Claves para afrontar los tiempos difíciles
En 1961, cuando tenía doce años, comencé a repartir diariamente los periódicos vespertinos en unos 75 hogares de mi comunidad. Durante los cuatro años siguientes conocí a muchos buenos vecinos, incluida una familia joven compuesta de los padres y dos niñas en edad escolar. Era un placer conocer y servir a esa familia en particular, ya que todos siempre parecían irradiar amabilidad, alegría y entusiasmo.
Una fría tarde de invierno, mientras entregaba el periódico en su casa, que normalmente estaba iluminada, observé que estaba inusualmente oscura y no había nadie. Al día siguiente me enteré de la terrible razón: los padres habían muerto y sus hijas habían resultado gravemente heridas en un violento accidente de tránsito. Me quedé atónito y profundamente entristecido por esa horrorosa tragedia.
Varios meses después, en otra instancia, volví a casa una noche después de terminar mi ruta de periódicos y encontré a uno de mis tíos sentado en nuestro sofá, sollozando incontrolable y amargamente. Mi madre intentaba en vano consolar a su hermano atribulado, y procedió a decirme que mi querido abuelo había sufrido un infarto fulminante y había fallecido. Nunca olvidaré el estrés y la tristeza que experimentó toda nuestra familia debido a tan inesperado y desgarrador acontecimiento.
Como resultado de aquellos traumáticos incidentes en los primeros años de mi vida, me di cuenta de que pueden afectar dramáticamente a cualquiera en cualquier momento. Incluso las personas más amables y decentes pueden verse afectadas por graves pruebas y adversidades sobre las que no tienen ningún control.
Tal vez usted se encuentre entre las numerosas personas que se enfrentan a diversas tensiones, presiones y sufrimientos en este momento. De ser así, ¿cuáles son las maneras más adecuadas de lidiar con ellos? ¿Y qué papel vital puede desempeñar la fe en Dios para ayudarle a enfrentar eficazmente los tiempos difíciles?
Cómo vivir en una época llena de estrés
No hay duda de que vivimos en un mundo estresante que puede afectar gravemente la salud mental, emocional y física de la gente. Un artículo del sitio web de la Cruz Roja canadiense titulado “The Impact of Stress on Your Mental Health” (El impacto del estrés en su salud mental), afirma:
“El estrés tiene un impacto psicológico que puede manifestarse como irritabilidad o agresividad, sensación de pérdida de control, insomnio, fatiga o agotamiento, tristeza o lágrimas, problemas de concentración o memoria, e incluso más . . . El estrés no solo afecta su salud mental, sino también su salud física. Por ejemplo, puede provocar un aumento de la presión arterial y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, problemas gastrointestinales (diarrea, acidez, úlceras de estómago, etc.), dolores de cabeza y de espalda o cuello. También puede conducir a comportamientos poco saludables y adicciones” (Vanessa Racine, 2 de octubre de 2020). El mismo artículo señala además que “el estrés continuado puede conducir a otros problemas, como depresión, ansiedad o agotamiento”.
La prolongación de la pandemia de covid-19 ha agravado aún más la carga de estrés diario que sufren las personas. El sitio web Nature.com declaró: “La devastación provocada por la pandemia –millones de muertes, conflictos económicos y restricciones sin precedentes a la interacción social– ya ha tenido un efecto innegable en la salud mental de la gente” (Alison Abbott, “Covid’s Mental-Health Toll: How Scientists Are Tracking a Surge in Depression” [El impacto del Covid en la salud mental: Cómo los científicos están rastreando un aumento de la depresión], 3 de febrero de 2021).
Al referirse a la salud mental y a otros problemas derivados de la pandemia, un profesor y director de la Clínica de Estrés Traumático de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sidney, Australia, informó: “A medida que la pandemia entra en su segundo año, muchas personas seguirán sufriendo a raíz de una mala salud mental, o se enfrentarán a nuevos problemas de salud mental. Los efectos de los cierres reiterados, los temores sobre la eficacia de las vacunas, la restricción de movimiento dentro y fuera de Australia y las sombrías perspectivas económicas están haciendo mella en el bienestar psicológico” (Richard Bryant, “Covid’s Mental Health Fallout Will Last a Long Time. Here’s How We’re Targeting Pandemic Depression and Anxiety” [Los efectos secundarios en la salud mental provocados por el Covid durarán un largo tiempo: Así es como estamos tratando la depresión y la ansiedad derivadas de la pandemia], The Conversation, 25 de febrero de 2021).
Los problemas de salud mental relacionados con la pandemia no se han limitado a los adultos. La Encuesta Nacional sobre Salud Infantil del Hospital C. S. Mott de Niños de Michigan (EE. UU.) informó: “Nuestra encuesta sugiere que los cambios en la era de la pandemia pueden haber tenido un impacto significativo en la salud mental de algunos adolescentes” (Robert Preidt, “Pandemic Has Harmed Mental Health of Teens” [La pandemia ha dañado la salud mental de los adolescentes], WebMD, 15 de marzo de 2021).
