La Palabra de Dios:: El fundamento del saber

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La Palabra de Dios:

El fundamento del saber

Hace aproximadamente 2.500 años, al profeta hebreo Daniel le fue revelado que en el futuro lejano habría una increíble explosión de conocimiento. Él escribió: “Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Daniel 12:4).

Hoy en día vivimos en una dinámica era de información, impulsada principalmente por el intercambio de datos científicos y la revolución digital. El afán de “estar informado” es incesante. Frecuentemente, revistas populares contienen artículos sobre cómo hacer frente a esta constante avalancha de información.

Sin embargo, lo que realmente hace falta es el conocimiento básico tan esencial para el bienestar del ser humano. En una época de exceso de información, el mundo sufre porque le falta no sólo el sentido común, sino también cierto conocimiento fundamental.

Por medio de otro de sus profetas Dios advirtió: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Oseas 4:6).

Según John Naisbitt, un observador de las tendencias mundiales, “nos estamos ahogando en información, pero tenemos sed de conocimiento”. ¡Qué paradoja! Entre más información adquirimos, menos conocimiento esencial absorbemos, a menudo con terribles consecuencias a largo plazo. ¡Ciertamente es una gran verdad la advertencia que hizo Dios por medio del profeta Oseas!

¿Conocimiento y sabiduría, o información sin sentido?

Como lo dijo un analista perspicaz: “Con la publicación de casi 1.000 nuevos libros por semana en los Estados Unidos, la presión por mantenerse informado es considerable. Pero existe una gran diferencia entre la información y la sabiduría”.

Claramente, información y sabiduría no son palabras sinónimas. Según Francis Pym, ex ministro británico de Relaciones Exteriores: “Las imágenes que vemos en la televisión sólo reflejan los síntomas y consecuencias de algún problema ... Cuando vemos los acontecimientos mundiales descritos por los comentaristas, eso no nos lleva al entendimiento, sino sólo a una reacción emocional y a la adquisición de conocimiento superficial”.

Así que, a pesar de esta proliferación masiva de información, aún existe un vacío. La simple información no es suficiente. El escritor estadounidense Saul Bellow esboza esta disyuntiva fundamental: “Se nos informa acerca de todo, pero nada sabemos”.

En esto estriba la gran importancia de la Biblia. La inspirada Palabra de Dios se erige como una fuente sólida de conocimiento correcto. La Biblia provee el marco adecuado del conocimiento esencial, por medio del cual podemos comprender correctamente toda la demás información que adquiramos. Sin esta base fundamental, vivimos en la confusión, constantemente inundados con una avalancha de información que no podemos comprender completamente.

Pero cuando tenemos el fundamento correcto, el Eterno Dios revela conocimiento espiritual profundo y emocionante a los que le creen y le obedecen.

¿Qué es lo que la Biblia nos dice acerca del “conocimiento”? Comencemos nuestro estudio con varios pasajes esenciales.
 

¿Le interesa a Dios lo que sabemos? ¿Cuáles son los resultados de la falta del conocimiento correcto?

“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Oseas 4:6).

Aunque hoy tenemos un mayor acceso a la Biblia de lo que tenían las generaciones anteriores, hacemos caso omiso a su contenido, con resultados devastadores. Salomón advirtió: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12; 16:25).

¿Cuál es el conocimiento especial que falta?

“Oíd palabra del Eterno, hijos de Israel, porque el Eterno contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra” (Oseas 4:1).

“Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está el Eterno? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha” (Jeremías 2:8).

Cuando Dios creó al hombre, le dio la capacidad de adquirir conocimiento de las cosas materiales. Ciertamente, en nuestro tiempo lo hemos acumulado tan abundantemente como jamás soñamos. Lo que le preocupa a Dios es nuestra vergonzosa falta de conocimiento espiritual. ¡Cuán acertado estuvo el apóstol Pablo cuando dijo que algunas personas “siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad”! (2 Timoteo 3:7).

¿Cuáles son las consecuencias de rechazar el conocimiento revelado?

“Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos” (Oseas 4:6).

Rechazar o hacer caso omiso del conocimiento espiritual revelado, nos aleja de Dios y nos separa de su guía. La ley de Dios, la fuente principal del entendimiento de cómo debemos vivir, opera como una fuerza espiritual en el mundo (Romanos 7:14). Ya sea que lo reconozcamos o no, esa ley se hace valer por sí misma.La humanidad paga muy caro por quebrantarla; todos los días vemos pruebas dramáticas de esto en los informes sobre el sufrimiento humano (ver Jeremías 2:19).

