La carta de Santiago
¿Una 'epístola de paja'?
El reformador Martín Lutero se refirió a la carta de Santiago como una “epístola de paja”. Él llegó a esta errónea conclusión debido a su decepción por la actitud de los dirigentes religiosos que decían que esta epístola respaldaba sus conceptos falsos de que la gente se ganaba la salvación por medio del dinero que daba a la iglesia. Quizá cansado ya de tanta discusión, no fue capaz de entender esta epístola y no quiso aceptar lo que Santiago dijo cuando afirmó que, necesariamente, las obras demuestran la fe.
Hoy en día, muchos aplican mal las palabras de Lutero porque no entienden las circunstancias que las originaron. Martín Lutero vivió una vida de castidad y dedicación, pero en ocasiones sus vehementes palabras y discusiones han sido sacadas de su contexto histórico con el fin de disculpar estilos de vida desordenados.
Jesucristo espera hechos —obras— de nosotros, pues él mismo declaró: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).
En Hebreos 2:17 se nos dice que Jesús es nuestro sumo sacerdote misericordioso. La realidad es que las obras y la gracia van de la mano. Santiago, un medio hermano de Jesús, escribió su epístola de acuerdo con las enseñanzas e instrucciones de éste. Santiago no sólo habló acerca de las obras, sino también acerca de la gracia, y dijo: “El Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 2:14-17; Santiago 4:6; Santiago 5:11).
En la Biblia, es clara e invariable la enseñanza de que la salvación es una dádiva de Dios. Pero, aunque es una dádiva, algo que no nos podemos ganar, es necesario que obedezcamos a Dios si queremos recibirla.
El apóstol Pablo escribió: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios . . . somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:8-10). Santiago lo resume de esta manera: “La fe sin obras es muerta” (Santiago 2:20).