Capítulo 3: El ayuno, una poderosa herramienta espiritual

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Capítulo 3

El ayuno, una poderosa herramienta espiritual

Lo único que la mayoría de la gente sabe acerca del ayuno es que puede ser una manera de perder peso. Pero hay mucho más que debemos comprender acerca del ayuno.

La Biblia dice mucho acerca de esta clave espiritual tan importante, pero que tan frecuentemente se pasa por alto. Dios desea y espera que sus seguidores ayunen. A Jesucristo se le preguntó por qué sus discípulos no ayunaban como el resto de la gente religiosa. Él contestó con una breve parábola, explicando que aún estaba con sus discípulos, pero que después de que ya no estuviese entre ellos (refiriéndose a su inminente regreso al cielo), “entonces ayunarán” (Mateo 9:14-15).

Lo que quiso decir fue que todos sus futuros discípulos ayunarían. ¿Por qué? Porque necesitamos ayunar con oración para ayudarnos a mantener una relación cercana con Dios el Padre y  Jesucristo. Y, como veremos, hay otros beneficios espirituales del ayuno.

Cuando Jesús les habló a sus discípulos acerca de cómo debían ayunar, él claramente esperaba que lo hicieran (Mateo 6:16-18). No dijo, “si ayunan” sino “cuando ayunen”. Y note que en este capítulo Jesús enfatiza el ayuno tanto como la oración y el hacer buenas obras.

El ayuno es mencionado prominentemente en el Antiguo y el Nuevo Testamento. El registro bíblico de quién ayunó es un “quién es quién” virtual de la Biblia e incluye a Moisés, David, Elías, Esdras, Nehemías, Ester, Daniel, Ana y Jesucristo. El apóstol Pablo llevó a cabo “muchos ayunos” (2 Corintios 11:27).

¿Qué es el ayuno?

En cierto sentido, todos ayunamos. Cuando dormimos en nuestra cama, no comemos ni bebemos. Eso es ayunar. Es por esto que el primer alimento del día se llama desayuno. Sin embargo, cuando la gente habla de ayunar usualmente se refiere a un período más largo de tiempo en el cual uno deliberadamente decide no comer ni beber y que puede ser un día completo, parte de un día o más de un día.

Un ayuno para la salud es cualquier dieta temporal restrictiva que supuestamente es beneficiosa para la salud. Pero el ayuno del que estamos hablando es aquel que beneficia nuestra salud espiritual, lo cual involucra abstenerse de alimento y bebida mientras se pasa una gran cantidad de tiempo adicional en oración, meditación y estudio de la Biblia (Éxodo 34:28; Esdras 10:6; Ester 4:16; Hechos 9:9).

Mientras ayunamos, idealmente debemos pasar la mayor parte del tiempo que estamos despiertos orando, estudiando y reflexionando. Si esto no es posible, al menos podemos hacerlo durante el tiempo que normalmente ocuparíamos comiendo.

Conceptos erróneos acerca del ayuno

Una persona saludable que no transpira mucho puede permanecer sin comer ni beber alrededor de tres días antes de que el cuerpo empiece a verse afectado, y una persona saludable puede permanecer sin alimento por varios días siempre que tome agua. Por lo tanto, los increíbles ayunos de cuarenta días de Moisés, Elías y Jesucristo (Deuteronomio 9:9; 1 Reyes 19:8; Lucas 4:2) solamente fueron posibles gracias a la intervención sobrenatural de Dios.

Cuánto tiempo podemos ayunar de manera segura depende de nuestra salud individual. Si usted no está seguro de sus limitaciones de salud, sería recomendable que se haga un examen médico, y se lo sugerimos encarecidamente. Luego puede comenzar saltándose una o dos comidas antes de llegar a ayunar un día completo, manteniéndose alerta desde un comienzo ante cualquier efecto adverso.

Sin embargo, no debemos considerar que simples malestares como sentir hambre, sed y falta de energía son “efectos adversos”. Para la mayoría de la gente, el dolor de cabeza se debe simplemente a la falta del consumo regular de cafeína. Es sabio disminuir el consumo de bebidas cafeinadas antes de comenzar un ayuno.

Otra opción es un ayuno parcial, como el que se menciona en Daniel 10:3. En este caso uno simplemente consume el alimento y líquido necesario para mantener el cuerpo, dedicando la mayor parte del tiempo a la oración, el estudio bíblico y la meditación. Esto también puede ser muy beneficioso espiritualmente.

El ayuno no es algo popular en una cultura de autogratificación instantánea. La gente tiende a pensar que cada día necesita tres comidas abundantes más unos cuantos bocadillos entremedio. En una cultura en la que se come continuamente, ¡pareciera ser que no hay momento para ayunar! Desde este punto de vista, ayunar es beneficioso para formar carácter y desarrollar autodisciplina, compromiso, moderación y mejores hábitos alimenticios.

Razones importantes para ayunar

Ayunar es muy importante para desarrollar una relación correcta y significativa con Dios (Lucas 2:36-37; Hechos 13:2).

El ayuno bíblico es completamente diferente de las huelgas de hambre que se utilizan para ganar poder político o llamar la atención por una causa personal. El ayuno es un ejercicio de autodisciplina sobre nuestros antojos carnales mientras mantenemos a Dios primero en nuestros pensamientos. Nos libera de la esclavitud de nuestros apetitos mientras nos enfocamos en el verdadero “pan vivo”, Jesucristo (Juan 6:48-51, 63). Cuando oramos, hacemos un pequeño sacrificio personal para concentrarnos en el increíble sacrificio de nuestro Salvador y su plan para nosotros.