La Biblia define el pecado como “infracción de la ley” (1 Juan 3:4) —el quebrantarla o rechazarla— y nos dice claramente cuál es el resultado de vivir sin esa ley. Al final, “la paga del pecado es muerte” —morir para siempre (Romanos 6:23; Mateo 10:28)— pero la consecuencia inmediata es el dolor y el caos en los que vemos sumido al mundo. Dios, sin embargo, desea darle vida eterna en su reino a todo aquel que responda a su instrucción. (Si desea examinar este tema más a fondo, no vacile en solicitar nuestro folleto gratuito El camino hacia la vida eterna.)
 

El conocimiento básico que todos necesitamos

“¿Por qué será que, aunque estamos mucho mejor educados, sabemos tan poco?” —Simon Heffer

El profesor norteamericano E.D. Hirsch Jr. comprendió la esencia y naturaleza de nuestra dificultad con el conocimiento. Hizo el siguiente comentario en la introducción de su libro Cultural Literacy (“Alfabetización cultural”): “Ser letrado culturalmente significa poseer la información básica para poder desenvolverse con éxito en el mundo moderno”.

Además del conocimiento básico que requerimos para sobrevivir, cada uno de nosotros necesita el entendimiento y percepción espiritualesde ese conocimiento tan especial que sólo Dios puede revelarnos. Sin un buen fundamento espiritual, nuestro entendimiento natural nunca podrá enseñarnos adecuadamente cómo vivir vidas plenas y verdaderamente satisfactorias ahora, ¡y mucho menos cómo alcanzar el futuro incomparable de la vida eterna en el Reino de Dios!

Para los seres humanos, la adquisición del conocimiento es automática; es una función de nuestros cinco sentidos. El meollo del asunto es determinar si el conocimiento que adquirimos encaja dentro del marco revelado por Dios.

¿Cómo debemos evaluar nuestros logros humanos? ¿Cuál es el punto de vista de Dios?

“Así dijo el Eterno: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas” (Jeremías 9:23).

Para que nadie nos mal entienda, Dios no se opone a que las personas tengan sabiduría, valor o riquezas. La Biblia nos narra la historia de muchas personas justas que fueron sabias, valientes y ricas. Pero lo que guiaba sus vidas —y lo que debe guiar la nuestra también— eran principios más nobles y trascendentales que simplemente los intelectuales y materiales.

Por otro lado, ¿qué actitud es la que a Dios le agrada?

“Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy el Eterno, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice el Eterno” (Jeremías 9:24).

Conocer a Dios: este es el conocimiento tan necesario que el mundo rechaza. Tiene su origen en la verdadera humildad, porque solamente hombres y mujeres humildes pueden ver más allá de sí mismos y asirse de los principios que revela Dios.

¿Qué fue lo que Jesucristo les dijo a sus apóstoles acerca del valor del conocimiento espiritual?

“Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mateo 13:16-17).

El conocimiento del único Dios verdadero y de su Palabra ¡es invaluable! Es el fundamento verdadero que nos permite analizar todo lo demás y permite discernir la información falsa que vemos continuamente a nuestro alrededor.

Información errónea y desinformación acerca de Dios y la Biblia

“La desinformación ha existido desde que la serpiente engañó a Eva respecto a la manzana prohibida”. —Elizabeth Pond

Excepto, tal vez, por la suposición de que el fruto prohibido fuera una manzana, la escritora Elizabeth Pond tuvo la perspectiva correcta en su artículo que apareció en el periódico The Christian Science Monitor. Ella agregó: “¿Qué es precisamente la desinformación? Sencillamente, es la diseminación deliberada de información política falsa o desorientadora para influir en la opinión pública o en la opinión de la elite. No es simplemente información errónea ... Es información sembrada cuya procedencia es secreta o disfrazada”.

La Biblia también es de este parecer. Nuestra época se distingue por una tremenda ignorancia acerca de lo que la Biblia realmente dice.Vemos que algunos escritores y oradores pueden decir casi cualquier cosa acerca de las Sagradas Escrituras y convencer a algunas personas para que les crean.

