#305 - Romanos 15-16: "La importancia de las escrituras; despedida"

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#305 - Romanos 15-16

"La importancia de las escrituras; despedida"

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Recuerden que en el capítulo 14, el apóstol Pablo enseñó la necesidad de aplicar el amor y la tolerancia cristiana hacia cosas que algunos miembros hacen que la Biblia no prohíbe. Uno de los ejemplos que da es el de un hermano que no desea comer carne y no debe ser condenado. Pablo explica que, aunque Dios autoriza en su Palabra ciertas carnes para comer, (y así lo hizo Jesucristo), no es una obligación comerlas. Pablo llama al hermano que desea ser vegetariano “débil” en la fe (Romanos 14:1), pero no por eso debe ser condenado, pues no está pecando, sino es una preferencia personal. Dice: “El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido” (Romanos 14:3). 

Otro ejemplo de tolerancia cristiana que Pablo da es sobre el día de semana que un miembro escogía para ayunar y no comer nada. Pablo señala: “El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come… y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios” (Romanos 14:6).

Pablo concluye: “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aún Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperan, cayeron sobre mi” (Romanos 15:1-3).

Así vemos que Pablo usó a Jesús como el mejor ejemplo de amor y tolerancia. Siendo Dios en la carne, soportó toda clase de insultos y toleró pacientemente las debilidades humanas que vio alrededor –no sólo de parte de sus enemigos, sino también de sus propios discípulos. Pedro añade: “Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2:20-21).

Luego Pablo indica que Dios nos dejó estos ejemplos bíblicos para animarnos y fortalecer nuestra fe. Dijo: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15:4). Es por eso por lo que toda la Biblia es útil para ser aplicada en nuestras propias vidas. Cristo indicó: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).

Aquí Pablo describe en forma maravillosa la perspectiva que debe tener el cristiano. Primero, debe mirar hacia el pasado y estudiar las Escrituras para saber aplicar las enseñanzas que nos dejaron los hombres y las mujeres de la fe. Luego, eso nos debe ayudar en el presente para perseverar en la fe y recibir el consuelo en las pruebas. Aquí, “paciencia” es hupomone en el griego y significa “prevalecer ante la adversidad”. Al aplicar esto, nos ayudará a mirar al futuro con esperanza.

Luego Pablo concluye al decir que “el Dios de la paciencia [es quien entrega hupomone] y de la consolación, os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 15:5-6). Noten que la gloria primero va a Dios Padre y luego a Jesucristo, pues como enseñan todas las Escrituras, Dios no es una sola persona o ser.

Pablo explica que el entendimiento de las Escrituras debe unirnos y así vamos a ver las cosas con un “mismo sentir.” El resultado será una perspectiva espiritualmente madura que no condena a otros hermanos por cosas secundarias y periféricas a la Biblia, como los ejemplos que dio Pablo. En vez, vamos a ser más pacientes, tolerantes y unidos en la fe.

Pablo ordena: “Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió [con esa paciencia, misericordia y amor], para gloria de Dios. Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia… Pero estoy seguro de vosotros hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros” (Romanos 15:7-14).

Con humildad, Pablo les explica sus motivos para escribirles: “Mas os he escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros recordar, por la gracia que de Dios me es dada para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. Porque no osaría hablar sino de los que Cristo ha hecho por medio de mi para la obediencia de los gentiles, con palabra y obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu da Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno” (Romanos 15:15-20).

Pablo les comunica sus planes de viaje, que incluyen ir a Roma y también a España. Dice: “Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a vosotros. Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde hace muchos años ir a vosotros, cuando vaya a España, iré a vosotros; porque espero veros al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, una vez que haya gozado con vosotros. Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos… Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré entre vosotros rumbo a España” (Romanos 15:22-28).

También les ruega que sigan orando para que sea protegido de las persecuciones que está sufriendo, especialmente de las autoridades judías. Les dice: “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, para que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea acepta; para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios” (Romanos 15:30-32).

Pasando al último capítulo de Romanos, Pablo primero menciona a la persona por la cual les llegará esta carta a los romanos. “Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo” (Romanos 16:1-2). Febe es llamada “diaconisa” de la iglesia en Cencrea, uno de los puertos de Corinto, la ciudad donde se encontraba Pablo.

