Crisis en Venezuela: ¿Cuándo acabará?
Pareciera que la esperanza ha abandonado a Venezuela. Por la noche, niños hambrientos lloran hasta quedarse dormidos. Ante la falta de comida en casa, muchos de ellos se vuelcan a las calles. Atrapados por las pandillas, cambian la seguridad de sus casas por cicatrices de cuchillos en sus estómagos. Despojados de su humanidad, los venezolanos se han visto reducidos a escarbar en los basureros en busca de comida.
Los padres pierden a sus pequeños por la desnutrición. Con frecuencia, la gente coloca alas de papel recortadas sobre ataúdes blancos para niños, donde los padres sostienen lenta, dolorosa y trágicamente a sus bebés por última vez antes de enterrarlos. Uno de estos bebitos, Kleiver Enrique Hernández, murió de desnutrición severa solo tres meses después de haber nacido. Su cuerpecito diminuto e inerte yacía en un ataúd blanco durante un velatorio en la casa de la familia, bajo un colorido letrero que acababa de celebrar su llegada con estas palabras: “Bienvenido Kleiver Enrique, te quiero mucho”.
Debido a la hiperinflación, los venezolanos ya no pueden ganarse la vida. Hay poca comida, combustible, medicinas o acceso a trabajos. Y otra cosa que se está agotando es la esperanza. Los venezolanos han sido despojados de su futuro por la mala gestión gubernamental y la corrupción.
¿Habrá una luz al final del túnel?
En pocos años, el país se ha convertido en un ejemplo del que se valen los defensores de la libertad y el capitalismo para mostrar las fallas del socialismo. Sin embargo, si bien el socialismo es sin duda alguna el culpable de la caída de Venezuela y es correcto señalarlo, no debemos olvidar a las incontables masas que sufren, los millones de personas que solo quieren comer y vivir.
La crisis venezolana no es un mero argumento filosófico para la niña de nueve años que escarba las bolsas de basura para el desayuno. El colapso es un problema humano, un problema de la humanidad.
Comienzo del colapso
Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo. Entonces, ¿cómo pudo una nación otrora moderna y próspera caer tan rápidamente?
El colapso económico comenzó con el líder socialista de la nación, Hugo Chávez, pero tocó fondo bajo el sucesor que él mismo escogió, Nicolás Maduro.
Un exhaustivo artículo de los autores venezolanos Moisés Naim y Francisco Toro aparecido en la revista estadounidense The Atlantic, arroja luz sobre lo sucedido:
“Lo que nuestro país está pasando es monstruosamente único: nada menos que el colapso de una gran nación rica, aparentemente moderna y democrática, distante solo unas horas de vuelo de los Estados Unidos. En los últimos dos años, Venezuela ha experimentado el tipo de destrucción interna que casi nunca ocurre en un país de ingresos medios como este, a menos que sea por guerras.
“Las tasas de mortalidad están por las nubes; los servicios públicos se derrumban uno tras otro; la inflación de tres dígitos ha dejado a más del 70% de la población en la pobreza; una ola de crímenes inmanejable mantiene a la gente encerrada en sus casas por la noche; los compradores tienen que hacer cola durante horas para comprar comida; los bebés mueren en gran número por falta de medicinas y equipos sencillos y baratos en los hospitales, al igual que los ancianos y los que padecen enfermedades crónicas” (“Venezuela is Falling Apart” [Venezuela se está desmoronando], 12 de mayo de 2016).
El rápido deterioro del país no es como un accidente aéreo, ferroviario o automovilístico. Este tipo de tragedias ocurre con relativa frecuencia, ¿pero cómo puede un país rico en petróleo, moderno y hermoso como Venezuela, colapsar en tan solo un puñado de años? Algo así simplemente no sucede. Los autores relatan en parte cómo ocurrió lo impensable:
“El verdadero culpable es el chavismo, la filosofía de gobierno que lleva el nombre de Chávez y que fue llevada a cabo por Maduro, y su propensión verdaderamente extraordinaria a la mala gestión (el gobierno usó arbitrariamente el dinero del Estado en inversiones inútiles); la destrucción institucional (a medida que Chávez y luego Maduro se volvieron más autoritarios y paralizaron las instituciones democráticas del país); la formulación de políticas sin sentido (como los controles de precios y divisas); y el simple robo (a medida que la corrupción ha proliferado entre los funcionarios y sus amigos y familiares que no rinden cuentas) . . .
“Hay muchas teorías sobre las fuerzas más profundas que han destruido la economía de Venezuela, desgarrado su sociedad y devastado sus instituciones, pero su resultado es, en última instancia, una tragedia humana que representa una de las crisis humanitarias más graves que enfrenta el hemisferio occidental”.
La escasez de alimentos se ha vuelto tan grave, que se han recibido informes de personas que irrumpen en los zoológicos para matar y comerse a los animales. Los apagones eléctricos son parte de la vida en muchas áreas de la nación. Hay una falta generalizada de equipo médico, y las enfermedades van en aumento. El crimen se ha disparado, y Caracas es ahora la capital mundial del crimen.
