La importancia de tener buenas amistades
Algunas personas prefieren estar solas, pero a la gran mayoría le gusta sentirse rodeada de gente. Las relaciones y el contacto personal son muy importantes para ellas y desean tener amistades y mantenerlas.
La amistad es parte del camino de vida de Dios. Su Palabra tiene mucho que decir acerca de este tema. De hecho, Dios enfatizó fuertemente su deseo de que mantengamos relaciones y amistades. Jesucristo, quien es uno en mente y Espíritu con el Padre, se casará con la Iglesia. Esto implica una relación de compañerismo extremadamente cercana. Las relaciones saludables, sólidas y estrechas constituyen uno de los grandes pilares del plan de Dios.
Las Escrituras se refieren a Abraham y a Moisés como a “amigos de Dios” (Éxodo 33:11; Santiago 2:23). Jesús tuvo amigos muy cercanos. Aunque los discípulos fueron sus amigos más íntimos, él también cultivó amistades con otras personas, incluyendo a los recolectores de impuestos, motivo por el cual fue duramente criticado (Mateo 11:19). Uno de estos recaudadores, Mateo, se convirtió después en su discípulo (Mateo 9:9-13).
Estos ejemplos demuestran que no es inapropiado tener amigos que no sean cristianos. Juan, otro discípulo y gran amigo de Jesús, describió un peligro que debemos tener en mente: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17).
Tenemos que lograr un equilibrio adecuado. Debemos ayudar a las personas en el mundo —en la sociedad— pero no compartir su forma de vida.
De entre los discípulos, nuestro Salvador se sintió especialmente cercano a Juan. Incluso, Jesús le pidió a este discípulo que cuidara a María, su madre, después de su muerte. Aunque Jesús tenía muchos amigos, parece haber tenido una afinidad especial con Juan.
Las epístolas de Juan giran en torno al amor como tema principal. Debido a que Dios es amor y el Hijo de Dios es semejante a su Padre (Hebreos 1:3), esto puede explicar por qué Jesús sentía un cariño especial por Juan. Siguiendo el ejemplo de Jesucristo, podemos ver que no es malo tener amigos cercanos, siempre y cuando esto no nos impida ayudar a otros y tener una relación positiva con ellos.
Las personas pueden ser mucho más efectivas, equilibradas y sabias si se esfuerzan en desarrollar y mantener amistades sanas. La Palabra de Dios apoya este enfoque. El libro de Proverbios está lleno de dichos muy sabios relacionados con la amistad. Proverbios se enfoca en la importancia de tener amistades basadas en las premisas correctas. Por ejemplo, Proverbios 19:4-6 nos dice: “Las riquezas traen muchos amigos; mas el pobre es apartado de su amigo . . . Muchos buscan el favor del generoso, y cada uno es amigo del hombre que da”.
Salomón observó que muchas personas se hacen amigas de alguien por motivos egoístas y por interés en lo que aquella persona puede aportarles. Sin embargo, un verdadero amigo es quien se sacrifica por su hermano, no quien sacrifica a su hermano para obtener algo. Un verdadero amigo será siempre amoroso, incluso en la adversidad (Proverbios 17:17).
Un amigo sincero está profundamente comprometido con la relación. Observe cómo describe Jesucristo este compromiso: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Jesús no solo dijo esto, sino que lo vivió en carne propia, y para nosotros es todo un desafío seguir este hermoso ejemplo.
Algunos piensan que ser amigo de alguien significa no estar nunca en desacuerdo. Sin embargo, en ocasiones un verdadero amigo necesita decirle a su hermano en qué está equivocado. “Fieles son las heridas del que ama; pero inoportunos los besos del que aborrece” (Proverbios 27:6).
Los amigos deben ayudarse y fortalecerse mutuamente, para crecer y mejorar (Proverbios 27:17). Las personas logran muchas más cosas si trabajan juntas. Dos son mejor que uno (Eclesiastés 4:9-12).
El camino de Dios no es un camino de independencia de los demás. Es un camino de interdependencia, de relaciones estrechas y de trabajo en conjunto, como lo haría un equipo bien entrenado, para lograr los objetivos que Dios establece. Todos necesitamos buscar, desarrollar y mantener amistades de manera activa, con perspectivas y motivos cristianos. Como resultado de ello, nos convertiremos en mejores personas.