El gran amor que Dios nos tiene
Hace poco estuve en casa de mi hija Michelle para ayudarla con su hijo recién nacido. En esa ocasión el bebé parecía estar bastante irritable y le dije a mi hija que estaba un poco gruñón. Michelle me miró fijamente y defendiéndolo, me respondió: “¡Mamá, no es gruñón!”
Mi hija está totalmente embelesada con su diminuto tesoro. Lo contempla y piensa que su pequeño no puede hacer nada malo.
Zayn fue un regalo largamente esperado, ya que Michelle y su esposo Ken estuvieron intentando ser padres por ocho años. Mi hija esperó pacientemente, orando y confiando en Dios que serían padres cuando él lo permitiera. Pero también estaba resignada a aceptar la posibilidad de no tener hijos.
Cuando veo a mi hija interactuar con su hijo recién nacido, recuerdo un antiguo refrán que dice: “No existe amor más grande que el de una madre”; sin embargo, ¡sí existe! ¡El amor de nuestro Padre celestial es incluso más grande! Dios nos contempla con esperanza, amor y compasión infinita.
A veces Dios puede parecernos una figura severa, implacable y lista para eliminarnos de la faz de la Tierra cuando pecamos, especialmente cuando estamos malhumorados. ¡Pero la verdad es que él nos ama tan profundamente, que nos entregó a su único Hijo! En Romanos 5:8 leemos: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Nueva Versión Internacional en todo este artículo, a menos que se indique otra versión). ¿Alguien podría renunciar a su único hijo por otra persona? Creo que nadie sería capaz de hacerlo, ¡pero nuestro Padre en el cielo sí lo hizo!
A mi hija le gusta envolver a Zayn en una hermosa mantita que le regalaron y que lleva impreso el pasaje de Jeremías 29:11. Esta escritura dice: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes –afirma el Señor–, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”.
Esto es lo que siente Michelle por su pequeño Zayn, ¡lo mismo que siente Dios por nosotros!
En Salmos 103:13-14 Dios nos dice: “Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro”.
¡Qué gran Padre tenemos! Si Dios nos ama tanto, ¿cómo nos demuestra su amor? A continuación veremos tres maneras en las cuales Dios nos expresa su amor.
1. ¡Sacrificó a su hijo por nosotros! Juan 3:16 afirma: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Y Jesús voluntariamente dio su vida por nosotros. Él dijo en Juan 15:13: “Nadie muestra más amor que quien da la vida por sus amigos” (Traducción en Lenguaje Actual).
2. ¡Nunca nos abandonará! No puedo imaginar a mi hija rechazando a su pequeño Zayn. Cuando llora, ella lo toma en brazos para confortarlo. Igual actúa Dios con nosotros. Pero si usted se ha sentido rechazado o abandonado, puede que le sea más difícil confiar en Dios. “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes” (Deuteronomio 31:8). ¡Nada puede ser tan malo como para que Dios lo abandone! ¡Nada!
3. ¡Él nos conforta! Como una madre conforta a su hijo, así Dios nos conforta a nosotros. En 2 Corintios 1:4 leemos que él “nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren”. Siempre debemos buscar a Dios cuando necesitamos aliento. Cuando se sienta desanimado, pídale a Dios que le dé fuerzas. Salmos 46:1 nos recuerda: “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia”.
Nada puede separarnos del amor de Dios. Romanos 8:38-39 nos dice: “Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”.
Incluso cuando nos equivocamos, o andamos malhumorados, Dios está dispuesto a ayudarnos, a demostrarnos su amor e incluso a defendernos, siempre y cuando nos arrepintamos y sigamos perseverando.