El trabajo
Más que una simple labor
Lo recuerdo muy bien. Era una agradable tarde de verano de 1960, y mi papá había llegado a casa después del trabajo con un ejemplar de The Saturday Evening Post (Diario de la tarde del sábado). Abriéndolo, me dijo: “John, mira esto”. Me señaló un aviso que mostraba una bicicleta nueva y que decía: “Vende 10 subscripciones de ‘The Saturday Evening Post’ y obtendrás una hermosa bicicleta de regalo”.
Mi papá luego agregó: “Sería una gran oportunidad. Creo que podrías hacerlo, pero eso sí, vas a tener que apurarte, porque quedan solo seis semanas para que se venza el plazo”.
Con solo 11 años de edad, la idea de ganarme una bicicleta nueva me cautivó inmediatamente. Así es que al otro día comencé a golpear ansiosamente las puertas de mis vecinos para conseguir suscriptores. Pero en poco tiempo me di cuenta de que ganar mi bicicleta sería más difícil de lo que había imaginado, principalmente porque una suscripción de 10 dólares de aquella época era una suma considerable, equivalente a unos 70 dólares de hoy.
Sin embargo, durante los días posteriores recorrí por largas horas gran parte de nuestro vecindario, visitando muchas casas en busca de potenciales suscriptores. Fue un trabajo difícil, pero cada vez que lograba que alguien se suscribiera, me motivaba y me daba ánimo porque sabía que estaba acercándome a mi objetivo, aunque mi gran empeño se atenuaba con la preocupación de que tal vez no podría alcanzar la meta.
De hecho, cuando el plazo estaba por cumplirse y me faltaban tres suscripciones, mi padre y su misericordia vinieron al rescate, ya que junto a algunos familiares y a un amigo comerciante me compraron las suscripciones faltantes. Inmediatamente enviamos los 10 nombres, las direcciones y el pago. Al cabo de un mes llegó mi bicicleta nueva. Me subí, y al andar por el barrio, ¡me di cuenta de que todo el esfuerzo y la preocupación habían valido la pena!
A partir de esa experiencia como niño, tomé conciencia de que el logro y la satisfacción personal son el resultado de trabajar duro para alcanzar un objetivo. Sin embargo, había muchas cosas importantes que aún no entendía del trabajo, y que me tomaría varios años más aprender. Sobre este punto hablaré más adelante.
El trabajo, sin importar lo simple que sea ni si se realiza fuera o dentro de la casa, es parte importante de la vida. Esto es una realidad para todos, incluyendo a aquellos que sufren de alguna discapacidad física, como por ejemplo, una ceguera o sordera, y también para aquellos que se han jubilado.
¿Cuál es nuestra actitud hacia el trabajo? ¿Tiene nuestro trabajo un sentido y un propósito? ¿Es el trabajo que realizamos solo un medio para ganarnos la vida? ¿Nos sentimos satisfechos con lo que hacemos? Y una pregunta aún más relevante: ¿por quées tan importante el trabajo, y para quiénestamos realmentehaciéndolo?
El trabajo, un asunto importante
La bicicleta por la que trabajé tan duro con la ayuda de mi padre me sirvió para descubrir mucho de mí mismo y de lo que se requería para ser exitoso posteriormente, en el mundo laboral adulto.
A partir de ese momento, realicé todo tipo de trabajos. En la casa, mis padres me asignaron el cuidado de mis siete hermanos y hermanas y algunas tareas hogareñas. Adicionalmente, trabajaba de forma esporádica con mi papá en varios proyectos de limpieza, pintura y mecánica. Entre los 12 y los 16 años tuve una ruta diaria de entrega de periódicos.
Durante la secundaria tuve varios trabajos de medio tiempo y de verano. Y mientras estudiaba en la universidad, trabajé manejando camiones, limpiando vidrios, reparando equipos y techos, pintando edificios y colocando cemento, entre otros oficios.
Al recordar todos esos trabajos, me doy cuenta de que aprendí muchos hábitos claves como la puntualidad, la lealtad, la capacidad de seguir instrucciones, la capacidad de trabajar por largos periodos sin supervisión, y muchos más.
