#176 - Isaías 29-34
"Los tiempos del fin; lugar de refugio"
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#176 - Isaías 29-34: "Los tiempos del fin; lugar de refugio"
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Les advierte: “¡Ay de los hijos que se apartan dice el Eterno, para tomar consejo, y no de mí… que se apartan para descender a Egipto… para fortalecerse con la fuerza del Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto! Pero la fuerza de Faraón se os cambiará en vergüenza… Cuando estén sus príncipes en Zoán… todos se avergonzarán del pueblo que no les aprovecha, ni los socorre… llevan sobre lomos de asnos sus riquezas, y sus tesoros sobre jorobas de camellos, a un pueblo que no les será de provecho” (Isaías 30:1-6).
Bien que conocen la ley acerca de no aliarse con los pueblos alrededor. Dice: “Cuando el Eterno tu Dios te haya introducido en la tierra… y haya echado de delante de ti a muchas naciones… no harás con ellas alianza… Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor del Eterno se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto” (Deuteronomio 7:1-5).
Dios, que ve el futuro, sabe que estas alianzas pecaminosas no sólo se llevarán a cabo en los tiempos de Isaías, sino también en los tiempos del Fin. Por eso de nuevo, estas advertencias son duales. Noten aspectos que sólo se cumplirán en la Venida de Cristo.
Dice: “Ay de Ariel… ciudad donde habitó David… porque acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con campamentos, y levantaré contra ti baluartes. Entonces serás humillada… y será repentinamente, en un momento. Por el Eterno de los ejércitos serás visitada con truenos, con terremotos y con gran ruido, con torbellino y tempestad, y llama de fuego consumidor [esto ocurre sólo en los tiempos del Fin]. Y será como sueño de visión nocturna la multitud de todas las naciones que pelean contra Ariel… las naciones que pelearán contra el monte de Sion.” (Isaías 29:1-5). Comenta Unger sobre el capítulo 29:
El Último Sitio de Jerusalén – Jerusalén, a pesar de su sagrado carácter como Ariel, “el león de Dios” [por sus alianzas y falta de fe] será castigada por Dios mediante sus instrumentos de ira (los enemigos de Israel en los últimos días). La sitiará hasta que sea tomada y devastada. Pero Ariel también es un símbolo del Redentor de Jerusalén, Cristo, que en Apocalipsis 5:5 es llamado por el mismo nombre: “el León de la tribu de Judá, la raíz de David”, que luego del castigo, salvará a Jerusalén de sus enemigos en su Venida. Esto se ve en los versículos a continuación.
Dios Castigará a los Enemigos de Jerusalén - “En un momento”, vs. 6, después que el furor de su ira para castigar a los suyos por intermedio de sus instrumentos se haya aplacado, el Señor se les tornará en contra y destruirá “la multitud de todas las naciones que pelearán contra el monte de Sion” ... Ha de ser sellada, porque ni el asedio de Senaquerib ni el asedio de los romanos lo logró. Su cumplimiento pertenece aún al futuro” (p. 332).
Luego, Dios explica la razón por su ira contra Israel. “Porque el Eterno derramó sobre vosotros espíritu de sueño, y cerró los ojos de vuestros profetas, y puso velo sobre las cabezas de vuestros videntes. Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual, si dieren al que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto; él dirá: No puedo, porque está sellado” (Isaías 29:10-11). Aquí vemos que es Dios que entrega el entendimiento de las Escrituras para comprender las profecías sólo a los que le obedecen (Salmos 111:10; Hechos 5:32). Esta es la razón por la falta de entendimiento de los ministros y dirigentes religiosos de este mundo. “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (vs. 13-14). Cristo usó este pasaje para describir a los fariseos (Marcos 7:6-9). Más adelante, Dios es más explícito, y es lo que también le ha sucedido en al cristianismo tradicional: “Porque este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley del Eterno; que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto [los Mandamientos], decidnos cosas halagüeñas , profetizad mentiras; dejad el camino [el antiguo de las leyes de Dios], apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel [y sustitúyelo por otro dios menos santo]” (Isaías 30:9-11).
