#152 - Esdras 1-3: "Caída de Babilonia, segundo éxodo israelita"

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#152 - Esdras 1-3

"Caída de Babilonia, segundo éxodo israelita"

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Ya hemos visto el inicio del Imperio Persa bajo el gran gobernante, conocido en la historia como Ciro II el Grande. Según Josefo, la deferencia que tuvo Ciro con el pueblo judío no sólo se debía a sus ideas humanitarias, sino a que los judíos en Babilonia le mostraron – quizás encabezados por el mismo Daniel, quién recibió un alto mando de Ciro – la profecía relacionada con él en Isaías 45:1. Y Ciro leyó su propio nombre, ¡unos 210 años antes de haber nacido!  Es para impresionar a cualquiera. Dice Josefo: "En el primer año del reinado de Ciro, esto es a los 70 años del exilio de nuestro pueblo a Babilonia… conmovieron estas profecías a Ciro… se informó de estos acontecimientos por la lectura del libro de sus profecías que doscientos diez años antes había dejado Isaías. Este aseguró que Dios le dijo secretamente: "Quiero que Ciro, a quien designaré rey de pueblos grandes y poderosos, restituya mi pueblo a su tierra y que reedifique el Templo". Esto fue predicho por Isaías cuarenta años antes de que el Templo fuera destruido. Ciro lo leyó, y admirado de la inspiración divina, ansió cumplir lo que estaba escrito. Reunió a los más ilustres judíos que se encontraban en Babilonia, y les dijo que los facultaba para que regresaran a su patria y reedificaran tanto Jerusalén como el Templo de Dios; además quería ayudarlos, y escribiría a los jefes y sátrapas de las regiones vecinas a la de los judíos, que les entregaran oro y plata para la construcción del Templo y ganado para los sacrificios… Ciro escribió a toda el Asia en esta forma: "El rey Ciro dice: Puesto que el Dios supremo de toda la tierra me ha constituido en rey, creo que este Dios es el que adoran los israelitas. Este, por intermedio de profetas, predijo que restauraría su Templo en Jerusalén en tierra de Judá". (Tomo II, pg. 217). Es interesante que más tarde algo parecido sucediera con Alejandro Magno, que al llegar a Jerusalén, leyó las profecías relacionadas con él 200 años antes y por eso fue bondadoso al pueblo judío. Es otro beneficio de tener profecías que se cumplen: el único libro que lo hace. 

Así, es más comprensible explicar la bondad y el favor de Ciro con el pueblo judío. El decreto de Ciro que aparece en el principio de Esdras sería un pasaporte real muy valioso que lo usaría el pueblo de Dios en numerosas ocasiones cuando hubiera impedimentos para construir su nación.

El libro de Esdras es entonces el relato del regreso y el establecimiento del pueblo de Dios en Israel. Dice Esdras 1:5-8: "Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa del Eterno. La cual está en Jerusalén. Y todos los que estaban en sus alrededores les ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado, además de todo lo que se ofreció voluntariamente. Y el rey Ciro sacó de los utensilios de la casa del Eterno, que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén… y se los dio a Sesbasar príncipe de Judá". 

Según el relato, Sesbasar, príncipe de Judá, parece ser el hijo más joven del rey Joaquín. Sin embargo, el que se hace cargo del regreso es Zorobabel, nieto del rey Joaquín (1 Cr 3:17-19). Dice Halley: "Si aquello hubiese sido reino, éste habría sido el rey; con refinada cortesía, Ciro le nombró gobernador de Judá" (p. 214). Zorobabel sería el hombre clave que levantaría de nuevo el Templo de Dios, con la ayuda de Josué, el sumo sacerdote. El nombre Zorobabel viene del babilonio y significa "nacido en Babilonia" pues así fue.