Nos dicen que Judas Iscariote no fue culpable de la sangre de Jesús, que no es pecado robar de una tienda, que las parábolas de Jesús son un desastre moral, que él estudió yoga en el Lejano Oriente, que el apóstol Pablo fue el verdadero fundador del cristianismo. Todas estas ideas, y muchas más, han sido promulgadas en años recientes por pensadores religiosos confundidos.

Esta es la era de la desinformación espiritual. La mayoría de las personas, en lugar de leer la Biblia por sí mismas, se conforman con aceptar las opiniones de los llamados expertos, quienes a menudo son muy tendenciosos en sus puntos de vista.

Por qué el hombre rechaza el conocimiento de Dios

¿Quién es la fuente final de toda información errónea y toda desinformación, ya sea acerca del conocimiento bíblico o profano?

“...el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos...” (2 Corintios 4:4)

En la era moderna, muchos cristianos se sienten incómodos respecto a la realidad de Satanás y los relatos bíblicos acerca de los encuentros que tuvo Jesús con espíritus malignos, que la Biblia llama demonios. Pero tarde o temprano tenemos que aceptar la veracidad del testimonio personal de Jesús, quien dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lucas 10:18).

Como resultado directo del engaño mencionado por el apóstol Pablo (2da Corintios 4:4), ¿cómo describe la Biblia la difícil condición espiritual de la presente era? 

“...Jesucristo ... se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre” (Gálatas 1:3-4).

Así, el dios de este mundo ha cegado a sus habitantes por medio de sus muchos engaños (1 Juan 5:19). No obstante, se nos promete que la liberación divina está disponible.

¿De quién estamos hablando? ¿Quién es realmente el responsable de este tremendo engaño universal? 

“Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero...” (Apocalipsis 12:9).

Satanás es un arcángel caído. Habiendo sido el justo Lucero (que significa “portador de luz”), estuvo presente en el trono mismo de Dios, pero se volvió en contra del camino de Dios, siguió un camino de vida totalmente diferente y, al final, se llenó de vanidad, envidia y ambición. Dos capítulos de la Biblia tratan sobre el origen del diablo y su rebelión contra Dios (comparar Isaías 14:12-15 con Ezequiel 28:11-16).

¿Cuán grande es la influencia de Satanás? 

“...el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19).

La mayoría supone que el mundo es un lugar bastante bueno o por lo menos neutro en cuanto a su influencia. Pero la Biblia revela que Satanás es el dios de este siglo, y que en la actualidad este es su mundo. Trágicamente, su engaño se ha extendido tanto que son pocos los que se dan cuenta del grado de desinformación y conocimiento desvirtuado que el mundo ha aceptado debido a esta influencia.

¿Cómo abordó Satanás a Eva (“la madre de todos los vivientes”) en el huerto del Edén? 

“Temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11:3).

Dios les reveló verdadero conocimiento espirituala Adán y Eva. Luego Satanás, disfrazado como una serpiente, hizo que Eva dudara de la veracidad de su propio Creador. Ella persuadió a su esposo para que juntos cometieran un acto directo de desobediencia: comer del fruto prohibido. ¡Satanás había dado una falsa impresión de Dios! Le mintió a Eva con respecto a las consecuencias de sus acciones. “No moriréis”, le dijo la serpiente (ver los versículos 1-7).

Al engañar a Eva, ¿qué fue lo que le aseguró el diablo? 

“Sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5).

Esta parte de la manipulación de Satanás fue cierta, porque efectivamente sus ojos fueron abiertos al conocimiento del bien y el mal. “Y dijo el Eterno Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal...” (v. 22). Desgraciadamente, esta tendencia a rechazar la instrucción de Dios, que comenzó poco después de la creación de los primeros seres humanos, ha continuado hasta el día de hoy. El mundo está lleno tanto de verdad como de error, del bien y del mal. El diablo astutamente mezcla lo correcto con lo erróneo, y a menudo la gente no puede discernir la gran diferencia que hay entre éstos. Es algo que Dios tiene que revelar, y para esa revelación, su Palabra es esencial. ¡Es el fundamento del saber!

¿Cuál fue uno de los grandes propósitos de la vida de Jesucristo? 

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él [Jesús] también participó de lo mismo, para destruir [derrotar, Versión Popular] por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Hebreos 2:14).

