¡Ya viene!
Una era nueva y maravillosa
La sociedad humana está confundida, angustiada y sumida en un absoluto caos. Algunos creen hallarse al borde del desastre. Los problemas que aquejan a individuos, familias y naciones parecen multiplicarse cada día más. Muchos ni siquiera albergan una mínima esperanza de encontrar genuina paz, prosperidad y seguridad. Sin embargo, algo maravilloso y muy emocionante acontecerá, pero no por el poder ni los esfuerzos del hombre. El Eterno Dios le ofrece a usted y a toda la humanidad esta garantía: ¡él hará posible el futuro más positivo, gratificante y magnífico que uno pueda imaginarse!
Jesús explicó que aunque dicha promesa es segura y ya se vislumbra en el horizonte, por el momento las dificultades persistirán, y hasta empeorarán. Él les dijo a sus discípulos que justo antes de su segunda venida, las condiciones en la Tierra serían semejantes a las que imperaban en tiempos de Noé: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37).
¿Qué sucedió durante aquel periodo? “Y vio el Eterno que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5, énfasis nuestro en todo este artículo). El apóstol Pablo describió en más detalle esta era que precederá el retorno de Cristo con estas palabras: “Ahora bien, ten en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno” (2 Timoteo 3:1-3, Nueva Versión Internacional).
El rescate de un remanente
A medida que el fin de esta era se acerque, las relaciones entre los distintos países se volverán cada vez más tóxicas y vengativas. Esto conducirá al más atroz y devastador estallido de guerra, violencia y brutalidad que el mundo haya jamás experimentado. Tan horrendo será, que a menos que Jesucristo venga a la Tierra y le ponga fin a la creciente muerte y destrucción, todos los hombres, mujeres y niños sobre la faz de la Tierra perecerán (Mateo 24:9, 21-22, 29).
Además de rescatar físicamente a un pequeño remanente de la humanidad en aquel tiempo, Cristo acabará con la influencia cruel y depravada de Satanás el demonio. Este ser malicioso y su séquito de demonios corruptos serán arrojados a un abismo y ya nunca más podrán pervertir las mentes humanas ni incitar al odio y la violencia (Apocalipsis 20:1-3).
Cuando Cristo ponga fin a los conflictos bélicos y la destrucción, nuestro planeta se hallará en la ruina más absoluta. La devastación de la civilización será prácticamente total, y el progreso logrado durante muchas generaciones habrá desaparecido casi por completo. ¡De no ser por la misericordiosa y oportuna intervención de Jesucristo, el legado de la humanidad se habrá desvanecido!
¿Cuál es el plan de Dios para la humanidad desde ese momento en adelante? Jesucristo desarrollará una civilización y una infraestructura completamente nuevas, básicamente sobre las cenizas de una sociedad agotada y destrozada. Él comenzará la implementación de su plan consolando y sanando a los desorientados y aterrados sobrevivientes del periodo de catástrofe universal que recién habrá concluido.
Con la ayuda de sus santos inmortales, que habrán acabado de resucitar, él satisfará las necesidades físicas inmediatas de estos pobres seres humanos, que incluirá la entrega de alimentos, refugio, ropa, agua fresca y atención médica (Ezequiel 34:12-16; Mateo 6:11; Malaquías 4:2). Cristo asegurará a cada una de estas personas fatigadas y tristes que ya están a salvo y que nunca más deberán vivir bajo el miedo (Isaías 44:8).
Un gobierno divino y benevolente traerá paz mundial
Jesucristo también las ayudará a entender que la paz genuina por fin ha llegado y que un nuevo gobierno, divino y misericordioso, se pondrá a su servicio y las apoyará (Apocalipsis 11:18; Isaías 9:6; Jeremías 33:16). Después de cierto tiempo estas personas, que habrán sufrido horrorosas tragedias y dolores, comenzarán a rehabilitarse física y mentalmente y a recobrar sus fuerzas. El Señor dice: “He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados” (Isaías 57:18).
Pero, aún más importante, Jesús impartirá a la gente el verdadero conocimiento de su camino de vida, un camino de amor y servicio (Isaías 2:3). “No harán ningún daño ni estrago en todo mi monte santo porque rebosará la tierra con el conocimiento del Señor como rebosa el mar con las aguas” (Isaías 11:9, NVI).
Dios le concederá a cada persona la oportunidad de arrepentirse y el extraordinario don de su Espíritu Santo (Hechos 11:18; Jeremías 31:33). “Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes” (Ezequiel 36:27, NVI). Gracias a la unión del espíritu humano y el Espíritu de Dios, cada persona sentirá un sincero y profundo deseo de amar y obedecer a Dios y de preocuparse genuinamente por los demás (Gálatas 5:22-23, Filipenses 4:13).
Durante los mil años del reinado de Jesucristo como Rey y Soberano del Reino de Dios sobre la Tierra, su estilo de vida generoso y benévolo sentará el ejemplo a seguir para todo tipo de relaciones interpersonales (Apocalipsis 20:6; Salmos 111:4; Lucas 10:27). Y como la sociedad será dirigida y gobernada directamente por Jesucristo mismo, una paz inmensa, jamás antes experimentada por la humanidad, confortará y alegrará a todos (Isaías 9:7; Salmos 119:165).
