¿Qué expresa la Biblia acerca de los habitantes de la calle y del sinhogarismo?

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¿Qué expresa la Biblia acerca de los habitantes de la calle y del sinhogarismo?

La Biblia afirma que siempre habrá pobres viviendo entre nosotros (Marcos 14:7). Siempre habrá personas que, como resultado de sus propias acciones, o de situaciones que escapan a su control, se encuentran en situaciones económicas deplorables, con estrecheces, tornándose incapaces de proveerse las necesidades básicas.

Como cristianos, definitivamente debemos cuidar de aquellos que están en necesidad. —La dificultad es determinante para saber quiénes están realmente necesitados.

La Biblia nos amonesta en repetidas ocasiones para que cuidemos de los pobres. En el antiguo Israel Dios proveyó un sistema para que aquellos que se encontraban en dificultades económicas pudieran convenir en trabajar como siervos durante un espacio de tiempo, trocando su fuerza de trabajo por vivienda y alimentación. Después de seis años de servidumbre, el séptimo, debían ser liberados de sus obligaciones y se les abastecería liberalmente de bienes materiales suficientes para la subsistencia posterior (Deuteronomio 15:10-11). Adicionalmente se establecieron en todo el territorio años sabáticos para laborar la tierra. Durante dicho año, la tierra no podía ser sembrada y lo que en ella creciere naturalmente debía ser cosechado por los pobres. En igual forma, cada 50 años, esto es, después de siete ciclos de siete años, se estableció el jubileo, año en el cual las deudas debían ser perdonadas y la tierra debía ser devuelta a sus propietarios iniciales (Levítico 25)

De estos ejemplos bíblicos podemos concluir que no fue la intención de Dios que el pueblo se endeudara de tal manera que nunca pudiera recobrarse

A lo largo de la Biblia encontramos exhortaciones para que cuidemos de los pobres, y en general de los menesterosos. Es claro que la intención del Eterno es que hagamos todo lo necesario para velar por los pobres y necesitados.

La responsabilidad que tenemos de trabajar

Sin embargo, el apóstol Pablo expone un criterio que debemos examinar: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.” (2 Tesalonicenses 3:10, versión King James).

Pablo instruye a la iglesia de Tesalónica, donde algunos creyentes se dedicaban al ocio negándose a trabajar, entrometiéndose además en los negocios de otras personas. El apóstol aconseja no ayudarlos con fondos de la iglesia mientras se resistieran a trabajar y a colaborar.

Aquí radica la gran dificultad con los habitantes de la calle hoy día. Existen personas que realmente se encuentran en legítima necesidad- después de realizar trabajos arduos se encuentran en tiempos difíciles. Estas personas necesitan de una mano amiga que los ayude a levantar. En el otro extremo de la cuerda se encuentran quienes han decidido no trabajar y dedicarse a mendigar y pedir dinero a los transeúntes. Igualmente se encuentran personas que toman las limosnas para comprar drogas y alcohol para satisfacer su adicción, o intentar curar su enfermedad mental.

A veces puede ser difícil diferenciar entre los realmente necesitados y los que se aprovechan de la generosidad ciudadana. La pregunta que nos debemos formular es si realmente estamos dando una ayuda útil o si nuestra contribución está permitiendo y agravando un problema existente.

La Biblia es contundente: se espera que socorramos a los pobres y necesitados. Pero también nos amonesta para que no contribuyamos con los que se rehúsan a trabajar.

En los Estados Unidos y otras naciones se han venido implementando programas para socorrer a los que se encuentran luchando contra la adversidad. En algunos casos estos programas sociales no son suficientes de modo que se necesita apoyo adicional. Es necesario acudir a la sabiduría y al buen criterio si queremos que nuestro deseo de ayudar sea fructífero en lugar de tornarse en nocivo.

Si desea ser útil, siempre encontrará la forma de hacerlo. Puede ser voluntario en el programa de comedor social de su localidad, realizar una donación a la misión Union Gospel o a un programa similar. O regalar canastos con artículos de comer.

Como cristianos, tenemos el deber ineludible de socorrer a los menesterosos- la dificultad radica en determinar quiénes están realmente necesitados.