El cierre del Estrecho de Hormuz
Una grave amenaza iraní
Cerca del 20% de las exportaciones mundiales de petróleo y más de un tercio de todo el petróleo transportado por vía marítima pasa por este angosto cuello de botella confinado por Irán y Omán. Los cálculos para 2025 se elevan hasta un 60%.
La interrupción o el cierre de esta vital vía acuática probablemente causarían un estrangulamiento de la economía mundial, provocando un alza astronómica del precio de la gasolina y una posible depresión financiera global, y hasta una franca recesión. En tal caso, Irán ni siquiera necesitaría bloquear por completo el estrecho con maniobras militares. Solo atacando unos cuantos tanques con misiles anti-buque, submarinos o pequeñas lanchas de ataque, podría lograr el mismo propósito, haciendo que el petróleo para la navegación marítima se vuelva prohibitivo debido a los altísimos costos de seguros involucrados.
Lógicamente, las naciones occidentales mantienen una atenta mirada en este estrecho. Hace varios años, la revista Commentary (Comentario) publicó un artículo que afirmaba: “El régimen de Teherán no ha hecho ningún secreto de su deseo por controlar los estrechos como parte de su estrategia más amplia de convertir el Golfo en un lago iraní” (Arthur Herman, “Getting Serious About Irán: A Military Option” [Poniéndose serio respecto a Irán: Una opción militar], nov. de 2006). Un funcionario jefe del gobierno iraní hizo una advertencia a la Unión Europea: “Tenemos el poder de cortar el suministro de petróleo”, dijo, “hasta la última gota” (citado por Herman).
Si esto efectivamente llegara a suceder, el chantaje a otras naciones sería probablemente la orden del día, e Irán no tiene miedo de usar esta amenaza. No es ningún secreto que las Naciones Unidas se ve muy impotente cuando se trata de aprobar sanciones efectivas dirigidas a cambiar el comportamiento iraní, lo cual se debe en gran parte a China, que necesita el petróleo iraní para incentivar su economía, y a Rusia, aliada de Irán. Ambas naciones son parte del Consejo de Seguridad de la ONU (compuesto de 5 países), que es el que tiene poder de veto sobre este tipo de acciones.
Y el Estrecho de Hormuz no es la única zona en la que Irán mantiene un dominio absoluto sobre gran parte del suministro mundial de energía. El periodista estadounidense Robert Kaplan escribió así en la revista Foreign Policy (Política extranjera): “Virtualmente todo el petróleo y el gas natural del Medio Oriente se encuentran en esta región [el núcleo pérsico, que se extiende desde el Mar Caspio, en el norte, hasta el Golfo Pérsico, en el sur de Irán]. Igual como las vías navieras se proyectan desde el Golfo Pérsico, las tuberías surgen cada vez más desde la región del Caspio hasta el Mediterráneo, el Mar Negro, China, y el Océano Índico” (“The Revenge of Geography” [La venganza de la geografía], mayo-junio 2009, p. 105).
El mismo artículo continúa: “El único país que abarca ambas regiones productoras de energía es Irán . . . El Golfo Pérsico posee 55% de las reservas mundiales de crudo, e Irán domina el golfo entero . . . una línea costera de 2.439 kilómetros (1.317 millas náuticas), gracias a sus numerosas bahías, ensenadas, caletas e islas, que ofrecen abundantes y excelentes lugares para esconder lanchas veloces capaces de embestir tanques”.
La influencia iraní sobre estas valiosas reservas naturales sigue siendo una constante preocupación para Occidente y el mundo. ¡Los peligros en el altamente volátil Medio Oriente son muy grandes!