Las víctimas más pequeñas
La mayor tragedia de Venezuela es el sufrimiento de sus niños. El periódico estadounidense The New York Times pasó cinco meses en 2017 investigando cómo la crisis económica de Venezuela ha afectado a los pequeños de la nación. Lo que vieron los conmocionó:
“El hambre ha acechado a Venezuela durante años. Ahora, está matando a los niños de la nación a un ritmo alarmante, dicen los médicos de los hospitales públicos del país . . . Disturbios y protestas por la falta de alimentos asequibles, largas e insoportables colas para obtener provisiones básicas, soldados apostados fuera de las panaderías y multitudes furiosas que saquean las tiendas de comestibles han sacudido las ciudades, proporcionando una muestra pública y reveladora de la profundidad de la crisis.
“Pero las muertes por desnutrición se han mantenido como un secreto muy bien guardado por el gobierno venezolano. En una investigación de cinco meses realizada por The New York Times, los médicos de 21 hospitales públicos en 17 estados de todo el país dijeron que sus salas de emergencia estaban siendo invadidas por niños con desnutrición severa, una condición que raramente habían visto antes de que comenzara la crisis económica . . .” (Meredith Kohut e Isayen Herrera, “As Venezuela Colapses, Children Are Dying of Hunger” [A medida que Venezuela colapsa, los niños están muriendo de hambre], 17 de diciembre de 2017).
Los periodistas también expusieron cómo los funcionarios de gobierno han ocultado la verdad:
“El gobierno venezolano ha tratado de encubrir el alcance de la crisis mediante la aplicación de un bloqueo casi total de las estadísticas de salud y la creación de una cultura en la que los médicos a menudo temen registrar los casos y las muertes que pueden estar asociados con los fracasos del gobierno. Pero las estadísticas que han salido son asombrosas. En el informe anual de 2015 del Ministerio de Salud, la tasa de mortalidad de niños menores de cuatro semanas se ha multiplicado por cien, de 0,02% en 2012 a poco más de 2%”.
Después de que el Ministerio de Salud del gobierno no publicara ni siquiera un informe sobre las tasas de mortalidad infantil, en abril de 2017 apareció repentinamente un enlace en su sitio web. Reveló que 11 446 niños menores de un año murieron en 2016.
El sistema de salud de la nación ha sido duramente afectado, y se calcula que 43 000 profesionales médicos han salido de Venezuela. Y para los bebés en las salas de emergencia de los hospitales, la leche maternizada para infantes es difícil de encontrar.
Lamentablemente, la situación no ha mejorado desde 2017. Un artículo de febrero de 2019 titulado “Voces de Venezuela: ‘Aquí nos morimos de hambre’”, describió al país como “al límite”: “Las estanterías de los supermercados están vacías, ya que la comida es cada vez más escasa y cara. La gente está huyendo del país a un ritmo récord, inundando los países vecinos. La inflación llegará a los 10 millones por ciento en 2019” (Ana Vanessa Herrero y Megan Specia, The New York Times, 1 de febrero de 2019).
El éxodo masivo de quienes encuentran una manera de irse
Esta situación desesperada ha provocado que cuatro millones de venezolanos (¡cuatro millones!) hayan tomado la desgarradora decisión de huir de su patria. Un artículo en el periódico estadounidense The Wall Street Journal la describió como “la mayor crisis migratoria en la historia moderna de América Latina” (Kejal Vyas, “The Perilous Road Out of Venezuela” [El peligroso camino para salir de Venezuela], 3 de octubre de 2019). Y cada día miles de ciudadanos se suman a este número.
El artículo cuenta la historia de una joven venezolana que recientemente abandonó el país con su novio. Ambos habían trabajado como enfermeros en una clínica de salud en el este de Caracas: “Mis abuelos solían decirme ‘No te vayas’”, dijo la Srta. Loyo. “Ahora me dicen: ‘Huye tan rápido como puedas’”.
“El día antes del viaje en autobús, el Sr. Morales [su novio] fue al cementerio con un trapo y una botella de agua jabonosa y lavó la lápida sobre la tumba de su hermano adolescente, Jhonny, muerto a tiros por los gánsteres cuatro años antes.
“Barrió las hojas caídas con una escoba gastada y depositó un puñado de caléndulas. Luego limpió y ordenó las tumbas de dos primos, ambos víctimas de disparos de la policía, ubicadas a corta distancia. ‘Él me dijo que todo su entorno solo gritaba ¡Sal de aquí!’”
A continuación presentamos algunas proyecciones de migración muy impactantes: “La Institución Brookings [con sede en Washington, D. C., EE. UU.] estima que el número de migrantes venezolanos podría duplicarse hasta alcanzar los ocho millones en los próximos dos años, mucho más que los seis millones que huyeron de la nación de Siria asolada por la guerra. Per cápita, los migrantes venezolanos han recibido menos del 2% de la ayuda internacional que fue comprometida y destinada a los refugiados sirios” (ibíd.).
