#126 - 1 Reyes 11: "La decadencia de Salomón en sus años finales"

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#126 - 1 Reyes 11

"La decadencia de Salomón en sus años finales"

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"Hizo también el rey Salomón doscientos escudos grandes de oro batido… Asimismo hizo trescientos escudos de oro batido...y el rey los puso en la casa del bosque del Líbano" (1 Reyes 10: 16-17). Además, construyó un gran trono "de marfil, el cual cubrió de oro purísimo… junto a los cuales estaban colocados dos leones… Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de otro; en ningún otro reino se había hecho trono semejante. Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada” (1 Reyes 10:18-21).

De las magníficas construcciones de Salomón, sólo quedan unas pocas muestras. Parte del "Muro de los Lamentos" en Jerusalén puede ser de la obra de Salomón, aunque otros dicen que era de Herodes. Perduraron porque, “el crecimiento era de piedras costosas, piedras grandes, piedras de diez codos” (1 Reyes 7:10).

Dice el historiador Grimberg: “Mediante acuerdo de Salomón con Hiram, rey de Tiro, fueron a construir el templo arquitectos y artífices fenicios. Rebajada la colina, fue revestido de sillería el macizo, formando así al modo mesopotámico, un basamento gigantesco de catorce metros de altura, con terraza irregular – 310 y 281 metros de longitud en los lados norte y sur, y 462 y 491 en los lados este y oeste. Lo único que se conserva del templo es dicho basamento, de grandes sillares de piedra almohadillados, que fueron unidos con grapas de hierro… Un vetusto fragmento de esta antigua fábrica arquitectónica es el llamado “Muro de los Lamentos”, porque ante sus piedras, por rito tradicional, lloran todavía los judíos la pérdida de Sión” (Historia Universal, p. 173).

Lamentablemente, hacia el final de su reinado, Salomón permitió que sus numerosas esposas paganas lo llevaran hacia la idolatría. Hay importantes lecciones para todos nosotros que debemos estudiar cuidadosamente para no caer en lo mismo.

"Y cuando Salomón era ya viejo sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos" (1 Reyes 11:4). Debió tener unos 50 años cuando comenzó su apostasía, pues según 1 Reyes 11:42, gobernó por 40 años y comenzó cerca de los veinte. "Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas, gentes de las cuales el Eterno había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón” (1 Reyes 11:1-3).

Respecto a esta inmensa cantidad de mujeres, primero, no debe sorprendernos mucho, pues en el Medio Oriente, esta práctica era bastante común. De hecho, ni siquiera tiene Salomón el récord. Nos relata el Nuevo Comentario Bíblico, Revisado: "El rey Cosroes II tuvo entre 3000 y 12,000 concubinas y según ciertos informes, el Sultán Mulay Ismael tuvo 2000 esposas y 800 concubinas". Algunas reinas tampoco se quedaron atrás. Una reina de la India tuvo 3000 esposos. 

De modo que lo que hizo Salomón no era único ni raro entre los orientales, pero él sabía perfectamente la prohibición de Dios al respecto y eso hizo la infracción más grave. "El rey… ni tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe, ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia (otra violación más)" (Deuteronomio 17:17).

Es muy aleccionador lo que dice El Comentario Exegético sobre Salomón: "Su extraordinaria sabiduría no fue suficiente para protegerlo de caer en errores graves y fatales. Nunca hubo promesa más bella de verdadera grandeza, ni fue visto cuadro más hermoso de la juvenil piedad, que el que mostró al comienzo de su reinado. Ni puede imaginarse espectáculo más patético, más humillante o terrible que la apostasía en su vejez. Bien puede aplicársele las palabras en Gálatas 3:3, “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” y en Apocalipsis 3:17, “Porque tú dices: yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tu eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo (espiritualmente).

Continúa el Comentario: “Su caída se atribuye a su “amor a muchas mujeres extranjeras”. La poligamia era tolerada entre los antiguos hebreos, y aunque en los países orientales, la mayor parte de los hombres por conveniencia o economía, se limitaban a una sola mujer, tener un gran número de esposas es indicación de opulencia o importancia, así como en la antigua Inglaterra era tener un numeroso establo de caballos y de gran carruaje. El rey naturalmente quiere tener un harén más numeroso que cualquiera de sus súbditos. Los establecimientos femeninos de muchos príncipes del Medio Oriente, tanto en tiempos antiguos como modernos, han igualado o excedido al de Salomón.  Es probable, pues, que en conformidad con las ideas orientales, él haya recurrido a ellos para darle mayor magnificencia al estado. Pero en él fue imperdonable, porque fue la violación directa y atroz de la ley divina”. 

"Así, el resultado que se deseaba evitar por guardar esta ley (Deuteronomio 17:17), se realizó en él. Fue su amor por muchas mujeres extranjeras que le trajo la ruina, pues las mujeres, aunque eran consideradas en un plano inferior al hombre, a menudo ejercen una influencia seductiva, silenciosa pero muy poderosa sobre sus esposos tanto en el harén como en otras artes y así se manifestó en Salomón. Estas mujeres eran, probablemente, según la costumbre existente, las hijas de jefes tributarios, dadas como rehenes por la buena conducta de sus padres. Las concubinas eran legítimas, pero inferiores en categoría. A éstas la principal o primera esposa mira sin el más mínimo recelo o pesar, y ellas la contemplan con sentimientos de sumisión respetuosa".

