Complemento del calendario sagrado 2015-2016
Los judíos fueron quienes preservaron el calendario como una continuación de uno entregado por Dios a Israel. El calendario hebreo está determinado por el cálculo de una combinación de movimientos solar y lunar, en oposición al calendario romano, el cual está determinado solamente por el cálculo del movimiento solar. El calendario hebreo es sorprendentemente exacto. Los siguientes datos ilustran su exactitud, así como la necesidad de realizar ligeros ajustes en forma ocasional. El cálculo del calendario fue transmitido a los sabios en una cadena continua desde tiempos de Moisés. De acuerdo a los antiguos cálculos, el tiempo exacto entre una luna nueva y la siguiente es de 29 días, 12 horas, y 793 partes de una hora (Chalekim, en hebreo). La hora se compone de 1080 partes. En otras palabras, un mes lunar tiene 29,53059 días. Es interesante notar que de acuerdo a la NASA (Administración del Espacio y Aeronáutica Nacional), el tiempo entre una luna nueva y la siguiente es de 29,530588 días. Por supuesto que la NASA tiene a disposición los más avanzados y sofisticados telescopios y computadoras muy avanzadas. Sin embargo, la diferencia entre lo establecido por la NASA y el utilizado por Hillel II, el cual se originó hace más de 3000 años, es de apenas 0.000002 o bien dos millonésimas de día calculado para el periodo de un mes. El calendario hebreo cuenta con tres escenarios de desarrollo, a saber: el preexílico o bíblico, el postexílico o Talmúdico y el periodo post Talmúdico. El primero descansa simplemente en la observación, el segundo en la observación unida al cálculo y la tercera al cálculo solamente. Durante el primer periodo, los sacerdotes determinaban el comienzo de cada mes por la aparición de la luna nueva y la repetición de las Fiestas prescritas por los equinoccios de invierno y otoño. Así, el mes de Abib, el primer mes del año sagrado de acuerdo a la ley levítica en la cual la Pascua debía ser celebrada, fue determinada por observación (Éxodo 12:2; Deuteronomio 16).
Después del exilio, vinieron a ocupar métodos más exactos para determinar los meses y las estaciones por lo que el cálculo fue empleado para corregir las observaciones y el calendario fue regulado de acuerdo al sistema babilónico, tal como se evidencia por los nombres de los meses que se derivan de ese sistema. En tiempos modernos, el calendario fue fijado por métodos matemáticos de acuerdo a la Enciclopedia Judía. La dificultad de acertar el primer día de la luna nueva, mediante observación, en el periodo temprano, guió a la celebración de dos días, tal como se menciona en el libro de 1 Samuel 20:27. Ahora tenemos solamente cuatro nombres que pertenecen al periodo preexílico, y son de origen fenicio. De ellos, Abib fue el primer mes, como ya lo mencionamos y que corresponde al mes de Nisán en el calendario posterior. Este fue el mes en que ocurrió el éxodo y también la Pascua (Éxodo 13:4; 23:15; 34:18).El segundo mes de este calendario fue Zif (1 Reyes 6:1, 37), que corresponde a Iyar en el periodo postexílico; Etanim fue el séptimo mes de acuerdo a 1 Reyes 8:2; que corresponde a Tishri en el calendario posterior y Bul, el octavo mes, corresponde a Marhesvan (1 Reyes 6:38).
También hubieron otros nombres para los meses en el antiguo calendario, pero ellos no están a nuestro alcance. Los nombres de los meses tienen relación con las estaciones. Así, Abib, significa “espigas verdes”, apenas madurado (Levítico 2:14; Éxodo 9:31); Zif se refiere a la belleza y esplendor de flores de primavera; Etanim significa “perenne” en referencia probable a las fuentes vivientes y Bul significa lluvia o aguacero, puesto que era el mes cuando comenzaba la estación de las lluvias tempranas. Algunos nombres del periodo postexílico no se encuentran en la Biblia, donde más bien los meses se los reconoce por su orden numérico, sin embargo, podemos encontrar Nisán en Nehemías 2:1 y Ester 3:7; Siván en Ester 8:9, Tamuz en Ezequiel 8:4, a pesar de que el término empleado se refiere al dios fenicio; Elul se encuentra en Nehemías 6:15; Kislev se encuentra en Nehemías 1:1 y Zacarías 7:1; Tebet en Ester 2:16; Shebat en Zacarías 1:7 y Adar en Esdras 6:15 y varias veces en el libro de Ester. Estos meses son lunares y comienzan con la luna nueva, pero su posición en relación con las estaciones, varía de alguna manera debido al mes intercalado cada tres años, es decir, al Adar II. Originalmente el año comienza en otoño como aparece en Éxodo 23:16 y Éxodo 34:22, donde se establece que la Fiesta de la cosecha se celebra al final del año; el año sabático también comienza en el séptimo mes del calendario anual (Levítico 25:8-10), indicando que había sido al comienzo del año civil. Esto significa reconocer propósitos civiles, mientras que el comienzo del año con el mes de Nisan, tenía propósitos sagrados. Es el resultado del hecho de que la gran fiesta de la Pascua ocurre en este mes y que las otras fiestas se encuentran reguladas por ella, tal como lo vemos en Éxodo 23:14-16 y Deuteronomio 16:1-17. Flavio Josefo en su libro Antigüedades de los judíos I, II, III, registra que “Moisés dijo que Nisán debería ser el primer mes de las fiestas porque él los sacó de Egipto en ese mes; se trata del comienzo de todas las solemnidades que observaron en honor a Dios. El intercalado del décimo tercer mes, el gran Adar de cada tres años, no se nombra en las Escrituras, sino que fue establecido y regulado por el sacerdocio, para que el ciclo lunar sea ajustado con el ciclo solar y para que las Fiestas sean celebradas en la estación apropiada. De esta manera, si en el 16avo día del mes de Nisán, el sol no había alcanzado el equinoccio primaveral, ese mes era declarado como segundo Adar y el siguiente como Nisán. Evidentemente este método no era exacto, pero en el siglo cuarto de nuestra era, se adoptó un método matemático más seguro que sustituyó al anterior. El número de días quedó establecido para cada mes, siete de ellos con 30 días y 29 el resto. De esta manera, el primer Adar quedó determinado con 30 días, mientras que el segundo Adar quedó con 29 días.