Enseñanzas impactantes de Jesús
El Reino de Dios
¿Cuál cree usted que es el mensaje medular que enseñó Jesús? ¿Alguna vez ha meditado acerca de este tema fundamental? Al enseñar, ¿hizo Cristo énfasis en un tema específico?
Quizás le sorprenda descubrir que el mensaje de su evangelio no se limitó a decir “recíbeme en tu corazón y serás salvo”. También es sorprendente descubrir que él no dijo que uno iría al cielo a reunirse con él después de morir.
Si usted desea entender el meollo de la enseñanza de Jesús, su mensaje y misión, debe asegurarse de comprender el evangelio –las buenas nuevas– que Jesús mismo proclamó. ¡Es vital saber lo que predicó!
Entonces, ¿cuál es en esencia el evangelio que Jesús vino a enseñar? Parece una pregunta bastante simple, pero la mayoría no le da mucha importancia. ¿Acaso Jesús simplemente predicó acerca de sí mismo? ¿Se enfocó su mensaje principal en el hecho de que él era el Salvador profetizado?
La mayoría sabe que Jesús predicó el evangelio. Esa palabra, evangelio, así como la palabra griega de la que se traduce, significa “buenas noticias” o “buen mensaje”, pero ¿cuál es realmente ese buen mensaje? ¿Puede explicarlo?
Si no comprende el mensaje medular de Jesús, no podrá captar todo el propósito de sus enseñanzas, la razón de su venida y por qué prometió volver. Tampoco podrá comprender docenas de profecías básicas en toda la Biblia. ¡El verdadero mensaje de Jesús reúne todas estas cosas en un tema que es, en efecto, una buena noticia y que tiene grandes implicancias para usted, para su futuro y para el mundo entero!
El evangelio del Reino de Dios
Jesús mismo describió el propósito y el mensaje que trajo: “Debo predicar la Buena Noticia del reino de Dios también en otras ciudades, porque para eso fui enviado” (Lucas 4:43, Nueva Traducción Viviente).
Su mensaje fue la buena noticia del Reino de Dios. ¿Sabe de qué estaba hablando? Este reino es el mensaje central de Jesús, pero a menudo se ha malinterpretado e incluso se ha ignorado.
Este es otro concepto impactante que puede sorprenderlo: el tema principal de la predicación de Jesús no fue que las personas van al cielo cuando mueren. ¡Increíble! Él no enseñó que iremos al cielo al morir, sino que seremos resucitados en el futuro y que el cielo vendría a la Tierra. El corazón y núcleo de su enseñanza fue el Reino de Dios, y las buenas nuevas –el evangelio– son que ese reino se establecería aquí en la Tierra.
El Reino de Dios no era solo una parte insignificante de su enseñanza. Jesús lo enfatizó desde el principio de su ministerio:
“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14-15).
La enseñanza de Jesús se centró en el evangelio, un mensaje de buenas nuevas acerca de su reino venidero. Es fácil ver aquí que, desde un mismo comienzo, él no enseñó que había una existencia celestial después de la muerte. Al contrario, enseñó que la gente debía creer que él regresaría a establecer el gobierno de Dios. También habló de un requisito para entrar en ese reino: el arrepentimiento.
¿Sabía usted que Jesús hizo algo extraordinario después de la crucifixión y la resurrección que resaltó la importancia de su enseñanza sobre el Reino de Dios? Se presentó ante sus discípulos, “apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios” (Hechos 1:3). Jesús quería enfatizar a sus seguidores que su reino vendrá a esta Tierra. ¡Les estaba asegurando que el plan de Dios estaba en marcha!
Un llamado personal al reino
Algunos han concluido que debido a que debemos tener a Jesús en nuestros corazones, el Reino de Dios debe existir solo en los corazones de las personas. Una discusión que Jesús tuvo con algunos de los fariseos ha sido utilizada para fomentar esta idea equivocada.
Pero leamos cuidadosamente: “Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17:20-21).
Ahora, pensemos en lo siguiente. ¿Quiénes eran los fariseos? Eran maestros religiosos de la época que generalmente se oponían a Jesús y a menudo eran considerados sus enemigos. Entonces, ¿qué podemos concluir? ¡Sin duda, que Cristo estaba diciendo que el Reino de Dios no estaba en ellos!
Entonces, ¿de qué estaba hablando? La frase griega entos humon, traducida “dentro de uno”, se debe traducir como “en medio de” (Vine’s Complete Expository Dictionary of Old and New Testament Words [Diccionario expositivo completo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento de Vine, 1985, “Dentro”]). ¡El Reino de Dios claramente no estaba en los corazones de los fariseos que se oponían a Cristo, muchos de los cuales incluso querían matarlo!
