¿Serán atormentados eternamente los impíos?
Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano . . . será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre” (Apocalipsis 14:9-11).
A primera vista, esto parece confirmar la idea que tradicionalmente escuchamos acerca de un lugar en ebullición, con vapores azufrados, en el que de una manera inmisericorde y eterna son torturadas las almas inmortales. Pero si no tenemos en mente este concepto, podemos ver que lo que este pasaje está diciendo es algo completamente diferente.
Primero, tengamos en cuenta que lo que sube para siempre es el humo de su tormento; no dice que su tormento será eterno. El humo es el producto de la incineración de los cuerpos de todos aquellos que adoren a la bestia y a su imagen (vers. 9), en otras palabras, el sistema político y religioso que Jesús destruirá a su regreso.
Otros pasajes nos confirman que los impíos serán destruidos y los justos hollarán sus cenizas: “He aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho el Eterno de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho el Eterno de los ejércitos” (Malaquías 4:1-3).
La referencia que se hace en Apocalipsis 14:11 de aquellos impíos que “no tienen reposo de día ni de noche” tiene que ver con aquellos que continúan adorando a la bestia y a su imagen. Cuando sean lanzados al lago de fuego serán consumidos completamente y perecerán, de manera que ya no podrán ser más atormentados.
Veamos la referencia que David hizo en Salmos 37:20 acerca de aquellos que serán quemados y perecerán: “Los impíos perecerán, y los enemigos del Eterno como la grasa de los carneros serán consumidos; se disiparán como el humo”.
Los impíos que no se arrepientan de sus pecados, que deliberada y conscientemente se nieguen a someterse a Dios para obedecerlo y adorarlo, serán totalmente destruidos por el fuego. El humo de su tormento subirá “por los siglos de los siglos”, lo que significa que nada ni nadie podrá impedir que esto ocurra. La expresión griega traducida como “por los siglos de los siglos”, no siempre significa la eternidad o infinidad, sino que puede indicar algo que no será detenido, algo que continuará mientras las circunstancias lo permitan.