¿Qué tan moldeable es usted en las manos de Dios?

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¿Qué tan moldeable es usted en las manos de Dios?

Cierta mañana me encontraba cocinando huevos para el desayuno y tomé la espátula de madera del contenedor que está al lado de mi cocina para voltear los huevos. De repente, ¡ouch!, un pedazo astillado del mango casi me corta la mano. Después del desayuno lavé la espátula y la puse a un lado para lijar la aspereza. En mi casa no se permite que los utensilios lo “pinchen” a uno, por lo tanto, tenía que solucionar el problema.

Este incidente me dejó pensando en cómo a veces Dios necesita limar nuestras asperezas espirituales, emocionales y mentales. A veces él lleva a cabo esto mediante diversas pruebas. Como bien sabe todo el que se haya lastimado la piel accidentalmente al lijar algo, ello puede doler. Pero a la larga, las pruebas son para nuestro beneficio, tal como Pablo dijo cuando escribió: “Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella” (Hebreos 12:11, Nueva Versión Internacional). La clave está en permitir que las pruebas eliminen de nuestra vida aquellas cosas que nos impiden ser herramientas verdaderamente útiles en las manos de Dios.

En ocasiones, Dios nos pule mediante la interacción y conversaciones con otras personas, o aprendiendo qué hacer y no hacer según sus ejemplos. Un proverbio que nos habla directamente de esto dice: “Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo” (Proverbios 27:17). Debemos ayudarnos mutuamente para limar delicadamente toda aspereza, utilizando para ello sabiduría y amabilidad. Cualquier aspereza en nuestro carácter hiere no solo a Dios sino también a quienes nos rodean, incluyendo a nuestros seres queridos.

De igual manera, a través del estudio de la Biblia, la meditación, la oración y el ayuno, podemos suavizar las asperezas en nuestras propias vidas. Esta es la manera ideal de aprender y crecer, ya que comprende un dolor mínimo. Si no nos esforzamos por aprender de esta manera, Dios encontrará la forma de terminar la obra que él ha comenzado en nosotros (Filipenses 1:6) y esta opción probablemente será más dolorosa. Después de todo, él no quiere verse obligado a decir esto de nosotros: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio . . . ” (Oseas 4:6). Una herramienta inútil que no puede ser reparada debe ser desechada.

Entonces, ¿cuál es el resultado final si aplicamos estos métodos para pulir las asperezas en nuestras vidas? Nos convertimos en las herramientas perfectas que Dios desea, siendo plenamente útiles para el propósito que él ha diseñado exclusivamente para cada uno de nosotros. Por lo tanto, la próxima vez que yo sienta que Dios está limando mi vida de alguna manera, espero poder recordar este incidente y que él lo está haciendo por mi propio bien. Dios tampoco permite que sus herramientas espirituales lo “pinchen” y lastimen.