Lo que Jesús les estaba diciendo era que, como Rey del Reino de Dios, él estaba allí, en medio de ellos, exponiendo su mensaje y haciendo la obra del reino. Pero ¿qué hicieron? Lo rechazaron y despreciaron su evangelio del reino. ¡Abiertamente se opusieron a él y a su regreso como Rey!
En un futuro, todo el mundo se sorprenderá cuando Jesucristo regrese a la Tierra. Eso es lo que la Biblia predice. ¡Ahí será cuando el Reino realmente estará en medio de toda la humanidad!
Ahora, lo bueno es que usted puede tener una ventaja. Jesús puede ser su Rey personal ahora mismo. ¡Cristo, siendo el Rey del reino, puede estar en su vida hoy, si aprende y cree lo que él realmente enseñó, arrepintiéndose del pecado y obedeciendo su enseñanza!
El reino y nuestro lugar en él son el meollo del mensaje de Jesús: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Todos necesitan buscar el Reino de Dios ahora. Debe ser el objetivo principal de todos, el propósito central de su vida. El maravilloso Reino de Dios tiene la solución para sus desafíos personales y para todos los problemas y dilemas de la humanidad. ¡No es de extrañarse que Cristo enseñara continuamente sobre esto!
Cuando empiece a entender, le resultará evidente a lo largo de la Biblia. Fíjese en Lucas 8, donde Jesús “iba con sus doce apóstoles por las ciudades y pueblos anunciando a la gente la buena noticia del reino de Dios” (Lucas 8:1, Palabra de Dios para Todos).
Seguramente puede notar que la enseñanza de Jesús apuntaba hacia el futuro. Quería que todos anhelaran un porvenir mejor más allá de sus problemas personales, más allá de la condición estresante en que se encuentra este mundo. Como Dios gobierna sobre toda su creación, el reino existe ahora en parte, ¡pero Cristo señalaba el momento en que el mundo entero estará bajo el gobierno de Dios!
Un reino terrenal
Algunos se sorprenden al descubrir que la enseñanza de Cristo sobre el Reino de Dios en realidad se basaba en el mensaje que Dios había revelado siglos antes a través de los profetas bíblicos. Dios inspiró a estos hombres en el pasado a escribir sobre un gobierno venidero que regiría al mundo. Se trata de un reino literal en el cual el Mesías administrará la ley de Dios y su forma de vida, la que traerá paz y prosperidad a la humanidad.
Veamos un ejemplo del profeta Daniel: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Daniel 7:13-14, énfasis nuestro en todo este artículo).
Entonces, vemos que no se trata de algo que solo mora en el corazón de las personas, ni tampoco de irse al cielo al morir. Es un reino literal, un imperio, un gobierno bajo la dirección y autoridad de Jesucristo, quien regirá a todos los pueblos de la Tierra. Todos los gobiernos corruptos de la humanidad serán eliminados (véase Daniel 2:44). No habrá más corrupción ni más sistemas fraudulentos de hombres. ¡Jesús regresará y cambiará todo eso!
El profeta Isaías también fue inspirado a escribir muchas profecías sobre el Reino de Dios. Probablemente esté familiarizado con esta: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre” (Isaías 9:6-7).
Isaías describió a un poderoso Salvador y Gobernante que a su regreso redimirá y guiará a todas las naciones desde Jerusalén. Después de que el Reino de Dios se establezca en la Tierra, Jesús hará posible que el mundo tenga paz verdadera. ¡También tendrá lugar un gran despertar espiritual a la verdad de Dios para todas las naciones cuando, como dice Isaías 11:9, “la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar”!
¿Cuándo traerá Jesús el reino?
Después que Jesús resucitó, sus discípulos le hicieron una pregunta apremiante: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6). Sabían que gran parte de la misión de Jesús consistía en instaurar un reino literal en la Tierra, y por eso se lo preguntaron. Él prometió ser el Gobernante de ese reino divino y que los discípulos gobernarían bajo sus órdenes.
Tal vez una pregunta similar surja en su mente. ¿Cuándo regresará Cristo a establecer el Reino de Dios? En Apocalipsis 11:15 leemos que este reino comenzará al sonar la séptima y última trompeta profetizada: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.
¡Nos estamos acercando cada vez más a ese momento cuando Jesús regresará a establecer ese gobierno!
Este mundo necesita desesperadamente el gobierno de Dios. De hecho, Cristo enseñó que regresará en el momento más crítico de la historia, cuando la humanidad esté a punto de aniquilarse. En su impactante profecía de Mateo 24, Cristo dice que intervendrá en el momento de una crisis mundial en el cual habrá “gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”. Las condiciones serán tan terribles, que “si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo” (Mateo 24:21-22).
