periodo en el que sentimos la responsabilidad que el conocimiento del plan de Dios tiene en nuestras vidas. Cuando decidimos alejarnos de nuestra vida “mundana” y comenzar a pensar, vivir y sentir de una forma distinta.

Puede ser también el periodo en el que nos damos cuenta de la necesidad que tenemos de recibir el Espíritu Santo en nosotros, porque estamos estancados, y queremos corresponder al llamamiento de Dios de forma activa, no solo como receptores sino como constructores de una buena relación con el Creador.

Pero es importante tener en cuenta que el primer amor no es el único amor que existe. Es algo que debemos de renovar conforme vamos madurando espiritualmente.

El primer amor tiene que ver con el celo que nos produce la verdad. Pero no es la única forma de amor que Dios espera de nosotros.

Dios espera que nuestra naturaleza sea cada vez más como la suya, y que entendamos que la justicia de la ley es una de las formas de su amor, pero que hay otras formas de amor, como la misericordia, la preocupación por el otro, el altruismo y la bondad con los menos afortunados.

No debemos conformarnos con el primer amor. Tenemos que cultivarlo en nuestra relación con Dios, para llegar a un segundo, tercer, cuarto amor.

Y sobre todo, debemos recordar que todo lo que hacemos no lo hacemos por obligación, sino porque sentimos una responsabilidad de corresponder al amor de Dios con nuestro propio amor, con nuestras determinaciones, nuestras decisiones, nuestro celo y nuestra preocupación porque el mundo entero conozca la grandeza de Dios.