Otro factor que contribuirá a este ambiente que modificará los corazones será el hecho de que la educación para la guerra, y la guerra misma, serán completamente abolidas (Salmos 46:9-10; Miqueas 4:3). “La violencia desaparecerá de tu tierra; se terminarán la desolación y la destrucción de la guerra. La salvación te rodeará como las murallas de una ciudad y la alabanza estará en los labios de todos los que entren allí” (Isaías 60:18, Nueva Traducción Viviente).
Los ciudadanos del gobierno de Dios sobre la Tierra vivirán plácidamente y libres de toda ansiedad. Los conflictos entre razas y pueblos serán eliminados por completo, ya que los ex enemigos trabajarán juntos y en completo acuerdo (Isaías 19:24-25). Pero la paz no solo será el camino de vida de los seres humanos, sino también del mundo animal: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará” (Isaías 11:6).
Los padres ya no vivirán angustiados por la seguridad de sus hijos, porque estos estarán a salvo en toda situación. “Jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra, y el recién destetado meterá la mano en el nido de la víbora. No harán ningún daño ni estrago en todo mi monte santo” (vv. 8-9, NVI).
El desierto florecerá como una rosa
Los antiguos desiertos y páramos se tornarán verdes y exuberantes una vez que la lluvia caiga sobre ellos a intervalos regulares y en la cantidad exacta (Levítico 26:4). “Se alegrarán el desierto y el sequedal; se regocijará el desierto y florecerá como el azafrán” (Isaías 35:1, NVI).
Los chubascos a su debido tiempo harán posible que el nuevo suelo, fértil y productivo, proporcione las condiciones necesarias para la vida humana (Isaías 54:3). Además de las precipitaciones adecuadas, brotarán desde el suelo vertientes que crearán manantiales y ríos cristalinos y burbujeantes (Isaías 41:18).
Muchas ciudades y pueblos desolados y arruinados serán renovados a medida que se asienten en ellos familias jóvenes y empiecen a construir casas y granjas (Ezequiel 36:9-10, 34-36). Más aún, Jesucristo dará a cada uno su propia tierra para que la cultive y disfrute. “Cada uno se sentará bajo su parra y su higuera; y nadie perturbará su solaz —el Señor Todopoderoso lo ha dicho—” (Miqueas 4:4, NVI).
Las granjas y huertas florecerán como nunca antes: “Ya está cerca el día en que tendrán abundantes cosechas. No habrán terminado de cosechar el trigo cuando tendrán que volver a sembrar; no habrán acabado de preparar el vino cuando tendrán que plantar más viñas. ¡En los cerros y en las colinas correrá el vino como un río!” (Amós 9:13, Traducción en Lenguaje Actual).
La familias experimentarán bendición tras bendición: cultivarán abundantes cosechas y árboles frutales y criarán ganado saludable (Isaías 30:23). Como resultado del perfecto plan maestro de Dios, cada persona gozará de buena salud, será próspera, tendrá abundancia de alimento y se sentirá contenta y muy satisfecha (Jeremías 31:12).
Guía espiritual y moral
Jesucristo no solamente hará posible que la gente viva en paz y seguridad y que disfrute de gran abundancia material, sino que le dará además la indispensable instrucción espiritual y moral. Sus ayudantes en esta crucial tarea serán los resucitados de Dios, los fieles y sabios hijos e hijas divinos que servirán como maestros, administradores, jueces y líderes (2 Corintios 6:18; Isaías 30:20).
Ellos entrenarán diligentemente a cada ser humano en el camino de vida de Dios, cuyo fundamento son los Diez Mandamientos (Deuteronomio 10:4). En caso de que alguien se desvíe de estas vitales instrucciones, será corregido de manera discreta, pero firme. “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Isaías 30:21).
A medida que obedezcan las enseñanzas de Dios, tanto los moradores de la Tierra como las naciones adquirirán un sólido fundamento para la cooperación, ya que trabajarán armoniosamente y se ayudarán mutuamente.
Más tarde, después de mil años de extraordinaria paz y prosperidad, comenzará la siguiente fase del plan de Dios (Apocalipsis 5:10). Todas las personas que hayan vivido en épocas pasadas y que no hayan conocido la verdad de Dios, serán resucitadas de sus tumbas a vida física y recibirán su primera oportunidad de obtener la salvación divina (Ezequiel 37; Apocalipsis 20:11).
Jesucristo ofrecerá a cada una de ellas la dádiva de su Espíritu Santo, no solo para que entiendan a cabalidad el conocimiento espiritual y puedan seguir el camino de Dios, sino también para que puedan acceder a la vida eterna (Hechos 2:38; Isaías 65:20-24).
Las mejores noticias que podrá jamás escuchar
Cuando estas personas miren hacia atrás y mediten sobre su pasada existencia física, se darán cuenta de que su previa forma de vivir era diametralmente opuesta a la prosperidad, tranquilidad y gozo que disfrutarán en la emocionante y magnífica era de Dios. Como resultado, la gran mayoría optará por adorarlo a él y obedecer sus mandamientos, para posteriormente ser transformados en seres espirituales inmortales y miembros de su familia divina (Efesios 3:15; Hebreos 2:10).
Finalmente, el eterno Dios ha diseñado el futuro más positivo, emocionante y maravilloso para usted, su familia y toda la humanidad. Jesucristo construirá una nueva civilización e infraestructura, prácticamente sobre las cenizas de una sociedad humana fracasada. Como dijéramos al principio, ¡estas son las mejores noticias que alguien pudiera jamás escuchar!