Ganar mientras se pierde
Mi esposo y yo estamos tratando de volver a encarrilarnos con nuestra dieta y nuestra rutina de ejercicios. Hace varios años, después de tener a mi primer hijo, realmente aumenté de peso. Usé la lactancia materna como excusa para seguir comiendo por dos. Finalmente, años más tarde, decidí trabajar duro para perder esos kilos de más. Queríamos intentar tener otro bebé, así que quería tener un peso saludable. Después de mucho trabajo duro, perdí unas 60 libras (27 Kilogramos) y estábamos listos para comenzar a planificar otro bebé.
Las cosas no resultaron como esperábamos. En 2012, perdimos dos bebés con siete meses de diferencia. Me fue muy duro de aceptar y durante mi dolor, abandoné mi dieta y rutina de ejercicios. ¡Quién iba a saber que después que empecé a ganar peso, quedé embarazada! esta situación nos entusiasmó por completo, solo esperaba que este embarazo hubiera sucedido cuando tenía un mejor peso inicial. Intenté no enfatizar sobre eso. Sabía que Dios tenía el control y tenía fe en que todo iba a estar bien.
No solo fuimos bendecidos con otro bebé saludable, sino que algunos meses después de su primer cumpleaños, ¡estábamos emocionados de saber que estábamos esperando un bebe otra vez! Dios nos dio otro milagro! ¡Estábamos tan emocionados!
Queremos que la voluntad de Dios obre en nosotros y nos esforzamos por reflejarnos en Dios en todo lo que decimos y hacemos.
Desde que tuve a estos bebés y estar tan cerca de ellos, hemos permanecido muy ocupados arreglándonos como podemos en el día a día. ¡Lo llamamos intento de supervivencia! Si bien sabemos que somos muy afortunados que estén aquí, todavía tenemos algunos días en los que nos sentimos abrumados y extremadamente cansados. Tan cansados que apenas tenemos tiempo para nosotros mismos, ni que decir de cualquier rutina de ejercicios o un plan de dieta saludable. A veces solo comemos para mantenernos despiertos después de una noche de insomnio con un bebé que está en la etapa de dentición. Así que ahí vamos nuevamente. Nos desprendimos del carro de la dieta, nos atropelló y luego creo que me lo comí. ¡Amamantar a dos bebés me mantiene con hambre! ¡Todo el tiempo!
Encarrilados nuevamente
Entonces, ¿qué estamos haciendo para tratar de encarrilarnos otra vez? Hemos acudido a Dios. Nada de lo que hemos hecho por nosotros mismos parece darnos resultados. Hemos acudido a Él juntos en oración y ayuno. Le pedimos que nos ayude a mantenernos enfocados en la forma de comer y ver la comida de la manera que lo glorifique. En 1 Corintios 3:16-17, leemos que somos un templo, y también dice que "si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá". Nuestros malos hábitos alimenticios están destruyendo este templo que él ha diseñado. Unos versos más adelante, en ese mismo libro, leemos: "Así que, ya sea que comas o bebas o lo que sea que hagas, hazlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31). Nos hemos dado cuenta que la forma en que estamos tratando nuestros cuerpos no ha sido para la gloria de Dios. Queremos la voluntad de Dios en nuestras vidas y creo que su voluntad para nosotros sería que hagamos lo que podamos para estar saludables. No nos pertenecemos; fuimos comprados con un precio. Fuimos comprados con sacrificio humano por nuestro Salvador, Jesucristo. Mi esposo y yo nos esforzamos por honrarlo a él y a su sacrificio no solo en nuestro caminar espiritual sino también en este caminar físico.
Mantenerse enfocados
Estamos trabajando en equipo para mantenernos saludables para poder estar cerca de nuestros hijos y ser un ejemplo para ellos. Para nosotros, no se trata de tener el peso ideal, sino de respetar este regalo de vida que Dios nos ha dado. Entonces, mientras trabajamos arduamente para perder peso, esperamos que con la perdida, logremos una relación más estrecha con Dios el Padre y con Jesucristo nuestro hermano. Esperamos comprender mejor lo que Dios y Jesús quieren para nuestras vidas. Queremos adquirir este regalo de la vida con gratitud y un aprecio por nuestros cuerpos que son hechos a la imagen de Dios. Queremos que la voluntad de Dios obre en nosotros al esforzarnos por reflejarnos en Dios en todo lo que decimos y hacemos. Si bien sabemos que este cuerpo es temporal, sigue siendo un regalo que merece respeto. Mi esposo y yo esperamos que, si nos centramos en eso, ganamos más de todo lo que esperamos perder.