¿Estamos volviendo a Sodoma?
En dos ocasiones he estado en el lugar que, según la evidencia arqueológica, cada vez más parece ser la antigua Sodoma. Ambas experiencias fueron muy aleccionadoras. El hecho de contemplar la llanura del valle del Jordán y pensar en la destrucción que llovió desde los cielos sobre las ciudades cuya presencia se hizo reprobable para Dios, fue una vivencia inolvidable.
Durante una visita a Jordania para observar la Fiesta de los Tabernáculos ordenada en la Biblia, parte de nuestro grupo decidió hacer la excursión a Tall el-Hammam. Un equipo de arqueólogos estaba a punto de empezar a retirar las capas de este gran montículo situado cerca de la ribera norte del mar Muerto, que contempla las llanuras que llevan a Jericó y a las colinas más allá de Israel. Esto fue hace 16 años.
Ahora se sabe mucho más sobre este yacimiento. Una reciente conferencia de arqueología incluyó informes del Dr. Steven Collins, director del proyecto, y del Dr. Phillip Silvia, director de análisis científico. Se ha publicado un importante artículo revisado por expertos, y es posible que haya más conclusiones sobre el hallazgo de la antigua Sodoma (véase “¿Se ha encontrado Sodoma?”, comenzando en la página 4).
Cualquier descubrimiento arqueológico que confirme la verdad de la Biblia es importante. Los escépticos han desechado gran parte del registro bíblico, especialmente las historias y personajes del Génesis.
En el libro del Génesis encontramos la historia de Sodoma y Gomorra, dos ciudades que simbolizan la decadencia social a lo largo de la historia. Por sus graves pecados, Dios hizo llover fuego del cielo sobre ellas y otras ciudades aledañas, destruyendo a todos los habitantes de Sodoma excepto a Lot y sus dos hijas. Ahora, en el siglo xxi, la arqueología ha dejado al descubierto evidencias de un catastrófico suceso cósmico en las tierras bíblicas. Este cataclismo arrasó una gran ciudad antigua que se ajusta a la descripción de la antigua Sodoma.
Lo que la Biblia nos dice sobre los pecados de estas ciudades es una aleccionadora denuncia acerca del rumbo que ha tomado la cultura moderna, que se parece mucho a la de Sodoma. Lo que en realidad está motivando las guerras culturales que se han extendido por Estados Unidos, y también por otras naciones, es el deseo de muchos de alterar la estructura fundamental de la familia y la sociedad tal como la hemos conocido siempre. Es fundamental que usted entienda lo que la Palabra de Dios nos enseña sobre Sodoma, sus pecados y su similitud con nuestra cultura moderna.
La historia de Sodoma
La historia de Sodoma comienza en Génesis 13, donde vemos a Abraham (entonces llamado Abram) y a su sobrino Lot cuando vivían en la tierra de Canaán, entre Betel y Hai. Ambos tenían rebaños y manadas más grandes que lo que esa sección de tierra podía alimentar, puesto que había más animales que pastos. Sus trabajadores comenzaron a tener conflictos entre sí y se hizo evidente que tendrían que separarse en bien de la paz. Abraham le dio a Lot la primera opción de dónde establecerse: “No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo ruego que te apartes de mí” (Génesis 13:8-9).
Esto aconteció en las colinas que se empinaban sobre el valle del río Jordán. Ambos hombres podían ver “toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto del Eterno, como la tierra de Egipto” (v. 10). La zona de las colinas, donde ellos se hallaban, tenía sus ventajas, pero el valle del Jordán era una propiedad de primera clase en aquella tierra mayormente árida.
Lot, en vista de que se le había dado a escoger, se dirigió hacia el Jordán. Así que se separaron, y Lot viajó hacia el este y terminó estableciéndose en Sodoma. (Tall el-Hammam, donde el equipo de Collins está excavando, era en tiempos de Abraham una gran ciudad que abarcaba unas 36 hectáreas en el extremo oriental del valle). Al mudarse a Sodoma y establecer allí un hogar permanente, Lot abandonó la vida entre sus rebaños y optó por una existencia más tranquila en una ciudad donde predominaba un estilo de vida muy diferente, pero absolutamente malvado.