Todos somos egocéntricos (centrados en nosotros mismos) por naturaleza, y debemos esforzarnos para llegar a centrarnos en Dios. Uno de los grandes propósitos del ayuno es aprender a ser humildes — a comprender de mejor manera cuán grande Dios es y cuán débiles, pecaminosos y necesitados somos nosotros. El rey David entendía esto cuando escribió “Afligí con ayuno mi alma” (Salmos 35:13).

Dios se deleita en los corazones humildes. Él dijo en Isaías 66:2: “Yo estimo a los pobres y contritos de espíritu, a los que tiemblan ante mi palabra” (Nueva Versión Internacional). En Mateo 5:3, Jesús dijo “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.

Jesús dejó en claro que si ayunamos para jactarnos –para “mostrar a los hombres” que ayunamos– somos hipócritas y no obtendremos recompensa de Dios (Mateo 6:16-18). Jesús no quiso decir que siempre está mal contarle a alguien que ayunamos. Frecuentemente surge la necesidad práctica de contarle a alguien, como a su cónyuge. Jesús estaba hablando de la necesidad de tener los motivos y las actitudes correctas.

Jesús habló de una parábola en la  que un orgulloso fariseo se jactaba frente a Dios diciendo ayuno dos veces a la semana” (Lucas 18: 9, 12). El hombre se consideraba humilde, ¡y estaba muy  orgulloso de sí mismo! Ayunar con una actitud así de jactanciosa es inútil.

Dios desea que tengamos “hambre y sed de justicia” (Mateo 5:6). Cuando ayunamos, nos sentimos cada vez más hambrientos y débiles. Además de reforzar el hecho de que Dios es quien nos provee el sustento y suple todas nuestras necesidades, una lección importante de esto es que podemos debilitarnos muy rápido espiritualmente cuando descuidamos los nutrientes de la oración, el estudio bíblico y todos los otros esfuerzos para llegar a ser hijos e hijas de Dios espiritualmente transformados.

La Biblia solo tiene un mandamiento respecto a un tiempo preciso en el que debemos ayunar. Al  pueblo de Dios se le ordena en Levítico 23 ayunar en el Día de Expiación por 24 horas, de puesta de sol a puesta de sol (versículos 27-32). Este día de ayuno es uno de los días de fiestas anuales diseñados y ordenados por Dios.

Además de los beneficios personales del ayuno, el Día de Expiación tiene un significado profético. Para aprender acerca del significado del Día de Expiación y el ayuno que lo acompaña, descargue o solicite nuestro folleto gratuito Las fiestas santas de Dios: Esperanza segura para toda la humanidad.

Propósitos secundarios del ayuno

Además de los propósitos principales de adorar a Dios, acercarnos más a él, negarnos y humillarnos y crecer espiritualmente, es también apropiado tener propósitos secundarios para ayunar — suplicarle a Dios en oración que nos ayude con una o varias necesidades graves, tanto a nosotros como a los demás.

Cuando Dios no haya contestado las oraciones respecto a ciertas necesidades, intente ayunar junto con la oración. En una ocasión, cuando sus discípulos no lograban expulsar a un demonio, Jesús les dijo que “este género no sale sino con oración y ayuno” (Mateo 17:14-21). El ayuno apropiado generalmente produce resultados significativos. Aunque confiamos en las herramientas espirituales de la oración, el estudio bíblico y la meditación a diario, ocasionalmente necesitamos la poderosa herramienta del ayuno.

Puede haber muchas razones para ayunar tales como un problema personal, un pecado difícil de superar, tener que enfrentar una importante decisión, una crisis de la Iglesia, la amenaza de algún peligro, la necesidad de cambiar la actitud de alguien o expresar agradecimiento, entre otras cosas. Para un estudio muy esclarecedor, utilice una concordancia bíblica y busque todos los pasajes que contengan la palabra ayuno, ayunó y ayunando. Lea acerca de por qué la gente ayunaba y pedía en oración, y lo que Dios hizo como resultado del ayuno.

Sin embargo, nunca debemos considerar el ayuno como una forma de presionar a Dios para obtener lo que deseamos (Isaías 58:3). Dios desea que oremos acerca de nuestros problemas, pero sin tratar de dictarle soluciones. Nuestras actitudes deben ser como la de Jesucristo cuando oró “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).

Es adecuado que un grupo, tal como la congregación de una iglesia o un círculo de amigos, decidan ayunar juntos por un asunto de urgencia. Cuando su país fue invadido, el rey Josafat “hizo pregonar ayuno a todo Judá” (2 Crónicas 20:1-3). Después de que Jonás predicó, “los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno” (Jonás 3:5).

A objeto de suplicarle a Dios que los protegiera, Esdras proclamó un ayuno para todos los exiliados que regresaban a Judá (Esdras 8: 21-23). Ester les pidió a todos los judíos de la capital persa que ayunaran para escapar del genocidio (Ester 4:16).

Isaías 58:1-12 es un pasaje profundo que contrasta las actitudes correctas y equivocadas del ayuno. Muestra claramente que ayunar no debe ser simplemente un mero ritual. El ayuno debe enseñarnos a estar dispuestos a sacrificarnos de muchas maneras para el servicio de otros. ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar para “desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión” y compartir nuestro “pan con el hambriento”, a albergar “a los pobres errantes” y a cubrir “al desnudo”? (versículos 6-7).

La Palabra de Dios nos exhorta a estar “firmes en el Señor” (Filipenses 4:1; 1 Tesalonicenses 3:8). Según lo que la Biblia nos enseña acerca del ayuno, vemos que aquellos que sincera y regularmente ayunan y oran a Dios muy posiblemente estarán “¡firmes en el Señor!” EC