Se avecina una reforma religiosa mundial
Muy pocos son los que pueden jactarse de haber cambiado al mundo, y Martín Lutero es indudablemente uno de ellos: al poner en tela de juicio algunas de las corruptas enseñanzas y prácticas de la iglesia romana hace 500 años, este sacerdote y maestro alemán puso en marcha una cadena de acontecimientos que transformaron a Europa y desarticularon el férreo control que la Iglesia católica ejercía sobre las mentes y los corazones de este continente.
El resultado de sus esfuerzos fue la Reforma Protestante, que hizo que muchos abandonaran la Iglesia católica para intentar reformar al cristianismo. De aquel incipiente comienzo surgieron decenas, luego centenares y finalmente millares de iglesias y denominaciones, cada una con diferentes creencias pero afirmando ser cristianas.
Y aunque los intentos de Lutero por cambiar a la Iglesia católica fueron parcialmente fructíferos, a fin de cuentas terminaron siendo extremadamente insuficientes. Ya para su época, a principios del siglo XVI, la iglesia romana había asimilado cientos de años de ideas, enseñanzas y prácticas provenientes de otras religiones, tal como la religión romana lo había hecho en siglos anteriores.
El catolicismo había adoptado la Pascua de Resurrección y el 25 de diciembre como sus festivales más importantes. El primero era una celebración de la resurrección de dioses completamente distintos y pertenecientes al antiguo paganismo, y el segundo, una celebración del nacimiento del dios Sol, como se puede comprobar claramente mediante una búsqueda en cualquier enciclopedia o en Internet.
La iglesia había tomado de la filosofía griega los conceptos del alma inmortal y también el del cielo y el infierno como lugares de destino después de morir. De la adoración al sol adoptó el domingo, primer día de la semana, como el día de descanso y adoración semanal. El Reino de Dios venidero, según lo enseñó Jesucristo, los apóstoles y los profetas bíblicos, fue reemplazado por un reino terrenal personificado por la iglesia.
Lutero, que proclamó la sola scriptura –o sea, que únicamente debíamos seguir la Escritura–, debió haber puesto en práctica sus palabras liderando una reforma verdadera y retomando las enseñanzas originales de Jesucristo y los apóstoles. Si lo hubiera hecho así, ¡el mundo sería muy diferente!
Es una vergüenza que la mayoría de la cristiandad moderna crea ser el Reino de Dios en la Tierra y haya perdido de vista un hecho que la Escritura proclama una y otra vez: que el Reino de Dios será el gobierno de Jesucristo sobre toda la Tierra cuando él regrese (por ejemplo, vea Daniel 2:44; Mateo 6:10; y Apocalipsis 11:15).
En efecto, la profecía bíblica nos dice que Jesús establecerá su reino sobre nuestro planeta, ¡y que dará comienzo a la más grandiosa reforma religiosa que el mundo jamás habrá visto! Él iniciará “el tiempo de la restauración final de todas las cosas, así como Dios lo prometió desde hace mucho mediante sus santos profetas” (Hechos 3:21, Nueva Traducción Viviente). ¡Esos profetas consistentemente proclamaron que un Rey justo restauraría el Reino de Dios sobre la Tierra!
En aquel tiempo, Jerusalén se convertirá en el centro internacional de la religión y el gobierno, “y correrán a él todas las naciones . . . y dirán: Venid, subamos al monte del Eterno . . . y caminaremos por sus sendas”(Isaías 2:2-3).
El mundo aprenderá lo que es el cristianismo bíblico y verdadero, que tiene como objetivo la obediencia a Dios, una obediencia llena de fe: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos . . . y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos su Dios”(Ezequiel 11:19-20).
En aquel tiempo, la religión universal del mundo –el verdadero cristianismo– incluirá la observancia de los festivales religiosos de la Biblia que fueron guardados por Jesús y sus discípulos: “Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos”(Zacarías 14:16; compare con Levítico 23:24).
La observancia del sábado bíblico, el séptimo día de la semana (que comienza a la puesta del sol del viernes y culmina a la puesta del sol del sábado, de acuerdo al conteo bíblico del tiempo), será obligatoria para toda la humanidad: “Y será que de luna nueva en luna nueva, y de sábado en sábado, vendrá toda carne a adorar delante de mí, dijo el Señor”(Isaías 66:23, Jubilee Bible [Español]).
Esperamos que lea cuidadosamente los artículos de esta edición para que pueda comprender mejor la verdadera y tan necesaria reforma religiosa que se llevará a cabo en todo el mundo, ¡y cómo usted puede llegar a ser partícipe de uno de los cambios más trascendentales que el mundo jamás habrá experimentado! BN