Observe el contraste en esta escena: al quedarse en las colinas de Canaán y mantener una vida rural, Abraham fue bendecido por Dios, quien le dijo: “Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho, porque a ti te la daré” (v. 17). Abraham mostró su respeto y adoración hacia Dios erigiendo un altar de sacrificios (versículo 18).
Lot, por el contrario, optó por acercarse a un ambiente lleno de pecado y proseguir su vida ahí (versículo 13). Con el tiempo, cambió su estilo de vida; la familia se había separado de su tío, con quien Lot compartía la fe en el único Dios verdadero. La decisión, como veremos, tuvo un impacto profundamente negativo en la familia.
¿Cómo era la cultura de Sodoma?
A distancia, el atractivo de Sodoma era obvio: estaba emplazada en una zona rica y fértil, donde sus rebaños podían prosperar. Pero Lot, al permanecer en su vecindad, finalmente se sintió atraído por la ciudad misma.
La cultura de Sodoma sin duda atraía a muchos que se trasladaban hasta allá para estar cerca de las actividades y atracciones que sustentaban el estilo de vida acomodado de sus moradores y vecinos. Sodoma era una ciudad en auge: los negocios prosperaban y la riqueza había creado un alto nivel de vida, permitiendo a la gente fabricar y comprar bienes para venderlos a lo largo de las rutas comerciales de la época, y había comida en abundancia. La vida allí había brindado a Lot y a su familia una grata distracción de la dura existencia como pastores a la que estaban acostumbrados.
Años más tarde, dos ángeles lo visitaron mientras se hallaba sentado en la puerta de la ciudad para advertirle que se fuera antes de un inminente juicio de Dios. La puerta de la ciudad era la plaza pública, centro de los negocios y el gobierno citadinos, y Lot gozaba aquí de cierta prominencia. Indudablemente, su vida en Sodoma era muy diferente de la que había tenido en Canaán con Abraham. Sin embargo, la afluencia de Sodoma venía acompañada de un lado oscuro: una terrible inmoralidad.
La Biblia registra varios comentarios acerca de Sodoma además del relato en Génesis. Unos 2000 años después, Jesús declaró: “Asimismo como sucedió en los días de Lot, comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban” (Lucas 17:28). Nada malo hay en comer y beber, ni en comprar y vender. El contexto de la declaración de Cristo es una descripción de los tiempos del fin. Él también hace referencia a la época de Noé con las mismas palabras, añadiendo que la gente se casaba y seguía adelante con su vida.
En estos dos ejemplos vemos que la gente no hace caso a un mensaje de advertencia para cambiar su vida ante el juicio que se avecina. Los tiempos de Noé y Sodoma representan una época de tinieblas en la que la gente estaba ciega en cuanto al rumbo que estaban tomando las circunstancias. En el caso de Noé, solo él y su familia inmediata (ocho personas) hicieron caso y se salvaron. En el caso de Lot, solo cuatro miembros de su familia salieron vivos de Sodoma, pero incluso uno de ellos, su esposa, miró hacia atrás y pereció con el resto.
Cuando llegó el momento del juicio de Dios, la gente no moderó ni limitó seriamente su comportamiento, lo cual les hubiera permitido escuchar un mensaje de arrepentimiento. Con respecto a los acontecimientos venideros, Jesús nos dijo “Acordaos de la mujer de Lot” (v. 32). Esto nos muestra cuán importante es la lección de su ejemplo: había logrado escapar, pero luego cometió el error de mirar hacia atrás y ello le costó la vida.
El profeta Ezequiel dijo que los habitantes de Sodoma tenían “soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad . . . y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité” (Ezequiel 16:49-50). Su “abominación” se refiere a una flagrante inmoralidad, como leemos en el Génesis. Llegaremos a eso en un momento.