¿Qué hay de usted? Si usted ha trabajado por un largo tiempo, probablemente haya adquirido ciertos hábitos de trabajo. Podemos aprender mucho de nuestras oportunidades laborales personales y de nuestro
desempeño, pero Dios nos revela y nos explica el propósito principal del trabajo.
La Escritura explica que el trabajo, junto con los valores que enseña, es un ingrediente clave en el plan del desarrollo del carácter de cada ser humano. Nuestro Creador ciertamente desea que experimentemos el gozo de trabajar y disfrutar de los frutos de nuestra labor, pero también quiere que entendamos el propósito vital y principal del trabajo.
Estudiemos en la Biblia lo que Dios tiene que decirnos sobre este asunto tan crucial.
Lo que nos dice Dios acerca de este tema
Dios mismo es un trabajador. Jesucristo dijo: ”Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17). Y Dios disfruta y se satisface con el trabajo. Cuando él dio forma a este hermoso mundo para que en él habitara el ser humano, estaba encantado de que su esfuerzo produjera resultados tan excepcionales: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.Y fue la tarde y la mañana el día sexto” (Génesis 1:31, énfasis agregado).
Dios trabajó durante seis días y descansó en el séptimo para reflexionar y apreciar su trabajo, estableciendo así el sábado semanal (Génesis 2:1-3). Él desea que nosotros sigamos su ejemplo y trabajemos duro toda la semana y guardemos el sábado como él lo hizo y así podamos reponernos física y espiritualmente (Éxodo 20:8-11; Hebreos 4:4, 9-10).
Cuando Jesús estuvo en la Tierra como ser humano, dejó un gran ejemplo como alguien que trabajaba y disfrutaba haciéndolo. En Juan 4:34 Jesús dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”. El trabajo no era una carga para Cristo, y tampoco debiera serlo para nosotros. Y no lo será, si nos enfocamos desde una perspectiva bíblica.
El gozo y la satisfacción derivados del trabajo es parte de la vida que Dios desea para nosotros. Eclesiastés 3:13 nos dice: “y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor”.
Dios desea que todas las personas prosperen, se desarrollen y mejoren física, mental, emocional y espiritualmente. Pero no hay garantía de que esto suceda. Jesús explicó que hay un ladrón a nuestro alrededor que se esfuerza por oscurecer e impedir el verdadero paso a una vida abundante y significativa. Para ilustrar el contraste entre sí mismo y este ladrón, Satanás el malvado, Jesús dijo: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
Los resultados de escoger el mal camino
Dios quería que los primeros seres humanos, Adán y Eva y su descendencia, tuvieran “vida en abundancia”. Él les dio el desafío de trabajar para mantener el hermoso huerto de Edén (Génesis 2:15) y de seguir el camino de vida que les garantizara prosperidad y satisfacción. Sin embargo, pecaron y rechazaron las aspiraciones que Dios tenía para ellos, y acarrearon sobre el trabajo del hombre la maldición de la dificultad y la ardua rutina (Génesis 3:17-19).
La mayoría de los seres humanos ha seguido un patrón similar. La historia demuestra que al rechazar la ley y el camino de Dios, gran parte de la humanidad ha luchado con el dolor y la desesperanza. Como resultado, muchas personas no están satisfechas ni felices con sus trabajos. Una encuesta realizada por la organización Gallup reveló que menos de la mitad de los estadounidenses está satisfecha con su empleo.
¿Por qué hay tanta insatisfacción? Como se mencionara, Dios maldijo el trabajo del hombre. Sin embargo, en muchos casos esta maldición no depende de la acción de Dios. Más bien son las opciones equivocadas del hombre las que automáticamente acarrean sus propias consecuencias. Y al alejarse de Dios y someterse a su propia falta de sabiduría y a los engaños de Satanás, las personas han tomado horrorosas decisiones.
De hecho, los sistemas, métodos y prácticas de esta época y sociedad no son fruto del diseño ni la mente de Dios. Satanás ha triunfado astutamente, logrando engañar al mundo entero con su sistema fraudulento y fracasado que rechaza el camino de Dios (Apocalipsis 12:9). El apóstol Pablo llamó a este angustiante e infeliz periodo de influencia satánica, “el presente mundo malo” (Gálatas 1:4). ¿Es de sorprenderse, entonces, que la actitud de algunas personas hacia el trabajo sea negativa, triste y desalentadora?
