Deificación como hijos de Dios
No obstante, aquellos que estén prestos a atacar esta enseñanza tal vez se sorprendan aún más al saber que muchos de los “primeros padres” del cristianismo tradicional — que cronológicamente estuvieron mucho más cerca de las enseñanzas apostólicas originales— entendían esta verdad, al menos en parte.
Fíjese en la notable explicación del antiguo teólogo católico Tertuliano, escrita alrededor del año 200 d.C.: “Sería imposible que otro Dios pudiera ser admitido, cuando a ningún otro ser se le permite poseer nada que sea de Dios. Bueno, dirá usted, entonces a ese ritmo ninguno de nosotros puede llegar a poseer nada de Dios. Pero en realidad sí lo poseemos, y continuaremos haciéndolo. Solo que es de él que lo recibimos, no de nosotros mismos. Porque nosotros seremos incluso dioses, si somos merecedores de estar entre aquellos de los cuales él declaró, diciendo: ‘Yo dije, dioses sois’ y ‘Dios está en la reunión de los dioses’. Pero esto proviene de su propia gracia, no de alguna virtud nuestra. Porque solo él es quien puede hacer dioses” (Anti-Nicene Fathers [Los Padres Antinicenos], vol. 3, p. 480, citado en “Deification of Man”[Deificación del hombre], David Bercot, editor, A Dictionary of Early Christian Beliefs [Diccionario de creencias cristianas originales], 1998, p. 200).
(Muchos otros ejemplos de esta antigua enseñanza, conocida como deificación o divinización, se encuentran en nuestro folleto gratuito¿Por qué existimos?).
C.S. Lewis, tal vez el escritor cristiano más popular del siglo pasado, expuso claramente esta verdad en su libro Mero Cristianismo. Observe lo que dice: “El mandato Sed perfectos [Mateo 5:8] no es una vacuidad idealista. Ni tampoco es un mandato de hacer lo imposible. Él nos va a transformar en criaturas capaces de obedecer ese mandato. Dijo (en la Biblia) que éramos “dioses” y va a cumplirlo. Si lo dejamos —porque podemos impedírselo, si así lo elegimos— él hará del más débil e inmundo de nosotros un dios o una diosa, una criatura deslumbrante, radiante, inmortal, toda vibrante con una energía y alegría y amor que ahora somos incapaces de imaginar, un brillante espejo inmaculado que refleja hacia Dios con toda perfección (aunque, por supuesto, en una escala menor) Su propio ilimitado poder y deleite y bondad. El proceso será largo y a ratos muy doloroso; pero para eso estamos. Nada menos. Él hablaba en serio” (Edición electrónica, 2011).
Desde luego, este tema requiere cierta clarificación muy importante: existe un solo Dios. El término dioses en realidad se usa para denominar a múltiples Seres divinos que constituyen un Dios único. Dios único significa la familia Dios. Como mencionamos anteriormente, en la actualidad hay dos seres plenamente divinos de la familia Dios, dos Seres distintos: Dios el Padre y Dios el Hijo. Y por increíble que parezca, habrá más en el futuro.
En realidad, hay muchos otros que las Escrituras cuentan como miembros actuales de la familia Dios (Efesios 3:14-15; 1 Juan 3:2). Como tienen una pequeña porción de divinidad gracias al Espíritu Sant o que mora en ellos, están en el proceso de deificación, aunque todavía no son completamente divinos. Pero un día lo serán, si permanecen fieles. Y finalmente toda la humanidad, es decir, quienes estén dispuestos a hacerlo, seguirán el mismo rumbo.