La Unión Mediterránea
¿Semillas de un nuevo Imperio Romano?
El pasado 13 de julio, líderes de 43 naciones que rodean el Mediterráneo (de Europa, África del norte y el Cercano Oriente) se reunieron en París, Francia, para formar una nueva unión regional: la Unión del Mediterráneo o, como es ahora oficialmente llamada, la Unión para el Mediterráneo. “Hizo que estuvieran juntos, por primera vez alrededor de una sola mesa, dignatarios de naciones enemigas como Israel y Siria, Argelia y Marruecos, Turquía y Grecia” (Prensa Asociada, 13 de julio de 2008).
Este fue un sueño hecho realidad para el presidente francés Nicolás Sarkozy, quien empezó a abogar por la creación del nuevo bloque poco después de asumir su presidencia. Sarkozy dirigió la reunión junto con el presidente egipcio Hosni Mubarak; los dos actúan como copresidentes interinos, ya que se pretende que la unión funcione bajo una copresidencia de norte y sur.
Este es un suceso sorprendente, no sólo por la rapidez con que se formó esta unión —tan sólo un año después de haber sido propuesta— sino también por sus posibles vínculos con los acontecimientos profetizados en la Biblia para el tiempo del fin.
Revitalizando un proceso anterior
Las raíces de esta unión se remontan más allá del Proceso de Barcelona en 1995 (llamado así por Barcelona, España, el lugar en donde se llevó a cabo la conferencia inicial), en el que la Unión Europea y muchos de sus vecinos del sur y del sureste formaron la Sociedad Euro-Mediterránea con el fin de promover la estabilidad y la prosperidad regionales.
Esta sociedad no tuvo mucho éxito debido en parte a la apatía política y a la falta de acuerdo en asuntos fundamentales.
Sarkozy propuso esta unión con metas más grandes, como un medio “para terminar con todos los odios, para avanzar hacia el gran sueño de la paz y el gran sueño de la civilización” (citado en el International Herald Tribune del 6 de julio de 2008).
Inicialmente, Sarkozy lo limitó a las naciones que bordeaban el Mediterráneo. Esto, en su opinión, le hubiera dado una mayor oportunidad de éxito que al Proceso de Barcelona, porque habría menos participantes que tendrían que ponerse de acuerdo en ciertos asuntos, y los participantes tendrían más cosas en común regionalmente.
p>Esta unión también era una forma de fortalecer las relaciones con Turquía, una nación muy importante como puente entre Europa y los estados musulmanes de África del norte y del Cercano Oriente. Sarkozy se ha opuesto ferozmente a que Turquía sea miembro de la Unión Europa, así que esto se ofreció como un premio de consuelo. Turquía, sin embargo, llegó al final a esta reunión, pues no estuvo de acuerdo con la Unión Mediterránea hasta que tuvo toda la certeza de que esto no sería un obstáculo en sus esfuerzos para unirse a la Unión Europea.
Sin lugar a dudas, esta unión implicaría elevar la posición de Francia en la Unión Europea y en el mundo. Reavivaría los antiguos vínculos coloniales de Francia con África del norte y el Cercano Oriente. Y la ausencia de Alemania y otras naciones de la Unión Europea que no bordean el Mediterráneo hubiera colocado a Francia en el puesto de mando.
Presionado a ceder
Sin embargo, Alemania y otras naciones del norte de la Unión Europea se sintieron ofendidas por haber sido excluidas de este bloque que sin lugar a dudas tendría un estilo europeo y utilizaría de sus fondos también. Después de reunirse con la canciller alemana Ángela Merkel, Sarkozy estuvo de acuerdo en inscribir la nueva unión dentro del esquema de la Unión Europea del Proceso de Barcelona e incluir todos los países de la Unión Europea.
Pero Sarkozy rechazó las críticas de que él había planeado que fuera un proyecto exclusivamente francés. Y agradeció especialmente a Merkel su respaldo al proyecto: “Me hizo muy feliz el ver cómo ella defendió la Unión del Mediterráneo . . . Eso fue realmente el eje alemán-francés” (citado en EurActiv.com, 14 de marzo de 2008).
Con el fin de lograr una mayor aceptación, la envergadura de la iniciativa se ha recortado, así que asuntos sensibles tales como la inmigración fueron dejados de lado para dar paso a proyectos de energía solar, contaminación marina y coordinación en los esfuerzos antiterroristas. Pero es un comienzo, y los asuntos más importantes probablemente vendrán después.
