#129 - 1 Reyes 13-15 - 1 Crónicas 13-15
"Reinado de Jeroboam, Nadab, Baasa, y Zimri"
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#129 - 1 Reyes 13-15 - 1 Crónicas 13-15: "Reinado de Jeroboam, Nadab, Baasa, y Zimri"
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Dice Keller: “Dos generaciones había sentado, piedra sobre piedra, bajo la dirección de dos hombres inteligentes y extraordinarios, David y Salomón, los cimientos de (este reino unificado). Pero, desde el momento en que Salomón cerró los ojos, se encendió de nuevo la vieja discordia que finalmente destruyó al gran Estado de Israel".
Por la apostasía de Jeroboam, Dios, movido a misericordia, inicia el Gran Período de los Profetas para advertirles de su castigo inminente si no se corrigen. Repasemos los 5 puntos de la misión y el mensaje de los profetas:
- Tratar de salvar a la nación de su idolatría y maldad
- Fracasando en esto, anunciar que la nación sería destruida.
- Pero no destruida del todo; un remanente seria, salvo.
- De en medio de este remanente vendría una influencia que se extendería por toda la tierra y traería a Jehová todas las naciones.
- Esta influencia se hallaría en un gran hombre que un día se levantaría en la familia de David, Los profetas le llamaban "el Renuevo," La familia de David, en un tiempo la más poderosa del mundo en los días de los profetas cortada y derribada hasta gobernar a un reino pequeño, despreciado y a punto de desaparecer una familia de reyes sin reino, no había de fenecer. Había de retoñar, del tronco de la familia nacería un vástago, un retoño tan grande que sería en sentido especial "el Renuevo".
Aquí vemos un principio de Dios que se aplica a través de la Biblia y también en la actualidad – Dios siempre avisa misericordiosamente antes de castigar, sea a su pueblo o al mundo en general. En el Antiguo Testamento lo hizo por medio de sus profetas: "¿Rugirá el león en la selva sin haber presa?.. ¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo?.. ¿Porque no hará nada el Eterno el Señor, sin que revele su secreto a sus profetas?... Si habla el Eterno el Señor, ¿quién no profetizará? (Amos 3:4-8).
En realidad, desde el comienzo de la humanidad, Dios siempre ha hecho saber su voluntad al hombre y ha dejado por lo menos a una persona que representara su camino de vida en cada generación. Primero se comunicó y les advirtió en forma personal a Adán y Eva. Luego, habló con Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Josué y los Jueces. Con Samuel comienza la escuela de los profetas. Pero es con la apostasía de Jeroboam que se inaugura la Gran Era de los Profetas que dejan escritos sus mensajes en la Biblia que duraría casi 500 años de advertencias de Dios (900 a.C.–400 a.C.).
Dice respecto a Israel: "y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante, desde que vuestros padres salieron de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor que sus padres" (Jeremías 7:24-26).
Luego, unos 400 años más tarde llegamos al Nuevo Testamento con el profeta Juan el Bautista. Y con la época apostólica se termina la redacción de la Biblia y las profecías hasta la Venida de Cristo. La última etapa de estas advertencias será en el tiempo del fin, del cual esta obra (la Iglesia) y cada uno de nosotros desempeñamos un papel muy importante: "y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mateo 24:14).
Para entender mejor esta época, he aquí una cronología básica de los reinados de todos los reyes y los profetas hasta el cautiverio asirio y babilónico. Está tomada del Compendio Manual de Halley, p. 180. Sobre la cronología, hay que tomar varios factores en consideración. Primero, lógicamente rara vez un reinado terminaba exactamente en el aniversario de su comienzo y las fracciones de años los contaban como años enteros. Además había intervalos de anarquía cuando un rey moría y tomaban algún tiempo para nombrar a otro. Finalmente, había a veces reinos "simultáneos" en que el padre e hijo reinaban conjuntamente. Sin embargo, todo esto significa como unos 5 años de diferencia.
Como ya estudiamos, por miedo de que las tribus se unieran de nuevo, Jeroboam instituyó un falso sistema religioso en las 10 tribus del norte de Israel. Estableció altares alternativos en Bet-el y en Dan, eligió a sus propios sacerdotes y ministros, y cambió la fecha de la Fiesta de los Tabernáculos al octavo mes.
