Un mundo que acoge y celebra el mal
Parecía una visión de pesadilla sacada directamente del Apocalipsis. En escena apareció una descomunal armazón, claramente modelada según las representaciones populares de la torre de Babel. Le siguió una bestia gigantesca, infernal y envuelta en humo, con forma de toro. El monstruo mecánico, de ojos rojos y centelleantes, fue tirado primeramente con cadenas por un grupo de mujeres que parecían ser esclavas y eran dirigidas por un hombre cuyo atuendo se asemejaba a una armadura militar romana.
Varias mujeres jóvenes se acercaron sumisamente a la bestia resplandeciente, seguidas poco después por las mujeres “esclavizadas” y otro numeroso grupo de hombres y mujeres jóvenes, que se inclinaron y postraron ante el monstruo en un gesto de “adoración”. Enseguida trajeron banderas de muchas naciones y las izaron frente a la bestia. Entonces apareció una mujer iluminada por los focos que simbólicamente “montó” la bestia, y luego, la mayoría de los que se habían inclinado ante su presencia se acercaron a la estructura de la torre de Babel y entraron a ella mientras esta aumentaba en altura.
También se incorporaron a la extraña escena otras imágenes apocalípticas, junto con “señales y prodigios” aparentemente sobrenaturales (véase 2 Tesalonicenses 2:9).
Curiosamente, el escenario de tal presentación fue la ceremonia de inauguración de los Juegos de la Mancomunidad (para los países de la Mancomunidad de Naciones), celebrada en julio de 2022 en Birmingham, Inglaterra. El espectáculo fue visto por muchos millones de personas, representadas por las 72 naciones y territorios participantes.
La bestia, Babilonia y la profecía bíblica
Los lectores habituales del libro de Apocalipsis tal vez puedan reconocer al instante algunos simbolismos clave: “Y [el ángel] me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia . . .
Y en su frente un nombre escrito, un misterio: Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro” (Apocalipsis 17:3-6).
En Apocalipsis 13:4-8 leemos: “. . . y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias . . . Y abrió su boca en blasfemias contra Dios . . . Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:4-8).
Babilonia también se menciona reiteradamente en el libro del Apocalipsis. Note: “Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación” (Apocalipsis 14:8).
“Y [el ángel] clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.
“Y oí otra voz del cielo que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades” (Apocalipsis 18:2-5; véase también 16:19; 18:1-2, 10, 21; 19:1).
¿Qué está pasando? Mucho más, como veremos a continuación.
Los Grammy, un espectáculo infernal
La mayoría de la gente está consciente de que la industria musical es una cloaca de perversión. Pero los premios Grammy de este año, ampliamente televisados y que supuestamente celebran lo mejor de la música del año, se han degenerado a un nivel sin precedentes y difícil de describir.
A duras penas podría uno imaginarse una pareja más extraña que la que conforman Sam Smith y Kim Petras, los ganadores del premio a la mejor actuación de dúo o grupo pop. Smith, que anteriormente se había declarado homosexual, ahora afirma ser “genderqueer”, es decir, que no es ni hombre ni mujer. Petras nació varón, pero se ha sometido a tratamientos quirúrgicos y químicos para parecer mujer.
Juntos interpretaron la canción que los hizo ganar un Grammy, apropiadamente titulada “Unholy” (Impío). Smith iba vestido totalmente de rojo, como habitualmente se representa al diablo. Petras, que bailaba y cantaba dentro de una jaula, llevaba una minifalda roja. Smith estaba rodeado de bailarines de sexo indeterminado, vestidos de color carmesí, que a veces se inclinaban y parecían adorarlo.
Durante la presentación ambos estaban completamente iluminados por focos escarlatas, y luces del mismo color parpadeaban por todo el auditorio. Al fondo del escenario ardían llamas, que a veces se elevaban a varios metros de altura. Las imágenes estaban claramente diseñadas para representar una especie de infierno demoniaco.
La velada también contó con una parodia blasfema de “La última cena”, el famoso cuadro de Leonardo da Vinci, en la cual los actores estaban completamente ataviados de negro.