Afortunadamente, no debemos quedarnos estancados en estas malas noticias, porque ¡hay muy buenas noticias!
Trabajando para Dios
Aunque debemos vivir en medio de los problemas sociales de este mundo, podemos rechazar valientemente la frecuente mala disposición hacia el trabajo. ¿Cómo? ¡Trabajando para Dios!Este es uno de los principios esenciales que yo no entendía durante mi primera época laboral. Afortunadamente pude descubrirlo más tarde en la vida, cuando lo aprendí de Dios a través de sus Escrituras.
Incluso el trabajo más ínfimo puede tener un gran propósito y significado, si tenemos en mente paraquiéntrabajamos. ¿Cómo debemos, entonces, enfrentar todo lo que hacemos, incluyendo nuestro deber como estudiantes, empleados, independientes o jubilados?
El apóstol Pablo dio instrucciones importantes a los cristianos que eran esclavos, pero esos principios se aplican por igual a nuestro trabajo de hoy. Él les dijo que consideraran su servicio a sus señores como si ellos fueran nuestro Maestro o Señor espiritual, Jesucristo:
“Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Colosenses 3:22-24).
Pablo afirmó más tarde en Colosenses 3:23: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.
Nuestro trabajo adquiere más significado cuando nos damos cuenta que no estamos haciéndolo por un salario o para nuestro propio bienestar, sino que para honrar al gran Dios del universo. Si así lo hacemos, podremos llevar una actitud entusiasta y de alegría a nuestro lugar de trabajo (Proverbios 15:13).
Cómo tener una actitud positiva hacia el trabajo
Si estamos verdaderamente trabajando para Dios, ¿cómo podemos cultivar una actitud positiva y saludable en nuestro lugar de trabajo? El sitio web career-success-for-newbies.com(éxito profesional para principiantes) ofrece las siguientes directrices:
1. Sea el tipo de persona que dice “yo puedo hacerlo”.Cuando nos encontramos con dificultades en el trabajo, no debemos rendirnos, sino tratar de encontrar una alternativa que nos permita acabar con éxito nuestra tarea. En vez de decir: “No, esto no se puede hacer”, podemos decir: “Se ve difícil, pero déjeme ver qué puedo hacer”. El esfuerzo y la determinación que demostramos nos brindará beneficios, sin importar si el proyecto tiene éxito o no. Tal actitud es valiosa tanto para los compañeros de trabajo como para los superiores.
2. No se queje. Nada positivo se consigue si nos limitamos a quejarnos del asunto. En vez, es mejor conversar con un jefe si sentimos que un problema en particular está afectando nuestro desempeño. Al hacerlo, se abre una puerta para que la situación negativa pueda corregirse.
3. Trabaje duro.La conocida expresión “No trabaje más duro, sino más inteligentemente” es mal interpretada por algunos que creen que hay que renunciar al trabajo duro. Lo que esta frase quiere decir realmente es que nuestros esfuerzos deben ser usados de manera eficaz (compare Eclesiastés 10:10). Debemos esforzarnos al máximo, haciendo siempre lo mejor que podamos. Como las Escrituras dicen: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” (Eclesiastés 9:10).
4. Sea organizado.Ser organizado significa que podemos ser más eficientes, lo que permite a nuestros superiores considerar la posibilidad de darnos mejores asignaciones, ya que se dan cuenta de que podemos completar la tarea de manera eficiente y a tiempo.
¿Cómo podemos trabajar para Dios y ser entusiastas en nuestros deberes si tenemos un jefe complicado, o insensible e indiferente? Pablo explica qué hacer: “Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar. Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente” (1 Pedro 2:18-19).
Por supuesto, los empleados no son esclavos, y nadie debe soportar maltrato indefinidamente. Pero es bueno recordar que aunque estamos trabajando para Dios como nuestro empleador principal, no existe el ambiente humano laboral perfecto. Por lo tanto, cuando enfrentamos dificultades en el trabajo, debemos practicar la sabiduría que encierran las siguientes palabras: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).
