#151 - Esdras 1
"Caída de Babilonia; Segundo éxodo israelita
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#151 - Esdras 1: "Caída de Babilonia; Segundo éxodo israelita
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Tal como Dios había predicho, luego de 70 años de cautiverio, Babilonia cae y su pueblo queda en libertad. Lo interesante es que Dios tomó partida directa en la caída Babilonia y hasta nombró a su conquistador, ¡150 años antes! La soberbia de Babilonia al jactarse de ser invencible con sus inmensos muros para protegerla, desafiaron a Dios, como indica: "porque contra el Eterno se ensoberbeció… el Eterno destruirá a Babilonia, y quitará de ella la mucha jactancia" (Jeremías 50:29; Jeremías 51:55).
Pues, para mostrar que no le impresionan para nada todas las defensas de la ciudad, un siglo y medio antes Dios profetizó por medio de Isaías que Babilonia caería en un día, y que sus inmensas puertas se abrirían al enemigo sin haber una lucha. Sobre su caída, Dios dice: "Siéntate, calla, y entra en tinieblas, hija de los caldeos, porque nunca más te llamarán señora de reinos… Oye, pues, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad. Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez (morirá tu rey)... porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron… Vendrá, pues, sobre ti mal...y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti. Estate ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos… Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti… serán como tamo" (Isaías 47:5-14). Además, Dios profetizó que la noche en que caería Babilonia, sus gobernantes estarían desprevenidos y banqueteando. Dice: "En medio de su calor les pondré banquetes, y haré que se embriaguen, para que se alegren, y duerman eterno sueño y no despierten, dice el Eterno, (murió su rey y otros en el banquete esa noche). Los haré traer como corderos al matadero… ¡Como fue apresada Babilonia, y fue tomada la que era alabada por toda la tierra! (Jeremías 50:39-41). Finalmente, Dios cuenta cómo caerá la ciudad: "He aquí que juzgo tu causa y haré tu venganza; y secaré su mar (referencia al río Éufrates)" (Jeremías 51:36).
La caída de Babilonia sucedió de la siguiente manera. Luego de la muerte de Nabucodonosor, que reinó por 43 años, dice Muir, "no tuvo sucesor digno". Sus descendientes directos iniciaron una feroz disputa por el trono… Un imperio que se había constituido por la fuerza de las armas se destruía por las maquinaciones de los partidos políticos que procuraban lucrar mediante la inquietud interna de Babilonia… La disputa por el señorío de Babilonia terminó en 556 a.C., cuando una conspiración de nobles y sacerdotes puso en el trono a otro de los descendientes de Nabucodonosor. Fue Nabonido, y no fue una sabia elección. Un hombre más enérgico podría haber demorado el día de la desgracia de Babilonia… él se interesaba más en el estudio y en la arqueología que en la administración de su imperio… Siguiendo sus inclinaciones, dejó la administración de los asuntos de estado a su hijo, Belsasar, que actuaba como corregente… el testimonio material no falta ya, en cuanto a la realidad de Belsasar, que había sido puesto en duda. Es evidente que… ejerció funciones reales en Babilonia en el tiempo indicado en el libro de Daniel".
Continúa Muir: "Los primeros párrafos de la dramática historia relatada en el capítulo quinto de Daniel retratan una desenfrenada fiesta en el salón del trono del palacio real de Babilonia. El imperio que por cerca de un siglo había dominado a todas las civilizaciones importantes del Medio Oriente estaba próximo a caer. Durante varios meses, un poderoso ejército al mando de Ciro el persa había avanzado a través de Mesopotamia, hacia la gran ciudad de Babilonia. Nabonido había confiado en su hijo Belsasar para contrarrestar la corriente de hierro que avanzaba desde el Oriente. En el campo de batalla de Opis, los ejércitos se habían enfrentado en lucha abierta y los babilonios, derrotados, se habían refugiado dentro de la gran ciudad amurallada de Babilonia. Los poderosos muros eran casi inexpugnables por las armas ofensivas de esa época. Podían desafiar a cualquier ejército durante muchos fatigosos días. Ninguna tropa armada podría abrir brecha en ella en una noche, en un mes y ni aún en un año. Se avecinaban días oscuros, pero las damas y señores de Babilonia no pensaban en el mañana, cuando se reunían dentro de los altos muros del palacio para disfrutar de una noche de orgías orientales. En una noche en que un prudente jefe bien podría haber reunido un consejo de guerra para proyectar la defensa de la ciudad en un prolongado sitio, Belsasar, comandante en jefe de los ejércitos, prefirió reunir a la flor y nata de Babilonia en un desenfrenado y ebrio festín".
