Quinto Mes: Entrenamiento avanzado en Sarepta

Usted está aquí

Quinto Mes

Entrenamiento avanzado en Sarepta

Una vez que Elías superó los rigores del desierto de Querit, ahora le espera un entrenamiento más avanzado y exigente en la tierra fenicia de Sarepta cerca de Sidón (1 Reyes 17:8-9). La palabra hebrea Sarepta significa fundir, afinar, acrisolar, probar y atribular. Es decir que este lugar iba a probar a Elías como un crisol. Se trata de un lugar designado por Dios para refinar más al profeta, y de esa manera, marcar una gran diferencia con el resto de su vida. Las pruebas severas le iban a dar un carácter semejante al de Cristo. Esa es la manera en que Dios forma un crisol. Lo mismo hace un horno que saca las impurezas y escorias a la superficie, a fin de que puedan ser removidas, dejando una mayor pureza. Dios sabía la clase de fortaleza que necesitaba Elías para mantenerse fuerte frente a los desafíos.

A pesar de que su siervo está sufriendo el calor del fuego refinador, Dios no se ha olvidado de él, porque Elías está “grabado en las palmas de sus manos” (Isaías 49:16). Él sabe dónde se encuentra Elías. A veces nosotros nos olvidamos de que Dios sabe dónde nos encontramos, y también pensamos que Dios se ha olvidado de nosotros, pero no es así. Por eso, en medio del calor de las pruebas, encontramos una importante escritura del Profeta Isaías que dice: “no tengan miedo, pues yo soy su Dios y estoy con ustedes. Mi mano victoriosa les dará fuerza y ayuda; mi mano victoriosa siempre les dará su apoyo” (Isaías 41:10 v. GPS). Se trata de otra de sus grandes promesas porque él sabe, a donde vamos y también Dios sabe a dónde está yendo Elías. Por eso Dios le dice: “Levántate ve a Sarepta y habita allí”. No nos olvidemos que el ejército de Acab estaba buscando afanosamente a Elías, pero Dios sabía exactamente hacia dónde estaba enviando a su profeta.

Entonces Elías respondió a Dios con pronta obediencia y cuando llegó a Sarepta, Elías vio a una mujer pobre y viuda que estaba recogiendo leña (1 Reyes 17:10-11). Entonces Elías le pidió un poco de agua para beber y también un poco de pan, debido al cansancio que tenía. Pero la viuda le hizo saber que solo tenía un poco de harina en una jarra y un poco de aceite en una botella. Estaba juntando leña para preparar alimento para su hijo y para ella. Por eso ella dijo: “después de comer probablemente moriremos de hambre, pues ya no tenemos más comida” (1 Reyes 17:11-12 v. GPS). ¿Acaso en tales condiciones Elías podría recibir el alimento que necesitaba? Aparentemente iba a conseguir menos que en Querit. Quizás pensaba que no iba a morir de sed, pero sí de hambre. Pero Elías supo manejar la situación con fe y sin temor, entonces él le dijo: “No tengas miedo. Ve y haz lo que has dicho. Pero primero cocina un pequeño pan para mí y tráemelo. Después prepara pan para ti y para tu hijo. Pues el Dios de Israel dijo que no se terminará la harina que está en la jarra ni el aceite que tienes en la botella hasta que él haga llover otra vez” (1 Reyes 17:13-14 v. GPS).

Quizás la viuda se quedó asombrada al oír palabras que nunca había escuchado antes. Pero ella hizo como Elías le había dicho y comieron ella y su hijo por mucho tiempo, porque la harina de la tinaja no se acabó ni faltó aceite de la botella. (1 Reyes 17:15-16). La obediencia del hombre y la fidelidad de Dios son una combinación perfecta que obra grandes milagros. Esto no significa que la mujer y su hijo iban a tener todo lo que deseaban, sino que habrían de tener todo lo que necesitaban. Por eso cuando nosotros llegamos al límite de nuestros recursos, Dios nos dice “no” a nuestros deseos, pero “sí” a nuestras necesidades y con eso debemos considerarnos agradecidos. Así se forman los siervos de Dios.