Vemos el principio de la misericordia y advertencia del castigo, al enviar a un profeta a Jeroboam. Originalmente, Dios había visto cualidades encomiables en Jeroboam y hasta le había prometido mantener su descendencia sobre el trono del norte de Israel como lo había hecho con David (1 Reyes 11:38). Pero al desobedecer, se descalificó de todas estas bendiciones.
Cuando Jeroboam inauguró su falsa Fiesta de los Tabernáculos en el octavo mes, "el mes que él había inventado de su propio corazón" (1 Reyes 12:33), vino un profeta de Dios desde Judá para advertirle del terrible castigo de Dios e incluye una increíble profecía.
Le dijo: "He aquí que a la casa de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso… Esta es la señal de que el Eterno ha hablado: he aquí que el altar se quebrará" (1 Reyes 13:2-3). El Comentario Exegético dice de esta profecía sobre Josías, un rey que nacería unos 300 años más tarde: "Esta es una de las profecías más notables registradas en las Escrituras; por su claridad, sus detalles circunstanciales, y la predicción exacta del acontecimiento que sucedió 360 años más tarde. Presenta un contraste notable con los oráculos oscuros y ambiguos de los paganos. Como fue pronunciada públicamente, debe haber sido bien conocida del pueblo, y todo israelita que vivió en tiempo del cumplimiento del evento, se ha de haber convencido de la verdad de una religión asociada a semejante profecía” (p.280).
Al escuchar esta profecía tan adversa, Jeroboam extendió su mano para hacer arrestar al profeta: "Mas la mano que había extendido contra él, se le secó, y no la pudo enderezar y el altar se rompió" (1 Reyes 13:4-5). Desde luego que al ver su mano atrofiada, de repente le entró un espíritu de profunda humildad a este rey altivo y poderoso. Ahora le rogó respetuosamente que orara para que su mano se sanara. Así de sencillo es para Dios humillar a un gobernante altanero: Y el varón de Dios oró al Eterno, y la mano del rey se le restauró” (1 Reyes 13:6). Muy agradecido, el rey invitó al profeta a cenar con él y quería darle un suculento regalo. El profeta se negó: "Porque así me está ordenado por palabra del Eterno, diciendo: No comas pan ni bebas agua, ni regreses por el camino que fueres. Regresó pues, por otro camino" (1 Reyes 13:9-10).
Lamentablemente, un falso profeta lo engañó diciendo que un ángel le había dicho que estaba bien que comiera con él y le creyó. Durante la comida, vino la voz de Dios y le dijo: "Por cuanto has sido rebelde al mandato del Eterno, y no guardaste el mandamiento que el Eterno tu Dios te había prescrito... no entrará tu cuerpo en el sepulcro de' tus padres. Cuando había comido pan y bebido, el que le había hecho volver le ensilló el asno. Y yéndose, le topó un león en el camino, y le mató" (1 Reyes 13:21-24).
He aquí uno de los principios ministeriales: NO DESOBEDECER LA PALABRA DE DIOS BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA. Recuerda las palabras del Apóstol Pablo: "...os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra" (2 Tesalonicenses 2:2).
A pesar de la advertencia a Jeroboam, "con todo esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino" (1 Reyes 13:33). Cuando se enfermó de muerte su hijo mayor, Abías, en su desesperación Jeroboam le pidió a su esposa que se disfrazara y fuera ante el profeta Ahías para pedir su ayuda. El profeta fácilmente la descubre y profetizó la muerte del niño y del resto de la familia de Jeroboam. También ya habló del futuro castigo a la casa de Israel: "El Eterno sacudirá a Israel… y él arrancará a Israel de esta buena tierra que había dado a sus padres y los esparcirá más allá del Éufrates, por cuanto han hecho sus imágenes de Asera, (diosa fenicia) 'enojando' al Eterno” (1 Reyes 14:15).
Luego de la muerte de Jeroboam, tras 22 años en el trono, comenzó a reinar su hijo Nadab (1 Reyes 14:20). De aquí en adelante, veremos las terribles consecuencias del falso sistema espiritual. Vendrán asesinatos, guerras civiles, inmoralidad sexual y muchas otras perversiones. Es importante notar por qué.
Primero fue por haber dejado el Camino de Dios. “Todos los 19 reyes el norte siguieron el culto del becerro de oro. Algunos sirvieron además a Baal. Pero ni uno de todos ellos intentó jamás volver su pueblo a Dios” (Halley, p.181). Dios envió durante este período a por lo menos 10 profetas, pero no los escucharon.