La muerte de Jesucristo fue el sacrificio perfecto para los pecados de la humanidad. Él pagó la pena de muerte por nosotros y le ofrece a la humanidad el don de la vida eterna. Ese acto derrotó los propósitos de Satanás y fue el primer paso esencial hacia la salvación, al cual podía entonces agregarse más conocimiento espiritual.

Cómo adquirir conocimiento según Dios ¿Quién es la fuente de todo conocimiento correcto? 

“El Eterno da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia” (Proverbios 2:6).

¡Dios es el gran Educador! Y la salvación, en cierto sentido, es un asunto de educación. El mundo está lleno de conceptos falsos, así que existe la gran necesidad de recuperar los verdaderos principios bíblicos. El conocimiento confiable de estos principios divinos proviene de una sola fuente: la Palabra de Dios, la Santa Biblia. Dios nos comunica sus normas y su voluntad por medio de las Escrituras.

Sin embargo, cabe mencionar que, aunque la revelación de Dios, la Santa Biblia, es el fundamento de todo conocimiento correcto, ésta no contiene todo el conocimiento. Otros campos del conocimiento humano son útiles y provechosos, y pueden ser edificados sobre ese fundamento firme y confiable.

Todo conocimiento engañoso —esto es, el que no tiene como fundamento la Palabra de Dios— finalmente fallará y desaparecerá.

¿Cuál es una de las claves vitales para adquirir el conocimiento de Dios? 

“Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor del Eterno, y hallarás el conocimiento de Dios” (Proverbios 2:1-5).

La esencia de este pasaje es la importancia de buscar diligentemente el camino de Dios y tenerlo en gran estima. Jesús hizo eco de este sublime principio en el Sermón del Monte: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6). El Nuevo Testamento tiene como base el Antiguo Testamento, que a su vez apunta hacia el Nuevo. Ninguno de los dos está completo sin el otro. El rey David escribió: “Todos tus mandamientos son justicia” (Salmos 119:172). La obediencia y la justicia se complementan mutuamente.

¿Qué otra cualidad necesitamos desesperadamente para poder obedecer a Dios? 

“El principio de la sabiduría es el temor del Eterno...” (Proverbios 1:7).

El temor de Dios no es el temor del mundo o el temor del hombre, el cual “resulta una trampa” (Proverbios 29:25, Nueva Versión Internacional). El verdadero temor de Dios nos lleva a confiar y poner nuestra esperanza en él.

Muchos de nuestros temores son infundados. Dios nos dice: “Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? Y ya te has olvidado del Eterno tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra...” (Isaías 51:12-13).

Dios es nuestro Creador. Él nos hizo a nosotros y al planeta que habitamos. A él le debemos nuestra existencia. Debemos temer las consecuencias de rechazar las enseñanzas, instrucciones y mandamientos revelados en su Palabra.

¿Qué grupo de personas necesita especialmente el temor de Dios? 

“Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel. Para entender sabiduría y doctrina, para conocer razones prudentes, para recibir el consejo de prudencia, justicia, juicio y equidad; para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura” (Proverbios 1:1-4).

Los hombres y mujeres jóvenes —la próxima generación— pronto forjarán el futuro. Sólo el conocimiento de la Biblia podrá ayudarles a afrontar los retos del nuevo milenio. Debemos estar muy agradecidos porque tanto ellos como nosotros tenemos una guía espiritual confiable que fue escrita “para la generación venidera” (Salmos 102:18).

El conocimiento de Dios revelado en dos partes 

La mayoría de las personas están enteradas de que la Biblia está compuesta de dos secciones, conocidas tradicionalmente como el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Esta terminología es un poco engañosa porque sutilmente ha conducido a algunos a rechazar gran parte de la revelación de Dios. Algunos teólogos y dirigentes religiosos consideran que el Antiguo Testamento es de menos valor, o incluso obsoleto, porque es más viejo.

Son muchos los conceptos erróneos que se tienen de la Biblia hebrea. El autor y erudito bíblico John Wenham escribió: “Hemos tenido tanta enseñanza errónea durante tantos años que incluso personas inteligentes a menudo creen realmente que los dos testamentos representan dos puntos de vista opuestos y totalmente irreconciliables, siendo el Dios del Antiguo Testamento un Dios de ira y el del Nuevo Testamento un Dios de amor” (Christ and the Bible [“Cristo y la Biblia”], p. 19).

