Un milagro
Estambul es una ciudad histórica. Ahí ocurrieron numerosos eventos a través de la historia. Además de haber sido sede de algunos de los grandes imperios y de batallas trascendentales, también fue el escenario principal de una de las más grandes proezas del fútbol.
25 de mayo de 2005. Final de la Liga de Campeones de la UEFA. Los jugadores del Liverpool FC entraban al vestuario completamente alicaídos luego de un humillante primer tiempo que sufrieron ante su contrincante, AC Milan. Los Rossoneri (apodo del Milan) le endosaron un 3-0 al Liverpool en 45 minutos. Para muchos, una goleada en el primer tiempo de un partido de fútbol ya parece definitivo. Intentar darle vuelta a un resultado así sería escalar el Everest.
Lo que aconteció durante el descanso dentro del vestuario del Liverpool es, en parte, misterio.
Muchos dicen que la arenga de Rafael Benítez (entrenador del Liverpool en aquel entonces) a sus jugadores fue una dicción poética y épica. Sin embargo, él mismo ha declarado que no fue así. De hecho, lo que hizo fue apelar al profesionalismo de sus jugadores y al cántico de sus aficionados que entonaban el himno del equipo, “You’ll Never Walk Alone (Nunca caminarás solo)”. Sus voces se imponían ante los hinchas italianos y todos en el estadio.
“No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos” – 2 Reyes 6:16
El estratega realizó los cambios para poder afrontar el segundo tiempo del encuentro. ¿Puede un equipo virtualmente derrotado recuperarse?
Lo que vino después, nadie lo hubiera imaginado.
Corría el minuto 54, cuando el mediocampista del Liverpool, John Arne Riise, mandó un centro al área rival. Su capitán, el gran Steven Gerrard, se elevó por los aires para conectar un cabezazo y enviar el esférico al fondo de la red. El capitán se inspiró y elevó los brazos intentando animar su equipo y afición.
“…volarán alto, como con alas de águila.” – Isaías 40:31 (Nueva Traducción Viviente)
Era el 3-1. Minuto 56, 3-2. Minuto 60, 3-3. ¡¿Cómo es posible?! En tan solo seis minutos, el Liverpool se alzó de las cenizas para igualar el encuentro. El conjunto inglés ahora parecía como un verdadero equipo, todos unidos.
“Porque, así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo” – 1 Corintios 12:12.
¡Y aún quedaba media hora! El encuentro se extendió hasta el tiempo extra, pero ningún equipo logró el gol decisivo. Tuvieron que decidir el ganador en la tanda de penales, donde el Liverpool salió victorioso y se coronó como el campeón europeo ese año. Lo que ocurrió aquella noche, según periodistas, jugadores y fanáticos, no fue nada menos que un milagro.
“Por lo cual, por amor a Cristo, me gozo en las debilidades…porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” – 2 Corintios 12:10