Atrapados en una cultura pecaminosa
Lo que estos relatos nos dicen es que personas buenas y bien intencionadas pueden dejarse hipnotizar por una cultura y ser absorbidas por ella, aunque ellas mismas no practiquen los peores aspectos de un estilo de vida pecaminoso. En la actualidad, más de la mitad de los estadounidenses aceptan el matrimonio entre personas del mismo sexo, legalizado en los 50 estados mediante un fallo de la Corte Suprema con el que cinco jueces, dos hombres y tres mujeres, desautorizaron la sagrada Palabra de Dios.
Las encuestas indican ahora que muchos adultos jóvenes consideran que la cultura LGBTQ+ es aceptable. Un estudio reciente realizado por el Centro de Investigación Cultural de la Universidad Cristiana de Arizona descubrió que más del 30 % de los mileniales, y un sorprendente 39 % de los mileniales más jóvenes (de entre 18 y 24 años) se identifican ahora como LGBTQ (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y queers o “inconformistas”). También se descubrió que las personas de este grupo de edad afirman de forma abrumadora (75 %) que “carecen de sentido y propósito en la vida”.
Este estudio sobre la creciente influencia de los mileniales ha revelado que aproximadamente un tercio de los casi 70 millones de adultos que componen la generación más numerosa de Estados Unidos se identifican ahora como LGBTQ. Esto representa un aumento de cinco veces entre este grupo demográfico tan influyente en menos de una década. La influencia de los medios de comunicación, el mundo académico, la educación, el gobierno y la política contribuye a esta impactante estadística. Significa que cada vez más personas aceptan este estilo de vida y luego se hacen partícipes de él.
Usted podría preguntarse: ¿Soy yo acaso parte del problema? ¿Hasta qué punto está usted inmerso en esta cultura seductora y engañosa? ¿Cuánta influencia ha ejercido sobre usted? La mayoría de nosotros disfrutamos de una vida cómoda: tenemos comida, vivimos en buenas casas con Internet de alta velocidad y toda la tecnología necesaria para estar conectados a este mundo digital. Y mi situación no es distinta de la suya: debo tener cuidado, porque soy tan susceptible como usted o cualquier otra persona de ser arrastrado por esta vorágine moderna que cada día se parece más a Sodoma.
Esta era moderna, tal como Sodoma, está diseñada para atraernos a un valle muy fértil y lleno de comodidades, conveniencia y placer. Nos tienta a alejarnos de Dios y de todas las influencias correctas que pueden mantenernos en el camino angosto de la rectitud. Esta historia de Lot y Sodoma tiene mucho que enseñarnos y mucho que advertirnos. Continuemos con la historia.
Ni siquiera se pudo encontrar a diez justos
Hacía mucho calor aquel día en que tres hombres se presentaron ante Abraham en su campamento. Al darse cuenta de que no eran visitas comunes y corrientes (resultó que eran el Señor y dos ángeles que aparecían en forma humana), Abraham ordenó que se preparara un gran banquete. Cuando se fueron, con la intención de investigar de primera mano las condiciones de Sodoma, Abraham caminó una corta distancia con ellos.
El Señor le reveló a Abraham su plan para ver de cerca lo que estaba sucediendo: “Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en gran extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré” (Génesis 18:20-21).
Los dos ángeles prosiguieron a Sodoma, pero Abraham se quedó con el Señor y entonces se dio inicio a una de las grandes negociaciones de la historia. Abraham argumentó que seguramente Dios no iba a destruir las ciudades si había gente buena presente, pues acabaría con los justos igual que con los malvados. El número de personas buenas que Dios exigía para detener sus planes disminuyó paulatinamente de 50 a 10. Finalmente Dios accedió a suspender la aniquilación si solo había 10 justos. Después Dios siguió su camino y Abraham regresó a su campamento.
Aquí quedó de manifiesto un principio: Dios está dispuesto a librar a los pueblos del desastre si en ellos hay suficiente gente que siga sus caminos. Pero en Sodoma no se pudo encontrar ni siquiera a 10 justos en una ciudad de decenas de miles. Y aunque el mismo Lot y algunos de sus familiares directos se salvaron, ello solo fue posible gracias a que Dios los sacó del lugar que sería blanco de su juicio. Y aquí hay otro principio: Dios perdona a los justos cuando enjuicia al mundo. (Desde luego, también sabemos que Dios permite que los justos sufran y mueran en algunas circunstancias, pero solo bajo su cuidado y supervisión; véase Isaías 57:1-2).
