El importante papel de los padres
Debido a que los noticieros y los titulares [en Estados Unidos] se han enfocado en los hechos sensacionalistas y los terribles asesinatos de las últimas semanas, las noticias que destacan las causas de la criminalidad han sido prácticamente ignoradas. La escalada de violencia en la sociedad es una evidente señal de desintegración. Hemos cruzado el punto de no retorno a una nación civilmente respetuosa de la ley. ¿Cómo hemos llegado a esto? Solo medite en esta estadística: más de la mitad de los bebés estadounidenses reciben asistencia social.
El número de bebés que nacen en hogares sin padre está aumentando rápidamente. El Fondo de Población de las Naciones Unidas [UNFPA, según sus siglas en inglés] ha descubierto que más del 40 % de los nacimientos en Estados Unidos corresponde a madres solteras. En 1970, la cifra era del 10 %. [En América Latina, en cuatro de cada 10 hogares falta el padre, según ciertas estadísticas].
En un artículo titulado “The Psychological Effects of Growing Up Without a Father” (Los efectos psicológicos de crecer sin un padre) en el sitio web owlcation.com, orientado a la educación, Michael Kismet describe varios resultados psicológicamente documentados que se han identificado en muchos niños que crecen sin un padre: es más probable que sean agresivos y sufran de depresión, que tengan baja autoestima y mal rendimiento escolar, que sean encarcelados y que se suiciden y consuman drogas.
Ser padre tal y como lo quiso nuestro Creador es maravilloso y gratificante, pero no fácil. Requiere trabajo y tiempo, además de los valores humanos básicos de verdad y decencia que hay que transmitir. En el momento en que un hombre se convierte en padre, se le encomienda la tarea de ser responsable de todo un nuevo ser. No obstante, por muy duro que sea, nada en esta vida se puede comparar con la alegría que supone ser padre. “El padre del justo experimenta gran regocijo; quien tiene un hijo sabio se solaza en él” (Proverbios 23:24, Nueva Versión Internacional).
En una entrevista con Oprah Winfrey, el obispo T. D. Jakes declaró: “Todos los niños tienen un agujero en su alma con la forma de su padre cuando este falta. Si ese agujero no se llena con un padre cariñoso y proveedor, los niños tratarán de llenarlo con algo que no funciona”. Como ejemplos mencionó el sexo promiscuo, el consumo de drogas y el apego a las pandillas. Muchas madres solteras han encontrado la manera de llenar el vacío y criar exitosamente a sus hijos por su cuenta, pero un rápido vistazo a lo que está ocurriendo en las principales ciudades nos da la visión de conjunto.
Dios, en su sabiduría, nos muestra las responsabilidades de los padres en muchos versículos. El Gobierno no puede proporcionarlas. La primera es el amor, el amor de un padre: “Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos” (Salmo 103:13, NVI). Otra es la disciplina, un ingrediente principal en la formación del carácter: “. . . porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?” (Hebreos 12:7). La enseñanza sobre la vida y cómo hacer las cosas es fundamental: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre . . .” (Proverbios 1:8). Un ingrediente clave es el autocontrol: los padres no deben perder los estribos y tienen que enseñar a sus hijos el autocontrol adecuado: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).
Y algo muy importante, los padres tienen la responsabilidad de enseñar a sus hijos las leyes de Dios. “Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7, NVI). Los autores de la violencia que hoy se extiende por nuestras ciudades son, en su gran mayoría, jóvenes que han crecido sin un padre que les enseñe, los forme, los ame y los mantenga. Descargan su ira en la sociedad, pero esta no está dispuesta a abordar los factores que la causan.
Sin embargo, todo esto pronto cambiará. Cuando Jesucristo gobierne la Tierra, todos los niños tendrán padres y madres que los amen y les enseñen diligentemente. “Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas” (Zacarías 8:5). EC