¿Ha venido ya el reino?
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¿Ha venido ya el reino?
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Jesús profetizó acerca de un tiempo de gran tribulación y de angustia sin precedentes en la historia de la humanidad. Esta época se caracterizaría por el engaño religioso, guerras, terremotos, hambres y epidemias, además de otras catástrofes (Lucas 21:7-28). Pero al describir todos estos eventos, afirmó que nada de esto indicaría que ya hubiera sido establecido el Reino de Dios sobre la tierra.
Jesús dijo que, después de que todo esto ocurra, los que aún estén con vida “verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria” (Lucas 21:27). Dijo además: “Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios” (v. 31).
En otras ocasiones Jesús ya había hablado claramente acerca de este tema. ¿Cuántas veces se han repetido de memoria las palabras de lo que se conoce como el “Padrenuestro”, sin que la gente se percate del significado que éstas tienen? Jesús pronunció estas palabras porque sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar. “Vosotros, pues, oraréis así”, les contestó. “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino” (Mateo 6:9-10).
Esta instrucción no admite la posibilidad de que el Reino de Dios se haya establecido entre nosotros, sino que nos enseña que ¡debemos clamar fervientemente para que venga pronto!
Cuando Pilato estaba interrogando a Jesús antes de entregarlo para ser crucificado, éste le dijo: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan 18:36). Pilato le preguntó entonces si él era rey, y Jesús le contestó: “Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad” (v. 37).
En Hebreos 11 encontramos una descripción de la fe de los siervos de Dios a lo largo de las edades. En los versículos del 13 al 16 está el resumen de sus vidas y sus experiencias: “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad”.
Aun el patriarca Abraham “esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (v. 10).
Aunque los siervos de Dios en la actualidad experimentan en sus vidas un anticipo de lo que será el Reino de Dios, muchos pasajes de la Escritura nos confirman que el reino todavía no se ha establecido en la tierra, pero que en algún momento del futuro vendrá tal como Dios lo ha prometido.