Hay quienes suponen que el Antiguo Testamento era viejo, y por lo mismo obsoleto, y que por consiguiente fue sustituido por el Nuevo Testamento. Las designaciones “Antiguo Testamento” y “Nuevo Testamento” se hallan en algunas versiones de la Biblia, pero la palabra traducida por “testamento” también significa “pacto”. Estos pasajes hablan acerca del antiguo pacto y el nuevo pacto (los cuales serán explicados ampliamente en otra lección), no acerca de los libros de la Biblia.

Si hubiéramos vivido hace 2.000 años y les hubiéramos preguntado a los apóstoles Pedro, Pablo y Juan acerca del “Antiguo Testamento” o del “Nuevo Testamento”, ellos no habrían tenido idea alguna de qué estábamos hablándoles. Estos términos fueron acuñados mucho tiempo después de que fueron escritos los libros de la Biblia. El primer ejemplo que tenemos de la expresión “Nuevo Testamento” como denominación de las Escrituras griegas, data de un siglo o más después de la época en que vivieron los apóstoles.

El Antiguo Testamento, o mejor dicho las Escrituras hebreas, constituye casi el 80 por ciento de las 773.000 palabras de la Biblia. Además, el Nuevo Testamento contiene unas 600 citas, referencias y alusiones al Antiguo. ¿Tiene sentido, entonces, que gran parte del mundo cristiano considere el contenido del Antiguo Testamento como de algún modo inferior u opuesto al Nuevo? ¿Es lógico hacer caso omiso de la historia de la revelación de Dios, de su camino de vida y de las promesas que contienen esas Escrituras hebreas?

Walter Kaiser, en su libro Toward Rediscovering the Old Testament (“Hacia el redescubrimiento del Antiguo Testamento”), explica: “Si la iglesia persiste en formular toda su teología a partir del Nuevo Testamento, mientras descuida vergonzosamente el Antiguo Testamento, rechaza tres cuartas partes de la revelación escrita de Dios, un tremendo volumen de enseñanza bíblica. Es esta práctica lo que ... causará desequilibrio en su enseñanza. Ella debe regresar al uso didáctico y provechoso del Antiguo Testamento” (p. 29).

La transición de los profetas a los evangelios 

Estas dos partes de la Palabra de Dios se unen perfectamente para formar la revelación completa de Dios a la humanidad. Aun cuando el período entre los testamentos fue de más de 400 años, los escritos de los profetas hebreos preceden a los escritos apostólicos de un modo que nos permite ver unidad.

Consideremos la suave transición entre las palabras finales de los profetas del Antiguo Testamento y las palabras que inician el Nuevo Testamento. Malaquías, que por lo general se considera el último de los profetas hebreos, predijo un “Elías” que había de venir: Juan el Bautista (Mateo 11:13-14; Malaquías 4:5-6).

Marcos, quien se considera haber sido el primero en escribir un evangelio, empieza exactamente donde Malaquías termina, citando profecías de Malaquías 3:1 e Isaías 40:3 acerca de un mensajero que precedería al Mesías. Entonces a Juan el Bautista (el Elías venidero que fue profetizado por Malaquías) se le presenta como el precursor de Jesucristo y quien iba a preparar el camino para su primera venida. (Es interesante notar que el contexto del capítulo final de Malaquías también implica la aparición de otro “Elías” antes del retorno de Cristo.)

De manera similar, Mateo empieza su evangelio como una continuación del Antiguo Testamento, dando una genealogía del linaje hebreo patriarcal y real que conduce al nacimiento de Jesús. El propósito específico en Mateo 1 está resumido en el versículo 18: “El nacimiento de Jesucristo fue así...”

No obstante, 17 versículos vitales preceden a esta declaración. ¿Por qué? Estos versículos declaran con vehemencia el linaje de Jesucristo hasta el rey David y, aún más atrás, hasta el patriarca Abraham. Estas palabras de Mateo revalidan la importancia de los libros anteriores de la Biblia hebrea y demuestran cómo él estaba construyendo sobre ese fundamento.

¿Por qué empieza el Nuevo Testamento con una genealogía? 

“Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos ... David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías ... Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el tiempo de la deportación [de los habitantes de Judá] a Babilonia ... De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce” (Mateo 1:1-2, 6, 11, 17).