Pero todo esto es apenas la punta del témpano. Hace poco, en una corte de justicia de Nueva York se erigió una estatua en honor a Ruth Bader Ginsburg, la difunta jueza asociada del Tribunal Supremo de Estados Unidos, por su extensa cruzada en favor del derecho al aborto. (Normalmente las estatuas se dedican a personas que han hecho grandes cosas por los demás, pero parece que ahora hay que erigir estatuas a quienes allanan el camino para el asesinato de millones de niños inocentes en el vientre de sus madres).
Sin embargo, en lugar de representar a Ginsburg de forma realista, la estatua aparentemente demoniaca tiene unos cuernos gigantes que salen de su cabeza y múltiples tentáculos donde debieran estar sus brazos.
Y a fines de abril de este año, la ciudad de Boston será anfitriona de lo que se publicita como “la mayor reunión satánica de la historia”, en la que los participantes podrán asistir a una serie de presentaciones, debates y actos sociales de temática satánica. Mientras tanto, en los colegios de todo Estados Unidos siguen apareciendo “clubes satánicos” extraescolares.
Nuevamente preguntémonos: ¿Qué está pasando?
Un mundo irreconocible
Nuestro mundo se está volviendo rápidamente irreconocible y parece estar enloqueciendo. Solo remóntese mentalmente unos cuantos años y compare la vida cotidiana de entonces con nuestro mundo actual. ¡Las diferencias son asombrosas! El mundo parece haber dado un giro de 180 grados para encaminarse a tiempos tenebrosos, y nunca volverá a ser el mismo.
En Estados Unidos, la epidemia de coronavirus provocó el cierre de iglesias y sinagogas por edicto gubernamental, mientras los clubes de striptease, licorerías y tiendas de marihuana podían seguir abiertos. Ahora sabemos que varias instituciones y agencias de salud gubernamentales conspiraron con los principales medios de comunicación, las principales empresas de medios sociales y los gigantes tecnológicos para censurar las noticias desfavorables a la narrativa aprobada por el Gobierno sobre el covid-19.
Millones de personas se vieron obligadas a vacunarse, a riesgo de perder su trabajo y medio de sustento. Se alentó a los ciudadanos para que delataran a los vecinos que no siguieran las órdenes de cierre. En algunos casos, incluso se congelaron las cuentas bancarias de quienes protestaban contra estas medidas. Algunos bancos pusieron en su lista negra o dieron de baja a empresas cuyas opiniones políticas no coincidían con las suyas. Se vaciaron cárceles y prisiones, supuestamente para evitar la propagación del covid-19. Crecieron los movimientos para “desfinanciar a la policía”, así como el número de fiscales que se negaban a procesar a los delincuentes, pero sí perseguían a ciudadanos que se defendían a sí mismos y a sus seres queridos.
Y la locura transgénero siguió su explosiva marcha. Hombres y adolescentes que dicen ser mujeres han empezado a dominar varios deportes femeninos, mientras quienes protestan son denunciados por intolerantes y odiosos. Hospitales, compañías farmacéuticas y médicos descubrieron que se puede ganar mucho dinero mutilando los genitales a los niños y administrándoles sustancias químicas nocivas que alteran sus vidas.
En una extraordinaria ironía, en el Día Internacional de la Mujer la administración Biden honró a un hombre biológico con el Premio Internacional a las Mujeres de Coraje, en la Casa Blanca. Esto fue una clara promoción de la agenda transgénero, que niega la realidad biológica de que hay dos géneros, masculino y femenino.
¿Qué tiene en común todo esto?
¿Qué significa todo esto? ¿Qué tiene en común? ¿Qué modelo o plan se está llevando a cabo ante nuestros propios ojos?
La respuesta solo es evidente cuando nuestra perspectiva y visión del mundo están arraigadas y fundamentadas en la Palabra de Dios. Y esa respuesta es sencilla: el mundo está adoptando y celebrando el mal.
Lo vemos a nuestro alrededor, como en los ejemplos anteriores, y detrás de ello hay fuerzas muy poderosas: Gobiernos que se inmiscuyen a todo nivel, sistemas judiciales, instituciones educativas, espectáculos populares de todo tipo, medios de comunicación dominantes y deliberadamente engañosos, y sí, incluso la religión.
