#121 - 1 Reyes - 1 Crónicas 22-28
"Adonías; Administradores; Muerte de David"
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#121 - 1 Reyes - 1 Crónicas 22-28: "Adonías; Administradores; Muerte de David"
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Tristemente, este libro comienza con un Israel próspero y pujante bajo un rey justo, David, pero al final, unos 400 años después, Israel yace en ruinas. ¿Por qué? Es importante notar las razones de esta decadencia que comienza por lo espiritual y afecta el área política, económica, social y militar hasta terminar en la más abyecta esclavitud. Recuerden el ciclo histórico que estudiamos en Jueces; se repite aquí en Reyes.
Es vital entender que estos principios espirituales también se aplican en nuestras vidas como menciona 1 Corintios 10:11: "y estas cosas les acontecieron como ejemplo y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos". Si aprendemos de estas lecciones, podemos evitar la decadencia espiritual en nuestra vida, en la familia o en la iglesia. Por eso estudien cuidadosamente cada lección espiritual que repasaremos en esta sección.
Estamos en las postrimerías de la vida de David. "Cuando el rey David era viejo y avanzado en días, le cubrían de ropas, pero no se calentaba" (1 Reyes 1:1). Tenía casi setenta años y le vino una condición física que afecta a algunos ancianos llamada hipotermia, el descenso de la temperatura del cuerpo por debajo de lo normal. Acontece cuando el sistema circulatorio se debilita por la vejez y la sangre no irriga bien las extremidades del cuerpo.
Decidieron traerle una joven, llamada Abisag, para que se acostara con él y lo calentara. Se convirtió en otra concubina de David, "pero el rey nunca la conoció" (1 Reyes 1:4). Probablemente fue por la lección que aprendió David después del pecado con Betsabé y el ultraje de sus concubinas. Nunca más multiplicaría sus mujeres como en el pasado.
Antes de morir, David tendría que sufrir otra vez la traición de otro hijo. Al ver su hijo Adonías, el siguiente en la línea de sucesión, que su padre estaba cerca de la muerte, se autoproclamó como rey, ya que los primeros tres hijos habían muerto, Amnón, Queriat (nunca más se menciona) y Absalón. Debido a que David no había nombrado a un sucesor y había mimado a Adonías, éste pensó que tenía derecho de nombrarse como rey. "Entonces Adonías hijo de Haguit se rebeló diciendo: Yo reinaré. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él. Y su padre nunca le había entristecido en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Además, éste era de muy hermoso parecer; y había nacido después de Absalón" (1 Reyes 1:6). Esto implica que David lo había considerado como un hijo sustituto de Absalón y como lo tuvo en su vejez, lo trató como si fuera un abuelo y no lo corrigió, sino que lo consintió. David viviría de nuevo la experiencia de Absalón por quebrantar el principio de Proverbios 29:15, "el muchacho consentido avergonzará a su madre".
Adonias conspiró con Joab y con Abiatar el sacerdote para proclamarse rey. Noten que Dios consideró esta autoproclamación como una rebelión. De nuevo vemos aquí el principio que es un grave pecado de autonombrarse a un puesto reservado por Dios. Ante Dios, a pesar de que uno pueda tener muchas razones, y que pueda ser el próximo al mando – si lo hace por sí mismo – ES REBELIÓN. Lamentablemente, esto es lo que sucede con los disidentes que forman "nuevas iglesias de Dios". Recuerden, una de las reglas cardinales del verdadero cristiano: el amor no busca lo suyo (1 Corintios 13:5).
Adonías prepara su coronación y golpe de estado con el apoyo del jefe militar, Joab, y un jefe espiritual, Abiatar. Invita a sus partidarios y hermanos, que son muchos, "pero no convidó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los grandes, ni Salomón su hermano" (1 Reyes 1:10). Al enterarse, Natán se alarma con esta situación y ve que Salomón, el rival de Adonías, está en peligro mortal. "Entonces habló Natán a Betsabé madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que reina Adonías hijo de Haguit, sin saberlo David nuestro señor? Ven pues, ahora y toma mi consejo para que conserves tu vida y la de tu hijo Salomón" (1 Reyes 1:11-12).
