¿Falló la Iglesia Durante la Pandemia?
Unos amigos en la fe me dijeron una vez: “La iglesia falló enormemente durante esta pandemia, porque no debieron cancelar los servicios de sábado, ya no lo podemos guardar como antes. Si Jesucristo regresara ahora, estaría muy decepcionado por eso.”
No tuve respuesta ni supe cómo reaccionar a lo que escuché, pues fue una declaración bastante seria e impactante. Sin embargo, creo que, si pudiera regresar en el tiempo a esa conversación, respondería lo que ahora escribo en este blog.
Primeramente, la iglesia en ningún momento dejó de guardar el sábado durante esta pandemia. Sencillamente tuvo que buscar métodos diferentes de poder guardarlo y transmitir servicios en línea, debido a las restricciones sanitarias y gubernamentales a causa del COVID-19.
Me pareció irónico que declaraciones como la del inicio fueran realizadas por personas que anteriormente comentaban que, por diversos motivos, los servicios ya no eran suficientemente “atractivos” al público, particularmente para los jóvenes; y que ahora salieran en defensa de las reuniones porque no pueden reunirse con sus amigos y no les gusta estar en casa guardando los servicios en línea.
Es cierto, estar presencialmente en comunión con los hermanos es parte central de la observancia de este importante día. Pero veamos algo en forma objetiva: Muchos de los centros y salones de reuniones donde se celebraban los servicios ni siquiera pertenecen a la iglesia, sino a otros propietarios, y ellos simplemente están siguiendo los lineamientos dispuestos por las autoridades locales.
“Toda persona debe someterse a las autoridades del gobierno, pues toda autoridad proviene de Dios, y los que ocupan puestos de autoridad están allí colocados por Dios… cualquiera que se rebele contra la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido, y será castigado” – Romanos 13:1-2 (NTV)
De hecho, sobre la suspensión de los servicios tradicionales, la iglesia está siendo sagaz y humilde al velar por el bienestar del rebaño. Muchas personas no han sido afectadas y no han perdido a un familiar a causa del virus, pero otros sí. El virus es real y es serio.
“Las Escrituras también dicen: ‘No pondrás a prueba al Señor tu Dios’” – Mateo 4:7 (NTV)
Mientras unos protestaron y en algunas ocasiones provocaron fricciones entre los hermanos por las redes sociales, otros aprovecharon sus dones musicales y compartieron una muestra de esperanza para todos, cantando en coros virtuales en medio de una situación adversa para todos. Los apóstoles hicieron lo mismo en alguna ocasión (Hechos 16:25).
Será pues, que:
· En vez de enfocarnos en el año pasado y en buscar a quién culpar por esta crisis, debimos buscar la forma de levantar el ánimo a un amigo o familiar que sufrió angustias o tragedias a causa de la pandemia.
· Pudimos sembrar semillas de unión entre hermanos por medio del amor, y no causar fricción entre nosotros.
· En vez de compartir teorías no verificadas sobre este virus y las entidades privadas y gubernamentales, hubiésemos hecho más por cumplir la comisión que nos dio Cristo: la predicación de su mensaje para edificar, no solo los miembros de la iglesia, sino también al mundo.
Estas observaciones podrían parecer tajantes o incómodas de escuchar, pero se requiere una seria introspección a estas instancias, pues estamos en un nuevo ciclo de fiestas solemnes y esta pandemia continúa acechando al mundo entero.
Si no somos honestos, primero con nosotros mismos, no sabremos en qué aspectos mejorar. Tal vez eso nos quería enseñar Dios. Que, obligados a estar recluidos en nuestros hogares, cada individuo se examinara y viera en qué ha flaqueado e intente solucionar cualquier conflicto interno.
Si leemos el final de la Biblia, Dios siempre gana. Debemos poner la mirada en ese final. Aunque su pueblo tropiece en alguna área, Dios no lo abandonará; nunca lo ha hecho. Él siempre sabe a quiénes usar para cumplir su propósito y así lo hará. Por difícil que ha sido para mí aceptar lo que diré al final, y por complicado que esto sea para usted: Ánimo, que Dios ganará.