Por ejemplo, a los niveles de estrés cotidiano que experimentan los habitantes del Reino Unido se suman las graves cargas financieras debido a la pandemia. Un informe descubrió que “entre los hogares británicos en los que al menos una persona se había quedado sin trabajo, el 41 % había sufrido una grave caída de ingresos de al menos el 25 %” (Pan Pylas, “Pandemic ‘Exposed UK Households Finances’, Report Finds” [La pandemia ‘expuso la condición financiera de los hogares del Reino Unido’, según un reporte], Associated Press, 21 de abril de 2021).
En cuanto a Latinoamérica, “La Organización Panamericana de la Salud aseguró . . . que los efectos de la pandemia de coronavirus sobre la salud mental son cada vez más evidentes, e instó a los países de Latinoamérica a cumplir con su palabra y ofrecer apoyo psicológico a la población.
“‘Mientras más larga sea la crisis, mayor será el impacto que tendrá en el bienestar colectivo’, expresó Jarbas Barbosa, subdirector de la OPS” (Gisella Salomón, AP News, 5 de noviembre de 2020).
Muchas personas se enfrentan a situaciones angustiosas
Los comentarios anteriores son solo una pequeña muestra de los informes procedentes de muchos países sobre los perjudiciales efectos mentales y físicos de la pandemia. Además de estos problemas, la población de numerosos lugares del mundo se ha visto afectada por el incremento de los disturbios civiles, que incluyen grandes manifestaciones de protesta, violencia extrema y un rápido aumento de los índices delictuales.
Además de estas situaciones extremas, la gente de todas las naciones está lidiando con importantes dilemas cotidianos de tipo marital, familiar, financiero y laboral. Otras personas están muy angustiadas por complicaciones de salud, adicciones crónicas, abuso doméstico, depresión, discriminación, persecución, pobreza absoluta o una combinación de estos y otros muchos padecimientos.
De hecho, es posible que usted mismo esté lidiando con una o más de estas u otras circunstancias problemáticas y estresantes. Si es así, ¿qué puede hacer?
Lo que uno puede controlar cuando las cosas parecen estar fuera de control
Aunque no siempre es posible cambiar por completo las circunstancias a las que uno se enfrenta, hay dos elementos que podemos controlar personalmente: la actitud y la relación que tenemos con nuestro Dios Creador eterno. Examinemos estos puntos clave, empezando por la actitud.
Al meditar sobre este tema, recuerdo la exhortación de mi padre a mis siete hermanos y a mí hace muchos años. Él nos decía que “la actitud lo es todo”. Con frecuencia nos recordaba que “la vida no siempre es justa” y que podíamos escoger cómo reaccionar ante sus inevitables altibajos. Podíamos afrontarlos con confianza y positividad y hacer algo al respecto, o hundirnos en un sombrío derrotismo y no hacer nada.
Mi padre era un buen ejemplo de alguien que se enfrentaba a la vida tal y como venía. No se quejaba mucho ni se angustiaba frente los a obstáculos, contratiempos o percances a veces inevitables. Simplemente aceptaba los problemas tal y como eran y empezaba a buscar lógica y sistemáticamente la manera de resolverlos. Sus palabras y ejemplo nos resultaron muy beneficiosos, sobre todo cuando llegamos a la edad adulta.
Sin embargo, en la sociedad actual pareciera que mucha gente es incapaz de comprender que a veces la vida es desigual. En lugar de enfrentarse a las dificultades y hacer lo necesario para resolverlas, culpan a los demás de sus problemas o intentan esconderse y huir de la responsabilidad personal.
Además, algunas personas permiten que el malestar emocional confunda su pensamiento y razonamiento o buscan escapar de sus problemas a través de las drogas, el alcohol u otros medios. ¿Y qué hay de usted? ¿Cuál es la mejor manera en que puede enfrentarse a la adversidad?
La importancia del optimismo
Enfrentarse a un problema de forma directa y racional puede ayudarle a encontrar una solución eficaz o, por lo menos, una forma de mitigar la gravedad de la situación. Puede ver la situación desde una perspectiva negativa y dejar que la situación empeore, o puede trabajar para resolverla de forma positiva y constructiva.
Su actitud ante los obstáculos y desafíos puede marcar una gran diferencia. Cuando uno tiene confianza y optimismo está mejor capacitado, no solo para manejar la situación con eficacia, sino también para convertirse en una persona más preparada y segura en el proceso. Usted tiene la posibilidad de elegir cómo asume los retos a los que se enfrenta y lo que va a hacer para solucionarlos.