La depravación y destrucción de Sodoma
Al entrar en Sodoma, los dos ángeles encontraron a Lot sentado en la puerta de la ciudad. Lot demostró que no había perdido su sentido de la hospitalidad, e instó a los ángeles a que fueran a su casa para pernoctar. El hecho de que Lot no aceptara un “no” como respuesta indica que sabía que dos extraños en la ciudad no estarían exentos de peligro.
Pero sucedió algo espantoso: los hombres de la ciudad, “desde el más joven hasta el más viejo”, rodearon la casa, gritándole a Lot que sacara a los dos “pues queremos tener relaciones con ellos” (Génesis 19:4-5, Reina Valera Contemporánea). Lejos de ser hospitalarios con los huéspedes, estos hombres querían algo horroroso: ¡violarlos en grupo!
La rápida acción de los dos ángeles, que agarraron a Lot y lo arrastraron de vuelta a su casa, interrumpió la confrontación, y luego, cuando cegaron a la multitud, se evitó que la situación escalara. ¡Las mujeres de la casa debieron estar aterrorizadas! Lot tuvo una breve oportunidad de advertir a sus dos yernos de la inminente destrucción de la ciudad, pero estos pensaron que se trataba de una broma y no quisieron huir con él. Pronto se arrepentirían de su decisión.
Llegó la mañana siguiente, y los dos ángeles instaron a Lot a tomar a su esposa e hijas y huir a las montañas cercanas ya que el juicio de Dios no tardaría en llegar. Los ángeles literalmente los sacaron de la ciudad, y huyeron a la cercana ciudad de Zoar.
Mientras Lot se refugiaba temporalmente en Zoar, “el Eterno hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego . . . y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra” (Génesis 19:24-25). El humo y el fuego se elevaron tan alto, que Abraham pudo ver la conflagración desde los alrededores de su campamento, cerca de la actual Hebrón, al sur de Jerusalén.
Un “momento al estilo de Sodoma” en nuestros días
Sodoma y Gomorra son palabras clave en la Biblia y en la historia que simbolizan el juicio de Dios sobre el pecado. Pero, ¿hay acaso una lección más profunda que podamos aprender y que tenga relevancia para el mundo actual?
La sociedad occidental está teniendo un “momento al estilo de Sodoma”. La perversión cultural contra el orden natural, de la que son parte la sodomía y la homosexualidad, se ha ampliado recientemente para incluir la guerra de identidad de género simbolizada por las siglas LGBTQ.
Este acrónimo representa de manera más amplia la coalición de activistas, políticos, la élite universitaria y mediática, e incluso algunos de la comunidad científica, que abogan no solo por la aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo, sino, de forma más perniciosa, por el movimiento transgénero que se esfuerza por fomentar, facilitar y legalizar las “reasignaciones de género” para cualquier persona, sin importar su edad.
¿Adónde nos ha llevado esta locura? En Estados Unidos, una niña de 13 años en el estado de Washington puede comenzar una terapia de “afirmación de género” sin el consentimiento de sus padres. En Oregón, una menor de edad puede decidir someterse a una doble mastectomía sin el conocimiento ni consentimiento de sus padres.
Este impulso se ve favorecido por la desintegración de la familia tradicional y la increíble fuerza de los medios sociales y sus presiones para que la gente se conforme. Los activistas del movimiento transgénero se valen de los medios sociales para fomentar la mentira de que una conveniente aplicación de testosterona puede curar los problemas de autoimagen de una jovencita. Hemos pasado de los devastadores efectos de la bulimia y la anorexia a la acción concreta de desafiar a la naturaleza y cambiar de género como cura para la depresión, la ansiedad e incluso para el exceso de grasa corporal.