Josefo relata algo fascinante sobre el carácter y la sabiduría de Zorobabel. Los discursos que siguen son entre los mejores ejemplos del arte de la persuasión que existen en la literatura mundial. Sucedió unos años más tarde, cuando Zorobabel es hecho guardia principal por el tercer rey persa, Darío. Dice Josefo: "Por aquel tiempo, se presentó ante Darío procedente de Jerusalén, Zorobabel, el que fuera constituido jefe de los judíos cautivos. De antiguo tenía amistad con el rey. Esto le valió el que fuera juzgado digno, juntamente con otros dos, del título de guardia principal, honor que deseaba… Una noche, puesto que no podía conciliar el sueño, se puso a conversar con sus tres guardias y les prometió que quien acertara con la respuesta más veraz y sabia sobre lo que iba a preguntar le otorgaría como premio que se vistiera de púrpura, bebiera en vasos de oro… de modo que se lo consideraría primero después de él por su sabiduría y se llamaría además pariente del rey, hechas estas promesas, preguntó al primero si no era el vino lo más fuerte que existía en el mundo; al segundo guardia, si no lo eran los reyes; y al tercero (Zorobabel), si no eran las mujeres, o si quizás la verdad era más poderosa que las otras tres cosas. Luego se acostaron todos y en la mañana, en presencia de la nobleza y gobernantes, se presentaron los tres guardias. El primero habló sobre el poder del vino, en esta forma: - Varones, dijo, pensando sobre el poder del vino, he llegado a la conclusión de que su poder prevalece sobre todo por los siguientes motivos. Engaña y desvía la mente de aquellos que lo beben, de modo que aún los reyes se vuelven como niños que necesitan a un cuidador y le entrega al esclavo el valor para hablar como un hombre libre, y también hace iguales a los pobres y a los ricos. Al apoderarse de la mente, las cambia rápidamente, y les entrega nuevo valor al que está triste por alguna desgracia, infunde olvido a los cargados con deudas y contribuye a que se consideren como si fueran los más ricos de todos. También pierden todo impedimento al hablar, y conversar como si fueran los más felices sobre la tierra. Empero, hace que se olviden de sus jefes y reyes, y apartan del recuerdo al amigo o pariente. Es además la causa por la que los hombres se arman contra sus seres más queridos y los consideren como si fueran extraños. Vueltos a la sobriedad, se levantan ignorantes de lo que realizaron durante la ebriedad. Por esto considero que el vino es lo más poderoso que existe".

"Luego el segundo habló del poder de los reyes. Dijo que era el más poderoso de todos. Dijo -- El dominio de todas las cosas se encuentra en poder del hombre que, quiéranlo o no, somete a la tierra y al mar del modo que más les place; pero los reyes son los que disponen del máximo poder y dominio sobre los hombres. Por lo tanto, el que goza de dominio sobre el más fuerte y valeroso de los animales, con razón se ha de opinar que disfruta de un poder tal al que todo se ha de someter. Si ordenan a los súbditos ir a la guerra y exponerse a sus peligros, obedecen; se dirigen contra el enemigo, dóciles a las órdenes del rey, así como que suban las cumbres más altas o que demuelan pesadas murallas y torres. Aunque se les ordene matar o ser muertos, no rehúsan hacerlo, pues no quieren dejar de cumplir las órdenes del rey… El rey, en cambio, descansa saturado de toda clase de delicias y placeres, mientras que otros montan guardia para vigilar su sueño. Nadie, mientras que duerme, se atreve a abandonarlo ni en lo más mínimo, para atender a sus asuntos. Por eso es verdad que el rey es lo más poderoso que existe, pues tan gran multitud está atenta a sus órdenes".

"Cuando el segundo acabó, Zorobabel, el tercero empezó a enseñarles cuál era el poder de la mujer y de la verdad con estas palabras: El vino puede mucho, y es grande el rey a quien todos obedecen; pero más poderosos que ambos son las mujeres. Pues es una mujer la que da a luz y cuida al rey y a los cultivadores de las viñas con las que se hace el vino. En general, nada hay que no se lo debamos a ellas. Ellas nos tejen los vestidos; gracias a ellas se arreglan y conservan nuestras cosas. No podemos vivir sin su compañía; si tuviéramos gran cantidad de oro y plata o cualquier otra cosa preciosa y de gran estima, ante una mujer hermosa lo abandonamos todo y anhelamos su belleza. Más todavía: estamos dispuestos a desprendernos de nuestros bienes tranquilamente, con tal que se nos conceda gozar de la hermosura. Nos separamos de nuestro padre, nuestra madre y de la tierra que nos nutre, y olvidamos a los seres más queridos a causa de las mujeres; incluso inmolamos nuestras vidas por ellas. Se puede, pues, comprender cuán grande es el poder de las mujeres. ¿No es cierto que después de trabajar y sufrir toda clase de tribulaciones en tierra y en mar, aquello que ganamos con nuestro trabajo lo llevamos y entregamos a las mujeres, por disponer ellas de poder sobre nosotros? Algunas veces vi al mismo rey, señor de tantos pueblos, vencido por su concubina Apama… lo he visto quitarse la diadema para ponérsela a ella; sonreía, cuando ella sonreía; se entristecía, si ella se entristecía; siempre dispuesto a seguir las variaciones de su humor y a humillarse si la veía descontenta". 

"Los jefes y los sátrapas se miraban mutuamente; entonces empezó a hablar de la verdad. Dijo Zorobabel – He demostrado cuán grande es el poder de las mujeres; sin embargo, estas y el rey son débiles en comparación con la verdad. Pues si la tierra es inmensa, el cielo excelso, el sol veloz en su curso, y todo ello se mueve por la voluntad de Dios, y éste es veraz y justo, sigue que se considere muy potente la verdad, pues la iniquidad nada puede en su contra. Porque todas las demás cosas, que nos parece que gozan de poder, son mortales y efímeras, pero la verdad es eterna, dura para siempre. No nos da hermosura que aún en la mujer más hermosa con el tiempo se marchita; ni da riquezas que el destino aún a reyes suele quitar, sino lo que es justo y legítimo, distinguiéndolo de la injusticia a la cual confunde – Cuando Zorobabel terminó de hablar sobre la verdad, todos exclamaron que se había expresado mejor que nadie, y que sólo la verdad por su naturaleza es inmutable y nunca envejece. Entonces el rey le ordenó que pidiera algo más, aparte del premio que había ganado. Le aseguró que lo obtendría por haber demostrado que era más sabio que los demás y que los superaba en prudencia. 