Sonya Lyubomirsky, profesora de psicología de la Universidad de Stanford, analizó junto a sus colegas 225 estudios sobre la felicidad en los que participaron más de 275 000 personas. Descubrieron que “las personas con pensamientos positivos son más sanas físicamente, más productivas en el trabajo, más simpáticas en general y viven más tiempo” (Energy Times, septiembre de 2008). Otros estudios han demostrado que una actitud positiva conlleva menos estrés, lo que a su vez afecta positivamente al cuerpo humano de diversas maneras.
La vital importancia de la fe genuina
Y aunque tener una actitud positiva y hacer frente a los sucesos problemáticos de la vida es importante, también es necesario otro atributo fundamental. Se trata de cultivar y mantener una relación sólida, estrecha y duradera con nuestro Creador Eterno.
Esto significa poner la fe en él y en su Palabra, la Biblia. ¿Por qué es esto tan importante? Porque nuestra fuerza humana y determinación solo pueden llevarnos hasta cierto punto. Sin embargo, con la tremenda ayuda y guía que Dios puede proporcionar obtenemos una enorme ventaja.
Tener una fe inquebrantable en él es la clave esencial –el componente espiritual dinámico– que necesitamos para reaccionar productiva y fielmente cuando se presentan tiempos difíciles. Como dice el Salmo 46:1, “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en tiempos de angustia” (énfasis nuestro en todo este artículo).
Para mucha gente, la “fe en Dios” podría definirse simplemente como la creencia en que él existe. Pero esa idea solo expresa de forma muy somera lo que es la fe genuina. El punto de partida de la fe se aclara en Hebreos 11:6, que nos dice: “Porque . . . es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.
La fe, por tanto, implica creer y confiar en Dios (Hebreos 11:1). Pero dicha capacidad no puede ser generada o “desarrollada” desde dentro de nuestro corazón y mente. Por el contrario, es un don divino de Dios (Efesios 2:8) y una vez que ha sido concedido, hay que ponerlo en práctica. La fe no puede permanecer inactiva: debe generar resultados positivos y productivos, ya que “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:17-26).
La fe viva requiere una relación duradera e íntima con nuestro Creador. Una vida de fe, tras el arrepentimiento, el bautismo y el recibimiento del Espíritu Santo (véase Hechos 2:38), es una vida en la que uno se esfuerza activamente por llegar a ser como su Padre Celestial en carácter y justicia (véase Mateo 5:48). La fe no mira hacia atrás ni mora en los pecados y errores del pasado. Por el contrario, se enfoca con firme confianza y determinación en un futuro radiante y estimulante como hijo de la familia y el reino divino de Dios (véase 2 Corintios 6:18).
La fe genuina comprende caminar con Dios día tras día (Miqueas 6:8). Al hacerlo, usted establece un contacto continuo con él por medio de la oración y sabe que, a su debido tiempo, recibirá respuestas a sus oraciones.
De hecho, cuando se enfrente a tiempos difíciles puede acudir “confiadamente al trono de la gracia” y “alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). La fe en Dios nos ayuda a afrontar las ineludibles incertidumbres de la vida; es como un ancla que nos sostiene en los mares a veces tormentosos y violentos de la vida.
Aunque usted viva en un mundo estresante e incierto, no tiene que vivir en la duda. ¿Por qué? Porque cuando tiene fe y actúa de acuerdo a ella tiene la convicción de que, como escribió el salmista, “Mi socorro viene del Eterno, que hizo los cielos y la tierra. No dará su pie al resbaladero, ni se dormirá el que le guarda” (Salmos 121:2-3).
Además, como escribió el apóstol Pablo, “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Pablo explicó además que la preocupación y la aprensión son innecesarias cuando se tiene una relación estrecha con Dios: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).
¿Cómo se puede obtener la paz mental que Dios ofrece generosamente? De nuevo, la clave es combinar una actitud optimista con una fe viva en él y la obediencia a sus mandamientos (Romanos 8:6; 15:13; Colosenses 3:15; 2 Corintios 13:11; Gálatas 5:22; Salmos 119:165).
Ejemplos bíblicos de fe
Como ejemplo de fe viva, el joven David del antiguo Israel se enfrentó y derrotó al gigante filisteo Goliat en una batalla individual. Mientras los soldados profesionales se encogieron de miedo, el pastorcillo David demostró una fe y una confianza totales en Dios y en su poder inconquistable para superar cualquier obstáculo. No dejó que los pensamientos sombríos, las emociones negativas o el miedo al tamaño o la fuerza de Goliat lo disuadieran, porque sabía que Dios era mucho más fuerte y poderoso (ver 1 Samuel 17:24-48).
Esta fue la misma actitud que demostró el rey Ezequías, descendiente de David. En una situación aterradora, el ejército enormemente superior del Imperio asirio amenazaba con aniquilar a la nación de Judá y esclavizar a su pueblo.