En 1962, el Tribunal Supremo de Estados Unidos prohibió la oración en las escuelas públicas. Al año siguiente prohibió la lectura de la Biblia en estos mismos establecimientos. En 1973 anuló las restricciones al aborto, legalizando el asesinato de bebés en gestación en todo el país. En 2005 prohibió la exhibición de los Diez Mandamientos en los tribunales, y en 2015 abolió el matrimonio bíblico al legalizar el matrimonio entre homosexuales.
Frente a esta expulsión sistemática de Dios y su Palabra de la vida pública, ¿qué debemos esperar que ocurra?
Escribiendo a la congregación de Roma, el apóstol Pablo describió lo que le sucede a una sociedad que rechaza voluntariamente el conocimiento de Dios:
“Por pensar que era una tontería reconocer a Dios, él los abandonó a sus tontos razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse. Se llenaron de toda clase de perversiones, pecados, avaricia, odio, envidia, homicidios, peleas, engaños, conductas maliciosas y chismes. Son traidores, insolentes, arrogantes, fanfarrones y gente que odia a Dios.
“Inventan nuevas formas de pecar y desobedecen a sus padres. No quieren entrar en razón, no cumplen lo que prometen, son crueles y no tienen compasión. Saben bien que la justicia de Dios exige que los que hacen estas cosas merecen morir; pero ellos igual las hacen. Peor aún, incitan a otros a que también las hagan” (Romanos 1:28-32, Nueva Traducción Viviente).
Lamentablemente, esta declaración del apóstol Pablo se está convirtiendo en una descripción perfecta de la sociedad occidental. Describe una cultura que rechaza a Dios y acoge entusiasta y voluntariamente el mal.
En su discurso de despedida en 1796, George Washington dijo proféticamente sobre la sociedad y la cultura estadounidenses: “De todas las disposiciones y hábitos que conducen a la prosperidad política, la religión y la moralidad son soportes indispensables”. Ahora estamos viendo cómo se desmorona la sociedad cuando se eliminan sus cimientos, es decir, la religión y la moralidad. Las naciones que siguen este rumbo se enfrentan a una terrible ruina.
Otra dimensión en juego
Pero esto no es todo. Hay otra dimensión en juego, una dimensión espiritual muy real pero invisible (véase “¿Dónde y cómo se originaron Satanás y el mal?”).
El libro bíblico del Apocalipsis contiene muchas profecías importantes, algunas de las cuales se han mencionado anteriormente. Pero una de las más notables revela que en el tiempo del fin, poco antes del regreso de Jesucristo, Satanás el diablo será “arrojado” a la Tierra, y los resultados serán espantosos.
Dios advierte: “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12). En la devastación resultante, descrita en los capítulos siguientes, literalmente miles de millones de personas perecerán debido a catástrofes que sacudirán la Tierra.
¿Estamos viendo un anticipo de este tiempo de la ira de Satanás en nuestros titulares de hoy? ¿Están Satanás y sus demonios dejando de ocultar su presencia, como se muestra en los ejemplos mencionados anteriormente, y saliendo a la luz? (Asegúrese de leer “¿Han regresado los antiguos dioses?” a partir de la página 8).
Los siervos de Dios no deben temer ni preocuparse en exceso por la influencia demoniaca que les afecta directamente (aunque afecta poderosamente al mundo que nos rodea). Los espíritus malignos son menos numerosos e inferiores en poder que los ángeles fieles de Dios, que son “espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación” (Hebreos 1:14). Los cristianos pueden y deben tener confianza, porque “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).
Una mente fuerte y espiritualmente sintonizada con el estilo de vida de Dios es la mejor herramienta para resistir la influencia demoniaca y creciente maldad del mundo que nos rodea. Los siervos fieles de Dios deben estar llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18) que les permite resistir tal influencia, haciendo huir a los espíritus malignos (Santiago 4:7). Al fin y al cabo, Dios es la fuente suprema de poder.
A medida que el mundo que nos rodea acoge cada vez más la maldad, debemos resistirnos a todas las formas del mal y aferrarnos a nuestro Dios amoroso. Esta es la manera de evitar lo peor de los horribles tiempos que vendrán sobre el mundo por su rebelión contra Dios, ¡acontecimientos catastróficos predichos para el final de los tiempos antes del regreso de Cristo! BN