Censura, intimidación y creciente tiranía
El 24 de agosto de 2024 hubo una gran protesta por parte de los defensores de la libertad de expresión cuando el director general de la aplicación de mensajería Telegram, Pavel Durov, fue detenido en Francia principalmente por “falta de moderación” en la aplicación, o por no controlar y censurar o prohibir “la circulación viral de información falsa” y a las comunidades organizadoras de protestas que la utilizan. Durov había dicho anteriormente que Telegram seguiría siendo una plataforma neutral, pero varios Gobiernos, como el francés y el británico, sostienen que esta permite a los extremistas cometer delitos. Sin embargo, algunos han establecido una comparación entre una plataforma de mensajería privada y encriptada y una compañía telefónica, que se supone que en general no vigila las llamadas privadas.
El consejero delegado de la plataforma de video Rumble, Chris Pavlovski, señaló que Francia había cruzado una línea roja. De hecho, parece que estamos entrando en una nueva etapa de escalada de la censura. En los últimos años hemos presenciado una censura más encubierta, con intereses políticos en complicidad con las grandes empresas tecnológicas para promover cierta información y suprimir la contrainformación (etiquetada como desinformación o información falsa). Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, admitió que la administración estadounidense presionó entre bastidores para censurar información importante. Los algoritmos y la selección directa de objetivos hicieron que algunos fueran vetados a escondidas o expulsados de las plataformas.
Pero ahora vemos que se aplican más medidas coercitivas, con la aprobación de leyes y normas para intimidar o castigar a quienes no se pliegan a la agenda imperante, lo que nos lleva a la era de la censura masiva abierta. Y esto está ocurriendo en muchos países. En su plataforma de medios sociales X (antes llamada Twitter), el multimillonario tecnológico Elon Musk retuiteó lo siguiente desde [el sitio de X] End Wokeness el 24 de agosto: “El Reino Unido arresta en masa a ciudadanos por memes; Francia arresta al fundador de Telegram; Irlanda intenta prohibir los ‘memes maliciosos’; Brasil obliga a X a huir del país; Australia intenta censurar las publicaciones de X; la UE intenta chantajear a Elon Musk; el DOJ [Departamento de Justicia de EE. UU.] encarcela a alguien por un meme; Maduro [de Venezuela] bloquea todo acceso a X. La libertad de expresión está siendo atacada en todo el mundo”.
Esto ocurre simultáneamente con el fortalecimiento del impulso globalista y la concesión de más poder a las Naciones Unidas, especialmente en términos de acuerdos de censura digital.
¿Adónde nos está conduciendo todo esto?
Las clases dirigentes de Estados Unidos y Gran Bretaña presionan para controlar la expresión
Las élites globalistas consideran crucial controlar la información. En EE. UU., la exsecretaria de Estado Hillary Clinton lo manifestó recientemente en una entrevista en la CNN con estas palabras: “Si las plataformas, ya sea Facebook, X, Instagram o TikTok, sean cuales sean, si no controlan el contenido, perdemos el control total, y no se trata solo de los efectos sociales y psicológicos. Es un daño real” (5 de octubre).
John Kerry, que la sucedió como secretaria de Estado, lamentó poco antes en una sesión del Foro Económico Mundial que la Constitución estadounidense se interpusiera en el camino de la censura necesaria, afirmando que “si la gente acude a una sola fuente . . . y está emitiendo desinformación, nuestra Primera Enmienda constituye un gran impedimento para . . . poder simplemente, ya sabe, machacarla hasta hacerla desaparecer” (25 de septiembre de 2024). Para él, la respuesta era que su partido “ganara suficientes votos para quedar en libertad de implementar el cambio”.
No obstante, en otros países el cambio está llegando rápidamente. El jurista estadounidense Jonathan Turley, autor de un libro sobre la libertad de expresión, señala: “Llevo años escribiendo sobre el declive de la libertad de expresión en el Reino Unido y el flujo constante de detenciones. Un hombre
. . . fue detenido por vestir una camiseta contra la policía. Otro fue detenido por llamar ‘duende’ al novio irlandés de su exnovia. Un adolescente fue arrestado por protestar ante un centro de Cienciología con un cartel que calificaba a la religión de ‘secta’” (“‘It’s Not OK Any More’: The United Kingdom Cracks Down on Free Speech” [“Ya dejó de ser OK: El Reino Unido reprime la libertad de expresión”], 22 de agosto de 2024).
Durante el verano estallaron protestas y disturbios en todo el país después de que un incidente de apuñalamiento masivo en Southport, Inglaterra, se atribuyera erróneamente a un inmigrante musulmán; la enorme ira contenida por los crímenes perpetrados por los inmigrantes y por una actuación policial aparentemente de dos caras, más benévola con los inmigrantes, no se hizo esperar. Se advirtió a los ciudadanos que incluso el mero hecho de transmitir información errónea e incendiaria sobre los disturbios en las redes sociales podría dar lugar a detenciones.
Elon Musk retuiteó esta publicación el 1 de septiembre: “De última hora: Una mujer que filmó los disturbios contra la apertura de fronteras en Gran Bretaña y gritó ‘queremos recuperar nuestro país’, ha sido condenada a 20 meses de cárcel”. Musk también cuestionó reiteradamente al primer ministro, Sir Keir Starmer, sobre las acusaciones de los diferentes estándares aplicados por la policía, incluso en los recientes disturbios.
