Cinco cosas que Jesús no dijo
Para nuestros lectores jóvenes • Artículos de la revista Compass Check (en inglés)
“Decide tus propias normas y vive de acuerdo con ellas”. Esta recomendación retumba en los altavoces y en los oídos del público. Cada año, en las graduaciones de institutos y universidades de diferentes países es típico que el discurso de graduación incluya frases que inspiren a los oyentes. Estas disertaciones públicas contienen expresiones y dichos familiares que suenan lógicos, positivos, sinceros y conmovedores, pero ¿cómo se comparan con la Palabra escrita de Dios? ¿Están a su altura?
Si hoy invitaran a Jesucristo a pronunciar un discurso de graduación, ¿qué diría, y qué no diría? ¿Cómo recibirían los oyentes las palabras de Cristo resucitado? ¿Y en qué se diferenciaría su mensaje a los graduados del discurso de graduación que oíste el año pasado, o del que oirás el año que viene? En este artículo echaremos un vistazo a cinco de las “verdades” más repetidas y aceptadas que normalmente se pronuncian en las ceremonias de graduación, y veremos si están a la altura de la Palabra de Dios.
1. "Sé sincero contigo mismo"
Se trata de una frase común, pero ¿acaso dijo esto Jesús alguna vez? Todo lo contrario. En cambio, nuestro Creador dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). La frase “Sé sincero contigo mismo” implica que cada persona sabe lo que es mejor para sí misma. Y aunque cada individuo tiene talentos, capacidades y objetivos, todos necesitamos la guía y dirección de nuestro Creador. El libro de los Proverbios (escrito por uno de los hombres más sabios que han existido) nos advierte: “El que confía en su propio corazón es necio . . .” (Proverbios 28:26), y en cambio nos amonesta: “Fíate del Eterno de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia” (Proverbios 3:5, énfasis nuestro en todo este artículo).
En Proverbios 6:20-22 y 13:1 se nos exhorta a que, además de buscar las instrucciones de Dios, aprovechemos la experiencia y la sabiduría de nuestros padres. En efecto, una de las lecciones más importantes que debemos aprender en la vida es que no nacemos con sabiduría: la sabiduría debe desarrollarse mediante el estudio y el esfuerzo. Confiar en uno mismo puede hacernos creer que somos sabios y autosuficientes, pero tal camino es peligroso y al fin y al cabo conduce a la destrucción. Haríamos bien en prestar atención a las palabras de Salomón cuando escribió: “Hijo mío, si recibiereis mis palabras . . . haciendo estar tanto tu oído a la sabiduría . . . entonces entenderás el temor del Eterno” (Proverbios 2:2, 5).
2. "Sigue a tu corazón"
Hoy en día se anima a los estudiantes a que encuentren su propia “brújula moral”, es decir, su propio conjunto de creencias y valores sobre el bien y el mal, pero ¿qué dijo Jesús? En realidad dijo lo contrario, y nos instruyó para que nos negáramos a nosotros mismos y que en vez lo siguiéramos a él (Mateo 16:24). ¿Por qué? Porque como nuestro Creador que es (Colosenses 1:16), Cristo sabe que los corazones de hombres y mujeres son engañosos (Jeremías 17:9). Dijo: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). Por eso, Cristo enseñó que el corazón de una persona puede cambiar, ¡y debe hacerlo! De hecho, el Eterno prometió que se nos dará “un corazón nuevo” cuando nos decidamos a seguir sus leyes y nos convirtamos (Ezequiel 36:26).
La Biblia a menudo nos advierte que nos guardemos de seguir los dictados de nuestro corazón y emociones. Proverbios 14:12 habla de ello, diciendo: “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte”. Las emociones y los sentimientos son una parte importante de la vida, y una bendición de Dios si se experimentan de forma correcta. Sin embargo, dejarse llevar por nuestras emociones puede llevarnos a cometer errores que alteren la vida: pecados sexuales, llegar a la edad adulta sin una educación adecuada, problemas económicos y muchos otros. Recuerda que nuestro Creador colocó tu cabeza por encima de tu corazón, tal vez dando a entender que nuestra mente debe gobernar sobre nuestras emociones. En lugar de tratar de vivir según nuestra propia “verdad”, seamos diligentes para seguir la Verdad real. En palabras del propio Jesús: “Santifícalos en tu verdad. Tu palabra es verdad” (Juan 17:17).
3. "Cree en ti mismo"
Jesús no dijo nada de esto. En realidad dijo: “. . . creéis en Dios, creed también en mí” (Juan 14:1). Podemos creer en el Padre y en el Hijo porque son perfectos: solo dicen cosas que son verdad y es imposible que mientan. Cuando nos encontremos en medio de pruebas difíciles, puede ser beneficioso recordar las alentadoras palabras de Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). De hecho, Pablo es un excelente ejemplo de fe en Cristo, y su vida es un testimonio de esa fe.