¿Habrá una luz al final del túnel?
Desde el comienzo del desplome de Venezuela, su pueblo ha salido a las calles en protesta. De estos movimientos de protesta se levantó un hombre, Juan Guaidó, como líder de la oposición. El 23 de enero de 2019, audazmente se declaró el legítimo presidente de la nación:
“El joven político se presentó ante miles de manifestantes en Caracas y juró como presidente interino, una medida que fue inmediatamente acogida por los gobiernos de Estados Unidos y Canadá. Guaidó señaló por primera vez que estaba dispuesto a desafiar seriamente al presidente del país a principios de enero [de 2019], cuando Nicolás Maduro comenzó su segundo mandato tras las elecciones del verano pasado [de 2018], que fueron ampliamente denunciadas como fraudulentas . . .
“Guaidó, a solo seis días de haber asumido su cargo, le dijo al mundo que estaba listo para asumir la presidencia hasta que se celebraran elecciones libres y justas, siempre que contara con el apoyo vital de los militares” (Joe Daniels y Mariana Zúñiga, “Venezuela: Who is Juan Guaido, the Man Who Declared Himself President?” [Venezuela: ¿Quién es Juan Guaidó, el hombre que se autodeclaró presidente?], The Guardian, 23 de enero de 2019).
Después de que el presidente Maduro se negara a dimitir, el Sr. Guaidó lideró un levantamiento militar en abril, que fracasó. A pesar del revés, la oposición ha seguido presionando a Maduro para que abandone el cargo, y Guaidó ha sido reconocido por más de 50 gobiernos como el presidente en funciones de Venezuela.
Los Estados Unidos y otros países han aumentado la presión política sobre Venezuela, pero hasta ahora parece haber tenido poco efecto. Maduro ahora ha dirigido sus ataques a su ejército para consolidar su poder y reprimir la disidencia:
“Actualmente hay 217 oficiales activos y jubilados en las cárceles venezolanas, incluyendo 12 generales, según la Coalición por los Derechos Humanos y la Democracia, una organización sin fines de lucro con sede en Caracas que representa a varios de estos hombres. La coalición ha documentado 250 casos de tortura cometidos por las fuerzas de seguridad venezolanas desde 2017 contra funcionarios militares, sus familiares, y activistas de la oposición” (Anatoly Kurmanaev e Isayen Herrera, “Venezuela’s Maduro Cracks Down on His Own Military in Bid to Retain Power” [Maduro de Venezuela toma medidas enérgicas contra sus propios militares en un intento de retener el poder], The New York Times, 13 de agosto de 2019).
“El espectáculo del colapso”
Nadie sabe exactamente lo que sucederá en Venezuela en los próximos años, pero es difícil imaginar cómo puede seguir empeorando sin que llegue a algún punto de ruptura.
Una cita final del artículo en The Atlantic va al meollo mismo del asunto: ¿Es Venezuela otro ejemplo de los fracasos del socialismo? Sí, pero también es mucho más que eso. Por encima de todo, es una tragedia humanitaria que debería hacer que todos esperemos días mejores y alberguemos algo de esperanza en nuestros corazones.
Los autores venezolanos del artículo reflexionan: “La etapa feliz y esperanzadora del experimento de Venezuela con el socialismo del siglo xxi de Chávez es un recuerdo que se desvanece. Lo que ha quedado es un Estado visiblemente fracasado que todavía se apoya en la retórica de la izquierda, en un intento por mantener una pizca de legitimidad destinado al fracaso. Un país que solía atraer a un gran número de viajeros y admiradores, ahora fascina a los intrépidos: forasteros asombrados y cautivados por el espectáculo del colapso. Para los venezolanos, que viven sus consecuencias día tras día, el espectáculo es considerablemente menos divertido”.
En medio de una tragedia tan grande y totalmente innecesaria, ¿dónde podemos buscar y encontrar esperanza para el futuro?
Se avecina el fin de la miseria
La Biblia revela el plan maestro de Dios para los seres humanos. Nos muestra que se aproxima un día mejor para la humanidad por medio de la llegada del Reino de Dios. Este gobierno divino será instaurado a la segunda venida de Jesucristo (ver Daniel 2:35, 44-45).
Con el cumplimiento final del Reino de Dios en la Tierra, después de que Jesucristo haya derrotado a todos los enemigos y sometido a todos a Dios el Padre, las constantes lágrimas de los hambrientos y desesperanzados de hoy serán cosa del pasado. Observe esta inspiradora profecía del final de la Biblia:
“Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:3-4).
Hoy todavía vivimos en los tiempos de “las primeras cosas”. Pero pronto llegará un nuevo día en el cual el recién nacido ya no morirá al poco tiempo. Los días de los gobiernos fallidos habrán terminado, para ser reemplazados por un gobierno de Dios perfecto, que sea verdaderamente para el beneficio del pueblo.
Aún en medio de una tragedia como la de Venezuela, ¡hay esperanza de un mundo mejor! BN