Estos 17 versículos pueden ser vistos como un breve resumen de la historia sagrada de Israel y Judá. Encierran un poderoso mensaje al principio del Nuevo Testamento de que debemos darle debida consideración al Antiguo Testamento.

La introducción histórica de Mateo tiene como propósito mostrar la genealogía legal de Jesús, y que él fue el cumplimiento de las promesas hechas a Abraham (Génesis 12:3; 18:18; 22:18; etc.) y al rey David (2 Samuel 7:16; Hechos 13:22-23; Lucas 1:32). El Evangelio de Mateo está construido sobre el fundamento de las Escrituras hebreas y las cita muchas veces. De este modo los escritos tanto de Mateo como de Marcos unen los dos testamentos como una revelación completa y veraz.

La fascinante revelación de Dios 

El hombre fue creado “a imagen de Dios” (Génesis 1:27). En estas palabras hay un indicio del sorprendente plan, propósito y relación que él desea tener con toda la humanidad. Imaginémonos todas las habilidades y el potencial que nos confiere el ser creados a imagen de Dios, todos los deberes y obligaciones, toda la magnificencia y diversidad de dones que debemos utilizar en su servicio.

Lo que podemos saber es que Dios ha hablado “muchas veces y de muchas maneras” (Hebreos 1:1) para dar a conocer su voluntad al hombre. En la Biblia hay una riqueza de formas y expresiones literarias: leyes, poesía, proverbios, profecía, historia, evangelios, historia eclesiástica, cartas personales y generales, un mensaje apocalíptico y más. Los seres humanos apreciamos la variedad, y Dios se encargó de que las maravillas de su Palabra no nos llegaran en la forma de un bosquejo aburridor o una simple lista de deberes y prohibiciones.

La Biblia es la historia de personas y acontecimientos que abarca miles de años. Jesús y los apóstoles dieron testimonio de la exactitud e inspiración divina de las Escrituras hebreas. Apoyaron las leyes y promesas contenidas en esos libros, y basaron sus enseñanzas en sus principios fundamentales. Ellos siguieron sosteniendo las normas y preceptos del Antiguo Testamento.

¿Reconoció Jesucristo que el mensaje de la Biblia hebrea es transmitido en más de una forma de expresión literaria? 

“Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, [Jesús] les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían ... Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:27, 44).

Jesús reconoció la división tripartita del Antiguo Testamento: la ley, los profetas y los escritos (esta última sección es llamada también los salmos, debido a que la encabeza el libro de los Salmos). La ley constituye los cinco primeros libros, todos escritos por Moisés: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

¿Se refirió Jesús a la Biblia hebrea en términos cronológicos? 

“...desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías...” (Mateo 23:35; Lucas 11:51).

En la Biblia, el tiempo se mide a veces en términos de las vidas de sus personajes dominantes. Abel fue el primer hombre justo en ser martirizado (Génesis 4:8), y el homicidio de Zacarías fue el último que se menciona en la Biblia hebrea, según el orden de los libros mantenido por los judíos (2 Crónicas 24:20-21). Por su parte, el apóstol Pablo mencionó el período “desde Adán hasta Moisés” (Romanos 5:14).

¿Reconoció y creyó Jesús en el relato del Génesis sobre la creación de la tierra? 

“Aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá” (Marcos 13:19).

¿Confirmó Jesús la validez de otros relatos históricos del Génesis? 

“Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos” (Lucas 17:26-27).

Es muy evidente que Jesús reconoció los relatos de la creación y del diluvio como hechos históricos. Él creyó las declaraciones que se encuentran en el Génesis y públicamente confirmó su validez.

¿Qué dijo Jesús acerca de los principales personajes de la historia hebrea? 

“...cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios...” (Lucas 13:28).

“¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre...?” (Marcos 2:25).

Jesús reconoció y confirmó la historicidad de los personajes y acontecimientos del Antiguo Testamento (ver Mateo 11:22-24; 12:41-42). Autenticóla Biblia hebrea al aceptar la historia bíblica y citarla en su enseñanza.

Los apóstoles hicieron lo mismo. Hebreos 11, conocido como “el capítulo de la fe”, es un compendio de la creencia de la iglesia apostólica en los personajes y acontecimientos del Antiguo Testamento.