El resto de su profecía en Mateo, y también en los evangelios paralelos en Marcos 13 y Lucas 21, es como leer los titulares de hoy: terror, terremotos, asesinatos, persecuciones, guerras, hambre, desastres. Dios no quiere que ignoremos la gravedad del tiempo en que vivimos. Jesús dijo que los sucesos finales previos a su regreso “vendrán como un lazo sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra” (Lucas 21:35).
Jesús deja claro que este será el período más horroroso y fatal de la historia de la humanidad y que relativamente pocos sobrevivirán. Después de estas lecciones dolorosas, la humanidad finalmente se humillará y someterá voluntariamente al reinado de Jesús como Rey.
Se avecina un mundo nuevo
Necesitamos urgentemente buenas noticias, ¡y la mejor noticia es el mensaje del evangelio del reino venidero de Cristo! La humanidad finalmente verá un mundo de paz, de felicidad, con un propósito claro. Jesús finalmente pondrá fin a la guerra y otros actos violentos, al hambre, las enfermedades y cualquier otra forma de sufrimiento.
Nuestro Salvador vendrá. Regresará del cielo para salvar y gobernar al mundo. Esta no es solo una buena noticia, es una gran noticia, ¡y la única esperanza para un mundo que va directo al exterminio!
¿Se siente agobiado y hastiado del mundo malvado en el que vivimos? ¡Dios también! Él quiere que seamos parte de su reino eterno como sus hijos, resucitados a vida eterna e incorporados a su familia. Dios dice: “Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:18). ¡Qué maravilloso será aquello!
Pero antes de que seamos parte del Reino de Dios, él necesita transformarnos de esta existencia física y mortal a una vida espiritual e inmortal. Pablo escribió que “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Corintios 15:50-53).
¿Puede imaginarlo? Y el proceso hacia este futuro comienza hoy. Dios quiere que aprendamos sus leyes y andemos en sus caminos ahora, en esta vida. ¡Usted puede tener una vida diferente, una vida mejor, ahora mismo, viviendo como su Creador quiso que viviera!
Entonces, cuando finalmente sean transformados, “los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre” (Mateo 13:43). ¡Si está dispuesto a arrepentirse, creer y vivir bajo el gobierno de Dios ahora como él ordena, él le ofrece la oportunidad de vivir para siempre compartiendo su gloria eterna!
¿Puede captar la visión de lo que Dios tiene reservado? ¡Solo imagine! Dios ofrece vida eterna a aquellos que vivirán y reinarán con Cristo en su futuro reino. Ellos serán “reyes y sacerdotes para Dios, y reinarán sobre la tierra” para ayudar a enseñar a otros a fin de que también formen parte de ese reino eterno (Apocalipsis 5:10). ¡Esta es una gran promesa, garantizada por Jesús mismo!
Como escribió el profeta Daniel, “que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Daniel 7:27). Vemos que Jesús el Rey regresará y establecerá el gobierno de Dios aquí en la Tierra, ¡y nosotros, como su pueblo, seremos parte muy importante del mismo!
Llamados ahora a vivir según el reino
No basta con saber estas cosas — hay algo más. Todo esto nos lleva a esta pregunta: ¿Qué debemos hacer? Cristo dijo: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13). Entonces, ¿cómo lograrlo?
Primero, su vida debe estar enfocada hacia una meta, una visión del futuro centrada en Dios. Debe acoger el reino y someterse ahora mismo para llegar a ser parte de él. Hoy es el momento de prepararse. Para poder enfrentar las crisis que se avecinan, va a necesitar fuerza espiritual. Ahora es el momento de que Dios escriba sus leyes en su corazón y en su mente, y de permitir que el Rey de ese reino viva en usted para que le ayude a obedecer sus leyes. Si de verdad quiere el futuro del que habló Jesús, ¡debe comenzar a vivir según sus condiciones hoy mismo!
Así que no espere. Ahora es el momento de desarrollar una relación mucho más profunda con Dios. Recuerde: la fortaleza espiritual proviene de nuestro Salvador, la fuente de fortaleza. ¡Permita que Jesucristo sea el Rey de su vida ahora mismo!
Jesús siempre estuvo enseñando sobre el Reino de Dios. El evangelio de ese reino es la clave para entender los problemas de nuestro mundo y su verdadera solución.
No olvide lo que Jesús dijo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Ahora es el momento de cambiar. Busque la guía y la ayuda de Dios. Saque el pecado de su vida. Prepárese espiritualmente. Que Dios gobierne su vida ahora mientras espera su gobierno venidero.
Tome en serio su mensaje y “crea en el evangelio”. Anímese a tomar la decisión de comprometerse verdaderamente. Siga sus enseñanzas y obedezca sus mandamientos. ¡Siga sus pasos para ser parte de ese gran reino! BN