En estas disputas, una vez proclamado un hijo, normalmente se eliminaba el rival al trono para evitar futuras rivalidades.
Betsabé y Natán se presentan ante David y le declaran los hechos. Le dicen: "Entre tanto, rey señor mío, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey después de él" (1 Reyes 1:20). David se alarma con esta situación y sabe que ha llegado el momento de proclamar a Salomón como rey. "Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono en lugar mío, que así lo haré hoy" (1 Reyes 1:30).
Una vez que Salomón es ungido como rey, todos los que apoyaron a Adonías huyen. Adonías mismo fue al altar del holocausto "y se asió a los cuernos del altar" (1 Reyes 1:50).
Con mucha magnanimidad, Salomón lo perdona, y David ahora le entrega las instrucciones para administrar su reino. Esta parte no se encuentra en 1 Reyes sino en el relato paralelo de 1 Crónicas 22-29. Aquí vemos el genio administrativo de David.
Lo primero que hace David es dejar todo listo para la construcción del magnífico Templo de Dios. "y dijo David; Salomón mi hijo es muchacho y de tierna edad, y la casa que se ha de edificar al Eterno ha de ser magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras; ahora, pues, yo le prepararé lo necesario. Y David antes de su muerte hizo preparativos en gran abundancia" (1 Crónicas 22:5-6).
Le dijo David a Salomón lo que Dios le había dicho muchos años atrás: "Tú has derramado mucha sangre, y has hecho grandes guerras; no edificarás casa a mi nombre porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de mí. He aquí te nacerá un hijo, el cual será varón de paz, porque yo le daré paz de todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón (significa “pacífico”) … él edificará casa a mi nombre” (1 Crónicas 22:8-10).
David entrega la propiedad comprada de Arauana (deletreado en forma distinta en 1 Crónicas como Ornán) que es el Monte Moria para edificar el templo. También aporta las riquezas para edificar el templo: "He aquí, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa del Eterno cien mil talentos de oro y un millón de talentos de plata, bronce y hierro sin medida porque es mucho. Asimismo, he preparado madera y piedra" (1 Crónicas 22:14). Según los cálculos, un talento pesaba 60 kilos, y el peso del oro y la plata que entregaron para el templo era: 190 toneladas de oro, 375 toneladas de plata, 675 toneladas de bronce y 3750 toneladas de hierro, además incontables piedras preciosas. Comenta Halley: "El valor en moneda de circulación actual (escrito en 1955, hoy día hay que multiplicarlo por lo menos por tres) se estima entre dos y cinco mil millones de dólares" (p. 201). David mencionó que su parte la había acumulado por muchos años (1 Crónicas 29:2-5). Lamentablemente, a veces a Salomón se le atribuye el Templo, y hasta se llama el Templo de Salomón, pero en realidad, fue David quien aportó los materiales, los constructores y los planos y a él se le debe atribuir el templo.
Además, no fue Salomón el que diseñó el templo sino Dios mismo quien le reveló los planos a David.
Dijo David: "Todas estas cosas (del templo) me fueron trazadas por la mano del Eterno, que me hizo entender todas las obras del diseño… Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque el Eterno Dios, mi Dios, estará contigo: él no te dejará ni te desamparará" (1 Crónicas 28:19-20). De modo que todo estaba en lugar cuando Salomón comenzó a construir la parte física del templo.
David también le dejó a Salomón la estructura administrativa del templo y el reino. Les dio a los levitas cargos religiosos y civiles. Como desde pequeños les enseñaban a leer las Sagradas Escrituras y cómo se aplicaban al diario vivir para ser los ministros de Dios, eran los más educados y fieles para cumplir estas responsabilidades. "De éstos, veinticuatro mil (eran) para dirigir la obra de la casa del Eterno, y seis mil para gobernadores y jueces" (1 Crónicas 23:4-5). Vemos un paralelo cuando Cristo vuelva y haga a los miembros de la iglesia, "sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años" (Apocalipsis 20:6).
Además, David organizó a los descendientes de Aarón, que oficiaban el Tabernáculo, en 24 clases u órdenes, que les tocaban, aparte de las Fiestas Santas, venir a Jerusalén dos veces por una semana cada año.