Como vemos, no hay nada nuevo bajo el sol. Resultado de todo esto, Dios dice que “cegará” las mentes de estos líderes religiosos a las verdades bíblicas, y la Biblia se convertiría en un libro “misterioso”, “peligroso”, “sellado”, “alegórico” que piensan no se debe tomar en forma literal y por lo tanto, no enseñan al pueblo las leyes de Dios. En vez sustituyen mentiras populares tomadas del paganismo y mensajes halagüeños basados más en la gracia que en la ley de Dios. No quieren hablar de profecías del futuro castigo al mundo, y le entregan al pueblo lo que desean escuchar, que sólo habrá paz y amor en el futuro.
Isaías les advierte: “¡Ay de los que se esconden del Eterno, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce? Vuestra perversidad ciertamente será reputada como el barro del alfarero. ¿Acaso la obra dirá de su hacedor: No me hizo? ¿Dirá la vasija de aquel que la ha formado: No entendió?” (vs. 15-16). Aclara El Comentario Exegético: “La alusión es al plan secreto que muchos nobles judíos habían hecho de buscar la ayuda de Egipto contra los asirios, lo que era contrario al consejo de Isaías. Al mismo tiempo se retrata a los hipócritas en general, quienes, bajo una plausible apariencia exterior, tratan de ocultar su verdadero carácter, no sólo de la vista de los hombres, sino de Dios… y estos hombres piensan que pueden alterar los diseños de Dios como si el barro pudiese alterar los planes del alfarero. Así se ponían en lugar de Dios” (p. 597).
Pero Isaías les dice que todo se cumplirá exactamente como Dios lo ha planeado para ese entonces y para el futuro. Él establecerá su Reino como ha dispuesto, y ahora Dios entrega un vistazo de ese futuro tiempo para animar al remanente fiel. Dice: “¿No se convertirá de aquí a muy poco tiempo el Líbano en campo fructífero, y el campo fértil será estimado por bosque?” (vs. 17). El Nuevo Comentario Bíblico explica: “El actual Líbano es un área muy montañosa y con pocos cultivos, pero en el Milenio será convertido en una tierra de campos fértiles. A la vez, la tierra buena de hoy será en comparación como un arbusto pequeño a lo que es un bosque” (p. 607).
Continúa Dios: “En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro [la Biblia], y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. Entonces los humildes crecerán en alegría en el Eterno, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel. Porque el violento será acabado” (vs. 18-20). Aquí hay una promesa de sanidad divina a los sordos y ciegos para que puedan entender “las palabras del libro” y puedan convertirse.
Respecto a la resurrección de los justos en ese entonces, Dios dice por medio de Isaías: “Por tanto, el Eterno, que redimió a Abraham, dice así a la casa de Jacob: No será ahora avergonzado Jacob, ni su rostro se pondrá pálido; porque verá a sus hijos, obra de mis manos en medio de ellos, que santificarán mi nombre… y temerán al Dios de Israel. Y los extraviados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina” (vs. 22-24). Dice El Nuevo Comentario Bíblico: “Se refiere aquí a Jacob, como persona, que, resucitado en el Reino, no tendrá de qué avergonzarse por la mala conducta de su pueblo” (p. 607).
Sin embargo, la Jerusalén de ese entonces, sí era una vergüenza para Jacob. Dice Dios: “Porque desechasteis esta palabra y confiasteis en violencia… por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente. Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos… Porque así dijo el Eterno… En descanso y en reposo seréis salvos… y no quisisteis, sino que dijisteis: No, antes huiremos en caballos; por tanto… un millar huirá a la amenaza de uno” (Isaías 30:12-17).
Dios contrasta esa actitud con la que habrá en el Milenio: “Ciertamente el pueblo morará en Sion, en Jerusalén; nunca más llorarás [no habrá más desgracias]... Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia [su disciplina y castigo], con todo, tus maestros nunca más te serán quitados [de la Verdad], sino que tus ojos verán a tus maestros” (Isaías 30:19-20).
