#084 - Deuteronomio 4-6
"Contra la idolatría; Educación de los niños"
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#084 - Deuteronomio 4-6: "Contra la idolatría; Educación de los niños"
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Una forma de recordar el contenido entero de Deuteronomio es darse cuenta que son cuatro los últimos discursos de Moisés. Están divididos en las siguientes secciones que abarcan los correspondientes capítulos:
- 1 al 4 – Repaso de los 40 años en el desierto;
- 5 al 26 – La ley de Dios;
- 27 al 30 – Bendiciones y Maldiciones;
- 31 al 34 – Despedida de Moisés.
En este estudio estamos finalizando el primer discurso de Moisés. Después de repasar el periodo de 40 años, advierte sobre la idolatría. El capítulo cuatro se conoce por la advertencia más contundente en la Biblia contra tener imágenes.
“Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que el Eterno habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, (Dt 4:15-16).
Esto descarta hacer cualquier imagen de lo que uno cree que se parece Dios. Noten que no sólo se refiere a una imagen pagana, sino también a lo que represente al verdadero Dios. Por eso las estatuas “cristianas” que se hacen de varón o hembra están prohibidas por la Biblia. Dice Halley en el Compendio Manual: “La idolatría queda absolutamente prohibida. Nos preguntamos cómo cuadra con este mandamiento el culto a la Virgen María, la idolatría más notoria del cristianismo”.
De hecho, la veneración de la madre e hijo es una de las más populares y se remonta a miles de años antes de Cristo. Para explicar esta contradicción del segundo mandamiento, la Iglesia Católica dice que no se “adora” a la imagen, sólo se “venera”. Venerar según el diccionario es “dar culto a Dios, a los santos o a las cosas sagradas”. Ahora bien, los paganos también sabían que sus imágenes no eran sus dioses sino sólo una representación de ellos. De modo que la prohibición se extiende a la veneración de cualquier estatua.
Arriba, vemos las estatuas de la madre e hijo” de Babilonia, de Egipto, de la India y de la China.
Continua la prohibición: “No hagáis…figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra (la figura o el dibujo de un pez se usa erradamente en el cristianismo tradicional). No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas”.
Aquí tenemos una prohibición de “adorar” a las estrellas y planetas o Atribuirle poder alguno como en la astrología o “pronosticar los sucesos por la situación y el aspecto de los planetas y las estrellas” (Diccionario Real). Aún hoy día en el Vaticano, la sede principal de la Iglesia Romana, se encuentran soles que adoran en el altar más importante.
Además, aquí se prohíbe el horóscopo, que significa “adivinar los sucesos de la vida por la posición de las estrellas al momento del nacimiento de uno”. Esto está relacionado con las 12 principales constelaciones en el cielo, llamadas los signos del zodiaco, por pasar todas por esa franja del cielo.
El diccionario dice: Zodiaco: zona circular de la esfera terrestre por cuyo centro pasa la Eclíptica, y que contiene las doce constelaciones que parece recorrer el Sol en el espacio de un año. Representación de la misma zona con las constelaciones designadas o figuras por signos: existen zodiacos notables en Egipto y México.
Advierte Moisés que si “hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos del Eterno Dios, para enojarlo; yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que pronto pareceréis totalmente de la tierra…y el Eterno os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis poco en número…y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen” (Dt 4:25-28).
Dios desea que lo adoremos sin imágenes. Como dijo Cristo más tarde: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jn 4:24). Lo espiritual es invisible al ojo humano, y Dios desea que oremos directamente a él, no a ningún objeto físico. Cristo jamás usó una imagen para orar al Padre ni lo enseño. Él es nuestro ejemplo perfecto de cómo debemos vivir.
¿Cómo entonces desea Dios que le mostremos verdadera devoción, sin objetos físicos? Dt 4:29: “Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma”. Dios mira el corazón y todo el esplendor de las grandes catedrales con oro y plata no lo impresionan para nada; lo único que le llama la atención es ese corazón sumiso a su palabra y que lo sirva con todas sus fuerzas.
De nuevo Moisés usa la persuasión par que obedezcan a Dios: “Porque pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. ¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer? ¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación…con señales, con milagros y con guerra…y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros el Eterno vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él. Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón…Y guarda sus estatutos y sus mandamientos.” (Dt 4:32-35; Dt4:39-40).
El segundo discurso empieza en el capítulo 4:44 hasta el 26:1, esta vez en el valle de los antiguos amorreos. Comienza con los Diez Mandamientos, y añade otra razón para guardar el sábado aparte del recuerdo de la Creación: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que el Eterno tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual el Eterno tu Dios te ha mandado que guardes el “sábado”.
Esta razón es más específica y afectiva para el pueblo de Dios pues el sábado no sólo es un recuerdo de la intervención de Dios en la creación sino además es el recuerdo de tener un Dios vivo, que sigue actuando y obrando milagros en su pueblo que guarda su sábado santo. En otras palabras, nuestra relación con Dios es personal y no sólo religiosa.
Después de entregar los Diez Mandamientos Dios exclama una de las claves para servirle: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Dt 5:29). Sólo cuando entra el Espíritu Santo en un verdadero creyente, ese corazón comienza a tener la actitud correcta de obediencia hacia él. Los apóstoles explicaron este principio al decir: “Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hch 5:32).
La falta de tener un corazón que realmente viva por la fe y ponga a Dios primero es la razón principal de toda la miseria que vemos en el mundo actual. Cuando Cristo vuelva, entonces se le dará la oportunidad de recibir el Espíritu Santo y esa docilidad de corazón hacia él. “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: “Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”. (Dt 10:16-17).
Luego Dios menciona otra gran verdad: “Mirad, pues, que hagáis como el Eterno vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra. Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado” (Dt 5:32-33). Aquí vemos la famosa analogía del camino como una forma de vida. La ley de Dios está al centro, no nos desviemos ni a un extremo ni al otro. Los dos lados opuestos son negativos – muy a la derecha nos ponemos tan estrictos con la ley que nos volvemos “fariseos”, al colar el mosquito (el detalle insignificante) y tragarse el camello (descuidar la actitud de uno) – o a la izquierda; volverse tan laxo y mundano que se convierte en un “publicano” (el que no toma muy en cuenta la ley de Dios y prefiere pasarlo bien en el mundo con sus vicios). Siempre existe el peligro de caer en una u otro de las zanjas. La clave es ver y seguir el ejemplo perfecto de Cristo, cómo él podría estar con los fariseos y no adoptar sus faltas ideas y estar con los publicanos y no seguir su comportamiento pecaminoso.
Dios continua: “Para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer”. Siempre está relacionada la larga vida con el obedecer los mandamientos de Dios. Esto no sólo significa las bendiciones y protecciones de Dios en forma milagrosa, sino que hoy día existen mucha prueba científica que validan esta idea. Se ha comprobado que numerosas enfermedades son “psicosomáticas” o producidas por el estado mental de la persona. La mala conciencia, la falta de paz interior, la falta de fortaleza interna o fe, los pensamientos pecaminosos, la angustia por la culpa, los excesos de pasiones – todas estas sensaciones negativas se han estudiado con métodos clínicos y revelan que acortan la vida de uno, no sólo debido a las enfermedades que producen, sino también por el desgaste mental, emocional, nervioso y físico del cuerpo humano. Este principio se expone claramente en Pr 15:13 “El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate”.