¿Cuánto nos costará seguir a Jesucristo?
El bautismo representa el compromiso más serio que podamos hacer. Simboliza nuestro intenso deseo de someternos total y absolutamente a la voluntad de nuestro Creador, haciendo morir en nosotros el viejo yo y saliendo luego de la tumba acuática para vivir una vida nueva y transformada.
Debido a que esta decisión encierra un tremendo compromiso, en la Biblia se nos aconseja no tomarla a la ligera o precipitadamente.
Grandes multitudes eran atraídas por Jesús y por sus enseñanzas, y algunas veces lo seguían de un lugar a otro. Conociendo la actitud de la gente, en cierta ocasión les dijo: “El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo necesario para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz” (Lucas 14:27-32).
Jesús usó estos dos ejemplos para hacerles entender que debían calcular el costo. En otras palabras, reconocer y aceptar las consecuencias del compromiso que representa el seguirlo a él. Primero dio el ejemplo de alguien que empieza la costosa y prolongada construcción de un edificio. Hizo notar que nadie debería empezar semejante empresa sin antes estar seguro de poder terminarla.
En el segundo ejemplo comparó nuestro compromiso con la determinación de declarar una guerra, e iniciar así la enorme y agotadora lucha en la que tendremos que enfrentarnos a dificultades, fracasos y derrotas. ¿Estamos dispuestos a mantener nuestro compromiso en esa contienda hasta el fin, sin importar el sacrificio personal que pueda costarnos?
En el versículo 33 Jesús nos dice que nuestro compromiso debe ser total: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. El bautismo representa un compromiso consciente y deliberado de poner a Dios por sobre todas las cosas, sin importar el costo.
Lo que él espera de nosotros es que en verdad nos comprometamos seriamente a hacer su voluntad. Pero la recompensa es muy grande. Y, además, su promesa para cada persona que decide obedecerlo es: “No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:5-6).
En Filipenses 1:6 el apóstol Pablo nos dice: “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. A pesar de todas las dificultades que tuvo que sufrir, Pablo siempre estuvo seguro de que su futuro le estaba garantizado. Dijo: “Me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:8). Este siervo de Dios estaba plenamente convencido de que “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).
Antes de ser bautizados debemos pensar detenidamente en el costo. Cuando nos arrepentimos, somos bautizados y recibimos el Espíritu de Dios, ya no hay forma de retroceder. Jesús nos dice que no debemos vacilar en nuestro compromiso. En cierta ocasión en que un hombre vaciló en seguirlo, Jesús le dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62).
El futuro que Dios nos ofrece es tan maravilloso que los desafíos y dificultades que podamos enfrentar en el camino son mínimos en comparación (Romanos 8:18). Por eso es que en Hebreos 2:1-3 se nos advierte que “es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?”.