Leemos las calificaciones de una diaconisa en 1 Timoteo 3:11, “Las mujeres asimismo [como los diáconos mencionados anteriormente] sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo”. Febe viajaría pronto a Roma y entregaría esta epístola. Vemos cómo mujeres de la fe eran estrechas colaboradoras de Pablo, y contaban con la confianza de Pablo para llevar un documento tan importante como esta epístola.

Luego, Pablo se dirige a 26 personas que conocía por carta, o que habían estado en otros lugares donde Pablo los conoció. ¿Por qué se dirige a tantas personas? Barclay explica: “Cuando alguien postula a un empleo, normalmente trae cartas de recomendación de personas que lo conocen o donde había trabajado que pueden atestiguar de su honradez y habilidades. En la antigüedad, cuando alguien llegaba a un lugar desconocido, a menudo llevaba cartas de presentación de alguien que conocía a las personas allí. Este tipo de cartas era muy común, y todavía existen algunas escritas en papiro y recuperadas de los antiguos basurales en Egipto. Aquí, Pablo menciona a Febe a los hermanos y que la reciban de todo corazón.

Llama también la atención que, de las 26 personas mencionadas, seis son mujeres, y muestra la cantidad de mujeres que ayudaban a Pablo en la obra de Dios. Todos los nombres son bastante comunes en la sociedad romana y hebrea y aparecen en inscripciones o documentos de esa época.

Pablo primero se dirige a una pareja de íntimos colaboradores y amigos; Priscila y Aquila. Dice: “Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. Saludad a la iglesia de su casa” (Romanos 16:3-5). Ya conocimos de Priscila y Aquila en Hechos 18. Ellos eran judíos que fueron expulsados de Roma y conocieron a Pablo en Corinto donde le dieron trabajo, pues, “como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban justo, pues el oficio de ellos era hacer tiendas” (Hechos 18:3). Después de un tiempo, se levantó el decreto contra los judíos, y ellos pudieron regresar a su hogar en Roma. Ahora, ellos eran miembros que prestaban su casa para las reuniones sabáticas. Era la forma común de reunirse en ese entonces. Dice Robertson: “Los primeros cristianos no tenían edificios propios para reunirse, y los romanos cristianos probablemente tenían varias casas donde se reunían”. Vea Hechos 12:2, 1 Corintios 16:19, Flemón 1:2 y Colosenses 4:15 para leer de las casas de los miembros donde se reunían.

Pablo sigue saludando a diferentes miembros “Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya [la parte occidental de Asia Menor]” (Romanos 16:5).

Luego dice: “Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros. Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo”. María era una colaboradora muy activa en la iglesia y es probable que Andrónico y Junias fueran parientes carnales de Pablo, y esposo y esposa. Ya tenían muchos años en la iglesia, pues menciona que se habían convertido antes que él.

Después de mencionar a otros más, dice: “Saludad a la casa de Aristóbulo… y Herodión, mi pariente” (Romanos 16:10-11). Los dos son nombres judíos y es posible que la casa de Aristóbulo se refiera a los sirvientes judíos de Aristóbulo, el nieto de Herodes el Grande que vivió en Roma. Herodión era de la familia de los Herodes, algunos de los cuales vivían en Roma. Hay que recordar que Roma tenía una población considerable de judíos, y algunos estaban muy bien relacionados con el César. Esta epístola refleja esa realidad, y cómo el cristianismo llegó a penetrar hasta la clase alta de judíos y romanos.

Luego, Pablo les recuerda el saludo acostumbrado cuando se reunían en la iglesia. “Saludaos los unos a los otros con ósculo santo” (Romanos 16:16). En los tiempos bíblicos, no se usaba el estrechón de manos, sino un beso en la mejilla. Pero noten que Pablo dice que debe ser un ósculo o beso “santo” y no sensual. No debe haber ninguna intención oscura detrás del beso de saludos como a veces puede suceder en la iglesia entre el sexo opuesto. De vez en cuando ha habido quejas al respecto y debemos siempre ser cuidadosos, como dice la Biblia: “Absteneos hasta de la apariencia del mal” (1 Tesalonicenses 5:22, versión Nácar Colunga).