"Tú, dijo, te sentarás a mi lado, y serás llamado mi pariente. Después de estas palabras, Zorobabel le recordó la promesa con la que se había otorgado para reedificar a Jerusalén y construir el Templo de Dios" (Josefo, Tomo II, pgs. 221-224). La Biblia le da gran importancia a la figura de Zorobabel, y de su prudencia y valor. En Esdras 2:1-2 dice: "Estos son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio...y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad; los cuales vinieron con Zorobabel y Jesúa...". Fueron en total unos 50,000 que regresaron de Babilonia, pero la mayoría se quedaron atrás y formaron una gran comunidad judía hasta 7 siglos después de Cristo. Salen de Babilonia según los estudiosos en el año 537 a.C.

Dice Keller: "¡Casi 1300 kilómetros es la distancia que separa a Babilonia de la lejana Jerusalén! ¡Qué enorme es el cortejo y cuánta es su trascendencia para la humanidad! Pues con esta marcha hacia Jerusalén iba también enlazado el porvenir del mundo. De ella dependió la existencia de una Biblia tal como la conocemos, una Biblia, la fe judía, el Cristianismo y muchos siglos de cultura occidental. Si los judíos no hubiesen regresado a Jerusalén, Judá hubiera corrido, sin duda, la misma suerte que Israel, por lo menos en líneas generales, mezclándose con las demás razas y perdiendo su personalidad como pueblo" (p. 325).

Respecto a este viaje de vuelta, Muir dice algo importante: "Aun entre los judíos habría, sin duda, muchos que preferían quedarse en las ricas tierras de Babilonia que emprender una agotadora jornada a un país que nunca podría recobrarse de las destrucciones de los ejércitos de Nabucodonosor. Sin embargo, había dos grupos que estaban ansiosos de aprovechar el generoso permiso para volver a Jerusalén. Uno era el grupo monárquico, que deseaba restablecer la sucesión de David con el príncipe Zorobabel, descendiente de la antigua dinastía real de Israel. Los otros eran los de inclinaciones religiosas, que anhelaban reedificar el Templo y centralizar de nuevo el culto al Eterno Dios en Jerusalén. Muchos judíos nunca volvieron a su patria. Aunque su religión tradicional no había perdido su influencia sobre ellos, eran indiferentes a los vínculos de Judá y Jerusalén. Jerusalén siempre sería la ciudad santa y capital de los judíos, pero su hogar sería el ancho e inmenso mundo (hasta hoy). El país al que regresaban los judíos ya no era "una tierra en que fluye leche y miel". Todo estaba en ruinas y la población mezclada de los naturales consideraban a los recién llegados como extranjeros, y los vieron con malévola desconfianza, que finalmente se encendió en abierta hostilidad" (p. 204).

Llegamos así a Esdras 3:2-4: "Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel… y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos al Eterno… Celebraron asimismo la fiesta de los Tabernáculos… En el segundo año… se echaban los cimientos de la casa del Eterno. Y muchos de los sacerdotes ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría". De este modo, se echaron los cimientos del Segundo Templo, como lo llamarían. Los cimientos eran mucho más pequeños que el Templo de Salomón y por eso algunos que vieron el primero lloraron de tristeza. Sin embargo, los que no habían visto el anterior gritaban de alegría que ya estaban en camino de realizar los planes anhelados. 

Sin embargo, la obra pronto se detendría. Dice la Biblia: "Oyendo los enemigos de Judá y de Benjamín que los venidos de la cautividad edificaban el templo del Eterno Dios de Israel, vinieron a Zorobabel… y les dijeron: Edifiquemos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí. Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes… dijeron: No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos al Eterno Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia. Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia" (Esdras 4:1-5). De este modo, se detuvo la construcción del Templo por unos 15 años. Recuerden que este "pueblo de la tierra" eran en gran parte los samaritanos, que mezclaron sus creencias babilónicas con las de Dios. Al ver esto Zorobabel, rehusó terminantemente tener algo que ver con ellos. Y tenía toda la razón, pues como no pudieron estorbar la obra de Dios directamente, lo hicieron mediante sobornos. Pero la obra de Dios tiene que cumplirse. El profeta Zacarías que vivía en ese entonces le entregó a Zorobabel un mensaje animador de Dios: "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho el Eterno de los ejércitos" (Zacarías 4:6).