Luego estableció los coros para el Templo. Dice que "profetizaban" por medio de sus himnos – pues es una manera de predicar la Palabra de Dios, "en las cosas de Dios, para exaltar su poder" (1 Crónicas 25:5). Habían 288 "maestros" y más de 3900 cantantes (1 Crónicas 23:5; 1 Crónicas 25:7) que se turnaban en 24 períodos. David fue quien dejó este legado de la música sagrada en forma organizada en Israel. Aún hoy día una inmensa cantidad de los mejores músicos en el mundo son de origen judío – tienen una tremenda ventaja de varios miles de años que las demás razas, donde la música no se institucionalizó de la misma manera. Gracias a David tenemos los Salmos en la Biblia, la mayoría compuesta por él mismo o sus seguidores.
David no sólo era un genial compositor sino que también inventó instrumentos musicales como nos dice Amós 6:5, "inventan instrumentos musicales, como David". Había funcionarios del Templo que lo protegían, cuidaban y abrían y cerraban sus inmensas puertas. También fueron divididos en 24 clases que servían cerca de unos 200 cada turno, y eran 4000 en total (1 Crónicas 23:5).
Sobre el cuidado de los fondos del Templo, David puso a un grupo de levitas a cargo. También usó a otros como "gobernadores y jueces sobre Israel en asuntos exteriores" (1 Crónicas 26:29). David respetaba a los ministros de Dios y los usó plenamente.
Para proteger al país de invasores, David estableció un ejército permanente de 24,000 hombres que servían por un mes al año y que un general distinto presidía cada mes, quizás para evitar otra traición como la de Absalón o la de Seba. Si había amenaza de guerra, podían llegar a ser hasta 300,000. "Tal establecimiento militar no sería carga al país ni a la tesorería del rey porque los gastos corrían de un fondo común de su tribu. Tampoco era un trastorno económico, porque el hombre tenía los otros 11 meses para trabajar por cuenta propia" (Comentario Exegético, p. 332).
Finalizó la organización del reino al establecer la Contraloría General que nos entrega una visión de los bienes reales. "Azmavet... tenía a su cargo los tesoros del rey; y Jonatán... los tesoros de los campos, de las ciudades, de las aldeas y de las torres…y de todos los que trabajan en la labranza…de las viñas…de los olivares e higuerales…de los almacenes de aceite, del ganado…de los camellos, de las asnas…y de las ovejas” (1 Crónicas 27:25-30).
Lo último que David hace es convocar a todos los jefes de las tribus y sus funcionarios para formalmente traspasar el mando al joven Salomón. Enfoca su discurso en la elección de Salomón por Dios y los preparativos para la construcción del magnífico Templo, que estaría a la par con las siete maravillas del Mundo Antiguo. Entusiasma tanto a los líderes que ellos voluntariamente donan una inmensa cantidad de riquezas para la construcción del Templo. "Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron al Eterno voluntariamente" (1 Reyes 29:9). Esa debe ser la misma actitud de nosotros cuando entregamos nuestras ofrendas a Dios.
Luego David entrega una de las oraciones más bellas de toda la Biblia. Allí explica lo que significa darle a Dios: “todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas… Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos… porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo y de lo recibido de tu mano te damos (como un hijo le pide a su padre dinero para hacerle un regalo)... conserva perpetuamente esta voluntad del corazón de tu pueblo y encamina su corazón a ti. Asimismo, da a mi hijo Salomón corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos..." (1 Reyes 29:11-19).
Finalmente, invistieron a Salomón como rey por segunda vez y ungieron a Sadoc como el sacerdote principal. "Y el Eterno engrandeció en extremo a Salomón a ojos de todo Israel, y le dio tal gloria en su reino, cual ningún rey la tuvo antes de él en Israel" (1 Crónicas 29:25).
David murió un poco después, “en buena vejez, lleno de días y de gloria” (1 Crónicas 29:28). Posteriormente Dios juzga la vida de David de esta forma: "David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos… y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías" (1 Reyes 14:8; 1 Reyes 15:5). De aquí viene la expresión más tarde, "He hallado a David… varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero" (Hechos 13:22).
Dios fue misericordioso con David porque David siempre fue misericordioso con los demás – “y la misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2:13). Un bello fin a un amador de Dios.