¿Cuál fue la respuesta de Ezequías a este peligro? Dijo a sus conciudadanos: “Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él está el brazo de carne, más con nosotros está el Eterno nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas” (2 Crónicas 32:7-8).
Gracias a que el rey y el pueblo pusieron toda su fe en Dios y le pidieron humildemente que los defendiera, él respondió destruyendo sobrenaturalmente “a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes en el campamento del rey de Asiria” (v. 21). Si Dios hizo esto por toda la nación de Judá, ¿no le ayudará a usted de manera similar cuando enfrente cualquier prueba, problema o aflicción personal?
Por medio de la fe en la fuerza omnipotente de Dios, usted puede mantenerse fuerte y no retroceder, prevaleciendo contra las muchas dificultades de la vida. Como escribió el apóstol Pablo: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10). Cada vez que se enfrente a circunstancias problemáticas, puede buscar a Dios en oración y pedirle que sea su primera línea de defensa.
Él promete que si hace esto y se mantiene fiel y obediente, confiando continuamente en su ayuda, le dará la resistencia espiritual para aguantar y triunfar (1 Corintios 10:12-13). Él le ayudará a enfrentar y resolver problemas que parecen desafiar la lógica o las soluciones humanas.
Estos problemas pueden incluir dificultades familiares, personales, financieras, laborales o de salud. Una de ellas podría ser la gran angustia y desesperación que uno siente tras la muerte de un ser querido. O el dolor y la angustia por la traición o insinceridad de un colega o un buen amigo.
Sin importar cuán grande o profundo sea su sufrimiento o congoja, si continúa obedeciendo a Dios y buscando diligentemente su ayuda por medio de la oración ferviente, él le ayudará, fortalecerá y rescatará. Como explica el Salmo 34:19, “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará el Eterno”.
Dios le ayudará a lidiar con lo imprevisto
No cabe duda de que los acontecimientos inesperados y traumáticos pueden hacer que inmediatamente uno se deje llevar por el pánico y se sienta atrapado y solo (Salmos 38:21; 119:8). Sin embargo, puede confiar plenamente en que su Padre Celestial le ayudará en cualquier situación impactante e imprevista (véase el Salmo 91).
Al experimentar tales acontecimientos, es posible que no vea ninguna posible salida. Sin embargo, ¡Dios sí la ve! ¡Él le mostrará el camino! “Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, él les mostrara una salida, para que puedan resistir” (1 Corintios 10:13, Nueva Traducción Viviente).
Este principio espiritual fue ilustrado en la historia de otra figura bíblica, el antiguo patriarca Job. Habiendo soportado la repentina muerte de sus hijos y la rápida pérdida de casi todas sus posesiones terrenales, su desánimo inmediato fue evidente, ya que “rasgó su manto, y rasuró su cabeza” en señal de duelo (Job 1:20).
Pero Job resistió. ¿Qué le hizo seguir adelante? Su gran amor y profundo respeto por su gran Creador. Durante la prolongada e intensa prueba de Job, nunca perdió la fe.
Y desde luego, al igual que en el caso de Job, es crucial recordar que Dios no siempre puede responder inmediatamente de la manera que uno le pide para resolver los problemas que está atravesando. A veces, él puede decidir hacernos esperar pacientemente una respuesta. Pero, ¿por qué? Para fortalecer nuestra fe y edificar nuestro carácter (Salmos 37:7-9; Jeremías 17:10; Romanos 5:3-4). Sin embargo, él es fiel para darle la ayuda que necesita.
El apóstol Pedro comprendió esto, y mientras consolaba y alentaba a sus compañeros cristianos que estaban afligidos por “muchas pruebas”, señaló que “Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo se manifieste al mundo entero” (1 Pedro 1:7, NTV).
Ya sea que usted sufra una larga y debilitante enfermedad, se le muera un ser querido, vea que un trabajo o una carrera terminan mucho antes de lo esperado, experimente un revés económico que lo deje frente a duras condiciones financieras, o cualquier otra circunstancia adversa, puede tener plena confianza en que Dios nunca lo defraudará. Deuteronomio 31:8 ofrece esta maravillosa promesa: “Y el Eterno va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides”.
Por tanto, al igual que David, Ezequías y Job, usted tiene una opción respecto a qué hacer cuando se enfrente a las inevitables presiones y el estrés de la vida. No se trata de si experimentará o no tiempos difíciles, porque estos sin duda llegarán en algún momento.
Su bienestar en la vida tiene que ver más bien con la forma en que responde a esas dificultades. Puede dejarse paralizar por la autocompasión, la victimización y la desesperación, o puede ser positivo y optimista e invocar los inconmensurables recursos y el inmenso amor de su Padre Celestial (Hebreos 4:16).
¿Qué elección hará? ¡Dios espera su respuesta! BN