Muchas personas de nuestra sociedad actual afirman creer EN Cristo, pero no quieren creerle A Cristo; muy pocas están realmente dispuestas a HACER lo que Cristo dijo que hiciéramos. Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).
Considera el ejemplo de Pablo cuando Jesús se le apareció en el camino a Damasco: una luz brillante lo cegó mientras Jesús le revelaba que él era Aquel que Pablo había estado persiguiendo. Pablo comprendió y transformó su vida: en lugar de perseguir a los cristianos, comenzó a predicar el evangelio. Creyó en Jesús y vivió su vida actuando de acuerdo con esas creencias, dando lo mejor de sí mismo y esforzándose en todo lo que hacía. ¿Acaso no nos dice en Eclesiastés 9:10: “Todo lo que te viniere a la mano hacer, hazlo según tus fuerzas . . .”? No debemos olvidar, sin embargo, que es el Espíritu de Dios, trabajando con nuestro espíritu humano, lo que nos permite lograr mucho más de lo que podemos por nosotros mismos.
4. "Haz lo que te haga feliz"
La felicidad es algo maravilloso. Todos queremos ser felices, pero ¿qué es lo que realmente hace feliz a la gente? No supongas que la felicidad es el resultado de la riqueza, posición, fama o bienes físicos. ¿Recuerdas la pregunta retórica que hizo Jesús, “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Mateo 16:26). ¿Cómo responderías a esta pregunta?
Vivimos en una sociedad que idolatra a los famosos del mundo deportivo o del espectáculo, pero la “felicidad” que ellos aparentan disfrutar suele ser un espejismo. A menudo oímos hablar de personajes famosos cuyas vidas se ven afectadas de matrimonios fracasados, abuso de sustancias tóxicas y (con demasiada frecuencia) muerte prematura. En el mejor de los casos, la alabanza de los hombres es fugaz. La felicidad comprende sentimientos de satisfacción y alegría, y Jesús comparó la felicidad con la paz interior: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). La felicidad, tal como se nos da a través de Cristo, es distinta de la “felicidad” que nos ofrece la sociedad que nos rodea. El Creador pretende que experimentemos el tipo adecuado de placer, aquel que nos proporciona una felicidad legítima y duradera.
El rey David escribió acerca de seguir a Dios: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmos 16:11). ¿Qué clase de placer desea Dios para nosotros? La felicidad más gratificante de esta vida procede de la familia. Dios pretendía que los esposos y las esposas se alegraran juntos (Proverbios 5:18; Salmos 127:3-5). Pero Satanás el diablo odia la estructura familiar que Dios creó, y detesta especialmente a los niños. Por eso Satanás, el dios de este mundo, ha engañado a la sociedad para que crea mentiras sobre el género sexual, sobre el respeto adecuado que debemos tener por la vida y sobre la fuente de la felicidad y la paz verdaderas.
La felicidad y la paz verdaderas son el resultado de conocer y obedecer a nuestro Creador y Salvador. ¡Él quiere llenarte de felicidad! Como escribió Pablo: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz . . .” (Romanos 15:13).
5. "El futuro está en tus manos"
Esto es parcialmente cierto, al menos en lo que se refiere al esfuerzo que pongas en tu propia vida. Dios nos ofrece a todos la elección entre la vida y la muerte, y lo más lógico sería que eligiéramos la vida (Deuteronomio 30:19). Debemos seguir las enseñanzas de Dios, trabajar duro, vivir una vida que sea un buen ejemplo para los demás y cosechar las bendiciones de hacerlo, pero no podemos cambiar lo que acabará sucediendo al mundo en el futuro.
En el horizonte se vislumbran tiempos muy difíciles en un futuro no muy lejano, ¡pero la buena noticia es que esas pruebas no durarán para siempre! Las tribulaciones del tiempo del fin que sacudirán a toda la Tierra están diseñadas para actuar como LLAMADO DE ADVERTENCIA a un mundo engañado por Satanás; pero después de un tiempo relativamente corto, Jesucristo volverá como Rey de reyes y traerá consigo la paz y la felicidad verdaderas y duraderas a toda la Tierra. Y en realidad, parte de este futuro está en tus manos: ¡puedes formar parte del futuro gobierno de Jesucristo!
Fíjate en la promesa de Cristo en Apocalipsis 2:26 y 3:21: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones . . . Al que venciere, le daré que se siente en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Vaya, ¡esto sí que suena a verdadera felicidad para siempre! EC