Durante esos gloriosos mil años, los santos bajo Cristo enseñarán la justicia al pueblo, y aparecerán cuando uno piense desviarse. Dice Daniel 12:1-3: “En aquel tiempo se levantará Miguel… y será tiempo de gran angustia… pero en aquel tiempo será liberado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro [de la vida, vea Fil 4:3]... Y muchos… serán despertados… Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”. Añade Apocalipsis 20:6: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección… serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. Esa es la gloriosa meta de un miembro hoy.
Estas enseñanzas incluyen las de Ezequiel 44:23-24: “Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, [entre leyes religiosas humanas y las de Dios] y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio [a no comer carnes inmundas]... y mis leyes y mis decretos guardarán en todas mis fiestas solemnes, y santificarán mis días de reposo [enseñarán a guardar el sábado y las Fiestas Santas]”. Como resultado, todo el mundo se guiará por las leyes de Dios, como dice Isaías 11:9: “la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar”.
Seguimos ahora en Isaías 30:22-33: “Entonces profanarás la cubierta de tus esculturas de plata… las apartarás como trapo asqueroso; ¡Salmos fuera! les dirás [Sabrán obedecer el Segundo Mandamiento]. Entonces dará el Señor lluvia a tu sementera [el clima será controlado por Dios]... y sobre todo monte alto, y sobre todo collado elevado, habrá ríos y corrientes de aguas el día de la gran matanza. Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare el Eterno la herida de su pueblo, y curare la llaga que él causó. He aquí que el nombre del Eterno viene de lejos; su rostro encendido y con llamas de fuego devorador; sus labios llenos de ira… para zarandear a las naciones con criba de destrucción… Vosotros tendréis cántico como de noche en que se celebra pascua [noche de la liberación y victoria]... Y el Eterno hará oír su potente voz… Porque Asiria que hirió con vara, con la voz del Eterno será quebrantada… Porque Tofet [el valle de Hinom, o Gehenna donde serán destruidas las naciones que vienen contra Cristo] ya de tiempo está dispuesto… cuya pira es de fuego”. Este Tofet está en el valle que rodea una parte de Jerusalén, donde Cristo derrotará a las naciones. Este valle también se llama de Josafat o de decisión en Joel 3:12-14.
Además, está descrito con más detalles en Zacarías 14:1-9: “He aquí, el día del Eterno viene… Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén… Después saldrá el Eterno y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla… y vendrá el Eterno mi Dios, y con él todos los santos. Y acontecerá que en ese día no habrá luz clara, ni oscura. Será un día, el cual es conocido del Eterno, que no será ni día ni noche; pero sucederá que al caer la tarde habrá luz. Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas… Y el Eterno será rey sobre toda la tierra”.
En el capítulo 31, otra vez Dios les advierte de no hacer un pacto con los egipcios, y hace la misma advertencia a la generación de judíos en los tiempos del Fin. “¡Ay de los que descienden a Egipto!... los egipcios hombres, y no Dios… caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos desfallecen a una… así el Eterno de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte de Sion, y sobre su collado. Como las aves que vuelan, así amparará el Eterno… a Jerusalén, amparando, librando, preservando y salvando… Porque en aquel día arrojará el hombre sus ídolos de plata… que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras. Entonces caerá Asiria por espada no de varón… y sus jóvenes serán tributarios… dice el Eterno, cuyo fuego está en Sion, y su horno en Jerusalén” (Isaías 31:1-9).
Esto se cumple parcialmente con la derrota milagrosa de Senaquerib, que relata Isaías en Isaías 37:36, pero como dice Unger, “El Señor promete rescatar a Jerusalén. A los israelitas se les exhorta a que vuelvan, con fe, a aquel contra quien se habían rebelado abiertamente, puesto que los asirios de los tiempos del fin serán aniquilados en forma sobrenatural por el rey mesiánico de Israel” (p. 332).