Sorprendentemente, las normas de censura británicas se están imponiendo a personas de otros países, incluidos ciudadanos estadounidenses. Sir Mark Rowley, jefe del servicio de Policía Metropolitana de Londres, ha amenazado con detener a personas fuera del Reino Unido por publicaciones X inaceptables. Cuando se le preguntó si gente como Elon Musk podría ser detenida, Rowley dijo que “ser un guerrero del teclado no lo pone a salvo de la ley . . . y tanto si está en este país cometiendo delitos en la calle como si comete delitos desde más lejos en Internet, iremos por usted”.
De hecho, un hombre de Pakistán fue detenido en nombre del Reino Unido por desinformación al reenviar las primeras noticias de que un solicitante de asilo musulmán había sido detenido en relación con los apuñalamientos de Southport (NBC News, 22 de agosto).
Extralimitación europea
La amenaza internacional de aplicación de la ley no se limita a Gran Bretaña. A Thierry Breton, de Francia, cuando aún era comisario de Mercado Interior de la Unión Europea a principios de este año, le preocupaba mucho que Elon Musk hiciera en su plataforma X una entrevista con el expresidente y candidato presidencial estadounidense Donald Trump que pudiera verse en Europa. Así que envió una carta ordenando a Musk que aplicara “medidas paliativas” contra “la amplificación de contenidos nocivos” (12 de agosto). Básicamente estaba advirtiendo a Musk que dirigiera la narrativa y aplicara la censura adecuada para cumplir las normas de la UE, ¡a menos que quisiera exponerse a multas de miles de millones de dólares!
Tras la indignación de los legisladores conservadores estadounidenses, la Comisión Europea se distanció de la carta de Breton por considerarla no autorizada, pero su contenido general coincide con las posturas de la UE.
Esta ley europea puede servir para imponer una agenda “woke” a las empresas estadounidenses y a otras de todo el mundo, regulando a las empresas que comercian con Europa y a las empresas proveedoras de esas empresas. Como señala el profesor Turley, el derecho a la libertad de expresión “se encuentra de nuevo bajo el ataque de otro Gobierno europeo, que reclama el derecho a censurar lo que los estadounidenses pueden decir sobre política, ciencia y otros temas. De hecho, la amenaza de la Unión Europea puede conseguir coartar la libertad estadounidense hasta un punto que las potencias del Eje no podrían haber imaginado” (“Europe’s Plot to Regulate Political Speech in America” [“El complot de Europa para regular el discurso político en Estados Unidos”], The Hill, 17 de agosto). O peor aún, como señala Turley, los políticos progresistas estadounidenses han alentado y acogido con satisfacción su aplicación.
Dentro de la propia Europa, la campaña de censura está en pleno apogeo. Como señala cierto titular, “El Gobierno español restringirá la libertad de información para ‘salvar la democracia’” (The European Conservative, 18 de septiembre ). Esto incluye un registro de medios de comunicación que permitirá al Gobierno socialista “dictar quiénes pueden ser los accionistas de los medios de comunicación, sus fuentes de financiamiento y cuánto gastarán las instituciones gubernamentales en su publicidad con ellos. Cualquier medio de comunicación que no figure en el registro será tachado de ‘pseudomedio de comunicación’”, para desacreditarlo.
Luego está este titular: “El ‘Consejo Ciudadano’ alemán quiere criminalizar la desinformación” (Brownstone Institute, 23 de septiembre).
Otro titular dice: “La policía alemana pronto podrá entrar y registrar las casas en secreto” (Independent Sentinel, 15 de agosto). Esto incluye la instalación de programas espías en computadores y teléfonos además de registros domiciliarios encubiertos, que solo se utilizarán en circunstancias excepcionales. Pero ¿quién decidirá qué es excepcional o no? Como señala este artículo, “siempre hay una excusa para imponer el totalitarismo”.
Se avecina una época tenebrosa
Estas historias van a la par de un impulso para exaltar a las Naciones Unidas en el gobierno global, cuya faceta más autoritaria tiene que ver con el control de Internet y la integridad de la información, lo que implica censura y vigilancia. ¿Le sorprende? A estas alturas, tal vez ya no.
El triste hecho es que está surgiendo una tiranía globalista con base en Europa, y las naciones angloparlantes están empezando a someterse a ella mientras ostentan aún más poder. Pero estos acontecimientos fueron predichos en la Biblia. Daniel 2 y 7 y Apocalipsis 13 y 17 hablan del ascenso final de un antiguo poder mundial con raíces en Babilonia, un resurgimiento en el tiempo del fin del Imperio romano: el bloque político y su líder al que la Biblia se refiere como la bestia. Estos pasajes también muestran a este imperio como un poder religioso controlador en unión con una gran iglesia falsa.
Bajo este malvado sistema, los verdaderos siervos de Dios serán perseguidos mientras evitan la infame marca de la bestia, que denota lealtad al sistema y su alejamiento de Dios y de sus leyes. Esta marca no es una identificación digital, como algunos imaginan, pero podría ser una manera en que la adhesión de la gente al sistema sea vigilada, regulada y controlada.
El totalitarismo que hemos visto en la historia humana pasada fue precursor del totalitarismo final que se avecina. Manténgase alerta. Defienda lo que es correcto. Puede que suframos por ello, pero podemos confiar en que Dios nos hará salir adelante. Al final, ¡su reino pondrá fin a la tiranía! BN