Palabras de ánimo
Según lo que dijo el apóstol Pablo, Dios nos ha revelado los detalles de lo que sucede con las personas que mueren para animarnos y consolarnos, para darnos esperanza en los momentos en que estamos experimentado el dolor de la pérdida de un ser querido, para que no nos entristezcamos “como los otros que no tienen esperanza” (1 Tesalonicenses 4:13). La vida eterna que Dios nos ha prometido es cierta; podemos estar seguros de que él cumplirá su promesa si le somos fieles. Al escribirle a Tito, Pablo le expresó su confianza “en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos” (Tito 1:2).
No podemos negar que cuando muere un familiar o amigo, todos nos sentimos solos y vacíos y tenemos la sensación de que nos quedamos cortos, que hizo falta algo, que debimos hacer o decir algo más. Si entendemos claramente la verdad acerca de la vida y la muerte, esto podrá ayudarnos a enfrentar nuestra propia mortalidad. Si miramos la vida dentro de una perspectiva total, tendremos ánimo y esperanza. Nos daremos cuenta de que la muerte, al igual que nuestra existencia física, es algo temporal y pasajero. Llegará una época en la que nos reuniremos con aquellos que han muerto y podremos renovar y estrechar aún más los lazos que tuvimos con ellos.
Necesitamos tiempo para adaptarnos a la sensación de pérdida y de soledad que nos deja la muerte de alguien cercano, pero debemos recordar que ni aun la muerte podrá separarnos a nosotros ni a nuestros seres queridos de Dios y de su amor: “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida . . . ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39).