Quinto Mes: La fe a través de las obras

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Quinto Mes

La fe a través de las obras

El apóstol afirma que la práctica de la fe viva produce buenas obras. El pasaje 2:14-26 parece ser el más difícil de toda la epístola, porque constituye una de las secciones más conocidas y controversiales de la epístola. Martín Lutero pensó que Santiago estaba en directa oposición con las enseñanzas del apóstol Pablo en cuanto a la justificación por medio de la fe, la cual se encuentra en la carta a los romanos y gálatas. Lutero pensaba que la epístola de Santiago no pertenecía al canon de las escrituras del Nuevo Testamento. Pero un análisis cuidadoso de la doctrina de la justificación, nos ayuda a entender que Santiago y Pablo no están en conflicto al enseñar sobre las obras y la fe. Santiago 2:14-17 dice: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras?  ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice:  Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.” Santiago utiliza una figura literaria para reforzar su argumento, demostrando que la fe sin obras no sirve para nada. Es decir que, si un hermano o hermana se encuentran en la disponibilidad de suplir la necesidad del hermano necesitado y a sabiendas no lo hacen, entonces su fe es solamente pura teoría y cometen pecado. Y al haber quedado aclarada la duda, su epístola fue admitida en el canon bíblico con pleno derecho. La palabra “desnudos” del versículo 15, viene del griego “gumnoi”. Esta palabra denota estar mal vestido, pero también la misma palabra se usa en Mateo 25:36. El texto no solo enseña acerca de la necesidad de tener una fe verdadera la cual debe ir acompañada de obras de obediencia, sino que también nos muestra la necesidad de ayudar al prójimo, como el apóstol Pablo lo presentó a la iglesia en Gálataslacia (Gálatas 6:10). En esta sección, Santiago muestra que la fe genuina es inseparable de las obras, pero el apóstol no está diciendo de modo alguno que la salvación sea por las obras, sino que enfatiza que quién ha sido justificado por la fe, debe producir buenas obras, mostrando de esa manera, el carácter de su fe. Luego añade “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?” (Gálatas 2:18-22). Aquí observamos dos clases de fe. Una que no tiene obras y la otra que va acompañada de obras. Nadie debe considerar una fe sin obras. Pero el hombre puede mostrar una fe verdadera cuando va acompañada de obras de obediencia, porque esa es la fe que nos salva, por eso el apóstol Pablo escribió un importante complemento de las enseñanzas de Santiago. Dice: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.” (1 Corintios 13:1). Por supuesto que la fe a través de las obras es un acto de amor. Santiago rechaza la fe teórica por considerarla vacía y sin frutos. También los buenos deseos hacia los pobres y necesitados, no bastan sino cuando de verdad los ayudamos en sus necesidades básicas (Mateo 25:31-46). Las palabras simples pero divorciadas del fruto de una fe viva son como nubes secas que carecen de agua. Estas palabras literalmente muestran a un hombre con la cabeza vacía, porque no hay ningún reconocimiento de la importancia de mostrar una fe verdadera. Luego Santiago apela al ejemplo de Abraham para mostrar que la fe siempre debe ir acompañada de obras. Si nuestro padre Abraham fue justificado por su fe activa y obediente, ¿Acaso podemos suponer que Dios demandará de nosotros lo mismo? La respuesta es un rotundo sí. Por eso Abraham nos sirve como un excelente ejemplo de una fe cumplidora (Génesis 22:2-3). También Pablo menciona las buenas obras en su carta a Tito (Tito 3:8). “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él” (1 Juan 3:17-20).

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