Continua: "Sin soñar que el astuto comandante del enemigo que los asediaba había conspirado con elementos políticos desleales de dentro de la ciudad, que darían entrada a los sitiadores esa misma noche, Belsasar y sus invitados alcanzaban nuevas alturas de desenfrenada embriaguez. Como acción culminante de reto impío, Belsasar ordenó que le trajesen los vasos sagrados que una vez habían adornado el Templo de Dios en Jerusalén, y dice Daniel 5:3, "y bebieron con ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas". Pero cuando la fiesta alcanzaba su mayor desenfreno, cesó repentinamente la embriaguez, las risas y los cantos se apagaron en una nota de terror, cuando apareció de repente en el muro del salón unos dedos fantasmales. Daniel 5:5 dice: "En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía. Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra". Luego trajeron a Daniel que interpretó la escritura en la pared – era el juicio de Dios sobre Belsasar y su reino. Su reino pasaría a ser de Ciro esa misma noche.
Como confirmación del relato bíblico tenemos la historia de Herodoto, que vale la pena leer. Dice: "En la primavera siguiente, Ciro marchó contra Babilonia. Los babilonios… le presentaron batalla, y derrotados, se encerraron en la ciudad fuerte. Pero como bien sabían de antemano que Ciro no se estaba quieto, pues le veían acometer igualmente a todos los pueblos, abastecieron la ciudad de víveres para muchos años, y por entonces no hacían ningún caso al sitio… Ciro, formó todas sus tropas, unas desde la entrada del río, en la parte por donde entra en la ciudad, y otras en la parte detrás de la ciudad por donde el río sale, y ordenó al ejército que luego que viese que la corriente se había hecho vadeable, entrasen en la ciudad por ese camino… Por medio de un canal, llevó el río a la laguna que estaba hecha un pantano, y así, al bajar el río, hizo vadeable el antiguo cauce. Cuando esto se logró, los persas, apostados para ello, penetraron en Babilonia por el cauce del Éufrates, que había bajado a la altura de la mitad del muslo. Si los babilonios hubiesen sabido o hubiesen advertido por anticipado lo que se hacía por orden de Ciro, hubieran permitido a los persas entrar en la ciudad y los hubieran hecho morir miserablemente. Porque con cerrar todas las poternas que dan al río, y subirse a los muros que recorren sus orillas, los hubieran destruido fácilmente. Pero los persas se presentaron de improviso, y según dicen los habitantes de la ciudad, estaban ya prisioneros los que moraban en los extremos de ella, y los que vivían en el centro no se daban cuenta, a causa del tamaño de la ciudad., y además, como tenían un día de fiesta, se hallaban bailando y divirtiéndose en sus convites y festines, en los cuales continuaron hasta que del todo se vieron en poder del enemigo. De este modo fue tomada Babilonia por primera vez" (Los Nueve Libros de la Historia I, p. 73).
Con la caída sorpresiva de Babilonia Israel es liberada. En cierto sentido sería un segundo éxodo de Israel, pues el término significa "salida" y de la misma manera que ganaron su libertad de los egipcios, ahora los hacen de los babilonios. La primera vez, Dios intervino milagrosamente, por medio de Moisés y las 10 plagas, para liberar a su pueblo. Ahora lo hace de otra forma, a través de un libertador persa, Ciro, que había preparado singularmente para esta misión, aunque él lo desconoce. Increíblemente, unos 150 años antes, Dios había nombrado a Ciro en la profecía de Isaías 45:1: "Así dice el Eterno a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán (nada le impedirá)... por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste". Halley comenta: "Ciro, rey de Persia, reinó 538-529 a.C. Isaías profetizó en 745-695 a.C., más de 150 años antes de los días de Ciro”.
Sin embargo le llama por nombre, y predice que mandará reconstruir el Templo, que en los días de Isaías aún no había caído" (p. 270). Los críticos que no creen en las profecías cumplidas, cuando vieron que Dios nombró aquí a un monarca que no aparecería por 150 años, decidieron dividir el libro en dos, y ponerle a la segunda parte las fechas contemporáneas a Ciro para evitar creer que era la profecía. Llaman esta sección Segundo de Isaías. ¡Cuán incrédulo puede llegar a ser el hombre!