En segunda instancia, la geografía distinta entre Israel y Judá creaba una gran diferencia religiosa y cultural. Mientras que Judá estaba concentrada en la región cordillerana, lejos de las influencias de otros pueblos, la casa de Israel estaba en medio de grandes rutas internacionales. Israel del Norte miraba hacia fuera, Israel del Sur hacia adentro. De modo que no es de extrañar que fue Israel del Norte quien se abrió más a los cultos paganos de otros pueblos, especialmente al de los fenicios con su adoración a Baal y Asera.
Comenta el ATLAS DE LA BIBLIA, p.112: "Para bien o para mal, la situación geográfica de Israel (del Norte) involucró a esta nación en la vida internacional de la época, donde existía un activo comercio y una cierta prosperidad, pero en cuanto un gobernante expansionista se instalaba en el trono de Egipto o de Asiría, casi podía oír los pasos de los pies invasores. También la Gran Llanura era otra vía importante de acceso que se internaba hacia el sur desde Fenicia… hasta el mismo corazón de Israel. A pesar de que era una fuente de prosperidad, ya que las mercancías y los artesanos fenicios llegaban por esta vía a Israel… las ideas religiosas, políticas y económicas chocaban con los usos tradicionales de Israel (es decir, contra las leyes bíblicas). Su posición de intermediaria entre Asia y África hizo que Israel (del Norte) interviniera en la política internacional. Al menos en apariencia, el reino era cosmopolita y urbano, pero estaba siempre involucrado en intrigas políticas y finalmente se vio implicado en alianzas contra países más fuertes hasta ser destruido por el avasallador poder asirio”.
"En cambio, Judá era un país encerrado en sí mismo, alejado de las rutas del comercio internacional. La dinastía de David consiguió mantener la estabilidad política durante cuatro siglos, mientras que la continuidad religiosa se veía reafirmada por el elemento cohesivo del Templo de Jerusalén… Judá fue una nación relativamente pobre, conservadora y apartada hasta que se vio mezclada en alianzas contra Babilonia hacia el año 600 a.C. que fue el fin del reino del sur".
Así, Nadab, el hijo de Jeroboam siguió los mismos malos caminos de su padre y fue asesinado tras 5 años en el trono por el conspirador Baasa. Fue entonces que se cumplió una parte de la profecía contra la casa de Jeroboam. "y cuando él vino al reino, mató a toda la casa de Jeroboam, sin dejar alma viviente de los de Jeroboam, hasta raerla, conforme palabra que el Eterno habló por su siervo Ahías silonita" (1 Reyes 15:29).
A pesar de haber eliminado a la estirpe de Jeroboam, Baasa siguió con el mismo sistema religioso falso, por lo que Dios envió otro profeta, Jehú, para decirle que le aguardaba el mismo destino que de la casa de Jeroboam. Así, luego de morir, su hijo Ela sólo reinó por dos años, pues en una borrachera fue asesinado por su general, Zimri (1 Reyes 16:9). “Y luego que llegó a reinar y estuvo sentado en su trono, mató a toda la casa de Baasa, sin dejar de ella varón, ni parientes ni amigos. Así exterminó Zimri a toda la casa de Baasa, conforme a la palabra que el Eterno había proferido contra Saasa por medio del profeta Jehú" (1 Reyes 16:11-12). De este modo, en unos pocos años se extingue la segunda dinastía en Israel del Norte.
El destino de Zimri fue aún peor, pues éste sólo duró 7 días en el poder. Al encontrarse derrotado en una batalla, se suicidó. "Se metió en el palacio de la casa real, y prendió fuego a la casa consigo; Y así murió" (1 Reyes 16:18).
Todos estos reyes estuvieron en guerra con Judá, pero ninguno de los dos pueblos era suficientemente poderoso para conquistar al otro. Lamentablemente, se desangraron entre ellos. Del gran imperio de David y Salomón ahora son dos poderes insignificantes en constante pugna e intrigas. “Israel y Judá se derrumbaban bajo el torbellino de sus grandes disensiones y, al cabo de trescientos cincuenta años de la muerte de Salomón, ambos reinos quedarían disueltos” (Keller, p. 231).