De hecho, Dios quiere que reconozcamos nuestras necesidades y le pidamos a él por ellas. Al reflexionar sobre esto, pienso en la ayuda que me dio mi papá cuando me faltaban tres suscriptores para The Saturday Evening Post.Si somos obedientes a Dios y confiamos en su ayuda mientras hacemos lo que podemos, él se hará cargo del resto.
¿Qué hacer en caso de estar desempleado?
Pero, ¿qué sucede en el caso de no tener empleo? No es un secreto que encontrar un trabajo en estos difíciles tiempos laborales exige creatividad, inteligencia y esfuerzo constante. En otras palabras, estas son las mismas características que se requieren para desempeñarse regularmente una vez que se ha encontrado trabajo. Usted puede usar los mismos principios bíblicos de diligencia, iniciativa y tenacidad al hacer que la búsqueda de trabajo sea su trabajo.
De la misma forma que lo haría en cualquier trabajo, usted puede invertir 40 o más horas a la semana trabajando para conseguir un empleo. El presionarse personalmente para contactar cada día a la mayor cantidad posible de potenciales empleadores será de mucha motivación y aliento para enfrentar los sentimientos de ineptitud y rechazo que a veces acompañan a la cesantía.
Desarrollar una red de contactos con las personas que podrían ayudarle en la búsqueda de un trabajo es también una herramienta útil. Leer libros y artículos sobre cómo buscar empleo de manera más efectiva puede mejorar su búsqueda de trabajo, preparación de su currículum y habilidades en las entrevistas laborales.
Además, usted puede pedirle a Dios su poderosa ayuda para encontrar el trabajo más adecuado. Como Juan lo explica en
1 Juan 3:22: “y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él”.
El propósito principal del trabajo
Como mencionara antes, Dios desea que encontremos placer incluso en las tareas más simples y que disfrutemos del fruto de nuestro trabajo. Pero él también quiere que entendamos el propósito primordial del trabajo.
¿Cuál es ese gran propósito? Por increíble que pueda parecer, el pueblo de Dios en esta época se está preparando para trabajar y servir junto a Jesucristo como reyes y sacerdotes cuando el establezca el reino de Dios en la tierra (Apocalipsis 2:26; 5:10). Jesús habló acerca de dar a sus siervos autoridad sobre ciudades (Lucas 19:17, 19).
Y al final, a toda la humanidad se le ofrecerá un lugar en el reino de Dios, que será su familia divina y eterna. Aquellos que acepten la invitación de Dios heredarán el universo entero y serán coherederos con Cristo sobre todas las cosas (Romanos 8:17, 32). (Para saber más sobre este increíble futuro, solicite o descargue de Internet nuestro folleto ¿Por qué existimos?). Además, estarán ocupados en recompensar el buen desempeño por toda la eternidad.
¿Cómo podemos prepararnos para tan espectacular trabajo en el futuro gobierno de Dios sobre la Tierra y luego en el universo, si hemos pasado nuestra vida como chofer de camiones, técnico en computación o cualquier otra profesión? Bueno, tal vez no usemos las habilidades técnicas que aprendimos en esos trabajos, pero sí podremos aplicar ciertas actitudes positivas que desarrollamos.
Los hábitos laborales que aprendemos durante esta vida física, como puntualidad, determinación, confiabilidad, paciencia, organización, consideración, cooperación y trabajo en equipo, nos serán muy útiles en el grandioso futuro que nos aguarda.
Dios observa muy bien nuestro rendimiento y actitud en cualquier trabajo que emprendamos, como una señal de cómo desempeñaremos nuestras responsabilidades para toda la eternidad (Lucas 16:10-12).
Cuando trabajé para ganarme mi bicicleta a los 11 años, no me di cuenta de que estaba desarrollando hábitos y el carácter que me ayudarían para trabajar y servir en el futuro reino de Dios por la eternidad. Lo mismo se aplica a todos nosotros. Apreciemos profundamente el gran propósito de Dios para trabajar y entender para quién estamos realmente trabajando. ¡Tenga por seguro que el trabajo es más que una simple obligación!