El Arquitecto Supremo y su plan para la humanidad
Anna Wagner Keichline nació en 1889 y creció en Bellefonte, Pensilvania (EE. UU.).A muy temprana edad demostró una sobresaliente aptitud para el arte y la artesanía en madera. Sus padres construyeron un pequeño taller en la casa y lo equiparon con distintos tipos de herramientas propias de este oficio, para que ella pudiera desarrollar su talento.
Cuando Anna tenía 14 años, participó en una feria del condado y obtuvo el primer lugar al diseñar y construir una pequeña mesa de roble. El periódico Philadelphia Inquirer, del 18 de octubre de 1903, comentó que la mesa ganadora revelaba un nivel de destreza artesanal “comparable a la de un mecánico altamente especializado”, y agregó después: “Tanto gusto le ha tomado la señorita Anna Keichline al arte industrial, que pretende hacer de este una carrera profesional”.
Después de graduarse de la escuela secundaria en 1906, Anna dio un paso más hacia su objetivo matriculándose en el State College de Pensilvania (ahora conocido como Universidad Estatal de Penn) y convirtiéndose en la única mujer inscrita en el programa de ingeniería mecánica. Al año siguiente se trasladó a la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York, para continuar sus estudios en la carrera de arquitectura.
Una de las primeras mujeres en titularse de arquitecta
Al graduarse en 1911, se convirtió en la quinta mujer en obtener el título de arquitecta de la Universidad de Cornell y en una de las primeras en ejercer esta profesión en los Estados Unidos. A lo largo de su carrera Anna diseñó edificios en Pensilvania, Ohio y Washington, D.C. Entre estos se incluyen casas particulares y departamentos, un colegio, un concesionario de automóviles, un teatro, una iglesia y muchas otras estructuras de tipo comercial.
Además de diseñar edificios, Anna fue una prolífica inventora que logró registrar varias patentes estadounidenses. Por ejemplo, en 1924 diseñó una cocina completa, que aprovechaba muy bien el espacio y se adaptaba a las necesidades del usuario. En 1927 patentó un nuevo material de construcción conocido como “K-Brick”, que fue el precursor del bloque de concreto que conocemos en la actualidad.
Aunque Anna fue una inventora muy talentosa, sus singulares diseños arquitectónicos fueron el pilar de una carrera extraordinariamente brillante y productiva. Su exitoso e innovador trabajo fue reconocido oficialmente en 2002 con un monolito histórico en Pensilvania, que fue erigido junto a una de sus destacadas obras.
La arquitectura requiere de una planificación inteligente
Tal como en la época de Anna Keichline, los arquitectos exitosos de hoy deben ser extremadamente competentes en la planificación, diseño y comunicación de sus originales ideas a los clientes. Desde la casa más pequeña hasta el rascacielos más alto, las creaciones arquitectónicas funcionales, seguras y económicas requieren de una planificación inteligente y una cuidadosa implementación a lo largo de todo el proyecto.
Y aunque estos requerimientos básicos son obligatorios para los arquitectos humanos, su importancia es mucho mayor para el Dios Eterno en su rol de Arquitecto Supremo de todas las cosas visibles e invisibles (Juan 1:3; Colosenses 1:16). Desde el inicio hasta el final, él ha planificado meticulosamente cada detalle de su perfecto plan arquitectónico (1 Corintios 14:33, 40).
Él nos dice en Isaías 46:10: “Yo anuncio desde el principio lo que va a pasar al final, y doy a conocer el futuro desde mucho tiempo antes. Les aseguro que todos mis planes se cumplirán tal como yo quiero” (Traducción en Lenguaje Actual).
Cuando contemplamos el fulgor de las estrellas en el cielo nocturno o las fotografías de las galaxias tomadas por el telescopio espacial Hubble, inevitablemente nos hacemos ciertas preguntas: ¿Cuál fue el propósito de Dios al diseñar y crear el vasto universo?, e igualmente importante: ¿Por qué creó Dios al hombre?
Parte de la respuesta al primer interrogante es que Dios diseñó el universo para mostrar su inmenso y majestuoso poder (Salmos 8:1). “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos” (Salmos 19:1, Nueva Versión Internacional).
Dios está creando su propia familia
Pero ¿por qué lo creó Dios a usted y al resto de la humanidad? La Biblia proporciona una respuesta clara y fascinante: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1). El Dios Todopoderoso está creando su propia familia y desea compartir su vida y creación con sus hijos (Efesios 3:15, Hebreos 2:10).
Habiéndonos creado a su imagen y semejanza, Dios desea que tengamos una especial relación Padre-hijo con él por toda la eternidad (Génesis 1:26-27; 2 Corintios 6:18). La Escritura nos explica lo siguiente:
“Pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos; todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (Hebreos 2:6-8).
Este pasaje no solo explica que Dios les entregó a los seres humanos la responsabilidad de cuidar las obras terrenales creadas por él, sino que además da a entender que les aguarda una responsabilidad aún mayor. La expresión “todo” es una traducción de la palabra griega tapanta,que significa “el todo” o “el universo” (en otras palabras, la totalidad de la creación, Juan 1:3; Apocalipsis 21:7).
Pero, ¿por qué le ofrece Dios a usted esta grandiosa oportunidad? La maravillosa respuesta es que él no solo lo ama, sino que está preparándolo junto a otras personas para una obra y un servicio muy superiores en el futuro (1 Corintios 2:9-10; 1 Juan 4:7-8, 16).
Los seres humanos son la creación suprema de Dios (Lucas 12:7; Éxodo 15:13). El asombroso plan arquitectónico del Padre revela que usted, al convertirse en uno de sus hijos recién resucitados, servirá con Jesucristo cuando él regrese a gobernar la Tierra con justicia y equidad (Efesios 1:21; Jeremías 12:15; 33:16). Todo estará bajo su jurisdicción, y él compartirá sus deberes administrativos con todos sus virtuosos y devotos hijos e hijas que reciban el don de la vida eterna (Mateo 28:18; 1 Corintios 15:49-53).