También, al igual que Satanás intentó frustrar los designios de Dios al procurar matar a Cristo por medio de Herodes, parece que trató de minar la profecía de Dios sobre Ciro. Herodoto cuenta que el abuelo de Ciro, Astiages, rey de los Medos, por un sueño premonitorio fue advertido que Ciro lo derrotaría. Mandó matarlo al nacer, pero en vez se lo dieron a un pastor que sustituyó a Ciro por su bebé recién muerto y lo crio. Así creció y luego derrotó a su abuelo, unió a Media y Persia y se convirtió en uno de los grandes conquistadores de la historia. Como "dios de este mundo" (1 Corintios 4:4), Satanás no deseaba que los planes de Dios se lleven a cabo, pero al final, siempre se cumplen. Dice Muir: "La caída de Babilonia fue un acontecimiento que conmovió al mundo, como el que podría producirse ahora si Londres o Nueva York cayesen en manos de un ejército invasor… La llegada del conquistador persa produjo espanto entre los babilonios, pero por otra parte, la venida de Ciro regocijó los corazones de muchos desterrados que habían sido transportados, contra su voluntad, de sus patrias, perseguidos por los ejércitos babilonios. La proclama de Ciro, según aparece en Esdras 1:1-4 fue sólo una de las muchas actitudes generosas del monarca persa. Al permitir a los patriotas volver a sus propios países, Ciro invertía una costumbre antigua. Aunque Ciro mantuvo a las naciones en vasallaje, despuntaba por el Medio Oriente un nuevo día de libertad individual. Una parte de la inscripción hallada del Cilindro de Ciro expresa: "Las ciudades de más allá del Tigris, cuyos lugares se habían encontrado de antiguo, los dioses de ellas volví a sus palacios y les ordené colocarlos en sus eternos altares. Reuní a todos los pueblos y los devolví a sus países de origen".
Respecto a Ciro, dice Grimberg, "merece el sobrenombre de Grande con que le distingue la historia. Como conquistador sobrepasó a todos los soberanos de Asiria, Babilonia y Egipto. Contrariamente a los procedimientos asirios y babilónicos, dio cierta autonomía a los pueblos sometidos… mostró verdadera tolerancia y adaptación ante las demás religiones… Por último, Ciro merece un lugar de honor en la historia, con Hammurabi y Solón, por su obra de legislador. Humanizó el derecho con una reforma muy importante: prohibir que cada uno hiciese justicia por cuenta propia al colocar el derecho penal en manos de los tribunales del Estado… Ciro murió diez años después de haber sometido a Babilonia" (Tomo 3, p 134).
Según los historiadores, el surgimiento de Ciro marca un gran cambio en la historia del mundo. Ciro y el Imperio Persa forman la transición del Mundo Antiguo al Mundo Occidental. El mando del poder pasaba de los crueles asirios y no mucho menos babilonios a los persas, una raza indoeuropea con ideas humanitarias y de derechos individuales. Dice Keller: "El Viejo Oriente cuenta ya con más de 3000 años de vida. Los pueblos del "Creciente Fértil" y del Nilo han envejecido, su sustancia creadora se ha agotado… Sólo el pueblo de Israel no decae, antes bien encuentran la fuerza de elevarse y de salvarse en los nuevos milenios hasta nuestros días… Y del Este, un nuevo resplandor brilla desde las montañas de Persia, o Irán de hoy. Los grandes estados semitas y egipcios han realizado sus misiones históricas, ahora se prepara el terreno para los reinos indo germanos que dan origen a la civilización Occidental, es decir, a Europa (pp. 305-308). Las raíces greco-romanas de nuestra civilización tienen mucho que agradecer al Imperio Persa. Sin embargo, lo importante de la caída de Babilonia, es que tiene muchos paralelos con la futura caída de la Babilonia espiritual ¡en la Segunda Venida de Cristo! Caería de repente por intervención directa de Dios; su pueblo será liberado milagrosamente, el rey del sistema con el falso profeta morirán el mismo día, y aunque todo el mundo hará lamentos sobre ella, luego vendrá un período de mucha felicidad y se inicia el Milenio.
Un último punto que vale notar. Tal como Dios profetizó que Babilonia duraría 70 años, y luego su pueblo sería librado, a Daniel le reveló en ese entonces que también la futura Babilonia sería destruida pero en un período profético de 70 semanas. Recuerden que cuando Dios le entrega esta profecía a Daniel, él estaba mirando "atentamente en los libros el número de años de que habló el profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años… y oré al Eterno Dios… aún estaba hablando en oración cuando el varón Gabriel… habló.. Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo… para poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempo angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí" (Daniel 9:2-4, Daniel 9:21-26). El esquema, tomando en cuenta el principio profético de que un día equivale a un año, (Ez 4:6), 70 semanas equivale a 70 por 7 o 490 años. Según lo entendemos, el decreto indicado de reedificar el templo está en Esdras 7:8 y fue dado por Artajerjes en el año 457 a.C.
COMIENZO PROFECÍA DE 70 SEMANAS
- 457 a.C. - 49 (las 7 semanas para terminar templo)
- 407 a.C. - 27 d.C. (las 62 semanas hasta el Mesías)
- 27 d.C. - 31 d.C. (la mitad de semana en que moriría el Mesías)
De modo que vemos todavía otro paralelo más entre la caída de la Babilonia Antigua y la Moderna.