La autora Abigail Shrier, que escribe en la edición de junio-julio de 2021 de Imprimus, boletín mensual del Hillsdale College (Michigan, EE. UU.), afirma con toda razón que se altera la verdad y se miente para fomentar esta nueva ideología de género: “Se miente sobre los riesgos del tratamiento de transición administrado a los niños pequeños. Se miente sobre los investigadores y periodistas que intentan informar sobre la contagiosa epidemia de radicalismo entre las adolescentes sometidas a tratamientos de transición” (p. 5).
Shrier revela un punto fundamental que aprendió de su experiencia con mujeres jóvenes que deciden volver a su género natural de nacimiento. “Mientras hacían la transición, siempre estaban enfadadas y tenían ideas políticas extremas”, dice. “A menudo cortaban las relaciones con sus familias, después de haber sido entrenadas para ello por activistas de género a través de Internet” (p. 7).
Ella dice que el resultado de todo esto es el caos. Las chicas con problemas se convierten en presa de quienes buscan reclutar revolucionarios. Tal como la destructiva meta de la teoría crítica de la raza persigue dividir racialmente a los estadounidenses, la de la ideología de género persigue trastornar la formación de familias estables, que son los pilares de la vida estadounidense” (ibídem).
Al borde del desastre
¿Es realmente tan distinto lo que hemos presenciado en las calles de Estados Unidos y de otros países (pandillas errantes de atacantes desenfrenados) de la turba de hombres furiosos, confundidos y cegados en Sodoma que intentaban entrar a la casa de Lot para agredir a sus dos visitantes? ¿Especialmente con el impactante aumento de la confusión sexual y de género y la presión que vemos por todos lados para eliminar a la policía? El pecado de Sodoma, que llegó a la presencia de Dios y le acarreó un juicio de fuego para cauterizar la tierra, fue que se dejó consumir por la impureza moral y espiritual, de lo cual se sentía orgullosa, y ese “orgullo” fue un anticipo del “orgullo gay” de hoy.
Algunos elementos de la cultura grecorromana del primer siglo se parecían a los de Sodoma. El apóstol Pablo escribió sobre esto a los miembros de la Iglesia en Roma, explicando a dónde conduce el rechazo a Dios que produce tal pensamiento: “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Romanos 1:26-27).
Estados Unidos y las demás naciones occidentales están experimentando hoy un retorno a Sodoma. La ideología de género, liderada por el movimiento LGBTQ, es el equivalente moderno de Sodoma y Gomorra. Sus mentiras, sus acciones perversas, su guerra contra el “orden natural” de la creación de Dios y contra Dios mismo se elevan al cielo e incitan el mismo juicio que cayó sobre Sodoma. No es cuestión de si ese juicio vendrá, sino de cuándo vendrá.
El apóstol Pedro escribió sobre Sodoma en el contexto del juicio de Dios en los últimos días. Mostrando el juicio de Dios como inevitable e implacable, escribe que Dios “condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas como ejemplo a los que habían de vivir impíamente” (2 Pedro 2:6).
Las palabras de Pedro se cumplirán en el futuro, en el período venidero de la gran tribulación que culminará con el día del Señor, cuando Dios juzgará a las naciones.
Sin embargo, incluso en medio del derramamiento de las “copas de la ira de Dios” descrito en Apocalipsis 16, muchos seguirán insistiendo en rechazar a Dios y a sus caminos: “El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual le fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas; y no se arrepintieron para darle gloria” (vv. 1, 8-9). ¡Ojalá nos volvamos a Dios mucho antes de que eso suceda!
Las actuales guerras culturales nos están haciendo retornar a la época de Sodoma. ¿Serán los hallazgos de los arqueólogos en un lugar que podría ser esta antigua ciudad, un testimonio para nosotros en la actualidad de que Dios sí derramó su juicio sobre Sodoma? ¿Podría ser que la evidencia de la intervención de Dios en el mundo en el pasado esté saliendo a la luz como advertencia para que escuchemos con atención y tomemos a Dios y a la Biblia en serio?
Ya sea que Tall el-Hammam finalmente resulte ser o no la antigua Sodoma, las pruebas de la destrucción de esta ciudad y sus alrededores han estado siempre en la Biblia y siguen ahí para que usted las tenga en cuenta. ¡Que Dios le dé sabiduría para actuar! BN