La descripción del reino de Cristo sigue a continuación: “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. Y será aquel varón como escondedero contra el viento… No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos [se les abrirán las mentes a las verdades de Dios]. Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará rápida y claramente [sanidad divina para todos]. El ruin nunca más será llamado generoso, ni el tramposo será llamado espléndido [justicia recta y universal en el Milenio]” (Isaías 32:1-6).
De nuevo viene otro contraste entre las mujeres incrédulas y mundanas de Judá y las del Milenio. Les dice Isaías: “Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón. De aquí a algo más de un año tendréis espanto, oh confiadas… Porque los palacios quedarán desiertos, la multitud de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre… hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil… Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia. Y el efecto de la justicia [por recibir el Espíritu Santo] será paz; y la labor de justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo. Y cuando caiga granizo, caerá en los montes [Cristo controlará el clima] y la ciudad [rebelde de Nínive y la futura Babilonia] será del todo abatida” (Isaías 32:1-19).
Viene ahora en el capítulo 33 otra descripción de las condiciones del mundo cuando Dios intervenga:
“¡Ay de ti, que saqueas, y nunca fuiste saqueado [Asiria]!... Cuando acabes de saquear, serás tú saqueado… Los pueblos huyeron a la voz del estruendo; las naciones fueron esparcidas al levantarte tú… Será exaltado el Eterno, el cual mora en las alturas; llenó a Sion de juicio y de justicia. Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor del Eterno será su tesoro. He aquí que sus embajadores darán voces afuera; los mensajeros de paz llorarán amargamente [al ser derrotadas las naciones por Cristo]... Ahora me levantaré, dice el Eterno; ahora seré exaltado, ahora seré engrandecido [por el mundo]... Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego [a la venida de Cristo]. Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis cerca conoced mi poder”. “Los pecadores se asombraron en Sion, espanto sobrecogió a los hipócritas [vieron al pueblo de Dios ser protegidos]. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas? El que camina en justicia y habla lo recto… Este habitará en las alturas; fortaleza de rocas [se refiere a Petra] será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras. Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos… Mira a Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud… Porque ciertamente allí será el Eterno para con nosotros fuerte” (Isaías 33:1-21). Dice Unger: “Esta visión del Libertador que vendrá, disipará el terror de la amenaza asiria y de un aliado. En cambio, Jerusalén será pronto una ciudad segura, llena de la majestad y la salvación del Señor, y el remanente se dividirá el botín” (p. 326).
Luego viene la escena de juntar a las naciones para Armagedón. Dios les dice: “Acercaos, naciones, juntaos para oír; y vosotros, pueblos escuchad… Porque el Eterno está airado contra todas las naciones… las destruirá y las entregará al matadero… Y todo el ejército de los cielos se disolverá [Satanás y los demonios serán arrojados al abismo] y se enrollarán los cielos como un libro [sólo posible en forma humana por las bombas nucleares que se soltarán en los tiempos del Fin], y caerá todo su ejército… como se cae la hoja de la parra y como se cae de la higuera.... Porque es día de venganza del Eterno, año de retribuciones en el pleito de Sion [el tiempo de ira aquí es de un año]... Inquirid en el libro del Eterno, y leed si faltó alguno de ellos; ninguno faltó con su compañera; porque su boca mandó, y los reunió su mismo Espíritu” (Isaías 34:1-16).
Esta última descripción encaja perfectamente con los juicios en los tiempos del Fin de Apocalipsis. Muchos versos son repetidos, por ejemplo, “se enrollarán los cielos como un libro” (Isaías 34:4) con Apocalipsis 6:14: “y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla” y “Llena está de sangre la espada del Eterno” (Isaías 34:6) y “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones” (Apocalipsis 19:15).
Así vemos que la misma inspiración se encuentra a través de todas las profecías. Es la misma mente de Dios que está describiendo estas escenas de los tiempos de Fin. Por eso, debemos siempre mantenernos alertas, y que estos sucesos no vengan como Cristo nos advirtió, “porque como un lazo sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:35-36).