 “De ese modo, Salomón llegó a ser un verdadero idólatra, adorando imágenes de madera y de piedra delante del mismo templo que en su juventud él había levantado al verdadero Dios. Por lo tanto, aquella parte al lado del Monte de los Olivos era llamado el lugar alto de Tofet, y la colina es todavía conocida como el Monte de la Ofensa o Monte de la destrucción (2 Reyes 23:1-3) … Su amor al mundo y el continuo trajín de placeres había corrompido su corazón y producido, por un tiempo por lo menos, un estado de oscuridad mental. La gracia de Dios lo abandonó. El hijo del piadoso David y el discípulo de Natán, en vez de mostrar la estabilidad de principios sanos y de madura experiencia, llego al fin a ser un rey viejo y necio. Irónicamente, fue él mismo quien dijo: “Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos” (Eclesiastés 4:13).

Qué triste que Salomón no escuchó las advertencias de Dios mismo: “Y se enojó el Eterno contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado del Eterno Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces y le había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo que le mandó el Eterno" (1 Reyes 11:9-10).

Vemos de nuevo el principio de que Dios no hace acepción de personas, ni para uno que él amó, como fue Salomón (vea 1 Samuel 12:24). En vez de impresionarse con el Templo Dios le indicó a Salomón que lo más importante no era el edificio sino respetar su Camino de vida: "Con relación a esta casa que tú edificas, si anduvieres en mis estatutos… y guardando en ellos, yo… habitaré en ella” (1 Reyes 6:12).

¿Qué hizo Dios para corregir esta situación? Lo que le había dicho a David en 2 Samuel 7:12-16, aplicaría una disciplina cada vez más severa para poder traer al pecador de nuevo al buen camino. Le dijo a Salomón: "Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo. Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido” (1 Reyes 11:11-13).   

Este castigo comienza al' remover la protección del país contra sus enemigos. Dios permite que Hadad el edomita, heredero al trono que había huido a Egipto reconquistara el país para los edomitas. Pero, como Salomón no se reformaba, también pierden el territorio de Siria por medio de Rezón, su nuevo rey" (1 Reyes 11:25).

Por fin, ya visto que Salomón no cambiaba, Dios escoge a Jeroboam, un joven supervisor de Salomón a reinar sobre las diez tribus norteñas de Israel (1 Reyes 11:26-28). Fue el profeta Ahías que le dijo que Dios le… entregaría las diez tribus norteñas. Pero al enterarse Salomón, se llenó de envidia y "procuró matar a Jeroboam, pero Jeroboam se levantó y huyó a Egipto, a Sisae rey de Egipto, y estuvo en Egipto hasta la muerte de Salomón" (1 Reyes 11:40). ¡Qué triste final! De rey pacífico, como era su nombre, Salomón, se convirtió en un rey, con impulsos homicidas.

Como consecuencia, se introdujo de nuevo la idolatría en Israel y empezó de nuevo la historia de JUECES, que culminaría con el destierro de Israel unos 300 años más tarde.

Desgraciadamente, Salomón les dejó grandes deudas e impuestos. Al morir, lo primero que le pidieron a su hijo fue que redujera los altos impuestos. Dice un autor: "En conjunto, Salomón y su administración dieron a Israel mayor prosperidad de la que nunca había gozado, pero la vida del hombre común se había desbaratado. En el pasado, la riqueza de una persona podía medirse sobre todo por las tierras que poseía y por el número de sus familiares y sus cabezas de ganado; las profundas transformaciones de orden económico implantadas por Salomón vinieron a alterar ese sistema. La tierra no era ya de fundamental importancia; en cierto modo, incluso podía ser una desventaja por la creciente carga impositiva. Ahora la riqueza no se calculaba por la propiedad, sino por la cantidad de dinero en las manos. Era muy poco lo que llegaba a las manos del israelita medio. Por primera vez en la historia de Israel había una neta diferencia entre "ricos" y "pobres". El rey y sus allegados eran ricos; el pueblo llano, pobre" (Personajes, p. 192).

Finalmente, es interesante que los tres libros bíblicos que Salomón escribió marquen sus tres etapas en su vida. El primero fue "Cantar de Cantares", escrito durante su juventud. Aquí describe su admiración por una joven sulamita que resiste ser incorporada a su creciente harén. Ella sueña con su novio y a pesar de todas las palabras seductoras de Salomón, ella por fin se escapa. Es ilustrativo del amor entre Cristo y su iglesia, que ninguna seducción la apartará de serle fiel.

El segundo libro fue “Proverbios”, escrito durante la Edad de Oro de Salomón, cuando aún era fiel a Dios y su sabiduría alcanzaba el máximo apogeo. Está centrado en el temor o respeto profundo a Dios como la verdadera fuente de la sabiduría. Todos' los consejos aquí son certeros y provechosos.

El último libro, “Eclesiastés”, fue escrito en los últimos años de Salomón. Ya la gracia de Dios se había ido y su vida había dejado de tener significado espiritual. Lo que quedaba de su sabiduría era egocéntrica y oscura, llena de cinismo y depresión. Quizás Salomón ya contemplaba con amargura el juicio que le esperaba ante Dios.

Lamentablemente, las últimas palabras optimistas de Eclesiastés son añadidas por otro editor y parece que Dios lo usó para no terminar el libro en forma negativa. Sin saberlo, en este mismo libro Salomón escribió el epitafio de su propia vida: “Mejor es el fin del negocio que su principio” (Eclesiastés 7:8).