La profecía del monte de los Olivos

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La profecía del monte de los Olivos

En la profecía del monte de los Olivos, se predicen varios acontecimientos importantes que se incrementarán e intensificarán antes del regreso de Jesucristo (Mateo 24; Marcos 13; Lucas 21). Cuando los discípulos de Jesús le preguntaron cuáles serían las señales que precederían a su regreso y al fin de este siglo, él les respondió: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:4-8).

Los acontecimientos más importantes que Jesús profetizó fueron: engaño religioso, guerras, epidemias, hambres y terremotos. ¿Están sucediendo estas cosas en la actualidad?

Engaño religioso y confusión

Hemos visto en los periódicos la noticia de horrendos suicidios colectivos de integrantes de varias sectas religiosas. Estas tragedias fueron noticia porque los carismáticos dirigentes condujeron a sus seguidores no a la vida, sino a la muerte.

Por ningún motivo debemos creer que esta es la única forma de engaño religioso que Jesús predijo. Aun en los días de la Iglesia primitiva, Pablo habló acerca de “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia. . .” (2 Corintios 11:13-15).

Otros apóstoles también advirtieron acerca de una gran conspiración religiosa que se disfrazaría como cristianismo. Pedro advirtió acerca de “falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras” (2 Pedro 2:1). Juan escribió que aun en sus días “. . . muchos falsos profetas [habían] salido por el mundo” (1 Juan 4:1). También nos revela cuál es el poder que está detrás de este gran engaño: “. . .Satanás, el cual engaña al mundo entero. . .” (Apocalipsis 12:9).

Cerca de dos mil millones de personas profesan el cristianismo; sin embargo, están divididos en cientos de iglesias y sectas que afirman seguir a Cristo aunque creen y defienden una increíble variedad de creencias y prácticas contradictorias. ¿Es acaso este el cristianismo de la Biblia, o es parte del engaño y la confusión religiosa que Jesús predijo? (Si desea más información con respecto a este tema, no vacile en solicitarnos el folleto titulado La Iglesia que edificó Jesucristo.)

Guerras y rumores de guerras

Habiendo cobrado ocho millones de vidas, la primera guerra mundial supuestamente era la guerra que iba a poner fin a todas las guerras. Una generación después, otra guerra mundial tuvo un número de víctimas 10 veces mayor que la primera.

Además, cientos de miles de personas han muerto desde entonces en Corea, Vietnam, Afganistán, Iraq, Irán, Kuwait, Bosnia, Somalia y otros países. Aunque no tuvieron un gran despliegue informativo, a lo largo del decenio de 1990 se libraban simultáneamente entre 20 y 30 conflictos armados.

De hecho, las guerras del siglo 20 cobraron más víctimas que todas las guerras anteriores juntas.

El 6 de agosto de 1945, Hiroshima fue destruida por una bomba atómica. Este mortífero artefacto, lanzado de un bombardero B-29, tenía la capacidad de destruir una ciudad mediana. Actualmente, un solo submarino nuclear lleva el poder de destruir más de 150 ciudades grandes, suficiente para hacer rendir a varias naciones.

Decenas de esta clase de submarinos nucleares surcan los océanos, además de las cabezas nucleares que pueden ser disparadas desde otros vehículos de guerra: helicópteros, artillería y diferentes tipos de misiles. Jesús dijo que las condiciones en el tiempo del fin serían tan extremas que a menos que él regresara, “nadie escaparía con vida” (Mateo 24:22, Nueva Biblia Española). No ha sido hasta décadas muy recientes que la humanidad ha adquirido esa inmensa capacidad destructiva de exterminar varias veces todo vestigio de vida.

¿Qué efectos traerá la próxima guerra mundial? Según la revelación que Jesucristo le hizo al apóstol Juan (Apocalipsis 6:8; Apocalipsis 9:13-18), más de dos mil millones de personas perecerán. Este impresionante número de víctimas es una trágica posibilidad debido al increíble arsenal de armas nucleares, químicas y biológicas que tenemos actualmente.

Hambres

Tal vez usted recuerde los titulares de la prensa en los decenios de 1960 y 1970, cuando la sequía y la explosión demográfica cobraron cientos de miles de víctimas en la India y en el África. Más tarde nos enteramos de que millones de seres humanos murieron en la China, la Unión Soviética, Camboya y Etiopía cuando los comunistas tomaron el poder en estos países.

El hambre no es producida únicamente por condiciones naturales. Los seres humanos han demostrado que son perfectamente capaces de causar la escasez de alimentos por medio de prácticas y políticas erróneas. El hambre también es una consecuencia natural cuando la guerra interrumpe los ciclos agrícolas normales, el transporte y la economía.

Es sólo cuestión de tiempo hasta que el aumento de la población mundial provoque una dramática escasez de alimentos. Tan sólo en el siglo 20, la población se cuadruplicó hasta alcanzar más de seis mil millones de habitantes. Cada año se añaden aproximadamente 80 millones de personas, lo que hace que cada década se esperen cerca de mil millones más de personas.

Si el ritmo de crecimiento continúa tal como está, la población mundial se duplicará en unos 50 años. Lo que más preocupa a los dirigentes mundiales y a las organizaciones es que la mayor parte de este crecimiento ocurrirá en las naciones menos capacitadas para proveer alimentos, refugio y vestido a estos nuevos habitantes. Con tantas nuevas bocas que alimentar, el hambre, con todas sus consecuencias, inevitablemente llegará.

