Un momento crucial que puede llevarnos a la ruina o al resurgimiento
Al comenzar 2025, huelga decir que el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos cuatro años después de dejar el cargo marca un drástico cambio en los acontecimientos mundiales. También vemos cómo los movimientos populistas ganan terreno en otras naciones occidentales, a medida que aumenta el descontento con las élites gobernantes.
Naturalmente, nos preguntamos qué significará esto en el futuro. El prestigio de Estados Unidos en los asuntos internacionales ha disminuido en aspectos clave en los últimos años. La gente sigue resentida por el gobierno de mano dura, el aumento del costo de la vida y las interminables guerras, entre otras muchas quejas. Además de la agitación económica, los candentes confrontamientos en todo el mundo amenazan con convertirse en conflictos más amplios, incluso en una posible guerra mundial.
Sin embargo, al parecer ahora podría haber una oportunidad para dar marcha atrás en algunas situaciones tensas y peligrosas.
¿Sucederá eso? Tal vez. Estados Unidos y otras naciones podrían manejar mejor ciertas crisis durante un tiempo y experimentar un periodo de prosperidad. Ya ha ocurrido antes, como en la década de 1980. Pero no todo estaba bien en ese entonces, y ciertamente no lo está ahora. La moral ha caído en picada en Estados Unidos y otras naciones occidentales, y esto tiene serias consecuencias
Una gestión adecuada de la política interior y exterior puede conducir a mejores resultados. Pero cualquier cosa puede ocurrir en cualquier momento, la catástrofe puede golpear desde cualquier ángulo, y solo hay un lugar al cual acudir para tener alguna sensación real de seguridad: Dios todopoderoso. Incluso si nos encontramos en un momento de pausa o respiro, este no durará indefinidamente.
En este número de Las Buenas Noticias, nuestro artículo de portada examina algunos elementos de la escena mundial mientras la nueva administración estadounidense se prepara para asumir el poder, pero nos recuerda dónde reside el poder supremo: en Dios, y destaca nuestra necesidad de acercarnos continuamente a él. Además, analizamos una advertencia que Dios hizo llegar a los israelitas a través del profeta Ezequiel, pero no solo al antiguo pueblo de su tiempo sino también a sus descendientes modernos. Estos incluyen, aunque la mayoría no lo sepa, a los pueblos estadounidense y británico y a otras naciones de ascendencia europea noroccidental.
Al observar el periodo de incertidumbre que tenemos ante nosotros, me viene a la memoria una bien difundida publicación de 1986 titulada The Rebirth of America (“El renacimiento de Estados Unidos”), editada por la Fundación Arthur S. DeMoss. Cerca de su conclusión hay un poderoso discurso de Russell Clearman titulado “¿Qué camino tomarás, Estados Unidos?”. El discurso menciona que este país fue fundado como “Una nación bajo Dios” y luego, con palabras que siguen siendo muy relevantes hoy en día y con las que también pueden identificarse quienes viven en otros países, pregunta qué rumbo seguirá.
Haciendo un recuento de la historia, el discurso declara a continuación: “Nadie, salvo el necio, podría dejar de ver la mano de un Dios soberano sobre esta dorada tierra de los libres. Pero hoy Estados Unidos se acerca a un punto peligroso. Debemos confesar con el corazón atribulado que Estados Unidos se ha olvidado de Dios. Se revuelca en lujos, se deleita en excesos, se recrea en placeres, se subleva moralmente y se pudre en el pecado.
“¿Qué podemos esperar de una sociedad en la cual las pasiones son como caballos sin jinete, en la que escasea la decencia, el amor se ha convertido en una emoción selvática, la lujuria ha sido exaltada a nivel de señorío, el pecado es ensalzado como soberano, Satanás adorado como un santo y el hombre magnificado por encima de su Hacedor?
“Hoy, los sombríos vientos del destino aúllan en protesta por la forma en que estamos viviendo. Es una verdadera locura suponer que la fuerza y seguridad de Estados Unidos se deben a sus enormes recursos económicos, su destreza industrial, su ingenio científico, su habilidad diplomática o su poderío militar. Nuestra verdadera defensa como nación se sostiene en las convicciones espirituales,
el carácter y el compromiso de nuestra ciudadanía. Nuestros antepasados fundaron esta nación sobre la fe cristiana, y existirá mientras el Señor sea nuestro Dios . . .
“Este mismo principio de dependencia de Dios está plasmado en nuestro himno nacional [última estrofa]: '¡Bendecida con la victoria y la paz, que la tierra rescatada del cielo alabe al Poder que la hizo y que nos ha preservado como nación!’.
“¡El pecado separa a una nación de Dios! ¡El pecado separa a esta nación de Dios! Pero no carecemos de esperanza . . . Desde el mismo trono de Dios nos llega este mensaje: ‘Venid luego, dice el Eterno, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana’ [Isaías 1:18] . . .
“Debemos arrodillarnos en humildad y oración, en contrición y confesión, en arrepentimiento y abandono del pecado. Debemos volver a la cruz, donde el Hijo de Dios encarnado fue maldecido, condenado, crucificado por el hombre . . .
“La crisis es grave. El peligro es inminente. El tiempo se agota. Algo milagroso debe ocurrir en el corazón y el alma de Estados Unidos . . . ahora, antes de que sea demasiado tarde. La elección es clara: arrepentirse o perecer, renacimiento o ruina, Cristo o caos. La pregunta del momento es: ¿Qué camino tomarás, Estados Unidos?”.
Quienes viven en otros lugares pueden hacer la pregunta a sus propias naciones. Ojalá que todos atesoremos la verdad que Dios nos da, que permanezcamos comprometidos con él y que experimentemos las bendiciones que nos concede, mientras aún tengamos tiempo. BN
Tom Robinson, Editor Asociado
Iglesia de Dios Unida