Escuchando la voz de Dios
Cuando observamos el cielo durante la noche y miramos la inmensidad de las estrellas, obtenemos evidencia de la grandeza de alguien muy superior a nosotros.
No hay lugar en la faz de la tierra en la cual los seres humanos no hayan escuchado la declaración de la existencia de Dios a través de la magnificencia de la voz de la Creación. En el Salmo 19:1-4 se expresa: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, en la que su voz no haya sido oída. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras”.
Sin embargo, creer en la existencia de Dios no es razón suficiente por sí misma. Por lo anterior, el Salmista continúa expresando su pensamiento haciendo énfasis en la utilidad de la enseñanza impartida en forma escrita para lograr la conversión de las almas: “La ley del Señor es perfecta que restaura las almas; el testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo”. (Salmos 19:7)
Mirar a Dios a través de su creación es una prueba suficiente para poner en evidencia lo imperdonable de la incredulidad, ésta no nos muestra el camino para obtener la dádiva de la salvación eterna. Sin un sendero que dirija nuestros pasos en forma clara y directa, gastamos un tiempo precioso divagando. Después de malgastar mi juventud sabiendo de la existencia del Eterno, pero rehusando obedecer su palabra, me vi inmerso en una encrucijada. Una encrucijada derivada del hecho de no permitir la influencia del Creador en mi vida.
Yo estaba espiritualmente muerto, pero me di cuenta que mi vida no podía permanecer por siempre en la oscuridad. Y fue a través de la Escritura que pude ser iluminado con una gran luz que me sacó de las tinieblas.
Mateo nos enseñó acerca de esa misma gran luz que viene con las buenas nuevas de salvación: “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció”. (Mateo 4:16).
El libro del entendimiento
¡Como ningún otro libro, la Biblia demuestra que Dios nos comprende tanto a nosotros como a nuestra naturaleza humana! ¡Él lo ha visto todo! Cristo vivió como un ser humano y, “fue tentado en todo según nuestra semejanza”. (Hebreos 4:15). Las Escrituras se relacionan con nuestras vidas de una manera muy cercana, sea con las experiencias que hayamos tenido en el pasado o con las que estamos viviendo actualmente.
Usted puede sentirse desanimado por causa de sus errores, pero la Biblia nos dice: “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”. (2 de Corintios 4:16).
Probablemente usted mismo ha sido afectado por algún desastre en sus relaciones, pero la Biblia le muestra el camino para comenzar la senda: “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. (Proverbios 3:6).
Las Escrituras nos conducen a la salvación
Desde joven, Timoteo fue instruido por Pablo con respecto al propósito de las Escrituras: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido, y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”. (2 de Timoteo 3:14-15).
El instrumento supremo que Dios utiliza para equipar a su gente con la herramienta de la salvación es su palabra: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. (2 de Timoteo 3:16-17).
¿Deseas que el Señor se ocupe de tu vida futura? Si es así, entonces es tiempo de prepararse entregando su corazón y su mente a las instrucciones de Dios a través de su palabra. La Biblia le muestra el camino a la salvación a través de Cristo el Salvador y su muerte expiatoria. El libro sagrado es la más preciosa guía que puede leer.
Dios ha hablado
La Biblia dice que toda la Escritura es inspirada por Dios (2 de Timoteo 3:16, Nueva Versión Internacional) y que esto es lo que le otorga confiabilidad y autoridad.
Dios se valió de autores humanos para revelar su verdad. Las Escrituras no se originaron por las propias opiniones e inspiración de sus escritores, pero tampoco el proceso se produjo de manera autómata. Los hombres escogidos por el Eterno escribieron bajo la inspiración divina pero usando su propia personalidad, estilo de escritura, educación y entorno.
Pero el Eterno inspiró a sus escogidos al momento de escribir, e inspiró sus escritos para que fueran preservados y fueran leídos a través de muchas generaciones.
Insensatez de los que están en riesgo de perecer
Desafortunadamente muchas personas ignoran el valor de las Escrituras y, al hacerlo, rechazan los mensajes personalizados que Dios tiene a su disposición para ayudarlos a encontrar el camino correcto. Otros toman en consideración las enseñanzas divinas pero tratan de hallar la forma de evadir aquellas instrucciones del Creador que son difíciles de practicar o conllevan a alguna clase de esfuerzo personal.
Para ellos Dios inspiró a Pedro con esta advertencia: “Estos ignoran voluntariamente que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua. Pero los cielos y la tierra que existen ahora están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos”. (2 de Pedro 3:5-7).
Trabaje en su propio plan de salvación
Reconozco que necesito trabajar en mi “propio plan de salvación” (Filipenses 2:12) y vivir como un hombre que se ha esforzado en hacerlo.
Las Escrituras me proporcionaron el medio para que me convirtiera en una persona espiritualmente viva. Al abrir la Biblia comencé a leer acerca de lo que el Eterno nos ofrece concerniente a la salvación. Él también nos llama “para que caminemos como es digno de la vocación con que hemos sido llamados”. (Efesios 4:1).
Debemos examinar la palabra de Dios para afianzarnos en el camino a seguir. De igual manera debemos estudiar las Escrituras para encontrar la guía en nuestro diario vivir: “Encaminame en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día”. (Salmos 25:5).
Sin un mapa ni una brújula, fácilmente podemos extraviar la ruta. Sin instrucción, perdemos la noción del significado del camino emprendido. ¿De dónde viene la enseñanza? Viene de la palabra inspirada del Eterno. Las sagradas Escrituras son la guía que nos da sabiduría para hallar el destino final de la vida eterna a través de la fe que es en Cristo Jesús.
Fuente: UCG.org