La situación es tan precaria que cualquier variación en el clima de las tierras cultivables puede provocar una reducción considerable en la producción de alimentos. Un factor que muchos ignoran y pasan por alto es la influencia que las relaciones entre las personas y Dios tienen en el clima.

Hemos perdido de vista el hecho de que Dios controla el clima. El rey Salomón entendió muy claramente este principio: “Si el cielo se cerrare y no lloviere, por haber ellos pecado contra ti, y te rogaren en este lugar y confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los afligieres, tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad” (1 Reyes 8:35-36).

A medida que se aproxima el tiempo del fin y los patrones de conducta de las personas siguen deteriorándose, otras profecías nos indican que habrá unos cambios dramáticos en las condiciones climatológicas y una de las consecuencias será el hambre. Dios se valdrá de esto como un instrumento para llamarle la atención a una humanidad cada vez más rebelde.

Epidemias

Los investigadores médicos se encuentran absolutamente sorprendidos por la aparición en tiempos recientes de nuevas enfermedades y epidemias. Los titulares han sido acaparados, y con sobrada razón, por el sida, una enfermedad que ha cobrado más vidas que la peste negra que devastó a Europa en la Edad Media.

El sida es solamente una de las enfermedades incurables que preocupan a los gobiernos y a los científicos. La lista es larga; basta recordar, por ejemplo, la enfermedad de los legionarios, la fiebre de Lassa, el hantavirus, E. coli, el virus de Machupo y el del Ébola. Muchos de estos virus matan tan rápidamente que ha sido imposible para los científicos descubrir su forma de transmisión y de acción, y no han podido encontrar una cura o tratamiento para combatirlos.

Es igualmente aterrador el resurgimiento de antiguas enfermedades que supuestamente estaban controladas, tales como la tuberculosis, la peste bubónica y algunas bacterias comunes. Enfermedades como el paludismo y el cólera han vuelto a aparecer con más fuerza que antes. No podemos olvidar que entre 1918 y 1919 una epidemia extraordinaria de influenza cobró cerca de 20 millones de víctimas, muchas más de las que hubo en la primera guerra mundial

El siglo 20 experimentó un incremento progresivo de enfermedades que tienen su origen en el estilo de vida, la forma de alimentación y factores ambientales, tales como el cáncer, las enfermedades venéreas, la diabetes, enfermedades del corazón y la cirrosis hepática, sólo por mencionar algunas.

Como si todo esto no fuera suficiente, es necesario tener en cuenta que la desintegración de la estructura social causada por la guerra y el hambre nos conducirá inevitablemente a devastadoras epidemias mundiales. Y al considerar el cumplimiento de la profecía no debemos olvidar las armas químicas y biológicas.

Terremotos en varios lugares

Sólo ha sido en épocas recientes que los científicos han logrado entender las causas de los terremotos. Según sus descubrimientos, la corteza terrestre es como una cáscara de huevo que tiene en su interior el magma líquido. Los grandes pedazos de la corteza se mueven suavemente a medida que flotan sobre el magma. En aquellas partes donde la corteza es delgada, o en aquellos sitios en donde chocan ciertas partes de la corteza, se producen terremotos y hay frecuentes erupciones volcánicas.

Las zonas de mayor actividad sísmica se encuentran en los lugares más densamente poblados del mundo: Italia, el sudeste de Europa, Turquía, Filipinas, Taiwán, Indonesia, Japón y la parte occidental del continente americano.

¿Se está incrementando el número de terremotos? Es muy difícil hacer comparaciones a largo plazo, ya que los sismógrafos modernos sólo aparecieron en tiempos relativamente recientes. La escala de Richter, que mide la magnitud de los terremotos, apenas data de 1935. Mientras más sensibles son los aparatos de medición, más terremotos detectan que anteriormente hubieran pasado inadvertidos.

A pesar de esto, el Centro Nacional de Información de Terremotos, de los Estados Unidos, informa que en el siglo 20 hubo más de 20 terremotos que cobraron un mínimo de 10.000 vidas cada uno; entre ellos se cuentan varios de gran magnitud que causaron más de 100.000 muertes. En los últimos 100 años ha muerto más de un millón de personas en terremotos.

En realidad, cada día ocurren miles de terremotos, aunque muchos son tan leves que no pueden ser detectados sino por medio de sismógrafos. Sin embargo, anualmente ocurren en promedio casi 1.000 temblores entre moderados y fuertes (de 5,0 a 6,9 grados en la escala de Richter), además de 18 temblores grandes (entre 7,0 y 7,9 grados) y un terremoto de gran magnitud (de 8,0 grados o más). Bien sea que los terremotos estén aumentando su frecuencia o no, la predicción de Jesús acerca de “terremotos en diferentes lugares” es algo que describe perfectamente nuestro tiempo.

Debemos recordar que Jesús dijo: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:7-8). Las tragedias que vemos a nuestro alrededor son unos dramáticos recordatorios de las palabras de Jesús y un anticipo de las catástrofes mayores que aún están por venir.

Como resultado de todas estas cosas tan terribles, aquellos que sobrevivan serán humillados hasta el punto de que finalmente se arrepentirán y aceptarán la promesa de nuestro Creador de un futuro maravilloso en un mundo que excede nuestra capacidad de imaginación. Entonces se cumplirán en toda su magnitud las profecías antiguas acerca de un mundo utópico de paz, salud y bienestar.