Pablo recordará que el beso a veces no significa que hay una verdadera amistad o cariño, pues puede ser falso o traicionero, como el de Judas. Por eso la Biblia dice: “Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece.” (Proverbios 27:6). A veces el que más ama le dirá cosas que no sean agradables pero necesarias y provechosas mientras que otros pueden sólo alabar o disimular para obtener una ventaja. Es por eso más importante juzgar “por los frutos” que por las palabras; y por lo que uno siente de corazón y manifiesta por sus acciones, que por las palabras o besos supuestamente amistosos.

Por eso, a pesar de que Pablo saluda a todos estos hermanos en forma calurosa, tiene que prevenirlos de los falsos hermanos y de sus amistades engañosas. “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos” (Romanos 16:17-18).

El término aquí de “divisiones” es en el griego, dichostasias y significa “pararse aparte”. Hay personas que “se paran aparte”, de allí viene la palabra “separar”. Pablo insta a que los hermanos se “fijes” en esas personas, “fijar” en griego es skopeite, y significa mantener el ojo fijo en algo, y aquí es en los que causan divisiones para evitarlos y no dejarse contaminar. La iglesia no se defiende como lo hacen las iglesias del mundo que hasta han tenido terribles guerras y cruzadas religiosas para solucionar sus problemas o divisiones entre ellas. La Iglesia de Dios no toma armas o se vuelve hostil, sino sencillamente se aparta del hermano que causa divisiones, o eventualmente, si su actitud es rebelde y no rescatable, se debe apartar de la iglesia, pero sin rencor ni violencia. Pablo dice: “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación [advertencia] deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio” (Tito 3:10-11).

Ahora Pablo explica algunos de los motivos detrás de estas divisiones, por ejemplo, el formar un grupo donde el nuevo caudillo eventualmente se aprovecha de ellos. Como Pablo admite, a veces son buenos “habladores” al poder, “con suaves palabras y lisonjas” aprovecharse de la buena voluntad de hermanos “ingenuos” o volubles para atraerlos, seducirlos y llevárselos de la iglesia. Sin embargo, a menudo estos “caudillos” no son buenos trabajadores y son muy contenciosos.

Para discernir los verdaderos frutos de las personas Pablo recomienda desarrollar la madurez espiritual. “Pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal” (Romanos 16:19). Es parecido a lo que Cristo les dijo a sus discípulos: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mateo 10:16). No vemos a las serpientes andando en medio de un parque en pleno día, sino están escondidas en escondrijos, pues son cuidadosas y no se exponen fácilmente. Eso es lo que debemos imitar de las serpientes, el ser cuidadosos y prudentes, no exponiéndonos innecesariamente al hablar demasiado o acarrear persecución innecesaria. En cambio, sí vemos a las palomas andar en medio de los parques, son una fácil presa y por eso Cristo no nos dijo que debemos imitar ese aspecto de ellas, sino la benignidad de ellas, para no dañar a nadie. Por eso debemos ser sabios como serpientes para el bien, e ingenuos como palomas para el mal. Y así se manejará la iglesia hasta que vuelva Jesucristo. La iglesia no se expone fácilmente al mundo, es una manada pequeña, y es difícil de encontrar, para no acarrear más persecución de la que sea necesaria. Así será hasta que, como Pablo predice, “el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies” (Romanos 16:20). Esto se refiere a la primera profecía dada en la Biblia en Génesis 3:15, que alude al regreso de Jesucristo, y cómo Satanás será “aplastado”. En Apocalipsis 20:1-10 leemos cómo Satanás será atado y arrojado en el abismo por 1000 años, y su destino posterior.

Ahora vemos un detalle de la autenticidad de esta epístola, pues tenemos hasta al secretario de Pablo, Tercio, que transcribe la carta de Pablo. Dice: “Yo, Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor” (Romanos 16:22). Era común en esos días usar a estos “escribanos” especializados para redactar estas epístolas.

Pablo finaliza repitiendo una gran verdad: “Al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre” (Romanos 16:27). Otra vez vemos que Dios el Padre es distinto a Jesucristo y viene primero en la adoración. Tampoco Pablo menciona el Espíritu Santo como una persona o teniendo que tomarlo en cuenta al hablar de la familia de Dios, que consiste en Dios el Padre y de Jesucristo.