Algunos consideran que el plan de Sarkozy está tambaleante. Pero si esto fuera así, debemos preguntarnos por qué tantos jefes de estado se reunieron para respaldar la unión, incluso los líderes árabes que estuvieron sentados en la misma mesa con el primer ministro israelí. Esto fue verdaderamente un gran logro diplomático.
El profetizado resurgimiento de un imperio
Una ausencia muy importante fue la del dirigente libio Muammar Gaddafi, aunque sí envió un representante. Molesto porque los planes iniciales de incluir sólo unas pocas naciones del sur de Europa y del norte de África fueron cambiados para abarcar toda la Unión Europea y el Cercano Oriente, aun a Israel (que según sus propias palabras era algo “muy peligroso” como para que él lo apoyara), Gaddafi boicoteó esta reunión diciendo: “Tenemos otro Imperio Romano y un diseño imperialista. Estos son mapas y diseños imperialistas que ya hemos dejado atrás. No los debemos volver a tener” (citado por Bruno Waterfield, “Gaddafi ataca el plan de Sarkozy para la Unión del Mediterráneo”, periódico The Daily Telegraph, 10 de julio de 2008).
De hecho, si miramos esta nueva unión en el mapa, encontraremos un gran parecido con el mapa del antiguo Imperio Romano que se encuentra en las últimas páginas de muchas Biblias. Ese imperio rodeaba el Mediterráneo, y orgullosamente los romanos lo llamaban Mare Nostrum: nuestro mar.
Francamente, en este caso Gaddafi está en lo cierto. Las cosas están dirigidas hacia otro Imperio Romano, aunque muchos de los participantes lo ignoran.
La profecía bíblica revela que el Imperio Romano —el cuarto de una sucesión de antiguos imperios— será resucitado en los últimos días (ver Daniel 2 y 7; Apocalipsis 13 y 17). Desde hace mucho estamos viendo el cumplimiento de esto con el aumento de la integración política de la Unión Europea, que comenzó con el Tratado de Roma en 1957. Pero en años recientes la integración se ha acelerado dramáticamente. Ahora tenemos una unión más grande, que cobija todo el territorio del antiguo Imperio Romano y aún más.
Los reyes del norte y del sur
Algo de especial interés es la copresidencia que el norte y el sur tienen en esta nueva unión. En Daniel 11 encontramos una profecía bastante extensa que detalla el conflicto histórico en el Cercano Oriente entre potencias situadas hacia el norte y hacia el sur de la tierra de Israel. El “rey del sur” del tiempo del fin va a atacar al “rey del norte”, el gobernante de Europa que para vengarse ocupará partes del norte de África y del Cercano Oriente, incluyendo a Israel (vv. 40-45). En tanto que el norte y el sur en esta profecía con frecuencia son considerados como entidades políticas completamente separadas, no es imposible que al principio participen en alguna clase de unión y más adelante se vuelvan el uno contra el otro.
Es digno de considerar en cuanto a esto la advertencia de Gaddafi en el sentido de que el plan de la Unión Europea para el Mediterráneo sería una disculpa para una nueva generación de terroristas. Él afirmó: “Creo que este proyecto de la Unión para el Mediterráneo aumentaría la inmigración ilegal y el terrorismo y daría una justificación a los extremistas islámicos para llevar a cabo ataques en nombre de la yihad. Estos extremistas interpretarían [la Unión para el Mediterráneo] como una cruzada en contra del islam y una colonización europea.
“Hablarían de la yihad en Europa. Este proyecto es escalofriante. Este proyecto es peligroso. Ellos lo interpretarían como una nueva cruzada destinada a contener las fuerzas musulmanas. Lo verían como un nuevo colonialismo y acusarían a los árabes [es decir, los líderes árabes] de ser traidores que han abandonado los principios y han vendido sus naciones” (citado en el periódico The Daily Telegraph).
Esto podría conducir a incursiones europeas a territorios musulmanes para hacer frente al terrorismo. Así, un bloque que quiere promover la cooperación y el intercambio pacífico podría terminar causando una división más grande y aun la guerra total.
En cualquier caso, aquellos que tienen la esperanza de que esta unión vaya a traer paz al Cercano Oriente y aun al mundo entero, seguramente se van a sentir muy defraudados. Porque la profecía habla de esto también, advirtiéndonos de una época de falsa paz que será seguida por el peor período de la historia humana.
Si usted desea informarse sobre lo que en la Biblia se predice para Europa y el Cercano Oriente en los próximos años, le recomendamos que lea nuestros folletos gratuitos El Cercano Oriente en la profecía bíblica y El Apocalipsis sin velos. BN