Encuentra tu tesoro: Para nuestros lectores jóvenes

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Encuentra tu tesoro

Para nuestros lectores jóvenes

Imagina que eres un famoso explorador y que estás buscando un tesoro muy valioso. La verdad es que, espiritualmente hablando, esto sucede en la vida real: el mayor tesoro que podemos encontrar es el Reino de Dios. “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo” (Mateo 13:44).

Si está escondido, ¿cómo podemos encontrarlo? Para encontrar un tesoro físico escondido necesitas un mapa y una brújula. Un mapa te muestra el plano de un terreno y te permite tener una visión clara de lo que tienes delante. Te muestra lo que tienes que ver, te revela un destino y el camino para llegar allí. Cuando estudias un mapa, puedes ver los puntos que marcan la ruta que conduce a ese destino.

¿Qué utilizas en tu vida cristiana diaria que se parezca a ese mapa? Si aún no lo has adivinado, es tu Biblia. La Biblia es la herramienta más importante en tu vida cristiana, pues te guía en el camino que Dios quiere que sigas, aquel que necesitas recorrer para obtener este extraordinario tesoro. Está llena de instrucciones y consejos que te guiarán conforme crezcas en la fe. A medida que avanzas en esta aventura de encontrar tu tesoro, veamos algunas tareas importantes a lo largo del camino.

1. Oración

Lo primero que debes hacer para entender la Biblia (tu mapa espiritual) es ponerte de rodillas y pedirle a Dios que te dirija para entenderla y te lleve por la senda correcta.

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).

2. Estudio

Otra cosa que debes hacer para entender y seguir tu mapa es estudiarlo. Para ir en la dirección correcta tienes que conocer la verdad, o sea el camino, y seguirlo. Piensa en esto: ¿Qué se debe hacer para aprobar un examen en la escuela? Hay que estudiar. Y no se trata solo de un repaso a la ligera: debes estudiar arduamente para tener éxito. Así que si estudias lo suficiente para sacar buenas notas, ¿cuánto más deberías hacerlo para alcanzar ese tesoro que estás buscando?

“Si como a la plata la buscares [la sabiduría], y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor del Eterno, y hallarás el conocimiento de Dios” (Proverbios 2:4-5).

3. Ayuno

Además de la oración y el estudio, el ayuno es un excelente medio para permanecer en contacto con tu Dios todopoderoso. Es un acto de humildad y sumisión a él, la prueba de que estás tomando en serio su llamado y de que no estás renunciando al tesoro. Dios quiere que ayunemos como parte de su plan para nosotros y también en el Día de Expiación, una de sus fiestas santas. Se nos manda afligir (humillar) nuestras almas. Sin embargo, no solo se debe ayunar en este día sino que debe ser una práctica regular de tu vida cristiana. Es un acto de comunión con Dios, mediante el cual le demuestras que sabes que no puedes terminar esta aventura sin su ayuda.

“Y publiqué ayuno . . . para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes . . . La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan . . . Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio” (Esdras 8:21-23).

Cuando practiques estas tres cosas en tu vida, empezarás a crecer como cristiano. Cada una de estas tareas se encuentran en tu Biblia (el mapa). A medida que las sigues (las dos primeras a diario y la última, más de una vez al año), te acercas a tu objetivo y te llevan a las siguientes etapas de tu viaje.

4. Arrepentimiento

Arrepentirse significa apartarse del pecado y consagrarse a Dios. Alejarse del pecado es procurar decididamente hacer las cosas de otra manera y no volver a caer en él. ¿Qué es el pecado? “El pecado es la transgresión de la ley” (1 Juan 3:4). El pecado significa ir en contra de las leyes y principios de Dios. “Al que sabe hacer el bien y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4:17).

Una vez que entiendas lo que es el pecado, puedes arrepentirte de él. Es probable que ya hayas comenzado este proceso o hayas pensado en ello y no sería extraño que en este punto empieces a preguntarte: “¿Por qué es tan difícil?” Bueno, no puedes lograrlo tú solo. Necesitas alguien que te ayude, algo que te guíe el resto del camino. Pero antes de que puedas obtener esa ayuda, tienes que ser bautizado. Solo entonces podrás recibir la ayuda que necesitas para llegar al tesoro.

5. Bautismo

¿Qué es el bautismo? El bautismo significa ser sumergido completamente en agua por un ministro o anciano, que luego impone sus manos sobre la cabeza de la persona bautizada y ora por ella para que reciba el Espíritu Santo de Dios. Simbólicamente significa enterrar tu viejo yo (el hombre pecador) para vestirte del nuevo hombre, de la misma forma que Cristo fue enterrado y luego resucitó.

“Si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:21-24).

El bautismo no puede tomarse a la ligera, ya que es un compromiso de por vida con Dios y su camino. Cuando nos arrepentimos y bautizamos, ya no hay vuelta atrás. Y cuando tú te ejercitas en estas tres cosas, la oración, el estudio y el ayuno, te estás preparando para este último paso fundamental. Eso sí, no se trata de “ir de prisa” para llegar más rápido al tesoro. Es un proceso lento y que debe ser manejado con el mayor respeto.

“Y Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para remisión [perdón] de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios quiera llamar” (Hechos 2:38-39).

Imagina que te van a bautizar, y te preguntan: “¿Te has arrepentido de tus pecados y has aceptado a Jesucristo como tu Salvador personal?” Sales del agua y oran por ti; entonces miras hacia abajo y tienes algo en tus manos: una brújula.

Ahora necesitas saber cómo utilizar esa brújula. ¿Qué es una brújula? Es un dispositivo que te señala una dirección por medio de una aguja magnética que gira libremente sobre un pivote, indicando el norte magnético. El Espíritu Santo funciona espiritualmente tal como lo hace una brújula real: te indica la dirección en la que Dios quiere que vayas. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo anunciará” (Juan 16:13-14).

Una vez que tengas el mapa y la brújula, tendrás las herramientas que necesitas para llegar al tesoro. Y aunque todavía no tengas el Espíritu Santo morando dentro de ti, que ocurre cuando te imponen las manos tras el bautismo, puedes orar para que Dios te guíe. Estudia la Biblia, que es tu mapa, y también el terreno que tienes por delante. Confía en que Dios te ayudará cuando tropieces o pases por un mal momento y ayuna para fortalecer tu vínculo con él. A lo largo de tu aventura te encontrarás con momentos en los que tendrás que revisar la brújula para asegurarte de que sigues en el camino correcto.

Dios te proporciona todas las herramientas que necesitas para encontrar el tesoro. Recuerda que es una aventura para toda la vida; todo lo que tienes que hacer es seguir usando el mapa y la brújula, y persistir hasta el final. “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21). EC