El plan espiritual perfecto
Tal como un arquitecto dibuja primero su proyecto para mostrar como se verá una vez terminado, el Arquitecto Supremo diseñó su plan espiritual perfecto mucho antes de establecer el universo (2 Timoteo 1:9). Sin embargo, a diferencia de los arquitectos humanos, que no son constructores sino que trabajan con ellos, nuestro Creador es a la vez Arquitecto y Constructor. “Porque [Abraham] esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor” (Hebreos 11:10, NVI).
En el proceso de preparación para su futura familia, Dios primero llamó a un grupo de personas fieles entre los que se cuentan Abraham, Sara, Moisés, Josué, David, los profetas bíblicos y otros. Después de trabajar estrechamente con ellos puso en acción la siguiente fase de su plan divino de construcción, enviando por primera vez a Jesucristo a la Tierra como Salvador espiritual de la humanidad (1 Timoteo 1:1).
¿Qué comenzó a construir Jesucristo en ese momento? El afirmó: “. . . edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18).
La Iglesia no es una estructura física sino una asamblea de personas, pocas en número, a quienes Dios escoge y llama a salir de la sociedad (Mateo 16:18; 1 Corintios 3:9). Mediante el arrepentimiento, la obediencia y el bautismo, él les da el don incomparable del Espíritu Santo (Hechos 2:38).
Al convertirse en nuevos discípulos, inician una vida enriquecedora para crecer en carácter y ayudar a propagar el evangelio de Jesucristo y del Reino de Dios (Mateo 28:19; 2 Pedro 3:18). Como Abraham, ellos también esperan gobernar con Cristo como reyes y sacerdotes en el futuro gobierno de Dios sobre la Tierra (Apocalipsis 1:6).
Dios no olvida ni descuida a nadie
Pero aun cuando el Eterno Dios está trabajando con unos pocos, ciertamente no olvida ni descuida a los otros miles de millones alrededor del mundo. Aunque cada uno de ellos en algún momento tendrá la oportunidad de ser hijo en la familia espiritual de Dios, él ha decidido trabajar con ellos de una manera distinta. Esto incluye toda la experiencia adquirida y, lo más importante, cómo la aplicarán más tarde.
No obstante, aunque Dios desea que todas las personas opten por obedecer sus mandamientos, los cuales están diseñados para su bien, él les ha dado también la libertad para decidir si le obedecen o no (Deuteronomio 30:19).
Dios tiene un importantísimo propósito al darles a los seres humanos libre albedrío. Él quiere que todos finalmente puedan entender que sin su instrucción y guía, el camino de vida del hombre (decidir por uno mismo lo que está bien o no) solo conduce al sufrimiento y la destrucción (Mateo 7:13). “Hay camino que al hombre le parece derecho” (Proverbios 14:12; 16:25). Para ayudar a las personas a comprender esta lección fundamental, Dios ha permitido que a lo largo de los siglos las naciones desarrollen y experimenten todos los sistemas económicos y políticos imaginables.
Mediante este larguísimo proceso él está demostrando que todos los gobiernos diseñados por el hombre, incluyendo las democracias modernas, son absolutamente incapaces de servir y guiar a sus ciudadanos equitativa y correctamente (Jeremías 10:23; 17:9). Winston Churchill, el renombrado primer ministro británico de la Segunda Guerra Mundial, hizo una perspicaz observación acerca de las formas de gobierno humanas: “La democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas
políticos restantes”.
Cuando los individuos y las naciones se gobiernan sin la guía de Dios, el único resultado es el fracaso (Romanos 3:10-18). Esto se puede comprobar al observar la maldad, la angustia, la pobreza y la guerra que han estado presentes a lo largo de la historia y han afectado sin tregua a la humanidad.
Dios tiene planificado un magnífico futuro para usted
Sin embargo, Dios no permitirá que estas terribles condiciones existan por mucho tiempo. La situación alcanzará una culminación, un momento decisivo al final de la era de los gobiernos humanos sobre la Tierra, cuando las relaciones entre las naciones empeorarán tanto, que amenazarán con la destrucción de la humanidad (Mateo 24:9, 21-22).
Pero justo cuando el hombre esté al borde del autoexterminio, Jesucristo retornará a la Tierra con un poder abrumador para impedir que esto suceda (Apocalipsis 19:11-16). El hará todo esto por su infinito amor hacia la humanidad y por los fieles y obedientes hermanos que estarán pasando por aquel terrible periodo (Mateo 24:22).
Jesucristo no solo salvará a la humanidad de la destrucción, sino que establecerá el Reino de Dios sobre la Tierra (Mateo 6:10). Se hará cargo de los gobiernos humanos y gobernará como Rey de reyes con la ayuda de sus santos resucitados (Apocalipsis 19:16; 1 Tesalonicenses 3:13), dando así inicio a la siguiente fase de su plan arquitectónico.
Volvamos a Anna Keichline. Como una de las primeras mujeres que obtuvo el título de arquitecta y se destacó en esta profesión, ella planificó e implementó cuidadosamente cada uno de sus proyectos hasta el final. Y aunque para los arquitectos esto es algo elemental, para el Dios Eterno, como Arquitecto Supremo de todas las cosas, es trascendental.
Él no solo diseñó el plan perfecto para transformar maravillosamente la sociedad humana, sino que también ha diseñado un emocionante futuro para usted y todas las otras personas. ¿Cuán preparado se encuentra para convertirse en miembro de la futura familia divina de Dios? BN