¿Qué es la conversión?
La palabra conversión, tal como la usamos en los círculos religiosos, generalmente implica la aceptación de un sistema religioso de creencia. Pero el significado fundamental en la Biblia es “volverse”, por lo general, volverse a Dios.
Esto, desde luego, nos plantea una pregunta crucial: ¿De qué nos volvemos cuando nos volvemos a Dios? ¿Qué dejamos cuando nos convertimos? O en otras palabras, ¿por qué necesitamos convertirnos? ¿Qué es lo que nos separa de Dios en primera instancia?
El profeta Isaías nos da la respuesta: “He aquí que no se ha acortado la mano del Eterno para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1-2). El apóstol Juan agrega: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos . . .” (1 Juan 1:8). Para recibir las bendiciones y la ayuda de Dios, debemos volvernos a él reconociendo nuestros pecados y apartándonos de ellos.
Jesús le dijo al apóstol Pablo, al darle la comisión de ir a los gentiles: “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18). Estas instrucciones nos dan un breve resumen de cómo los convertidos son agregados al cuerpo espiritual que es “la iglesia de Dios” (1 Corintios 1:2). Cada nuevo converso debe abandonar los caminos de Satanás y seguir los caminos de Dios. Cada uno debe aceptar y responder a los términos y condiciones de Dios para que sus pecados sean perdonados.
En esta lección examinaremos la forma en que nuestras vidas pueden volverse a Dios: el proceso de la verdadera conversión. Aprenderemos lo que Pedro quiso decir cuando les dijo a sus conciudadanos: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados . . .” (Hechos 3:19). Examinaremos cómo, a partir del arrepentimiento, la persona recién convertida puede volverse de una vida de pecado para servir al Dios viviente.